Hussein Habasch es un poeta kurdo nacido en Afrin, Kurdistán, en 1970, y actualmente reside en Alemania. Su obra literaria se caracteriza por una profunda conexión con su tierra natal, su cultura y la lucha de su pueblo. La experiencia del exilio, producto de la violencia y los conflictos en su país, ha sido una de las principales fuentes de inspiración para su poesía. Su escritura aborda temas como la guerra, la identidad, la naturaleza y la resistencia, creando un espacio donde la nostalgia y la esperanza coexisten en una lucha constante por la memoria histórica y la dignidad humana.
A lo largo de su carrera, Habasch ha publicado numerosos libros, y muchos de sus poemas han sido traducidos a más de 30 idiomas, incluidos el inglés, alemán, español, francés, chino, uzbeko, albanés, persa, italiano, serbio, macedonio, búlgaro, portugués, húngaro, esloveno, turco, polaco, lituano, vietnamita, nepalí, hindi, malayalam, kannada, tayiko, bengalí, bereber (amazigh), bosnio, griego, mandarín (Taiwán), tzotzil (lengua maya de México), ruso y rumano.
Entre sus publicaciones destacan Ahogarse en rosas (2002), Huir a través del río Evros (2004), Más grande que el deseo y más delicioso que el flanco de la gacela (2007), Delirios a Salim Barakat (2009), Ángel volador (2013, edición en inglés en 2015), No pasarán (2016, en español, publicado por el Festival Internacional de Poesía de Puerto Rico), Árboles borrachos (2017, en rumano), Dos árboles (2017, en español, publicado por el Festival Internacional de Poesía en El Salvador), Tiempos de guerra (2017, en español, publicado por el Festival Internacional de Poesía en Costa Rica), La fiebre del membrillo (2019, Ediciones Sarsara, Berlín), Paz para Afrín, paz para Kurdistán (2019, antología poética internacional en inglés y español, Ediciones Sarsara, Berlín), La nieve roja (2019, libro de poemas en chino, Taiwán), Árboles ebrios (2020, en kurdo, Editorial Sarsara, Berlín), Flor de espinillo (2020, en español, publicado por la Fundación Cultural Esteros en Argentina), Muertos discutiendo en los pasillos (2021, en árabe, Publicaciones Casa de los Darvishes, Bulgaria), Aburrimiento de una estatua cansada (2021, en kurdo, Editorial Sarsara, Berlín), Olvido (2022, en español, publicado por el Festival Internacional de Poesía en Costa Rica) y La manada de ciervos se muere de sed (2024, en francés, publicado por L'Harmattan, París).
Su obra ha sido incluida en diversas antologías internacionales de poesía y ha participado en los festivales más importantes del mundo, como los de Medellín (Colombia), Granada (Nicaragua), Francia, Puerto Rico, México, Alemania, Rumania, Marruecos, Lituania, El Salvador, Kosovo, Ecuador, Costa Rica, Struga (Macedonia), Eslovenia, Chengdu (China), Cuba, Taiwán, Suecia, Nueva York, Sarajevo, Grecia, Albania, Chipre, Uruguay e India, entre otros.
A lo largo de su trayectoria, ha recibido múltiples reconocimientos, entre ellos el Premio Internacional al Mejor Poeta 2016, otorgado en China por el Centro Internacional de Traducción e Investigación de Poesía y la revista World Poets Quarterly (Multilingual), el Premio Gran Poeta Kurdo Hamid Badirkhan, otorgado por la Unión General de Escritores y Periodistas Kurdos, el Premio Internacional de Poesía "Bosnian Stećak" (Bosnia y Herzegovina), el Premio Literario Internacional Kathak de Bangladesh, entregado en el Foro Mundial de Pensadores y Escritores por la Paz en Calcuta, India, y un premio honorífico en el Foro Internacional de Poesía de Safi, Marruecos (2024).
Tuve la suerte de escucharlo leer sus hermosos poemas en Uruguay, en el Encuentro Esteros organizado por la poeta y periodista Carolina Zamudio, y de conversar con él sobre poesía y sobre la compleja situación del pueblo kurdo, tan macabra como la palestina, aunque con aún menos cobertura mediática. También hablamos de su vida como emigrado en Europa, con sus claroscuros.
