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El burro del diablo
-Arqueo de la poesía contemporánea de la región de Coquimbo-
(Ediciones Universitarias, Universidad Católica del Norte, 2008).
Selección y notas de Arturo Volantines

Por Ernesto González Barnert

 

Cada día son más democráticos los antologadores de poesía chilena. No sé si sean mejores o peores que antes. Pero ya vemos que son menos divertidas. Ya sea por la premisa de colocar a cualquiera que se autodenomine poeta, cuyo único requisito es cortar sus pensamientos, experiencias, emociones en verso. Y pertenezca a una región, condición, tribu, marginación, victimizaje, aceptado por la masa progre. Y donde en general sus flatus voces se proyecten más allá de la literatura, es decir, hacia el marxismo, sociología, filosofía, semiótica, incluso la vida. Ya no hacia la propia literatura, el propio arte literario.

Además, la arbitrariedad, se ve mal en un país hasta donde sus rebeldes se uniforman. No vaya a ser que parezcan otra cosa. Así que el antologador debe cuidar no parecer despótico ni alejarse de las verdades estatales, ni volverse paria entre los suyos si aplica en extremo cualquier decisión. Además, la ficción dominante, entre ellos, es agregarse dentro de la muestra, subrayar la parte antes que el todo y ponerse el parche antes de la herida. Aquí el Arturo Volantines no se antologa.

Dicho esto

A grandes rasgos puedo decir que El burro del diablo, “es un cuidado y precioso volumen”, que no solo pone de relieve, sino que da existencia a una serie de poetas que en nuestro afán regionalista habíamos dado por desaparecidos o simplemente por inexistentes. De un catastro de 250 poetas solo para la Región de Coquimbo, el poeta logra cerrar en 45. Me imagino que debe estar amenazado de muerte.

Y, claro, me imagino que los poemarios con tamaña cantidad de potenciales lectores se deben vender como pan caliente en la zona aludida. A menos que no quieran influenciarse. Descollar en el índice de lectura del Eº o de la pandilla chilena del libro por temor a generar esa clase de terror que da estar haciendo el loco donde el tuerto es rey.

Por supuesto, me permito estas generalizaciones de profesor ya que en pocos años he tenido que armar una repisa cerca del techo con las antologías que me han regalado. Y hoy me tome la molestia de poner una silla y revivir todo eso acariciando sus lomos. Ya era tiempo de ir de cabeza por otro proyecto “necesario”, que viene a llenar un vacío en las letras nacionales. Aunque si doy vuelta algunas páginas en esta repisa sale el diablo es magnifico. Bueno, voy a empezar a hablar por ésta, la pirata. El norte no puede esperar. Ya que las mineras pagan menos impuestos que los poetas. Así que démosle.

Adéntrense cabros

Arturo Volantines, nos advierte con antelación: no estará la premio nobel ni los 4 premios nacionales, en su defecto, de la zona. Así que ya podemos exhalar tranquilo descabezado el librito de cualquier posibilidad jerárquica a priori, descollante o graciosa.

De todas formas abre con la venia de Mistral, como no, con la consabida cita de inicio.  Y nos la pone difícil asegurando en el prólogo el “pathos” y “ethos” artístico poético regional, que viene de mirar las estrellas, celebraciones religiosas o de hacerlas de cabra o cabrero. Imposible rivalizar con tal disposición natural al talento poético. La vara esta alta.

Uno a uno

Abre, inquietantemente la muestra, una poeta nacida en Ancud, María Eliana Durán. La que con un lenguaje asociado a lo poético hace sus rimas, entre la confesión elegiaca y el timbre folklorista, no estaría nada de mal dejarla pasar, pero nos sorprende para una ganadora de todos los premios en la tierra coquimbana, su texto Ángelus donde se permite: “horizonte de azucenas”, “crepúsculo alado”, “quietud de las almas”, “río de los sueños”, “mirada tierna”, “pinta la vida en sus alas”.

Sigue el profesor Mario Ramos que nace en Santiago, lo que ya no nos extraña en lo más mínimo, vista las ciudades natales que prosiguen, la capacidad adoptiva de la tierra. Bueno, Ramos, sorprende poniéndole ojos desorbitados a una calavera. Yo estimaba que sólo quedaban las cuencas (al menos eso observé en la calavera de Yorick). Y, claro, se le paso: “oquedades vacías”.

