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Carlos Trujillo
Por Ernesto González Barnert
Carlos Trujillo (20 de Diciembre de 1950, Castro) es un excelente poeta que ha centrado su visión poética consciente del oficio y su carga. Vivir es escribir. Y cuando alguien se decide a afirmarlo sabe que una sombra aún más grande que la suya se cierne sobre él, nosotros, los que estuvieron y vendrán. Y perderá pero no sin haber dado resistencia. No importa si estamos en Katmandú o Bagdad, en el corazón del Imperio o en una ruca construida con herramientas castellanas. Es una batalla digna de ser aplaudida, aunque él u otro poeta finalmente caigan. Ya sabemos que mucha de la gran poesía chilena tiene la madera del sur. Y este autor comprueba la tesis. Nos da más de lo que este país y su mierda apernada al poder y a la academia le quita con su mediocridad y falta de sentido común. Sí, la poesía de Trujillo me obliga a abrir otra vez su libro y leerle en la alameda, frente al palacio de gobierno, a viva voz, a finales de mayo.
- ¿Por qué escribes poesía?
- Como no es mi interés responder para agradar a nadie ni mucho menos para que el lector se admire de mis poéticas respuestas, tengo que responderte que nunca me he preguntado por qué escribo poesía. Escribo porque me nace escribir, porque lo necesito, porque por casi cuatro décadas se me ha vuelto una parte imprescindible del oficio de vivir. Escribo poesía por las mismas razones o sinrazones por las que soy profesor, esposo, padre, pariente, amigo y todo lo demás. Nunca me he preocupado de teorizar sobre las razones por las cuales escribo, pero sé que si no lo hiciera una parte de mí se quedaría completamente vacía, y todo el resto haría fuerzas para llenar ese vacío.
Y como me has invitado a teorizar. Si he dado en el clavo en las líneas provocadas por tu pregunta podría decirte -y también contarme a mí mismo- que escribo porque la palabra se me viene, a veces, a borbotones; otras, como un ojo de agua que de pronto se abre y va a dar a la mar que no es la muerte sino la vida, y que en esos momentos necesito urgentemente poner en el papel esa palabra que no me deja tranquilo y que me exige darle paz y vida en su hoja-nido. La necesidad siempre ha sido la misma y las palabras siempre me han andado rondando, de modo que mi poesía no es parte de un proyecto de escritura racionalmente programado. Simplemente escribo y con toda seguridad, si esta misma pregunta me la hubieran hecho hace veinte años la respuesta habría sido esencialmente la misma, conectada por supuesto a la realidad histórica que vivíamos entonces.
- ¿Cuándo escribes necesitas algo a tu alrededor, alguna cosa, haces algo en particular, etc.?
- Para escribir no necesito más que los elementos necesarios para dejar registro de los poemas o de lo que se me venga a la cabeza. Tengo muy buen trato con el papel y el lápiz de pasta, pero los uso sólo cuando me son absolutamente imprescindibles. Desde mis años de estudiante universitario, la máquina de escribir se transformó en mi amiga más fiel. De allí a la computadora habría sólo un paso, aunque un paso bien lento porque me tomó varios años decidirme a utilizarla por parecerme entonces una cuestión completamente opuesta a la poesía y a la escritura creativa en general. En 1990, ya bien avanzado mi primer año de estudios doctorales en la Universidad de Pensilvania vine a descubrir la maravilla de la computadora tanto para cumplir con mis tareas académicas como para escribir mis poesías. Y desde entonces casi todo lo escribo directamente en la computadora.
De manera que lo que necesito para escribir es esencialmente lo mínimo: papel, lápiz, máquina de escribir o computadora. Y el lugar donde me siento más cómodo escribiendo es la cocina de mi casa. Por lo menos para los chilotes eso tiene una fácil explicación porque nosotros hacemos toda nuestra vida familiar y gran parte de nuestra vida social en la cocina de la casa. Es el lugar del calor y la palabra y el afecto. Y aunque escribo a cualquier hora que se me allegue la palabra, para mí, la noche es el momento más especial. Cuando la esposa y los hijos se han retirado a descansar y los amigos han regresado a sus casas, el silencio llega y empieza a encariñarse con uno regalando algo paz a la paz, quietud a la quietud y misterio al misterio. Entonces es cuando la mesa y su mantel se vuelven el lugar más apropiado para el encuentro del poeta y la palabra que andaba buscando decir lo que quería decir y no hallaba el momento. En todo caso creo que el siguiente poema lo dice mejor:
A LA MESA EN LA NOCHE
La mesa ofrece su circular cubierta a mis papeles
Se fueron el pan y el café
La leche y el azúcar
Las manos de mis hijos partieron a dormir
Ahora mis papeles repletan esta mesa
La noche se hace enorme
Me llama a su regazo
Me voy entre palabras hilvanadas a medias
Mis hojas de papel reposan desganadas
Un sorbo delicioso de mi vaso de vidrio
Alivia la garganta de la noche sedienta
Todo se vuelve sed
Sueño y silencio
La palabra respira en la hoja de papel
Yo me sueño escribiendo
Dibujando palabras
Y el poema me inventa y me dice que existo
Más allá de esta noche
Y esta página
- ¿Cómo es tu proceso escritural? ¿Cómo trabajas hasta concretar un poema?