Su poesía fluye con profundidad y naturalidad, con una fuerza ética y política clara y sencilla. En ella da cuenta tanto de su vida personal como del conflicto de su pueblo, que encarna y arrastra en su voz y diáspora.
—Usted nació en Afrin, Kurdistán, y actualmente vive en Alemania. ¿De qué manera la experiencia del exilio ha influido en su escritura?
—Afrin es el amor eterno de mi corazón y alma, la razón de mi existencia y de mi ser en la vida... Es la ciudad de Dios sobre el hombro de mi corazón, como dije una vez. Tal vez me equivoqué al decir eso, y es solo mi ciudad, la llevo sobre mi hombro como una cruz después de que Dios la abandonara y cerrara los ojos ante sus dolores, sus quejidos y sufrimientos, dejándola entre los colmillos de monstruos humanos que no conocen la misericordia ni la compasión, me refiero a la ocupación turca y a algunos de sus mercenarios entre los árabes sirios extremistas.
Afrin es el aire que respiro; con ella vivo y a través de ella me siento vivo. Por eso, debía hacer esta pequeña introducción para contarte un poco sobre ella, sobre la magnitud de mi gran vínculo con la ciudad y mi inmenso amor por ella, a pesar de la larga y amarga experiencia del exilio, que se prolongó durante casi treinta años de dolor, añoranza y muerte lenta.
En cuanto a cómo el exilio afectó mi escritura, al principio la situación fue catastrófica. Sufrí fracturas, pérdida, ruptura, impotencia, dolor, frustración, aislamiento, desilusión y una incapacidad total para adaptarme, ya fuera con la gente, el idioma, la sociedad o el nuevo y diferente estilo de vida. Mi mente, mi imaginación y todos mis pensamientos estaban anclados en el pasado y en los recuerdos, en mi tierra natal, en la familia, los parientes y amigos, en la tierra, la gente, las piedras y el mundo que me vi forzado a dejar atrás. Me sentía paralizado, completamente impotente, incapaz de escribir. En algún momento quise destruirlo todo a mi alrededor, pero entendí que solo podía destruirme a mí mismo.
Con el paso del tiempo, este exilio se fue humanizando dentro de mí, y todos aquellos golpes y decepciones que experimenté se transformaron en energía, vitalidad y un ímpetu incitador que me impulsó a escribir y leer con una voracidad frenética para compensar todo lo que antes me había sido arrebatado. Puedo decir que la escritura se convirtió desde entonces en mi patria alternativa.
El exilio abrió mis ojos a muchas culturas y civilizaciones diversas y profundamente ricas, permitiéndome conocerlas con absoluta libertad, sin restricciones, sin miedo ni tabúes que me impidieran escribir con plena libertad y lanzarme hacia la inmensidad del mundo. Me proporcionó innumerables experiencias en distintos niveles, me puso en contacto diario y directo con múltiples lenguas y personas de diversas nacionalidades y etnias, y me permitió atravesar países y continentes sin barreras.
El exilio amplió mi visión de mí mismo y del mundo, me llevó a descubrir nuevas formas y técnicas de escritura, y me acercó a algunas de las más importantes experiencias poéticas a nivel global. Todo esto hizo que mis poemas aspiraran siempre, con lucidez e intensidad, a los confines más lejanos del mundo.
—En su obra se percibe un fuerte vínculo con su tierra natal y su gente. ¿Cómo equilibra la nostalgia con la resistencia poética?
—Como es bien sabido, soy hijo de un pueblo que ha sido y sigue siendo sometido a todo tipo de persecución, tortura, opresión, prisiones, centros de detención, abusos, desplazamientos y genocidio... Se han utilizado contra él todo tipo de armas, desde las más pequeñas hasta armas químicas prohibidas internacionalmente. Desafortunadamente, la situación no ha cambiado mucho y sigue ocurriendo hasta el día de hoy.
Por ello, estoy sumergido en el dolor y las penas de mi pueblo hasta lo más profundo. Mi imaginación, mi poesía y mi escritura están arraigadas en la tierra de mi patria ocupada y desgarrada, Kurdistán. Cuando escribo sobre el sufrimiento y el dolor de mi pueblo, cuando escribo sobre mi patria, estoy sanando una herida y deteniendo una hemorragia dentro de mí.
Con y a través de la poesía, acaricio el hombro de mi nostalgia hasta que se calme, se serene y descanse un poco.
