Al contemplar la poesía de Ernesto González Barnert (Temuco, 1978) se vienen a mi cabeza el atardecer bucólico nostálgico y metafísico tensionado por lo urbano, la soledad, el amor, la espera, la despedida en alguna estación de tren, el olor a madera después de devastar el leño. No dejo de pensar en los poetas románticos franceses como son Alfred de Vygny, Musset, Nerval, Lamartine, cito: “¿Por qué pues pronunciar ese nombre de Patria? En su exilio brillante se estremece mi pecho y resuena de lejos en el alma afligida como lo hacen los pasos o la voz de un amigo” (Lamartine, Milly o la tierra natal, en Meditaciones poéticas de 1820). Desde la visualidad que es mi campo de expresión, me quiero aproximar a las imágenes de su poesía, pienso en las pinturas de Edward Hopper, en particular en Habitaciones junto al mar (1951). Resuena el existencialismo urbano porque el poeta vive - percibe y resiste desde la palabra la nostalgia por un mundo en constante tensión, a veces con lo onírico y lo surreal, podríamos ver cierto aire de Max Ernts o Giorgio de Chirico. Pienso también en los performistas de California de los años 60´ que ejecutaban sus obras a partir de sus sueños como ese golpe lento que nos aflige en la batalla. Según sus propias palabras —y recordando conversaciones de antaño— existe un interés por lo visual específicamente por la pintura y la escultura, nos acerca a la obra de Auguste Rodin en su obra majestuosa como es El beso (1882). Estamos en presencia de uno de los últimos poetas románticos de nuestro país, un romántico, un refinado salvaje.
[1] Licenciado en artes visuales de la universidad de Chile.
Ernesto González y Dafne Malvasi, en Chillán Poesía, 2024.
www.letras.mysite.com: Página chilena al servicio de la cultura
dirigida por Luis Martinez Solorza. e-mail: letras.s5.com@gmail.com "Venado tuerto" un refinado salvaje.
Ernesto González Barnert, Andesgraund, Colección Ojos del Salado (2024), 96 páginas.
Por Guido Solar Casanova