Bernardo Tapia nace en Valparaíso. Y mayorcito encuentra en los versos su vocación poética publicando 3 libros desde el 2002. Mostrándonos ya en lo “profundo e insondable de la noche” sus “frutos del mar” o en otras palabras subrayando lo obvio. Es notable “cintura de guitarra” o “caricia de fuego” en el texto trovador con que cierra su participación.

Teresa Blanco, que “loca, triste, alegre, valerosa” no quiere nada con la “muerte cruel”, “que la rosa se deshojé”.  Ya “soñando despierta o “abrazando dormida. Logra, por primera vez que nos topemos con la poesía, a secas, en un verso. Le falta gracia, pero ya por lo menos apunta al blanco: “Busco ganar dinero/ y me alimento bien”. Lo que me remite al grito desesperado de Katherine Mansfield “Para este año tengo 2 grandes deseos: escribir, ganar dinero.”

Juana Boudin (Valparaíso) estudio en Oxford pero eso no le hace evitar “sombra en las noches”, “transparencia de vidrio” o describir “olas que golpean”. Pero nos da la primera frase interesante en la página cincuenta: “un bote atraca a la orilla, como un zapato a la cama.” y “nací para marearme, marinero” que Rafael Alberti aplaudiría a rabiar. Así que paso, aunque duerma en un “lecho de helechos.”

Jorge Zambra, tiene un curriculum monstruoso, que denota su insistencia en este gremio desgremiado.

Con Dinko Pavlov, en la página 63, aparece por fin un poeta. El primero que escribe sin lágrimas en los ojos.

Walter Hoefler (Valdivia) con un tono seco, correcto, nos regala versos de factura tal que Pavlov, pero aquí me quedo con Walter. Quizás proponer su “Poesía II” como epílogo al burro del diablo en su reedición.

Julia Pinto Doll, pasa. Excepto “Confidentemente Mesalina” que esta muy bien.

Dina Moreno (Santiago) creo que el “Salvaje rumor de viento” mientras “la tarde rueda” ya no se puede decir más.

Julio Piñones-Zarabia (Antofagasta) nos revela una verdad importantísima, la de ser: “sombras nada más de nosotros mismos”. No obstante, eximo con el mínimo: “todo radica en que tu corazón resista.”

Guillermo Pizarro Vega, le da una vuelta al cliché, sin que deje de serlo.

Sergio Godoy. Supongo que es natural que un loco divague sobre horrores, profiera incoherencias, etc. Aquí el punto no es subrayar lo obvio de la locura sino expresar lo que el loco dice, en la dura. Por otra parte, y contra lo que crees, Sergio Godoy, gracias a Dios no somos lo que pensamos, aunque nos esforcemos por lo contrario, tantas veces. Supongo que es difícil vivir y escribir con el temor de la gran cena donde los hambrientos exigen sus migajas.

Bartolomé Ponce. Mi querido Bartolomé, creo que si el trabajo aplasta la inocencia, bienvenido.

Wilma Borchers (Santiago) aúna palabras de viejo cuño poético en escenas tan improbables como absurdas, preguntas tan herméticas como insólitas, a la luz de la consecución lógica o ilógica, pero no le falta ángel, para parecer que no.

Carrot, digamos que Carrot, escribe como una foto de un albacea de neruda mirando el mar. Pero el mar imagínenselo ebrio. Amigos nunca dejen que un poeta escriba “no puedo encontrar la palabra final/ no sé si será <náufrago> o <lontánico>” o perspicaz escriba: “Bene dicta el edicto de cierre temporal del limbo”. La  iglesia no tiene nada que temer, por ahora. O sin que desmaye en su agudeza, se facture esta máxima: “en el funeral del gato nadie dijo ñáu”.

Juan José Araya busca embelesar al sexo femenino con mujer de cobre, interpelándola con ese aullido nortino: “toma mi mano mujer cobriza”, “confía en mis nutridas tendencias mineras”. Hasta que con “serena mirada contemplas el bello amanecer.” A la hora en que los poetas y los esposas de los mineros prefieren ver televisión en un plasma. Y no podría decirles que no.

