
        
        
        En  una nave comandada
            por  Enrique unos pocos
            hombres  abandonamos la Tierra. 
        Germán Arens (Bahía Blanca, 1967), En  una nave comandada por Enrique unos pocos hombres abandonamos la Tierra 
          (Ediciones Vox,  2011)
        Por  Ernesto González Barnert
        
        
        
         
         
         
 
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        Quiero abrir mi comentario sobre el último libro de Germán Arens  tomando prestada una cita de D. Bellesi que Omar Chauvié publicó en facebook  hace poco, me parece no solo fantástica sino decisiva, atingente y obligada  para entender el sentido de escribir y parte de lo queda resonando tras leer y  releer “En una nave comandada por Enrique…”: ¿Y qué revela el poema? Siempre revela la historia, o sea, el  tiempo que vivimos, el tiempo compartido con todos los demás. Y un orden  replegado que sostiene su misterio, la fuente de donde todos abrevamos." 
        Siento que hay un antes y un después en la obra de Germán Arens, sin  perjuicio de lo lograda que era la obra anterior. Y entiendo perfectamente que  haya voces que sostengan, incluso, la primacía de la obra anterior. Yo espero  que con el paso del tiempo y la suma de lectores este libro se vuelva de  cabecera. Y circule pronto en Chile con la misma intensidad con que hablamos hoy  de Poesía Civil, Punctum, El Salmón, etc. Se  imponga con el mismo arrebato con que ardemos en las páginas de Joaquín Giannuzzi  o Héctor Viel Temperley. La obra de Arens tiene el nervio de las mejores obras  latinoamericanas, sin perder ese temple argentino, esa impronta que los vuelve  una tradición bullente en la actualidad y sobre todo llamativa por sus diferencias  y acentos con la nuestra: 
        
          Una carnicería 
            es un lugar destinado 
            a manipular carne con o sin hueso,
            me dijo González,
            carnicero en mi pueblo.
          Una carnicería debe ser blanca.
          La superficie de una carnicería
            deberá ajustarse a las ordenanzas municipales
            de edificación establecidas.
          Paredes azulejadas, pisos impermeables…
            un sanitario y sus elementos.
            Iluminación artificial o natural,
            ventilación natural o artificial.
          Las heladeras,
            deberán estar en funcionamiento continuo
            garantizando de manera ininterrumpida
            una temperatura inferior a -18 ºC.
          Todo, mientras haya carne.
          -Ahora bien…
            Teniendo en cuenta que desde la Asociación de Abasteros y Matarifes 
            informaron una caída en el consumo de un 25 % 
            y que muchos productores se dedicaron a la soja  por la renta económica que genera.
            Teniendo en cuenta la sequía.
            Teniendo en cuenta la presión para que no se exporte.
            -¡No es el precio internacional el que empuja los valores locales!...
          -Hasta puse 4 sillas rojas
            en el intento de destacar a mi carnicería
            de otras carnicerías.
          -Entonces Germán…
            respondiendo a tu curiosidad...
            nada más significativo que el diálogo
            que hoy por la mañana mantuve con Ramón Minieri.
          - ¿Qué  tal, González, cómo va ese negocio?...
            - A la  mañana no entra nadie, Che. No pasa una mierda.
            - ¿Y a la tarde?...
            - Y a la tarde…
            a la  tarde merma un poco siempre.
        
        ¿Qué es lo que hace, en definitiva, este libro tan atrayente? Es su  capacidad de síntesis de la historia con mayúscula y local, de escribir de la  memoria hacia la fantasía, en detalle y sin artificios, revelar algo del tiempo en que vivimos, ese tiempo compartido con todos  los demás. Un orden replegado que sostiene su misterio, la fuente donde todos  abrevamos, retomando la cita de Bellesi, tan exacta. Y donde –indistintamente-  confluye el pasado, el presente y el futuro, con la sabiduría escorada del que  sabe su posición, de dónde vino y hacia dónde irá. Donde la profecía, la guerra  fría, la historia nacional, la denuncia periodística o conspiracional, la  ciencia ficción, el Apocalipsis, la poesía del pueblo y la poesía menor, fluye  sin desconocer su correlato local, el pueblo chico, río colorado, las estaciones de servicio, las  rutas, el monte, los ríos, su familia, los amigos, los distintos, el cine, los  guiones de historietas, la poesía, los relatos cortos, el humor. Y que a lo  largo de sus 51 páginas siempre tienen la potencia de lo poético, ese misterio,  que uno reconoce pero no puede definir en palabras de Girri. 
        