Con y a través de la poesía, intento abrir los ojos del mundo a la poesía, la literatura, la cultura y la lengua kurdas, que han sido casi olvidadas en la memoria del mundo.
Con y a través de la poesía, intento dar a conocer al mundo la situación excepcional que atraviesa Kurdistán y las catástrofes humanas e inhumanas a las que está sometido, insoportables para la razón y la lógica.
Con y a través de la poesía, intento mostrar al mundo las heridas abiertas de los kurdos y la situación inhumana en la que han vivido durante décadas.
Con y a través de la poesía, intento dar a conocer al mundo la valiente resistencia kurda, la resistencia de las maravillosas mujeres kurdas... Intento, intento e intento...
Siempre digo que estamos perdiendo, pero nunca dejaremos de intentarlo, nunca nos rendiremos...
—¿Cómo y cuándo descubrió su pasión por la poesía?
—Esta pregunta me hizo retroceder muchos años. Cuando era niño, tenía una gran pasión por la lectura (por supuesto, solo leía en árabe, porque la lengua kurda estaba prohibida y hasta el día de hoy no es reconocida oficialmente). Solía leer cosas hermosas, quizás canciones infantiles, creo. Me decía a mí mismo que podía escribir cosas como esas. Tal vez escribí algo en ese tiempo, no lo recuerdo. Pero seguí leyendo.
Más tarde, en la adolescencia, escribí un texto sobre el poeta español asesinado, Lorca, influenciado por un poema del gran poeta kurdo Hamid Badirkhan titulado Busco al asesino de Lorca. Sin embargo, no conservé el poema porque mi primo no creyó que lo hubiera escrito yo y no lo tomó en serio, así que lo rompí.
Además de la lectura, debo mencionar que el poeta Hamid Badirkhan tuvo una gran influencia en mí, encendiendo la llama de la pasión que me llevó hacia el fuego de la escritura y sus hermosas e inagotables llamas. Hamid Badirkhan fue el primer poeta y maestro que me puso en contacto directo con la escritura.
Así, mi pasión por la poesía comenzó en la infancia, sigue viva hasta hoy y no se detendrá hasta la muerte.
—Su poesía se caracteriza por una profunda sensibilidad hacia la naturaleza, la guerra y la identidad. ¿Cuáles son sus principales influencias literarias y filosóficas?
—Estoy en deuda con todos aquellos que me enseñaron la vida con pocas palabras, con ambigüedades y con insinuaciones, sin revelarlo todo de una vez. Creí en el dicho kurdo que afirma: “El discurso elaborado es solo para los necios”, por lo que amé la palabra sobria, la que insinúa sin desvelar demasiado, la que alude sin indicar directamente.
Estoy en deuda con mis padres, que nada sabían de poesía, pero cuya sencillez y calidez me enseñaron muchísimo. Estoy en deuda con la asombrosa naturaleza que rodeó mi formación temprana. Estoy en deuda con el dolor kurdo, que nunca termina.
Estoy en deuda con la ansiedad y sus ojos afilados y escépticos ante todo. Estoy en deuda con las entrañas de los libros kurdos, antiguos y nuevos, repletos de epopeyas, mitos, historias, relatos, sabiduría, filosofía, proverbios, fragmentos, poesía y belleza. Estoy en deuda con las canciones kurdas y el patrimonio oral que se transmite de generación en generación, de memoria en memoria.
Estoy en deuda con la mitología oriental, especialmente la mesopotámica, la china, la griega y la romana. Estoy en deuda con la filosofía occidental, en especial la filosofía griega. Estoy en deuda con la gran herencia cultural de América Latina.
Estoy en deuda con todos los poetas que he leído, aquellos cuyas poesías y textos me hicieron perder el equilibrio y me convirtieron en un ser que habita la valentía de la incertidumbre y sus profundos pecados.
—Su escritura se despliega en un estilo muy visual, casi cinematográfico. ¿Es consciente de esta característica al escribir o surge de manera espontánea?
—Gracias por esta perspicaz observación, gracias por tu inteligencia y agudeza, mi amigo… En realidad, surge de manera natural y nunca lo planeo. Después de leer tu hermosa pregunta, volví a revisar algunos de mis escritos y textos, y efectivamente encontré esa característica en ellos.