La escritura de mis poemas es un proceso bien simple. Cuando me siento frente a la computadora o frente a la hoja de papel a escribir mis poemas, escribo como si esos poemas hubieran estado allí toda la vida esperando salir y verse fijados letra a letra en la superficie blanca de la hoja o de la pantalla. Mi libro Los territorios publicado en 1982, y escrito un par de años antes, lo escribí en dos o tres días, y en su versión original contaba con tres o cuatro poemas más. Memoria de no ser (1994) publicado como sección en una de mis antologías pero nunca editado como libro individual también fue trabajo de tres días. Con esto te digo que no es la escritura lo que me toma tiempo sino el proceso previo en que los poemas andan dando vueltas en mi cabeza hasta que se produce el momento indicado para soltarlos. Creo que no podría explicarlo de modo más exacto. Cuando me siento a escribir mis poemas, éstos salen atropelladamente, como una explosión, verso a verso, hasta que veo escrita la última palabra. El poema nace hecho, completamente hecho. Cuando vuelvo a ellos con el deseo de publicarlos o simplemente de remirarlos, la mayoría de las veces no hago ningún cambio, y cuando los hago, nunca son cambios de contenido ni de sentido de los poemas; sólo afinamientos de la musicalidad y el ritmo de la frase poética y del poema. Eso sí que reviso y corrijo cuando hay que revisar y corregir, pero nada más.
- Por otra parte cabe preguntarte, ¿Concibes la escritura de sonetos de Lope sin Pega radicalmente distinto -más allá de su naturaleza de soneto- con el verso libre de la mayoría de tus libros?
- Claro que la escritura de Lope es radicalmente distinta a la de Trujillo, y no puede ser de otra manera porque Lope es un tipo muy distinto a Trujillo, aunque tampoco puedo negar que pueden encontrarse ciertos parentescos entra la escritura de ambos. Pero Lope tiene su propia historia y su propia poesía puesto que es un poeta que no nació junto con el otro. Lope nació por necesidad, porque tenía la obligación de nacer. La suya era una voz necesaria en cierto momento histórico y él cumplió su papel de poeta-cronista-denunciador lo mejor que pudo, y de vez en cuando sigue escribiendo sus cosas con la misma chispa de siempre. Lope fue un gran compañero para mí en los ochenta y los noventa; una compañía gratísima puesto que se burlaba de todo y su burla generalmente sacaba roncha. Pero, por otro lado, su compañía me era muy gratificante porque yo, es decir Carlos Trujillo, me había obligado a hacerle el quite a la rima y al verso medido por ese mito de que la rima y el verso medido eran cuestiones añejas y que la poesía de los nuevos tiempos debía liberarse de esas cargas. Para mí, al contrario, fue una carga pesadísima tratar de liberarme de la rima, tanto como del verso clásico y del verso de la poesía popular puesto que desde chico tuve un oído bastante afinado, y la escritura rimada, al decir de Martín Fierro, me salía como agua del manantial. Pero cuando uno es muchacho, lee, escucha y escribe de acuerdo a lo que se escucha y se lee, y no es fácil liberarse de las líneas que imponen las escrituras en boga en el tiempo que uno empieza.
Así fue como Lope me dio la libertad que necesitaba para lanzar sonetos, cuartetas, coplas de pie quebrado y todo tipo de verso y medida que anduviera en el aire. Escribir con Lope era disfrutar, no importa qué fuera lo que dijera ni cuán doloroso el tema que tratara. Su ironía y su manera de decir siempre provocaban risa. Una experiencia bien rara si se piensa en el resto de la poesía que se escribía en esos años. Lope fue a su manera un poeta-cronista de los dolores y las máscaras y mascarillas de un periodo histórico y pienso que hoy día no es una mala idea hacer una relectura de sus sonetos, especialmente para la gente más joven y para los desmemoriados que quieren no recordar lo que se vivió en nuestro país.
- ¿Cuál consideras tu mayor defecto como escritor?
- No me cabe ninguna duda de que debo tener muchísimos defectos, entre los cuales, tal vez, el mayor sea no tener ni la más mínima idea de cuales son. Si los supiera ya estaría haciendo todo el empeño posible para eliminarlos.
De verdad, no lo sé. Tal vez podría decir que, en esta época en que la palabra ‘proyecto’ se ha vuelto una divinidad entre los creadores chilenos, un defecto mío es que no me propongo proyectos de escritura ni proyectos para ganar proyectos sino que escribo cuando siento la necesidad de escribir sobre lo que en el momento me sea dado escribir. Pero inmediatamente veo que ése no es un defecto mío como escritor sino que una de las características de mi escritura, de modo que enfrentarme a la escritura programadamente sería una inconsecuencia total. Que un escritor se dé tareas me parece muy bien, pero yo no soy ese escritor. Aunque tengo que aclarar que mi libro más reciente, Nada queda atrás, compuesto por medio centenar de fotografías de Milton Rogovin y el mismo número de poemas míos, fue un trabajo que me impuse sin saber en el lío en que me estaba metiendo. Rogovin fue a Chiloé en 1967 por sugerencia de Pablo Neruda y tomó aproximadamente cuatro mil fotos allá, principalmente en el sector de Quemchi. EL año 2004, al descubrir esas magníficas fotografías de la gente de mi isla, y de un pasado histórico tan cercano como lejano, me sentí obligado a retribuir de alguna manera a ese fotógrafo norteamericano por su trabajo y su enorme interés por la gente más desposeída de mi tierra. Por mi deseo tan chilote de retribuir, en este caso, a ese gran fotógrafo que hizo un trabajo maravilloso con la gente de mi tierra y por el deseo de mostrar al mundo ese trozo olvidado de mundo me metí en un trabajo de escritura que me tomó casi un año completo hasta quedar conforme del resultado.
- ¿Háblanos de tu cocina literaria, qué autores o creadores constituyen sus pilares fundamentales? ¿Cómo encajas el Taller Literario Aumen dentro de tu propio camino personal como poeta y lector?
