Patria
Poesía de Ángel Valdebenito Verdugo.
(Ediciones del temple, Oct. 2008)
Por Ernesto González Barnert
Patria es un libro de frontera, un libro de superación y de atravesamiento, delimitación y anidaje. Un libro muy consciente del propio linde regional-capitalino, formativo, psicológico, poético y lingüístico, familiar. En definitiva, las fronteras de su Patria externa, pero también interna como individuo…esas fronteras que separan las zonas recónditas y oscuras de la personalidad que deben ser atravesadas también si se quiere conocer y aceptar los componentes más inquietantes y difíciles del archipiélago que compone la propia identidad.
Una marcha que conoce momentos de despreocupación y placidez pero también naufragios y fracasos. Una lucida cantilena donde el autor construye su personalidad, sus lindes humanos, flexibles y tenaces. Sin privarse como sujeto de resistencia e ironía, sobretodo para enfrentarse de paso al predominante sujeto dionisiaco de hoy en día –ese que proclama la disolución del yo en un confuso magma pulsional, que debiera ser liberatorio y en cambio es totalitario o expone al sujeto a la violencia desmedida y a la cancelación, disgregando toda unidad portadora de valores en un polvillo gelatinoso y salvaje. Por supuesto, su ironía lo salva de la rigidez y la coacción, de ese misticismo indistinto y de toda totalitaria asamblea pulsional tan cara a las nuevas escrituras-. La ironía en Valdebenito -como en Juan Pablo Pereira (blácbuc) o Marcelo Guajardo (cocaví) por citar otros ejemplos- es una virtud tierna y fuerte. Y como tal, rehúye de una identidad huidiza y de una posible retorica de la frontera, esa que sabe mas fácil escribir en Chile desde la complacencia de no tener ninguna identidad concreta y con su consabido rancio repertorio de lugares comunes al escribir, pataleta contra la patria en abstracto y visceralidad convencional. Aquí nada de eso.
Ángel Valdebenito nos reitera que la Patria esta dentro de cada uno, en su ley, tradición y en las que ha arraigado y que han arraigado a la par con él, por ende ya nunca puede estar lejos de casa, esta siempre dentro de sus fronteras, es para nosotros el mejor puente tendido al mundo. Obviamente esta sería una mala historia si hubiese caído en la obsesión de la identidad, lo que esta muy lejos de este libro. Y si hubiese perdido la noción de escribir como lo que significa. ¿Qué significa? siempre pensar y sentir en grande, tener el sentido de la unidad por encima de las diferencias, darse cuenta de que el amor por el paisaje que se ve desde la ventana de uno está vivo sólo si se abre al contraste con el mundo, si se inserta espontáneamente en una realidad más grande, como la ola en el mar, un árbol en el bosque.
Últimamente las políticas culturales como siempre mal aplicadas (a pesar de las excepciones) han acentuado las perspectivas estrechantes, particulares que pierden noción del centro, de una unidad, incapaces de mirar más allá de las puertas de la ciudad. La visión de un horizonte limitado.
Sin duda Valdebenito nos da un sentido de pertenencia en un contexto más amplio que el propio ámbito de nuestras competencias y quehaceres, familias y idiosincrasias, casi instintivamente, con espontaneo hablar y más acertado que el común de la retrógradas reivindicaciones ideológicas de los artificiosos teóricos neoliberales y del lenguaje de las sesgadas patrias. Claro, sin perder tampoco lo particular, el valor de lo diferente y propio, su divergencia individual como persona. Porque Valdebenito Verdugo nos devuelve el lenguaje de la vida y de todos, con valentía.
Al leerlo toma sentido la frase de Sciascia "Nada sabe de sí ni del mundo la mayor parte de los hombres, si la literatura no se lo enseña". De este libro uno aprende, pero también goza.
No quiero apagar la luz sin antes decirles y esto te lo murmuro con toda la humildad y sencillez posible, esa que me hace comprender hoy que a pesar de haber caminado con él tantas veces, de haber compartido tanto, construido mucho más…envidio no haber escrito su libro, cada poema de Patria. Tal como una vez me paso con uno de sus maestros, Jaime Luis Huenún y su al hueso Puerto Trackl. Por eso y mucho más, me atrevo también a sugerirte que este libro tiene que estar en tu biblioteca, al menos, tienes que leerlo, tienes que oír a uno –sino el mejor- poeta joven de Chile que he leído, si realmente te importa esto que llamamos no sin haberlo dado todo antes: poesía.