Déjame contarte algo: al revisar algunas de las escrituras, textos, poemas y correspondencia que tuve con una actriz internacional con quien mantengo una gran amistad, descubrí que estos escritos bien podrían convertirse en el guion de una hermosa película sobre la amistad, el amor, los viajes y esos grandes encuentros que rara vez suceden…
¿Convertiremos algún día estos escritos en una película? ¡Espero que sí!
—Muchos de sus poemas tienen un tono melancólico pero también una voluntad de esperanza. ¿Qué papel juega la esperanza en su poesía?
—Hace años, estaba realizando una lectura en uno de los antiguos palacios de la ciudad alemana de Bonn. Cuando terminó la lectura, uno de los asistentes se acercó a mí y me dijo que había escuchado poemas maravillosos y que le habían gustado mucho, pero añadió, con asombro: ¿Por qué tanto desasosiego, tristeza, pesimismo y oscuridad? ¿Por qué no dejaste que un rayo de esperanza se filtrara en tus poemas?
Mi respuesta fue que no puedo embellecer lo que no es hermoso, que escribo lo que veo y siento sobre lo que ocurre a mi alrededor y en el mundo, y que no puedo inyectar esperanza en textos que cargan con grandes dolores solo porque deseamos que exista. Le dije también que la esperanza en la poesía es una gran ilusión, mientras que la desesperanza es auténtica y está profundamente enraizada en ella. A menudo escribo en atmósferas pesadillescas y aterradoras, similares a las de Kafka. Míralo a tu alrededor, ¿hay algo que realmente invite a la esperanza? Todo está en ruinas, y la mayor de todas las ruinas aún está por venir…
Sin embargo, su pregunta quedó suspendida en mi mente durante mucho tiempo. Tal vez —y digo solo tal vez— me hizo reconsiderar algunos de mis escritos y permitir que, de manera natural, sin imposición ni artificio, un rayo de esperanza y luz se filtrara en ellos. Y espero que, algún día, ese rayo se transforme en un sol pleno.
Pero quiero agregar que sigo creyendo que los siete pilares de la poesía son la tristeza, la melancolía, la desesperanza, el aislamiento, la ansiedad, el dolor y la locura. Sin ellos, la circulación sanguínea de la poesía no está completa y algunas de sus partes permanecen atrofiadas.
El fallecido pensador y filósofo rumano Emil Cioran dijo: “Una visión negativa de la vida no es necesariamente un conocimiento falso; simplemente es algo contrario a la vida misma.” Y el poeta español José Hierro no se equivocó cuando afirmó: “Después de todo, todo es nada.”
—Usted escribe en kurdo y árabe, pero su obra ha sido traducida a numerosos idiomas. ¿Cuál es su relación con la traducción de su propia obra?
—Aquí debo mencionar algo importante: he dejado de escribir completamente en árabe. Desde la ocupación de mi ciudad, Afrin, he desarrollado una barrera psicológica y un profundo sentimiento de culpa cuando escribo en esa lengua, especialmente después de que muchos árabes apoyaran la ocupación turca y la respaldaran, convirtiéndose también en una fuerza ocupante, en una herramienta de saqueo, opresión, abuso y desplazamiento... Hicieron de la vida de mi pueblo un infierno insoportable, y, lamentablemente, ese infierno continúa hasta el día de hoy.
Pido disculpas por salirme a veces del contexto de las preguntas, pero hay cosas importantes que necesitan ser aclaradas. Además, existen otras razones por las que me he negado a seguir escribiendo en árabe, entre ellas el hecho de que el kurdo es mi lengua materna, la primera cuyos sonidos calentaron mis oídos, la primera en la que pronuncié mis primeras palabras, la lengua del alma, del corazón, del oído, de la lengua y de los sentidos. Al volver a ella, he regresado a la fuente y al origen, he vuelto, específicamente, a la leche materna.
Aquí también debo explicar por qué alguna vez escribí en árabe. La lengua kurda estuvo —y sigue estando— prohibida y censurada en Siria (un país que también usurpa parte del Kurdistán). Estaba prohibido hablarla, excepto en ámbitos muy reducidos, como el hogar y la familia. La cultura kurda fue prohibida, reprimida y perseguida hasta tal punto que simplemente portar un periódico o una revista en kurdo podía significar ser detenido, interrogado e incluso encarcelado. Ninguna escuela, instituto o universidad incluía el kurdo en sus clases o planes de estudio.
