Proyecto Patrimonio - 2015 | index | Ernesto González Barnert | Autores |
“Escribir es una fuerza que te pone de rodillas”
Sobre Coto de Caza de Ernesto González Barnert
Por Francisco Ide Wolleter
.. .. .. .. .. .
Los dos poemas con que comienza el libro marcan, a mi modo ver, los dos grandes pilares temáticos que lo recorren. El primero Retirado del oficio, el segundo Always on my mind. Ya por los títulos parece evidente el contenido de cada uno de estos poemas. Y no es casual, ni inocente, creo, el hecho de que sean los primeros, y el hecho de que estén en ese orden. En la jerarquía de los temas tratados en el libro predomina la reflexión sobre el oficio por sobre la temática amorosa (entre otros temas, por supuesto), a pesar de son dos pulsiones imbricadas, que se comunican en términos de causalidad, en tanto se afectan la una a la otra (como ocurre, por cierto, en la vida real, la 
biografía, tan importante en este libro). Se puede reconocer en esto un primer motor de unión temática: la honestidad; no hay temor por desnudar o exponer situaciones de la vida privada (da lo mismo si son reales o ficticias, no cambia en nada la intención del gesto, “no soy tan biográfico como quisiera”, dice en una parte, de nuevo de manera nada inocente). Una necesidad autobiográfica purgativa de las represiones familiares, de orden político, etc. pero trastocada, por cierto, en tanto esto es un arte con reveces más profundos o complejos, si se quiere. No es una vil prosa, ni un confesionario, en otras palabras.
Hay varias señales de este efecto purgativo en la utilización de lo biográfico, en tanto se evidencia la situación del sujeto que escribe como producto de una especie de alienación, perpetrada por las expectativas de fuerzas externas que condicionan la apreciación que la sociedad tiene sobre él: los padres, la familia, el mercado, las leyes, la tradición literaria, etc. todas fuerzas que obligan a posicionarse en términos de productividad y a mirar el valor de lo humano desde esa lógica.
El autor implícito del texto se resiste a esta normatividad, por un lado apelando directamente ya sea a la familia en general, o individualizándola en la figura de la madre o situándose como hijo, como deudor de padres literarios, como sujeto no apto para el trabajo etc.: “no fuimos lo que soñaste”; “en general he podido invernar más de lo que quiso/ mi familia, el mercado.”; “somos hijos de Pedro Páramo. / hombres parcos a quienes la vida arrincona / hasta hacerlos elocuentes”. Por otro lado está la otra forma de resistencia, en que se acepta el fracaso como una condición lógica de vivir en una ley propia: “y por borronear en mi ley / no podemos dormir juntos”; “siento que me perdonas por haberte arrastrado / al foso de la poesía, no poder escribirte un poema/ como Annabel Lee”. Esta noción de fracaso, de nuevo, no es inocente y opera en la lógica de una oposición instrumental a la noción de productividad. En el fondo el fracaso es más una decisión que un padecimiento: “un fantasma domestico / aporreando los sueños más horribles del hombre: / lo que se considera éxito, lo que significa tener poder. / Escribir es una rendición honesta.”.
En esto último que acabo de ilustrar, me parece que hay de fondo una concepción romántica sobre la nobleza del espíritu, el sacrificio y la entrega. Esta concepción romántica implica también una noción particular de “destino”, que se mezcla con una praxis materialista o una conciencia de esa praxis: el oficio, la escritura como oficio. Es interesante que la psiquis del poema esté cruzada por esta doble visión, que podríamos asociar como otra figuración más de la alienación en ese “desierto de indecisiones” del que habla en un poema.
En esta noción del fracaso pareciera que todo orden de cosas se destruye o descansa en el famoso equilibrio precario de las cosas. Esto incluye, por supuesto, el aspecto utilitario del amor: la pareja y todo el sistema de códigos y comportamientos que implica. El autor se lamenta por no poder escribir el poema de amor que la amada merece. En el poema Pienso en la muerte dice: “hay poemas que hablan de amor, / donde la luz parece fuerte incluso cerrando los ojos”. En estos versos pareciera emerger el sentido profundo que pienso es el motor de la escritura de cada poema. La pulsión romántica que Ernesto insiste en aterrizar a todo momento, se escapa de pronto, en un poema sobre la muerte. Quizás el fracaso final no existe, en tanto el amor como temática nos aleja del miedo a la muerte, o el deseo del amor como experiencia, justifica absolutamente el sacrificio o el suicidio social que muchas veces significa dedicarse a la escritura. Ernesto, muy consciente del oficio, creo que estaría de acuerdo conmigo en que estos recortes del poema de Cummings parecieran rondar sus poemas, como rondan también otros fantasmas: “puesto que sentir es lo primero / quien preste alguna atención / a la sintaxis de las cosas / nunca te besará del todo; /…/ mi sangre aprueba, / y los besos son un destino mejor / que la sabiduría /…/ el mejor gesto de mi cerebro es menos / que el parpadeo de tus pestañas que dice / somos el uno para el otro: entonces / ríe, recostada entre mis brazos / porque la vida no es un párrafo / Y la muerte pienso no es ningún paréntesis.”
Pienso que la lectura de un poema evoca en el lector otro poema, el propio. El poema es también el poema mental del lector, con sus referencias internas, su situación personal, etc. Esto no es nada nuevo, por supuesto. Pero sirva de excusa para la elección de ciertas temáticas sobre otras. Claramente el poema evocado está guiado por el poema real. En Coto de caza conviven, como nómadas armados, otros sentidos y otras pulsiones. Hay que rescatar, por ejemplo, el humor y la reflexión sobre el humor en la poesía, presente en el libro, o el valor de la amistad como otra temática importante. Y, sobre todo, diría, la honestidad como valor y modus operandi que articula la pulsión misma de la escritura, a la que Ernesto se acerca con devoción de enamorado.