- Difícil pregunta para quien se ha pasado y se pasa la vida leyendo. De niño no tuve más lecturas que La Biblia y las crestomatías que se usaban en los liceos de esa época. Esos libros eran de mis hermanas mayores y yo leía todo lo que encontraba allí. No había más libros que esos en mi casa y tal vez esa sea una de las razones por las cuales los libros se me volvieron un verdadero tesoro.
De esas lecturas también debe haber nacido mi interés por la poesía clásica española. Así que si debo hablar de pilares fundamentales, debo empezar con la poesía clásica española y luego seguir con lo que se me fue dando. La universidad fue una época de mucha lectura, aunque no muy variada. Baste decir que en mis años universitarios ni me enteré de la existencia de Vicente Huidobro. En esos años me encontré con la antipoesía, con Cardenal, con las antologías publicadas por Quimantú y con los nombres de algunos poetas de ese tiempo. Tengo que decirte que me sonaba bien rara la poesía sin rima, y me parecía bastante facilota y falta de cuidado. Mi oreja no estaba acostumbrada a eso. De modo que mi verdadera formación y mis lecturas más aprovechadas vinieron después de la universidad. El Taller Literario Aumen que fue escuela de muchos fue también mi propia escuela. Allí leí y entendí de modo diferente a Parra, a Cardenal, a Lihn, a Arteche, a los poetas de los sesenta. Recién en esos años descubrí a Huidobro y a Vallejo y a Whitman y Esenin y a un montón de poetas cuyos libros me fueron fundamentales. Allí empecé a aprender todo y allí mismo empezó un largo aprendizaje que no ha parado nunca y para el cual, en años posteriores, fue esencial mi encuentro con las bibliotecas de las universidades norteamericanas.
- ¿Cuáles son los diez libros que recomiendas leer?
- Para mí es fácil recomendar un libro o un autor a alguien cuando sé qué es lo que ese alguien anda buscando o, al menos, cuáles son sus intereses y sus gustos. Con ese conocimiento previo me atrevo a recomendar autores y obras que provoquen a ese lector y lo motiven a seguir leyendo y buscando por su propia cuenta. Pero hay tanta literatura y tanta buena literatura para todos los gustos, que no me parece apropiado decirle a los lectores de esta entrevista ‘te recomiendo esto y esto otro,’ que implícitamente significa no te recomiendo o me parece menos recomendable lo que ha quedado fuera de mi lista, y que puede ser por puro olvido.
- ¿Qué libros te han deslumbrado últimamente?
- Me han gustado muchas de mis lecturas de los últimos tiempos, pero no son muchas las que consiguen deslumbrarme. En todo caso entre los libros que me han deslumbrado tengo que mencionar las novelas Los detectives salvajes y 2666 de Roberto Bolaño, Ensayo sobre la ceguera de José Saramago, y varias novelas de Mario Vargas Llosa. En poesía, más que con libros uno se encuentra con poemas que pueden deslumbrarlo a uno. Aunque no puedo negar el deslumbramiento que provocaron en mí el descubrimiento de Trilce de Vallejo, y el de Muertes y maravillas de Jorge Teillier así como mucha de la poesía de Huidobro y Gonzalo Rojas. Pero de eso hace bastante tiempo.
- ¿Qué libros no has podido terminar de leer?
- Hay algunos que me ha costado empezar y que no he podido pasar de la primera página. Pero debo confesarte que esto no es un juicio de calidad ni nada por el estilo. Un libro y un lector nunca son los mismos. Todo depende del momento y la circunstancia en que el lector y el libro se encuentran. Me ha ocurrido varias veces que he empezado a leer un libro y no he podido avanzar más de una o dos páginas porque me parece una lata. He vuelto varias veces a él en un lapso de meses o incluso años y me sigue pareciendo una lata. Pero un día cualquiera y sin razón alguna se me ha ocurrido volver a esas páginas y no he podido parar de leer hasta terminar su lectura. Podría pensarse que soy un lector tincado, pero no es así. Me encanta leer y generalmente leo todo lo que llega a mis manos. Pero también me ocurren este tipo de cosas, y cuando ocurre que ese libro que había parecido una lata durante tiempo te atrapa y no te suelta, se produce un verdadero encantamiento.
- Ahora bien, me gustaría compartieras tu visión de la poesía chilena actual, haciendo hincapié en tu promoción poética?
- Me es sumamente difícil opinar de la poesía chilena actual en su totalidad debido a que mi conocimiento de los poetas más recientes no es ni amplio ni profundo. Dos décadas, diecinueve años, en verdad, en otro país son un obstáculo bien grande para conocer lo que están escribiendo y publicando en Chile hoy, principalmente, los poetas más jóvenes. Por supuesto que he leído a muchos de ellos en antologías, pero las antologías son sólo selecciones, pequeñas muestras, a menudo basadas en el gusto o en la relación de amistad con el compilador. En todo caso, mi visión de la poesía chilena se ha vuelto más amplia y también más objetiva gracias a la distancia del ojo que la mira. Hablar de la poesía chilena de hoy es hablar de un enorme universo poético en el que coexisten varias generaciones, desde Nicanor Parra (1914) y Gonzalo Rojas (1917) hasta poetas setenta o más años menores que ellos. Este es un fenómeno que no se ha dado nunca antes y que me parece muy necesario tener en cuenta, puesto que es diferente la influencia que ejerce en los nuevos lectores y en las nuevas generaciones el poeta vivo que aquel cuya muerte ha transformado en un mito o simplemente ha echado al olvido. De manera que responder aunque sea someramente a esta pregunta es tema de un ensayo extenso.