Por lo tanto, en ese momento, la única opción posible (¡impuesta!) para mí fue dominar el árabe y escribir en esa lengua. Quisiera añadir, en este contexto, que aprendí a escribir en mi lengua materna durante mi exilio en Europa, y es en ella en la que ahora escribo mis poemas, textos y obsesiones, aquellas que antes se me prohibió plasmar en una patria que nunca fue realmente mía. Actualmente, solo escribo en kurdo, como una forma de venganza contra todas las injusticias cometidas contra mi lengua materna y contra la larga lista de opresiones y prohibiciones que la han asediado desde todos los frentes.
Espero haber aclarado algunas cosas aquí. En cuanto a mi relación con la traducción de mis obras, es una relación de amor y belleza, una relación de vuelo y elevación...
—¿Ha sentido que algunos de sus poemas cambian o adquieren nuevos matices cuando son traducidos a otros idiomas?
—¡Sí, por supuesto! La traducción cambia y adquiere otro sabor porque se traslada de un estado a otro, es decir, del estado materno al estado adoptivo, por así decirlo. Este cambio depende de la habilidad del traductor y de su comprensión del texto. Si el traductor domina la lengua desde la que traduce, comprende bien el espíritu de la poesía y se identifica con el poema que está traduciendo, entonces la traducción será maravillosa, e incluso, en ocasiones, superior al texto original.
En cuanto a la traducción de mi poesía, hay una disparidad en los resultados: algunas versiones son muy bellas, mientras que otras tienen un valor variable. Pero en cualquier caso, agradezco a cada traductor que se ha acercado a mi poesía y ha realizado un gran esfuerzo para trasladarla a otros idiomas, porque sin su amor y dedicación, mi poesía no habría llegado al mundo, a personas que son lingüística, cultural e incluso poéticamente distintas.
Gracias a ellos, mis versos han podido entrar en muchos hogares alrededor del mundo. Les estoy profundamente agradecido.
–Su libro "No pasarán" fue publicado por el Festival Internacional de Poesía de Puerto Rico en 2016. Considerando su trayectoria como poeta, traductor y defensor de la literatura kurda, ¿cómo fue esa experiencia y qué significó para usted?
–Sin duda, fue una experiencia hermosa... No pasarán era un pequeño cuadernillo; el comité del festival de Puerto Rico eligió ese título, y me alegró mucho su elección. El primer día, en la inauguración del festival, todas las copias se agotaron y solo me quedaron dos o tres ejemplares.
No pasarán es el poema que habla sobre la heroica resistencia de la ciudad kurda de Kobani frente al terrorismo del Estado Islámico (ISIS) y su abrumadora victoria sobre ellos.
Mi presencia en Puerto Rico fue una experiencia muy importante. Además de participar como poeta, también fui conferencista: di una charla en la Universidad de San Juan sobre el papel de la poesía en la resistencia, la situación de los kurdos y el Kurdistán en general, así como sobre la literatura, la cultura y la lengua kurda. También tuve la oportunidad de conocer a poetas puertorriqueños y su hermosa poesía.
Después de esto, comenzaron a publicarse algunos de mis textos en español. Mi amigo Otoniel Guevara publicó un cuadernillo mío a través de su editorial en San Salvador cuando estuve allí hace algunos años. Luego, se publicaron dos libros en Costa Rica a través de la Casa de la Poesía, la Universidad de San José y el Festival Internacional de Poesía de Costa Rica. Otro cuadernillo fue publicado por nuestra amiga en común, Carolina Zamudio, en la Fundación Esteros en Argentina, en colaboración con la poeta colombiana Bibiana Bernard.
Agradezco profundamente a todos ellos.
—Ha obtenido múltiples reconocimientos internacionales, como el Premio Internacional al Mejor Poeta 2016 en China, el Premio Gran Poeta Kurdo Hamid Badirkhan, el Premio Internacional de Poesía "Bosnian Stećak", el Premio Literario Internacional Kathak de Bangladesh y un galardón honorífico en el Foro Internacional de Poesía de Safi en Marruecos (2024). Además, su obra ha sido traducida a varios idiomas. ¿Cómo recibe estos reconocimientos y qué papel juegan las traducciones en la difusión de su poesía?
