crack up (Calabaza del Diablo, dic. 2010)
de Jaime Retamales
Por Ernesto González Barnert
Este libro participa del eco que dejara la obra maestra que publicará F. Scott Fitzgerald en 1931, en Nueva York, llamada “El Crak-Up”, una especie de ensayo autobiográfico o ajuste de cuentas al hueso a partir de un plato que cae y se quiebra… toda vida es un proceso de demolición.
Este breve y llano volumen de poesía viene a ser astilla de ese quiebre en la vida, por cierto, de más baja potencia y envergadura, pero con hallazgos interesantes y un nivel parejo sin caídas ni escapadas de último minuto. Entre los que destaco en Jaime Retamales (Stgo, 1958) el de mantener un tono sin estridencia, una música conocida del proceso de desmoronamiento y, sin embargo, limpio de grandilocuencia o victimización grosera con que algunos poetas consiguen algún hueso mordido por el rey en este fortín.
Un poeta ni áspero ni esencial, más bien pusilánime y sentimental a su pesar, pero despierto entre las falsas monedas y ropajes, capaz de dar manotazos contra la corriente, de carne y hueso, sin ínfulas ni espectáculos, franco y que mantiene el control sobre su lengua y vida, sabe que el rey va desnudo.
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Recuerdo haber leído “Dinastía Circense” en la casa de algún poeta del Sur, probablemente dedicado a Jaime Huenún Villa en la casa de Gerardo Quezada Richards ¿1999? El que me gustó mucho por aquellos días. El hecho es que a fines de agosto de este año para mi cumpleaños Natalia Figueroa me regaló “crack up”. Y yo decido comentarlo en los primeros días de Diciembre ya que en esa fecha dice que nace. No recuerdo bien de lo que trata Dinastía, pero recuerdo que me gustó bastante. Habría que leerlo hoy. Pero no deja de ser sorprendente como llegan los libros a uno, ciertos autores.
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Sin ser una adaptación sorprendente, un giro en la poesía actual, un derroche de habilidad –vernácula o mandarín- es un libro honesto que da cuenta del sentir de tantos héroes amantes vencidos “eso que olvidamos viviendo, no deseamos y somos”. Una existencia a la contra, difícil y demolida por los golpes de la indiferencia y la abulia, contra el Chile ordinario y plagado de sandez de hoy. Una vida al fin y al cabo donde pocos respiran y dejan de hacerlo dejando constancia de su paso por el mundo, aportando su grano de arena, contra la propia conveniencia y comodidad, venciendo con la derrota, entendiendo que toda vida es un proceso de demolición.