Se diga lo que se diga (y se dice poco) a mi promoción poética la veo muy bien parada, muy sólida. No sé si en otras promociones se ha dado tanta variedad como en la promoción poética de quienes empezaron a publicar en los setentas. Varios críticos se han referido a esto, y probablemente quien más se ha dedicado al tema ha sido Iván Carrasco Muñoz, de modo que no quiero repetir lo dicho por él.
En la misma poesía escrita por poetas sureños hay varias líneas de escritura. No se pueden poner en un mismo cajón la poesía de Jorge Torres con la de Clemente Riedemann, ni la de Elicura Chihuailaf con la de Rosabetty Muñoz, ni la de Sergio Mansilla con la de Aristóteles España o Mario Contreras o Nelson Torres o David Miralles. Y hasta no hace mucho la mayoría de los críticos no hacía más que llamar poesía lárica a todo lo que oliera a escrito en el sur.
Pienso que la poesía chilena está en muy buen pie. Pero la poesía, como la literatura y el arte en general, necesita sus críticos y no creo estar equivocado al decir que eso es algo que falta hoy día. Hacen falta críticos que vean y estudien el espectro completo de la poesía escrita por chilenos, tanto de aquellos que viven entre mar y cordillera como de los que por razones diversas residen fuera del país pero que no por eso son menos chilenos. Es un trabajo enorme, tal vez un trabajo de equipo, pero un trabajo necesario y posible, en un país que se acerca a su bicentenario y que seguramente tiene mucho interés en mostrar al mundo por qué se le ha dado en llamar país de poetas.
- ¿Qué opinión te merece la actual poesía de EEUU? ¿Qué autores destacas?
- Mira lo que son las cosas. Creo que aquí voy a llegar finalmente a uno de mis defectos como escritor. En los últimos años he leído algo de poesía norteamericana actual, puesto que aquí abundan las buenas antologías. Pero hasta ahora nunca me he dedicado a leer a los poetas norteamericanos con el mismo interés que leo a los del mundo hispano. Tal vez sea por comodidad, puesto que sigue resultándome más cómodo y natural leer en castellano que en inglés; y por el hecho de saber leer en inglés no tiene ningún sentido leer a los poetas norteamericanos en traducciones. Así que, como dije antes, ahora que he descubierto uno de mis defectos de escritor/lector tendré que ahondar mis lecturas en ese terreno. Pero sí debo decir que para no sentirme tan mal hace unos meses leí varios libros de un poeta norteamericano que gusta muchísimo a los poetas chilenos más jóvenes. Y para serte franco, excepto uno que otro poema, el resto me pareció una soberana lata. Esto me obliga a pensar que sus traductores al español no sólo hicieron un trabajo de traducción sino que principalmente de magia.
- ¿Cómo es tu vida en EEUU?
- Esencialmente, es bien distinta a lo que era mi vida en Chiloé. Ahora mismo, el trabajo académico ocupa la mayor parte de mi tiempo y por supuesto que no me quejo de eso porque soy profesor por vocación. Me pasaría la vida dando clases por el puro gusto de compartir con los más jóvenes algo de lo que la vida y los libros me han enseñado. Pero desde hace unos años no son las clases las que ocupan la mayor parte de mi tiempo sino el trabajo burocrático. Estoy en mi segundo periodo de Director del Programa de Post-Grado en Estudios Hispánicos en mi universidad y ese trabajo consume mucho tiempo y energías. Es cierto que en los tres años que llevo en ese puesto el programa ha crecido casi un ciento por ciento, pero esa alegría no disminuye el trabajo sino que lo dobla. De todas maneras tengo mucho más tiempo libre y muchas más posibilidades que si fuera profesor en mi país. Aquí tengo mucho tiempo para pasar con mi familia; las vacaciones son más largas y más seguidas; tengo más posibilidades de viajar tanto por actividades literarias como propiamente académicas. Tengo tiempo para trabajar en mi huerta y disfruto tremendamente el contacto con la tierra. Cuando llegué a los Estados Unidos, todo el mundo me preguntaba qué es lo que más te impresiona en este país. Mi simple y clara respuesta era “los árboles” y dejaba a todo el mundo bastante descolocado. Hoy cuando a alguien se le ocurre hacerme la misma pregunta, no dudo ni un segundo en responderle lo mismo, porque sigo sintiendo lo mismo.
Como comencé diciéndote que mi vida es bien distinta a la de Chil(o)é, me parece bueno cerrar la respuesta diciendo que mi vida aquí sería perfecta si tuviera a mi lado a todos mis amigos de entonces y a los de ahora y poder compartir todo lo que compartíamos en ese tiempo. Pero quién sabe si los amigos y las amistades de entonces seguirán siendo iguales y empujando las mismas ilusiones de entonces.
- ¿Quién debería a tu juicio recibir el Premio Nacional de Poesía?
- El Premio Nacional de Poesía se lo merece todo el que se lo merece. Y ése es un número bien grande de poetas. Como chilote, soy un tipo bien respetuoso de mis mayores y cuando miro a la generación que me antecede y a los de allí para arriba veo muchos poetas que largamente se merecen ese premio. Mira que Teillier y Lihn no lo obtuvieron nunca. Por lo tanto, no te voy a dar nombres, aunque podría darte una larga lista, porque creo que no es por allí donde debemos empezar sino por lograr que el Premio Nacional de Literatura se dé todos los años, y si no es mucho pedir, que todos los años se den dos Premios Nacionales de Literatura o tres si quieren. Pero al menos uno para la poesía y otro para la narrativa. ¿Quién puede entender que hoy día cuando el estado chileno tiene más dinero que nunca, y se entrega un montón de millones para la cultura y las artes, el Premio Nacional, a un poeta, se dé cada cuatro años? ¿No te parece una inconsecuencia brutal que como se estilan las cosas --una vez para un poeta, otra para un novelista-- el poeta o el novelista de mayor mérito tenga que esperar cuatro años para la posibilidad de obtenerlo?