Samuel Núñez –melómano y rockero-  según su biografía se despacha tres buenos textos “la otra orilla”, “al acecho” y “yo lo había pensado”. Contra tres malos. Empate.

Sergio Fernández Olave, poeta atacameño, pero familiarizado con la Serena. Nace en Chañaral. Y reside en Francia por la Dictadura. Aparte de escribir en la lengua de Cervantes y la de Prevért. Nuestro aporte será decirle que en la primera: no como Cervantes. Y, por lo visto, en la segunda, como un chileno. Ahora que reflexiono latamente en como “todas las mañanas ve ese pájaro invisible.”

Luis Macaya presenta problemas básicos desde la puesta en escena de la acción a la inanidad de sus experiencias, no como experiencias en sí, sino en su capacidad de plasmarlas con cierta gracia en el papel, más allá de su coloquialidad que me parece destacable.

Caupolican Peña, Ariqueño, nos hace tomar conciencia de que: “pasan rápidas las horas”, “raudos los días” “los años corriendo” “pasa la vida, pasa”. Así “pasan los hombres las obras quedan”, “pasan algunos a la historia, otros pasan al olvido”. Y eso que es el primer párrafo. Para terminar con esta obra maestra, que titula: Fe de erratas

Y Neruda dijo:
“es tan corto el amor
y tan largo el olvido”.

Y yo escribo:
Es tan corto tu calzón
Y tan largo mi pene.

<<fe de Erratas>>
debe decir:

Y tan larga mi pena

Óscar Elgueta, escribe, lo que aquí ya se agradece.

Ramón Rubina, aparte de rimar versos re-cocidos, que preferiríamos re-crudos, nos entrega este dato: “cuando los muertos van al cine/ No llueve en París”

Susana Moya, escribe y bien. I de Fosa Común, esta notable.

Oriana Mondaca, escribe.

Yanny Morales (Talagante) no. Pero eso en estos días significa muy poco. Así que tranquila, yo entiendo el sentimiento que hay detrás de derramar sangre al espacio infinito. Que nuestras lágrimas son gotas transparentes. Que las olas truenan, rabiosas, espumosas, etc.

Wilfredo Castro Fernández de Chuquicamata, destaca por “la cima del fondo de tus ojos” y por terminar con otro poema que dice básicamente lo mismo: “a la cumbre en el fondo de sus ojos”. No obstante, en la mitad de la muestra es la “sombra oxidada que opaca tus pupilas”.

Rodrigo Durand exiliado en 1982, reside en Francia. No esta exento de las trilladas estridencias de la época. Falta una vuelta de tuerca. Ir más allá de lo que sabemos.

Óscar Espinoza (Talcahuano) como diría el título de uno de sus poemas: Nada más…que una mariposa.

Pablo Baeza ¿Qué significa que la luna sea tartamuda? Insisto, la sensibilidad no basta para escribir. Saber escribir y leer tampoco. Es como si por tener un piano en la casa fuera pianista. Y concertista más encima. Sólo eximo a Nocturno 4 – cambiándole el título-.

Alicia Mondaca, no sabemos donde nace, pero sí que con unas buenas lecturas, autocrítica y crítica, esfuerzo, podría dar mucho más de sí que el trabajo que aquí presenta.

Deloy Nédito, destacado jugador de baloncesto, escribe.

Benito C. Chacana, escribe. Y parece poesía.
 
Kundalini o “domador de serpientes” como se hace llamar hace sonar sorprendentes cascabeles, atiendan esta:

 “–desmembradoserigidosabandonados-
 lloradosajadosenaltecidosextasiados-.”

Iván Mendieta Rivera, excuso un solo texto, el último. Cito: (Amigo) “Puse un celular en tu ataúd,/ ya sabes, te arrepientes,/ me llamas.”

Al partir con Javier Del Cerro, nos extraña esta afirmación en su bibliografía, tempranamente, en 1992, autoedita el texto…sabemos que a esa edad (22 años) son muchos los que ya publican, entre los que me cuento. Así que nada de subrayar lo que no constituye gracia alguna, menos si el libro no es capital. Rimbaud, por ejemplo, escribió Temporada en el Infierno a los 19, por dar un ejemplo que tenemos en el ADN. Dicho esto agreguemos que pertenece a la minoría de los que escriben bien en esta antología.

