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         Bar Abierto, 
Antología de Hernán Miranda 
            
            Ediciones UDP 2014, 148 páginas
        
Por Ernesto González Barnert  
        
        
        
          
        
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        A principios de siglo me  topé con Avisos luminosos en un  canasto de ofertas de libros usados en Torres de Tajamar. Pequeño volumen de  Hernán Miranda que pronto se volvió de consulta, de vara en la loca de la casa.  Digo, no tanto por la impronta de su poesía sino porque me enseñó básicamente  que un poeta funciona cuando carga sobre sus hombros lo que puede cargar, ni  más ni menos. Por cierto, Bar abierto,  recoge el grueso de su producción poética en una antología de buena factura,  con poemas de indiscutible fuerza y genio donde seguimos disfrutando esa voz  sin aspaviento cruzada por la retórica del ciudadano, del periodista y del  exilio de un autor que temprano asimiló con gracia y estilo propio la  influencia lárica de Teillier, la antipoesía de Parra, la consciencia del  oficio de Lihn. Enérgicos referentes en su estilo. Cierto, ante la lectura  atenta de poetas chilenos vivos o del resto de América la obra de Miranda en su  conjunto parece menos elocuente e intensa, ambiciosa o sorprendente. Pero nunca  nos pasa gato por liebre. Está libre del exceso que adorna las obras que  plantean en sus tesis más de lo que son capaces de decir. Por eso Hernán  Miranda sin abrir nuevos derroteros limpia el lenguaje de los días con la  poesía de siempre, a escalas que no exigen tanto entrenamiento y garantizan  deleite y educación emocional y civil. Además su ajuste de cuentas con su  tiempo sin espectacularidad le da una pátina opaca que lo matiza frente a  poéticas más luminosas o brillantes. Como bien señala Raúl Zurita sobre el  poeta que se metió dentro de la jaula de un zoológico, en una recordada  perfomance en Dictadura,  nos golpea a través de lo común, de la anécdota, de cosas en apariencia despojadas  de todo esplendor. Sin ilusiones o trucos baratos (o geniales) narra la  pobre o mejor dicho, sencilla trinchera de un hombre del siglo XX en un país  que dejo de serlo, cautivo de sus plutócratas y gran cantidad de políticos mercenarios.  Y nos lega un sentido de pertenencia, digno y oficioso, de resistencia y lucha,  de afectos y verdades compartidas, contra la lengua del poder y la barbarie.