—No hay duda de que estos reconocimientos son motivo de alegría, porque significan que alguien te sigue, presta atención a la importancia de lo que escribes y valora su significado, celebrando tu escritura a través de estos premios y honores. Pero es fundamental que estos reconocimientos lleguen por sí solos, sin que uno los busque ni tenga un papel en su obtención.
En cualquier caso, la mayor alegría, el mayor honor y el mayor premio es escribir un texto o un poema que sea digno de la belleza y que contribuya a elevar su nivel en el mundo, porque la belleza ha comenzado a retroceder, a encogerse y a disminuir día tras día debido a la avaricia, el egoísmo, las guerras y los desastres.
En cuanto al papel que juegan las traducciones en la difusión de mi poesía, no hay duda de que la traducción desempeña un papel fundamental y decisivo en su propagación. Sin la traducción, mi poesía habría permanecido cautiva en la lengua en la que escribo, por valiosa que sea, y, por lo tanto, no habría sido posible para alguien con una lengua diferente leerla o comprenderla. La traducción llega, le da alas a tu poesía y la hace volar, cruzar fronteras y continentes sin obstáculos.
La traducción es un puente entre lo local y lo universal. José Saramago tenía razón cuando dijo: "Los escritores crean la literatura nacional, mientras que los traductores crean la literatura universal".
—Ha participado en numerosos festivales de poesía en todo el mundo. ¿Qué le ha aportado la poesía internacional a su propia obra?
—Puedo decir que estoy bien informado sobre la poesía internacional y que estoy en contacto casi diario y directo con ella. Al leer poesía casi a diario y al reunirme con poetas internacionales en festivales de poesía alrededor del mundo, escuchándolos recitar sus poemas, así como intercambiando opiniones e ideas con ellos sobre la poesía y sus últimos desarrollos en el escenario mundial, todo esto deja una cierta huella en mí y en otros poetas. Pero para mí, fue importante desde el principio que mi poema tomara su propio camino, alejado de los caminos de otros, que cantara fuera del rebaño y no germinara ni creciera entre las semillas de otros, es decir, que mi poema se pareciera solo a la huella de mi corazón, mi alma y mi imaginación...
—En un mundo marcado por la violencia y el exilio, ¿cree que la poesía puede contribuir a la resistencia y a la memoria histórica?
—La poesía es la salvadora de nuestras almas de la sequedad, la crueldad, el daño y la calcificación. Es el bálsamo para nuestros dolores, achaques y heridas interminables. Es la guardiana de nuestros sueños y la que preserva nuestra memoria en medio de estas guerras y desastres que nos azotan por todos lados. Cuando la historia miente, la poesía levanta la cabeza y expone esas mentiras que fueron escritas por la voluntad de los poderosos, lejos de la verdad. Pero debe reconocerse que la poesía no puede sanar los dolores de la humanidad ni liberar a las naciones de la injusticia o el despotismo; no es uno de los deberes de la poesía liderar revoluciones ni llevar a cabo la justicia y la igualdad en el mundo. La poesía no puede detener la humillación ni el dolor, a los que las personas están expuestas por doquier. Sin embargo, la poesía es como un grito ante esta epidemia que se extiende aquí y allá; un grito ante las guerras, las cárceles, los asesinatos, el exilio y la destrucción, todo lo cual cubre el universo; un grito que puede abrazar al mundo por todos sus lados y esparcir momentos de calor, amor y libertad a través de sus venas. Al principio, este grito poético debe ser escrito bien, con una imaginación poderosa, con encanto, milagro, amor y locura... El mundo de la poesía tiene una forma distinta al mundo sin ella. Si el mundo se viste de poesía, resucitará de las cenizas hacia la luz, de la oscuridad hacia la delicadeza. ¡Así que más poesía, más inocencia que nos falta! Es a través de la poesía que mantenemos nuestra libertad, y es a través de la poesía que mantenemos encendida la llama de la resistencia en nosotros. En la poesía, me tienta quedarme todo el tiempo en una habitación calentada por la fantasía y la locura, una habitación que me permite aventurarme al extremismo, como alguna vez dijo el famoso filósofo alemán Nietzsche. La poesía no puede coexistir con la frialdad. No puede vivir en una habitación fría, con la frialdad de la mente. Es hija de la fantasía y la locura, nos pide a todos que permanezcamos por ella, en un estado constante de fiebre y calor. Escribo poesía para robarme a mí mismo de mí mismo y hacer que el sueño sea más apasionado que todo lo que jamás he visto, para llevar mi locura al nivel de una gran maravilla. La poesía, esta criatura que no tiene igual en nada de lo que existe, puede hacerme sacrificarlo todo por ella, lo sagrado y lo profano. De vez en cuando, le pregunto a la persona que soy: “Tú, poeta que estás dentro de mí, ¿fuiste fiel a la lección de la poesía? ¿Sacrificaste lo suficiente por ella?” Y luego me contesto a mí mismo: “Estoy intentando con toda mi fuerza, células y sangre que fluye por mis venas.” En este sentido, solo puedo decir a mis compañeros poetas: Queridos, escriban poesía en sus brazos, en sus piernas, en sus espaldas, en sus cuellos, en sus mejillas, en sus estómagos, en sus ombligos, en sus dedos, en sus pechos... Porque la poesía debe estar pegada a la carne, cerca del latido del corazón, ser parte del aliento, íntima al espíritu, la sangre fluye en las venas.