No sé qué instituciones ni qué personas son las que necesitan no sólo un tirón de orejas sino un centenar de latigazos en la Plaza de la Constitución, pero hay que cambiar esas reglas. No puede ser que el único país con dos poetas Premios Nobel de Literatura, premie a sus grandes poetas una vez cada cuatro años. Y la inconsecuencia se ve mayor todavía frente al Premio Iberoamericano de Poesía instaurado hace cinco años y que se otorga anualmente.
- ¿Qué valor le asignas a los premios literarios, las antologías –la extraña exclusión en 25 años de poesía chilena, los nuevos mecanismos de difusión por Internet? ¿Sientes que de alguna manera ayudan a romper o ya francamente a tapiar tu relación con lo que se hace en Chile?
- La existencia de los premios literarios no es sólo una buena sino tremendamente necesaria, puesto que un premio puede sacar de la oscuridad y el anonimato a un escritor valiosísimo que de no ser por el ojo de ese jurado objetivo y experto en la materia nunca hubiera sido conocido más allá de su barrio y de su grupo de amigos, o bien confirmar el valor de la obra de alguien ya ampliamente conocido y estudiado. Los problemas comienzan cuando los premios no tienen una fundamentación adecuada ni jurados objetivos y conocedores de lo que se está premiando ni del lugar que ocupa entre sus pares la obra de quién están premiando. Por ejemplo, me parece una estupidez que haya que proponer nombres para el Premio Nacional. ¿Cómo puede ser que haya que proponer ‘candidatos’ a un jurado que debería conocer mejor que nadie a los autores? ¿No les parece a los señores jurados que el hecho de recibir candidaturas, es decir, datos, para elegir al ganador los deja como la mona (con el perdón de la mona)? ¿Cómo puede ser que para un premio tan importante como el Premio Nacional de Literatura haya que candidatear a los escritores? Lo que hay que hacer es exigir que los jurados sean verdaderos conocedores de la literatura nacional con la más absoluta libertad de echar sobre la mesa los nombres que les parezcan los más merecedores del galardón. El Premio Nacional de Literatura se enaltecerá sólo cuando sea dado por un jurado idóneo y completamente independiente, para que pueda premiar a un autor, basado única y exclusivamente en los merecimientos de su obra. Que después de todo es un premio literario, ¿o no?
Pasando al segundo punto, el hecho de no aparecer en la antología 25 años de poesía chilena no lo veo como una exclusión sino como simple desconocimiento de los compiladores. En mi país es bien difícil conocer a la gente que vive en provincias y reconocer que ellos también tienen capacidad para crear. Puede que sea producto del smog o de alguna otra cosa, y eso no es culpa de los compiladores.
De internet, debo decir que me parece un instrumento magnífico para romper murallas, puesto que lo se pone allí da la vuelta al mundo instantáneamente. Pero también tengo que decir que en su misma esencia hay un gran peligro, puesto que lo bueno, lo malo y lo nefasto llegan al buscador con idéntica velocidad. El instrumento es magnífico y ayuda a romper murallas, pero todavía hay mucho que hacer y que pensar para transformarlo en un instrumento completamente confiable. ¡Hay que ver cuánta literatura se difunde en la red y cuánto de eso tiene los merecimientos para llegar a ese impreciso pero extenso número de lectores! Sin embargo, es un gran avance que permite a los creadores de cualquier punto del mundo conocerse, leerse y compartir su trabajo, sus lecturas, sus intereses y sus propuestas.
- ¿Qué palabras le dirías a un poeta qué comienza, ávido este camino?
- Que si su interés es la poesía, siga adelante con toda la pasión que lo mueva. Pero si su interés es conseguir éxito, fama o alguna de esas cosas con las que algunas veces sueña la muchachada, le diría que mejor que se dedique a otra cosa.
- ¿Qué proyectos escriturales últimamente te quitan el sueño?
- Estoy en medio de muchas cosas. Por un lado, me quita el sueño no haber publicado nada en Chile desde 1992. Es verdad que a fines de diciembre de 2007 me publicaron en Santiago un libro titulado Nada queda atrás, en una edición preciosa, pero hasta ahora no he sabido de nadie que lo haya visto en alguna librería, ni mucho menos que se haya dicho algo en algún diario. Es una edición preciosa de poemas míos y fotografías de Milton Rogovin, fotógrafo norteamericano que fue a Chiloé en 1967 por sugerencia de Pablo Neruda. Un libro para ver y leer. Pero como tengo varios libros que me gustaría publicar en Chile, me es difícil hablar de los trabajos en los que estoy metido cuando todavía hay tantas cosas escritas que andan en el aire. Por ejemplo, me gustaría publicar Memoria de no ser que escribí en 1994 y apareció como una sección de mi antología Todo es prólogo (Nueva Jersey, 2000), completamente desconocida en mi país. También me gustaría publicar allá Hijo/s, un librito muy especial para mí, y que ya tiene cinco o seis años; otro, pequeñito, que me gustaría publicar en edición bilingüe Postales de Filadelfia/Postcards of Philadelphia, y otro más voluminoso que se titula La palabra y su perro, que contiene poemas escritos entre 1996 y 2007. Por otro lado, ahora mismo estoy preparando una antología bilingüe todavía sin título para publicar aquí o allá. Igualmente hace poco envié a una editorial Miradas & Andares que es una selección de mis crónicas y notas publicadas en los últimos años.
