
        Guayaquil (Editorial  Kultrún, Valdivia 2008) y Colección   (Ediciones Kultrún, Valdivia 2008) de Rodrigo Landaeta 
        
          Por Ernesto González Barnert
         
        Filósofo de  profesión, Rodrigo Landaeta, corona el 2008 con dos interesantes poemarios. Y  que hoy traemos a colación. Además es parte de “vaquita” una revista  sugestiva y cuidada que no sólo da cuenta de  la poesía y literatura del sur de Chile por   antonomasia sino que abarca escrituras de países hermanos. Y por sobre  todo, abre un espacio a las voces nuevas de su región a propósito de un certamen  que organizaron. A su vez es parte del colectivo de escritores Paratopia. Bien,  volvamos a los libros de Landaeta. 
        Guayaquil
        Es un poemario que invita a ver la realidad, pero al mismo tiempo se  nutre de situaciones inverosímiles que provocan la estampida mental, con un  punto de partida y llegada, precario, inquietante, la del desempleado. Y que  descubre en mitad de su desazón, la puerta para volver en sí, encontrarse con  sus pensamientos y emociones de un solo tirón. Así suelta su rollo en bien  agarrados 143 versos. Así da cuenta de Guayaquil como una urbe que podría ser Ítaca, pero también Comala si cierras los ojos. Una  ciudad parecida a todas y a la vez ninguna. Su ciudad real imaginada. Donde no  es extraño pensar con belleza acerca de las ferias de artesanos, de donde salen  todos esos pergaminos colgados en las casas que conoció su infancia. De que en  Guayaquil hay punkies – lo que también me parece una manifiesta consideración  al poemario Metales Pesados de Yanko González- que te golpearían por decir algo  incorrecto acerca de los verdaderos valores que sustentan la vida:  “Independencia/ Pendencia/ y amor por los perros vagabundos”. Tras eso salta a Guayasamín,  un dentista, los males de la sociedad y tomas de terreno en un pasaje de  ensambladura extraña pero efectiva. Con un amigo urde recolectar la baba de  caracol. Percibe que la estadística se utiliza como argumento en la plática ciudadana. 
        “Así hemos creado una comunidad esporádica
          pensada como una peregrinación diaria, civil
          y responsable hacia el desfiladero”
        para devenir: 
        “La conversación es el vanidoso alimento.
          Una recreación, después de todo.”
        “El ocio no cesa de afirmar que el mar
          es un mandala gigantesco.”
        Así “Guayaquil el arquetipo vivo que se deduce  de todas las ciudades”. 
         
        Colección 
        Aquí el autor nos  propone una colección de poemas como “Varios ejemplares de un cormorán reunidos  en la roca” a propósito del poema Pato  Yeco con que abre. Más allá de la advertencia de encontrarnos con una obra  armada a contrapelo, hallamos un corpus rico en aristas y puntos de modulación.  Y que transita con gracia, no sin ironía y humor, ligero o grave, una  experiencia, una reflexión o apunte, siempre buscando una vuelta de tuerca o un  leve giro que permita cargar las palabras de su máxima energía. Desaparecer más  que desintegrarse en su obra. 
        En fin, este libro  trata de poesía. Y como tal, es una obra que contiene literatura, filosofía y  arte. Pequeñas escenas donde va dando cuenta de sus reflexiones o cargas.  De una costa azotada por la poesía. De un  paisaje mental sazonado en profundidades y devaneos experienciales e  intelectuales. Una contemplación serena pero no menos intensa que otras.  No digas que no te avise. 
   
        
          
            
              “4 (Weather report)
              La  ciencia del ojo descubre la certeza de su vuelo
                y  la petrificación  de su pose se nos  ofrece 
                hace  tiempo inmemorial.
                Cuando  en la tierra algunos pulían su latín de monasterio
                y  otros nacían a una nueva lengua
                los  pájaros ya sobrevolaban la costa
                anunciando  en su idioma descifrable  
                los  cambios del tiempo.”
            
          
        
         
        Julio  del 2009