
        Nieve en el fondo 
            Thelonious Surada Ediciones 
            2007. 
            87 pp.
            Erwin Díaz (Stgo, 1959)
            
          Por Ernesto González  Barnert
         
        A veces un libro nos pilla desprevenidos, volando  bajo. Lo abrimos y nos golpea en la cara. Nos hace sorprendernos de la fuerza  en que se forja: ese escueto lirismo de ciudad con que un hombre se empeña en  vivir a su manera, escribir, hacer cara, pensar y amar. Una mano curtida por  los libros y la calle, pero que nunca pierde ternura y precisión. Esta es la  historia de un poeta que se hizo a un lado, se apoya en los valores superiores  del humanismo, aporta su épica de tono menor a la historia de los hombres, de  sus luchas, de sus vidas reales, pasiones y dolores. Es la historia de Erwin  Díaz expuesta con claridad, laconismo, ese que sólo puede tener un hombre que  escribe con talento, ese que tiene quien es capaz de establecer un vínculo  sensible con su lector y la tradición.
        Cuando sientas la mano y el cariño
              La  piel ajena
              Recuerda  que siempre estarás solo.
            Cuando  tus hijos jueguen en la alfombra
              Piensa  que es una visión
              Desaparecerá  en 20 años
            Cuando  intentes escribir creyendo 
              Que  alguien leerá esas hojas
              Bajo  un tilo del futuro
              Recuerda  que eso jamás ocurrirá
            La  soledad no abandona a sus hijos”
             
             “Ha  pasado tanto tiempo
                  Cuando todos los chicos de mi edad
              Pensaban en un hogar en tener hijos
              Yo no sabía en qué pensar
              Distraído caminaba
              Vueltas y vueltas al atardecer
              Cantaba para acompañarme
                  
              Ha pasado tanto tiempo y tengo
              La sensación de seguir en ese mismo vacío
              Las luces se han apagado
              Y aquí estoy
              Cansado de la propia oscuridad”
             
            “Me va mal
              Estoy  solo
              Y  me duele”
             
            “Mi padre
              No  pudo ser
              mi  padre”
          
        
        Podríamos citar una veintena más pero decido se queden  en la punta de la lengua, sean más que suficiente para detonar tu curiosidad  por leerlo y nutra tu inteligencia y soliloquio como lo ha sido para mí este  poemario ahora que espero la fiebre de un sábado azul y un domingo sin  tristeza.
          
          Ahora que “Nieve en el fondo”  en la punta de la repisa corona una semana de  este invierno.  Como su antología que fue  en mi adolescencia sureña un tesoro que me dio valor para no temer este oscuro  camino de un pueblo a otro con solo una vela para iluminarse.