Y entre todo eso, un trabajo que me tendrá ocupado por lo menos un par de años. Un libro sobre el viaje del fotógrafo Milton Rogovin a Chile en 1967, su relación con Neruda, sus días en Isla Negra, su amistad con los amigos de Neruda y su correspondencia con ellos antes y después de su viaje. Tengo en mis manos su cuaderno de notas (en inglés) y cartas en inglés y en castellano de Rogovin, Neruda, Homero Arce y otros.
Havertown, 11 de mayo de 2008
Villanova, 15 de mayo de 2008
* * *
ANTOLOGÍA MÍNIMA
Carlos Trujillo
... .. .. .. .. ............................. ... Entré a la vida
... .. .. .. .. ............................. ... como por descuido
del portero
... .. .. .. .. ............................. ... pero debí quedarme
y pagar
... .. .. .. .. ............................. ... todas las consecuencias.
1
Tú --allá donde termina ese camino
en que el polvo se hermana con el cielo--
seguramente sigues escondiendo secretos
que perdieron su valor
con la caída de la primera escarcha
o te conformas con dar explicaciones
en las figuras de las nubes
o en el vuelo de los trieles
que van hacia los trigales
cuando por las tardes pasan sobre tu casa
Desde la amanecida
el polvo que cubre el silencio de los árboles
ha comenzado a ocultar esos recuerdos
que asocio con las últimas frambuesas de diciembre
Tú te enredas
en una madeja de silencios gastados
allá --al final de ese camino
donde el polvo transforma el rostro de las cosas--
mientras yo paseo la mirada por las islas
como un vagabundo que aún no comienza a caminar
y encuentro una razón hermosa para existir
en el cacareo de una gallina
que se niega a abandonar sus huevos
sobre un cajón con paja.
2
Hubo años en que pensábamos fugarnos de la vida
y nos quedábamos paralizados temiendo despertarla
con el silencio de nuestros pasos
Pero no podemos atrapar el tiempo
en un marco de fotografías
como ese que alguien colgó en la pared de nuestra casa
hace muchos inviernos
y en el que ahora sólo quedan
rostros ya amarillos que nadie recuerda.
Pero no podemos atrapar el tiempo
en un marco de fotografías
como ese que alguien colgó en la pared de nuestra casa
hace muchos inviernos
y en el que ahora sólo quedan
rostros ya amarillos que nadie recuerda.
De Escrito sobre un balancín (1979)
territorio de la esperanza
La esperanza desde hoy deja de ser una palabra
La esperanza es un territorio que no aparece en los mapas físicos ni políticos de los países ni en los de Marte ni en los de las más lejanas constelaciones
La esperanza como el alma no aparece tampoco en las láminas del cuerpo humano
La esperanza es el territorio sin dueño que despierta cada mañana
más temprano que la luz
y se esconde en la mochila invisible que pesa sobre nuestras espaldas
como el sello de agua anónimo en los billetes de banco.
La esperanza no es una flor no es una hoja
no es una golondrina revoloteando en la primavera de la vida
La esperanza no es primavera
La esperanza es una capa de luz cubriendo nuestros cuerpos desnudos
La esperanza es el sobreviviente único de innombrables naufragios
El territorio de la esperanza es un elefante de memoria cibernética
Es un mago inventor de oficio
Oficiando de esperanza desde el comienzo de los siglos
Caminamos la esperanza desde antes de nacer
Hasta después de después
Como un doloroso parto cada día distinto.
territorios del tiempo
Maúlla el tiempo sobre los techos en todas las estaciones de la historia
El tiempo es la interacción de todos los ayeres y mañanas
borboteando al unísono en un mismo tubo de ensayo
escondido hasta la última rotura de la eternidad
flameando como una bandera sin color en ignoradas dimensiones
más allá de los polos del nacer y el morir
deshilachándose en burbujas de incontables carretes
El tiempo se mueve en todos los territorios
corriendo caminando moviendo la cola silencioso
olvidado del ayer
olfateando sigiloso habitaciones y desiertos
desmenuzando las horas de un collar sin fin ni principio
El tiempo es el altar suntuoso
al que todos llevamos nuestras grandezas y miserias
Por los territorios del tiempo navegamos
Así sea.
De Los Territorios (1982)
MIS LÍMITES O FRONTERAS PERSONALES
Yo limito
Yo limito y por limitar con cada hora
cobijada en mis manos
soy desde el mismo nacimiento
mi propio y más terrible límite
Yo limito
Yo limito con sillas, con mesas,
con bibliotecas, con calles con casas,
con los números telefónicos,
con los R.U.N.