Javier Milanca, abre con un poema realista donde “ella la más bella” es escudriñada minuciosamente por sus ojos sin que se entere así como de que ese mismo día, al tercer verso, “el sol choco con la luna.” Estrofa más abajo nos aclara “son astros que se hicieron cagar a titilones” pero el poeta incólume (tal que su bella) sigue dedicándole loas, alabanzas, elegías, églogas y odas/ a punta de pajas tristes”. Finalmente, en la tercera y última estrofa, “ella la más bella” nunca se da por aludida del choque de astros aunque debiéramos decir de un astro con un satélite natural. Y menos del poeta, que soñó cantarle al oído, en todas las lenguas posibles. Aunque, lo que realmente quiso, fue interpretar a dúo: Motel California.

Guillermo Gálvez, pasa, como quien, en realidad, no debiera pasar. Ahora que intento deglosar “un lamento color de mariposa”

Jimena Herrera me obliga a citar a Dios, cruzándose de piernas. He creado muchos poetas. Pero poca poesía.

Raúl Kastillo a quien le rescato el texto pesebre. No el siguiente, donde expresa “añoro la tradicional picada/ de un zancudo en el poto.” Por otra parte, vistos los fragmentos del poema el niño dios de Sotaquí, concluyoque nadie en su sano juicio se emocionaría con tamaña patada de clichés. O pondría su casa para que pernocte el niñito. ¡Qué duro somos Dios!

Víctor Arenas nació en Bulgaria, ya que su ciudad natal es impronunciable, y cuyos estudios universitarios nos señalan que debería al menos pensar que no todo lo que uno escribe es bueno. Pero ya vemos que no. Y se permite insistir con esta enigmática pregunta “¿Acaso en un viaje infinito/ todas las rosas volverán a tiempo?/ ¿Acaso un clavel marchito/ se desnuda como el cielo?// Mientras contemplo desde lejos/ una mirada muda/ y una voz entristecida.” Sin duda, un chapoteo anodino, para cerrar con tres lugares comunes, además de la cacofonía terrible entre muda y entristecida. Rodeado, por supuesto, de muchos más ejemplos.

Eduardo Duarte Yañez, su poesía nos revela no solo un sujeto que anda a patadas con el lenguaje, sino con su propia vida. Cuantas veces más tendremos que andar por “calles vacías y tristes” o toparnos con gentuza que se nos acerca al oído para decirnos: “cuantos me conocen me admiran” o “la vida se empeña en adorarme”. Naturalmente, aquí no.

Benjamín León, rescato Las rosas de Irak virgen.

Mauricio Bruna, su texto Convenciones, podría haberlo rematado mejor. Miel y lancetas, muy bien para la galera. Destaco cierto intento de humor. Los textos que no nombre al tacho de basura.

Andrés Pulgar, santiaguino, estudiante, por consiguiente, le daremos una premisa: Todos los buenos libros malos, están llenos de entusiasmo y apasionamiento.

En suma

Quizás Clío no se porta bien con esta antología, más allá de que todo libro representa una oportunidad, para aprender como se hacen o no se hacen las cosas. Se agradece que, éste, al menos, cumpla ortográficamente. Asunto no menor, en un país, donde un punto y coma, una coma, una mayúscula, para muchos de nosotros es un verdadero misterio sin resolver. Repito, es una bella edición. Generosa, amplia. Y hallamos lo que esperamos, poesía. Ciertamente, poca. Podría haber más entre los antologados de no ser por la falta de crítica y autocrítica, la falta de lecturas. Que en los talleres literarios predomine la amistad un poco menos que la verdad. La poesía no necesita solamente lápiz y papel, necesita mucha reflexión, estudio, sosiego. Distancia a lo que nos decimos día a día al levantarse, paciencia para lo que realmente queremos decir al acostarnos. Quiero cerrar aplaudiendo la decisión de Arturo Volantines de intentar un arqueo a la patria chiquita de Gabriela. Para que nadie exprese a boca de jarro que en el norte no pasa nada. Y para que nuevos poetas de esa tierra se animen.

Octubre, 2009

 

 

 

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