Bajo el sol del desarmadero
un guardabarro de 404
es la sombrilla de un lechón.
[Omar Chauvié (1964, Argentina)
El ABC de Pastrana (Ediciones VOX, 2000)]
Por Ernesto González Barnert
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Estoy fascinado y absorto en sus páginas, desde hace un par de semanas, desde su mecanismo compositivo a la capacidad para extraer de la tosca ganga de cada minuto, el oro puro que encierra. O cuando recrea la literatura del pasado y produce su breve comentario.
Proserpina y Pastrana
.
Si existe ha de ser por una mera confusión
con la palabra invierno
Pero ay
hay
esos dolores en este lugar de la cabeza
esos recuerdos de las propias palabras
metidas hasta
que sonseran
fueguito en la planta del pie
ortiga en el upite
dolor que te la ortega
chaucha y palito:
excusas olores estragos estrategias
para pasar el infierno
Como dice Andrei Tarkovski en su libro Esculpir en el tiempo: “Para mí, la única tarea verdaderamente importante, consiste en reinstaurar la responsabilidad del hombre con su propio destino” y en El ABC de Pastrana creo que independiente del contexto histórico donde acontece, de los lugares físicos donde se instala y narra, del itinerario exterior e interior que propone… trata de la búsqueda de esa responsabilidad del hombre con su propio destino. Todos somos Pastrana, Omar es Pastrana o ese mismo al que, por ejemplo, llaman tito y en su vida vio una murga -algo parecido una vez, en los corsos de puntalta-.
También, a ratos, concluyo que Chauvié no escribe para que cantemos todos, sino para horadar el lenguaje estereotipado y oficial, dejando a cambio, un cielo que se repite en parabrisas tirados ya cubiertos de cardos; un desprolijo alejandrino “muñoz moreno pedernera labruna lousteau” o un acariciarte los ojos con este dedo ensalivado, no lejos de ese inmenso desierto que es el mar. Creo que para Omar la poesía no es solo una ocupación, sino una actitud sobre la vida.
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es el momento del día
en que todo da lo mismo
infiernar como los osos
cantar como las canteras
celebrar como las cebras
culear como las culebras
Un libro escrito con la madurez del que sabe –tal que Nietzsche-, que es recuperar la seriedad que de niño uno tenía al jugar. No sin humor, uno que se desprende del juego del lenguaje –tanto en su sonoridad como en su significado-, sea producto de una combinación popular o mestiza, inesperada o literaria. Escribir –en definitiva-, es ser un pequeño tarzán[1].
él siempre definía
“a la literatura para que ande
hay que llevarla al mango
y con alguna tuerca floja”
(se equivoca
no pastrana, el dedo
y escribe “con alguna turca floja”
y dale pa´delante)
pastrana /si llega
se acuesta con el padre
y dice que no importa
porque poesía es todo
lo que se puede hacer
El ABC de Pastrana es un lujo de lectura, escrito con genio y gracia, con política e ironía, con conciencia del oficio, nunca fácil y nunca en bandeja. Donde sangre, bofe y carne, argamasa de barro y bosta, se constituyen como los elementos básicos del piso sólido en que la construcción de Omar Chauvié campea a la intemperie y doma.