y los R.U.T.,
con las libretas de ahorro,
con las libretas de seguro,
con el mar, con el puerto y los puertos,
con mis costillas por delante
y mis costillas por detrás,
con los cables de alta tensión
y las huellas de labios en los vasos
Yo limito
Yo limito con Bernardo O"Higgins arrancando de Rancagua,
con Manuel Rodríguez vestido de cura
por los cerros de la historia,
con Arturo Prat y su busto mojado por la lluvia
en la Plaza de Castro,
con el dieciocho de Septiembre,
con el Mes de la Patria,
con todos los sesquicentenarios,
aniversarios y demases
Yo limito
Yo limito con el escapulario que me colgaban del cuello,
y con la imagen de la Virgen del Carmen entre dos oficiales de barba,
y con el Mes de María,
y con los crucifijos oxidados sobre los marcos de las puertas,
y con la salvación eterna
escondiéndose siempre bajo distintos sombreros
Yo limito
Yo limito con mis suspensores, con mis primeros zapatos;
yo limito con la mañana, con lo que no es la mañana;
con mis ojos y mis orejas;
yo limito con mi olfato y con mi tacto,
con los decretos y los contradecretos,
con las relegaciones y los exilios
Yo limito con mi fe de bautismo,
con mi certificado de defunción
Yo limito con todo y con nada
Todo en mí hoy es límite
Cada palabra limita a la siguiente
(1981)
MAÑANA DEL 21 DE AGOSTO LEYENDO A CAVAFIS
Me he visto entre murallas y no ha sido un sueño
Me veo entre murallas
Altas murallas me rodean
Altas murallas espejos
Veo mi figura repetida hasta la eternidad en las murallas
La ubicuidad se ha apropiado de mí
Estoy en cada parte de este encierro
Cada centímetro de la muralla repite mi rostro
Cada centímetro de la muralla es mi figura
Repetida por cientos
¡Oh Dios! ¡Oh cielos! ¡Oh altos muros!
¿Cuál de esos soy yo?
De Los que no vemos debajo del agua (1986)
16
Bogotá se parece a Santiago
El Monserrate aunque más alto
Se parece al San Cristóbal
La miseria con su rostro de niña
Prematuramente envejecida
Vagabundea desarrapada en estas calles
Igual que en las nuestras
Los fraudes al fisco del alcalde mayor Pardo Koppel
Son directamente proporcionales
A los de cualquier alcalde chileno
Fernando Brahm incluido y retratado
Para el recuerdo
AQUI
En este preciso lugar del texto
Yo soy exactamente igual a mí
17
Cada poema tiene su propia historia
Cada mordedura de perro
Cada sentencia
Cada piedra tiene su propia historia
Desconocida siempre
Por el natural desgastamiento de las cosas
Cada marca tiene su ritmo y su principio
Su ir y venir
Envejeciendo
Como la hora en el verde reloj de la esquina
Cada palabra tiene su causa y su término
Su razón
Su prístino objetivo
Hay veces que el silencio
Es una mordedura de perro
Una piedra que no sabe de su historia
Una ola de mar que va y no regresa
Una hora cualquiera
Súbitamente envejecida en una rama
Y sepultada para siempre en el recuerdo
Que ya es bosque
De En Bogotá a vuelo de pájaro (1985)
Publicado en Todo es prólogo (2000)
ACERCA DEL OFICIO
Armo las palabras en este interminable rompecabezas
No es un cuadro ni un edificio ni un paisaje
Armo una estructura de palabras sobre la hoja plana
Converso con ella
Pregunto y me responde
Busco distintas formas
Para encontrar respuestas a todas mis preguntas
Ordeno las palabras en este interminable rompecabezas
Y a veces quedo dentro
Sin encontrar la puerta de salida.
ESCRIBIRÍA MUCHO MAS SI NO SINTIERA ESTA HAMBRE
podría quedarme todo el tiempo
o imaginar un tiempo de palabras
crear un tiempo de sonidos y construir ciudades
callejuelas y edificios
animales pastando en lomas verdes
soles apareciendo y desapareciendo detrás de una montaña
podría quedarme todo el tiempo como en éxtasis
e ir descubriendo en cada línea
todo lo allí hasta entonces invisible
comprender que adonde vaya iré siempre repleto de palabras
que basta soltarlas
como el barco que leva anclas y suelta amarras
en busca de otro puerto
vería que todos los puertos van dentro de mí mismo
y que dentro de mí llevo todas las rutas
si no fuera por esto
escribiría nombres que traerían historias atadas a sus sílabas
recuerdos de historias no vividas
olvidos de historias por vivir
podría quedarme todo el tiempo
escuchando las voces de estas letras
los sonidos de las palabras juntas
sentir el aire que fluye sobre la hoja
inquietarme
calmarme
enmudecer al final de cada página.
De La hoja de papel (1992)
PASIÓN DE LA TINTA
Aprecio lo que no existe
con igual pasión que esta tinta
Cada palabra llena un pedazo de vacío
cada letra se hace ventana, ojo, camino,
inaugurando sentidos que no eran
hasta hace dos segundos
Me miro escribiendo
como si fuera otra persona
que mira sentada frente a mí
Veo papeles por todas partes
lápices, libros, estantes, fotografías
repletas de forma y movimiento
Palabras que se hacen y deshacen
Montañas de sonidos y silencios
platicando su idioma de signos confusos
Ríos de palabras desbordándose
sobre irregulares muchedumbres de sonidos
Armonías vegetales
cantando el gozo de la luz
Aprecio lo que no existe
con igual pasión que esta tinta que corre
senderos nunca hollados
Sentado frente a mí
no logro separar a la persona
de las palabras que escribe.
TODO ES PRÓLOGO
Todo es prólogo de un libro que nunca comenzamos
La luz es prólogo del color
y éste prologa las sensaciones que reciben los ojos
Los ojos son prólogo de la mirada
y la mirada
es permanente prólogo del espacio que nos asombra
El asombro es prólogo de lo inesperado
y lo inesperado prologa inevitablemente
lo que todavía habrá de venir
Todo prólogo es prólogo de un libro que nunca comenzamos
Toda primera página es página que existe en la imaginación
La imaginación como el prólogo y las primeras páginas
son la esencia del mundo que habitamos.
De Memoria de no ser (1994)
Publicado en Todo es prólogo (2000)
1
¿Adónde cae la hoja que cae de la hoja?
¿Adónde, la hoja que se suelta de sí misma
como mirando lejos y hacia adentro,
como mirándose desde una galaxia sin nombre
igual que si fuera otra hoja la que cae
mientras ella la mira?
