
        Corrección a las primeras  líneas del extracto de novela “Club Silencio”
 
          de Javier Campos.
        Por  Ernesto González Barnert  
        Veáse: http://letras.s5.com/jc221110.html 
          
        
        Me  fui a la piscina para no estar solo. Mañana volvía a casa y no sería buena idea  quedarme en la pieza del hotel sin despedirme. Además estaba a cargo del grupo  de colegas del correo y tenía que decir algo por cortesía a quienes nos  recibieron en El Salvador. Nadé un poco para tranquilizarme. Fingí  estar  bien. Hacía calor y todos tomaban cerveza. Yo preferí ron con coca cola.  Después partimos a una casa donde nos prepararon una despedida con comida  típica. Era cerca de un mirador donde podíamos contemplar la ciudad. 
        Al volver al cuarto seguía  el televisor encendido. Me acordé de  Brando, “Tango en Paris”. No sé por  qué sentía una sensación de anonimato. Sin identidad, sin pasado o presente.  ¿Cómo es posible tener una relación sin contarse nada. Yo quería haber tenido  esa relación. 
        Ani me dijo que para ella  la película había sido inventada  por un hombre pensando en esa mirada  nómade que solo ustedes tienen. Irse de una cuando  encuentran otra. Es  algo que no había pensado. Bueno, muchas cosas no había pensado como hombre. 
         * 
        
        Aunque la historia no  representa nada del otro mundo ni de éste, parafraseando a ese poeta chino  (Hahn, en el decir de Uribe), es  interesante comprobar que aún así es mejorable. El fragmento está abultado de  detalles insignificantes, poca escritura y lugares comunes. Me pareció útil  notar qué hace mal, sin deformar con mi propio criterio y opinión el grueso de  lo escrito en esas primeras líneas. Exponer abiertamente lo que sobra (sin ser  extremista como lo soy en mi propio negocio) en el relato. Esto, claro, es el primer  escalón. 
        Por otra parte, acusar  recibo de lectura de lo que se sube en esta página, que me hace recordar el  espíritu democrático que anima el comienzo de la literatura, pero no su fin.  Espero sirva a muchos como Javier Campos, enamorados de la escritura, no quepa  la menor duda, pero no de su precisión y coraje. A no descuidar, al menos, esto  último. 
        No quedo feliz con el resultado  expuesto ante ustedes. Dan ganas de decir no, en realidad, no salva.  Pero como tengo menos horas de historia en el Liceo, vamos a ser más cariñosos  con los alumnos repitentes para que no odien aún más el ramo, tal como Piñera y  sus esbirros.