          Después  de la desintegración de la   Unión Soviética,
            un número  indeterminado de armas
            desapareció  del inventario ruso.
          Años  después, un integrante del movimiento de guerrilla “El Puente”,
            quien se  hacía llamar “Vizcachita Nicolli”,
            adquirió  en el mercado negro cinco versiones rusas
            de las  conocidas, pequeñas y muy destructivas
            Mini  Nukes estadounidenses.
          En  numerosas oportunidades 
            La Comisión   Interamericana de Derechos Humanos
            había  expresado que no existe causa que pueda   justificar 
            a los  grupos de guerrilla.
          “El  Puente”, liderado por Ceferino Alderete,
            más  conocido como “El Payador”,
            no tenía  como objetivo la propagación de pánico 
            en las  ciudades donde actuaba,
            tampoco  perseguía fines religiosos.
            Nunca  recibió financiamientos de gobiernos.
            Defendía  derechos básicos 
            como la  vida,  la salud y  la tranquilidad.
            Estaba  conformado en su totalidad por hombres,
            a  excepción de “La Chulenga”,  quien en enero del año 2012
            tuvo una  activa participación en el secuestro
            de siete  ejecutivos relacionados con las empresas 
            del Polo  Petroquímico de Bahía Blanca.
            En esa  oportunidad,
            “El  Puente” en solidaridad con la comunidad Whitense 
            y los  pescadores artesanales, 
            exigía el  cese de actividades 
            y el  abandono total de la zona damnificada,
            señalando  que dichas empresas 
            vertían  al mar 11.665 m3/día de desechos industriales.
          El  consejo de la O.N.U.  condenó el ataque terrorista y adoptó
            las  siguientes resoluciones:
            -  Resolución 2139 (2012): 
          Se  condena inequívocamente, todo tipo de práctica 
            o método  terrorista por considerarlos criminales. 
            Se llama  al pueblo de Río Colorado
            a aplicar  todas las convenciones internacionales 
            contra el  movimiento de guerrilla “El Puente”.                       
          -Resolución  2l40 (2012): 
          Se exige  a los integrantes 
            del  movimiento de guerrilla “El Puente”
            la  entrega inmediata a las autoridades correspondientes 
            de  Ceferino Alderete,
            más  conocido como “El Payador”.
        
        El  lenguaje de Arens tiende a lo preciso, a ser directo y breve, más que llano:  concreto, usual o bruto aún en la más desternillada ficción. Nunca sobreexplica  o se engolosina con la nadería retórica tan cara a la poesía castellana o la  sobrerreacción dramática a los sucesos. Elige el contrapunto y la  vertiginosidad del cine, en especial de la road movie. Del relato corto toma el  diálogo, la velocidad, la acción siempre unida a la imagen. Cuando el tamiz de  la obra es claramente político se vuelve más inquisitivo, pero también más  humano, en el sentido de hacerlo con fina ironía o cierta ternura. Lo que  vuelve su crítica no menos cierta o ácida, sino más exacta y nuestra. 
        
          -Por la  22, como quien va para Algarrobo-
            nos dijo  Ñankufil.
          -Llegan a  Gas del Estado…
            ahí  nomás, a la izquierda agarran la 1 que es de tierra,
            le  pegan  hasta el km. 52,
            la ruta  es arenosa y cruza todo el “Bajo Negro” que le dicen.
            A 20  kms. del cruce,
            hay un  bolichito de adobe en medio de un caldenal…
            cualquier  cosa pregunten.-
            nos dijo  Ñankufil.
          En el  A.C.A. llenamos el tanque…
            por si  las moscas.
          Al Sprint  85 le abrí el motor en el 2007…
            cambié  los conjuntos
            (camisas,  pernos, bujes, aros, pistones),
            rectifiqué  el cigueñal,
            cambié  cojinetes de biela y bancada,
            le hice  cambio de válvulas en la tapa...
            después  le instalé un equipo de gas.
          Lo ando  a nafta en las primeras vueltas de motor,
            ya tiene  130.000 kms. y nunca tuve que abrirlo.
            No fuma  ni pistonea.
            Es el  auto que  me ha llevado a trabajar todos  los días…
            el auto  con el que agarro la ruta cada vez que puedo.
          Buscábamos  la nave…
            y ya  nunca volveríamos a ver a Ñankufil.
          En el  monte,
            a unos  setecientos metros 
            de un  santuario en homenaje al Gauchito Gil, 
            estaba  oculta la nave.
            Hubiera  sido imposible detectarla.
            Era color  del cromo, 
            un  círculo perfecto abovedado en el centro.
            Cuando  llegamos, 
            Enrique  estaba acompañado por cinco personas.
            Ñankufil  nos había dicho 
            que junto  a nosotros viajarían unas trescientas.
          Ascendimos  por una rampa en dirección a una puerta triangular,
            al entrar  perdimos toda referencia con el exterior.
            En su  apariencia medía unos treinta metros de diámetro,
            sin  embargo, caminamos por un corredor durante siete minutos, 
            Enrique  nos explicó que estábamos dentro de una realidad artificial,
            una  burbuja en el mundo.
          Miré a  Barilatis, 
            nunca  creyó que Enrique fuera hijo de un extraterrestre,
            sin  embargo afirmaba:
          -Que la  nube guía del pueblo de Israel
            era un  ovni camuflado.
            -Que  Estados Unidos y Rusia
            intercambiaban  tecnología con seres de otro planeta.
            -que  aquel que dijo “Mi reino no es de este mundo”
            era un  Elohim.
            -Que los  materiales constitutivos de un platillo
            son  compuestos elaborados por la alta alquimia,
            traídos a  la Patagonia  por científicos alemanes
            después  de la caída del tercer reich.
            -Que los  amautas del imperio incaico
            disponían  de discos voladores
            construidos  en un material similar al oro.
            -Que los  vimanas  indios estaban diseñados
            en base a  textos antiquísimos.
            -Que la  sociedad Vrill interpretó
            mensajes  provenientes de Aldebarán
            captados  por la médium María Ostiz.
            Y tantas  otras cosas…
        