3
¿Qué hace la palabra que queda afuera del poema
Y qué, el espacio que no alcanzó a crecer?
¿Y la palabra que no fue elegida,
vuélvese canto o pálido silencio?
¿Y el silencio que no tuvo lugar
en el canto?
¿Qué se hizo de él?
De Palabras (2005)
Qué placer impagable dejar correr la palabra
Como brisa, como aire, como animal precioso
Salvaje e inocente
Correr, ir por la página y sus cerros
Mirar en sus honduras
Remojarse en los arroyos paralelos de sus líneas
Asustarse de improviso ante los márgenes rojos
Con su extendido STOP y su cara de guardia
Tomarle el pelo a los márgenes
Saltar arroyos
Mirar el cielo azul pintado por pájaros
Que aún no están.
Qué placer el de hacerse palabra
E ir por ahí
Descubriendo destinos que se vuelven
Comienzo.
Empezar todo de nuevo
Y descubrir que nunca se ha empezado
Que es nuevo todo
Que la palabra aún no es palabra
La pobre aún no conoce el espejo
Ni ha sentido la lluvia
Con su aleteo de aves asustadas.
Ser y dejarse ir quizás adónde
Que todo es sueño
Todo es vida
Todo está por hacerse
Por comenzar a ser.
Fragmentos de Oaxaca 2004 (inédito)
3
Porque hay hijos hay padres
Como unos versos antes
Hay hijos y no son
Más que hijos de ellos mismos
Del misterio quizás
De ese incierto respiro
Que ni palabra tiene
Ni nombre
Ni estandarte
Qué sé yo
Qué es ser hijo
Qué es ser
Qué es
Qué fue o será
Estarse hijos
Por siempre
Padre y abuelo propio.
10
Hijo soy. ¿Qué eres tú?
Poética pregunta, pura duda
Hijo e hijo
Masticando palabras destempladas
No hay distancia en mi verso
Ojo mezquino – inteligencia ausente
Entero adentro voy
Mojado en la palabra
Ahogado en esta tinta
Que manchando la página
Me respira y camina
Como si hijo no más
Fuera yo de esta letra
Y este borrón sin dueño
Que cae sobre el mantel
Me cubriera completo
En su derrame
Hijo soy de esta letra
Que corre sin descanso
A punta de tropiezos
Y maltratos
En fin,
¿Y qué eras tú?
De Hijos (Inédito)
LA REALIDAD
.. . .. .. .. .. . .. ... ..... . .. Para Edward y Estrella Ogden
¿Qué es más real,
el pájaro que vuela y cruza el patio como un suspiro de agua
o el pájaro suspiro que imagino volando ahora mismo
- yo escritor – tan lejos de ese patio?
¿Qué es más real,
el pájaro que vuela en mi imaginación como un suspiro de agua
o el que vuela en el agua roja que marca estas líneas
dibujando ese pájaro?
¿Qué es más real,
la cola aérea de ese pájaro que pinta mi sueño
o esta tinta roja que reproduce el pensamiento que lo crea?
¿Qué es más real,
las alas del pájaro que canta mientras cruza el aire de ese patio
o el amago de texto que la sueña y la pinta?
¿Qué es más real?
En fin, ¿qué es más real?
¿Ese pájaro volador creado por mi pluma
o tú, mi buen lector, imaginado por el pájaro?
LA PALABRA Y SU PERRO
. .. .. .. .. .. .. .. .. . .. .. .. .. .. . Para Roberto Castillo y Silvana Gambardella
¿Cómo van la palabra y su gato?
¿Cómo van sobre la hoja la palabra y su gato
Ronroneando y mirándose a los ojos
Por los que entra el mundo y se renueva?
¿Cómo van el aire y el tiempo alisando sus pelajes?
¿Cómo van la palabra y su perro?
La palabra que no es ciega va con su perro que olfatea la luz
No hay silencio ni duda que no se muestren por su olor
Sólo hay que olfatear en el lugar preciso -- dice el perro
Y la palabra callejera que todo lo sabe
Asiente y queda un rato en silencio
Como si fuera un perro
Moviendo la cola por si acaso.
De La palabra y su perro (inédito)
PAISAJE
Paisaje vuelto agua, tierra, nube,
Árbol, ciénaga, río crecido, raíz
Cruzándose de brazos a orilla de los lagos
Tiempo, humedad, respiro, vaho
Húmedo tiempo. Temporales
Tejuelas macheteadas
Haciéndose su espacio en el espacio
Cubriendo un trozo de lo que el ojo veía
Cerco de varas, huella, envaralado
Tranquera que algún día encontrará su sitio
En postales y carteles de turismo
“Yo estuve allí” dirá alguien
En medio del regocijo familiar
“¡Salud, hermano!” “¡Linda tu foto, hombre!”
Paisaje enmarcado en la sonrisa de los observadores
Humedad, trabajo, dolor de huesos
El reuma que le dicen
Y una de esas toses que se las lleva el diablo
Paisaje sin historia
Sin personajes, sin dolores, sin nada
Sin ni hueso ni piel
Paisaje olvidado
Vuelto leyenda
Nube que se fue y se quedó mirando desde lejos
Esa tierra verde llena de cerros verdes
Y de árboles más verdes
Casi negros cuando la lluvia rompe su cáscara
Estalla el huevo
Explota
Y el agua que parecía no conocer la libertad
Se deja caer sobre los montes
Y los techos humeantes
Cacareando latines y maldiciones incomprensibles
Sobre el paisaje habitado por ese otro paisaje del que uno
Ni se libra de ser parte
Fragmentos del poema Paisaje (inédito, 2008)