        Nunca  nos sentimos extrañados de acabar siendo parte de un libro de poesía con  extraterrestres, seres de luz, sobrevivientes a crisis económicas, ambientales  o derechamente atómicas, robots. Un libro que magistralmente en su última  página vuelve a dejar todo en el principio, como si nada, como si todo. Un  libro en el que poco antes del invierno nuclear que se avecina, recuerda un
        
          (Suceso ocurrido en el año 1981)
          Un hombre  muerto…
            por  primera vez
            veíamos a  un hombre muerto.
          La sirena  sonó dos veces.
          Petrichinni  sabía
            que la  descomposición de un cuerpo
            dependía  de los componentes químicos
            ingeridos  en vida.
            Comprobado  está por científicos,
            nos dijo…
            que un  cuerpo nutrido
            en base a  vitaminas ricas
            en  hierro, cobre, zinc…
            puede  demorar diez años
            en  descomponerse.
          Aquel que  haya
            incorporado  a su cuerpo
            antibióticos  en demasía
            demorarse  puede,
            nos dijo.
          La sirena
            se rige  por un código
            que pocos  conocen.
            En el  pueblo estábamos acostumbrados a escucharla,
            nos ponía  en estado de alerta.
            Después  corríamos, corríamos, corríamos...
            hasta  llegar.
          Néstor,
            cadete de  bomberos,
            nos  explicó:
            que un  solo toque, 
            representa  prueba 
            y comprueba  el resultado de una reparación en la sirena.
            Dos  toques, 
            es  sinónimo de rescate…
            puede  tratarse del auxilio a una persona ahogándose,
            caída en  un pozo o cosas por el estilo.
            Tres  toques, 
            quieren  decir incendio en el radio de jurisdicción local.
            Cuatro  toques, 
            solicitan  colaboración de los cuarteles de otra jurisdicción
            por  incendio de gran magnitud.
            Cinco  toques, catástrofe.
            Seis  toques…año nuevo.
          Sin  Rumbo, Néstor, Petrichinni,
            Gabino,  mi hermano y yo
            mirábamos  al muerto…
            solo José  Luis,
            no hacía  más que observar a la bicicleta de este…
            y bien  sabía por su condición de corredor
            que se  trataba de una Hispano France
            talla 54,
            pasa  cambio Campagnolo libre,
            cambios  Shimano Sora,
            descarrilador  TV Pro,
            llantas  Nisi de doble pared,
            piñón  Shimano de 8 coronas,
            palancas  Shimano de dos platos 42/52,
            frenos  Universal modelo 81 a  balancín
            y  manubrio italiano.
        
        No me cabe duda que En  una nave comandada por Enrique unos pocos hombres abandonamos la Tierra pone a Germán  Arens en la avanzada de nuestra lengua, con la fuerza del que detonó un antes y  después en nuestra escritura, una manera alucinante de escribir un libro de  poesía, tan imaginativo como vital y que más que verdadero: es exacto. Un libro  que está condenado a seguir con nosotros y, por cierto, ser aplaudido de pie.