—¿Cuáles son sus próximos proyectos literarios?
—Quizá, pronto se publiquen dos libros, uno en kurdo en Inglaterra y otro en español en España.
—¿Quisiera pedirle ahora nos recomiende 5 libros de autores kurdos que son significativos en su “cocina literaria”?
—La gran épica kurda Mem y Zin escrita por el príncipe de los poetas kurdos Ahmad Khani (En kurdo: Ehmedê Xanî).
– El Valle de las Mariposas, un libro de poesía del gran poeta kurdo Sherko Bekas, y la mayoría de sus obras poéticas, por supuesto.
– El Diccionario Kurdo.
– Resumen de la historia de los kurdos y Kurdistán de Muhammad Amin Zaki.
– Las obras poéticas del gran poeta y místico kurdo Malaye Jaziri (En kurdo: Melayê Cizîrî).
—¿Qué le diría de consejo a un poeta que recién comienza en esta disciplina intelectual o a usted mismo, cuando estaba dando sus primeros pasos en el oficio poético?
—Mi consejo para los jóvenes poetas (creo que también fue mi consejo para mí mismo cuando daba mis primeros pasos en los caminos de la poesía) es no responder a los consejos de nadie, no tomarlos, ¡y esto, lamentablemente, también es un consejo! Deben aprender por sí mismos y hacer su propio camino sin apoyo, tutela, sermones, juicios, consejos, padres o madres... Deben adentrarse en los mares de la escritura sin botes ni remos, y sumergirse profundamente en ellos... Deben saber muy bien que escribir es un talento divino (si es que hay un Dios) que no se puede enseñar en las escuelas ni en ningún otro lugar...
—Por último, me gustaría saber una lista de sus diez libros de poesía predilectos?
—Las obras completas de poesía de Nietzsche... Las obras completas de poesía de la gran poeta griega Safo... Ariel de Sylvia Plath... Los Poemas y antipoemas del gran poeta chileno Nicanor Parra... Toda la poesía de Fernando Pessoa, ya sea bajo su propio nombre o bajo otros nombres, y en la cima de ellas está El libro del desasosiego, aunque El libro del desasosiego es un diario y no un libro de poesía, pero está lleno de fragmentos poéticos maravillosos... Hojas de hierba de Whitman... Birthday Letters de Ted Hughes, publicado treinta y cinco años después del suicidio de Sylvia Plath, y el libro contiene ochenta y ocho poemas, escritos específicamente por el poeta en memoria de su esposa suicida... Las canciones de Maldoror de Lautréamont... Las flores del mal de Baudelaire... El barco ebrio de Arthur Rimbaud.
De hecho, mencionar solo diez libros de poesía no es suficiente. Aquí debería mencionar las grandes obras de muchos poetas del mundo que fueron de suma importancia, como las obras de Du Fu, Li Bai, Omar Khayyam, Forough Farrokhzad, Anne Sexton, T. S. Eliot, Roberto Juarroz, Juan Gelman, Ernesto Cardenal, José Emilio Pacheco, Vicente Huidobro, Raúl Zurita, Rubén Darío, Vicente Aleixandre, Lawrence Ferlinghetti, Allen Ginsberg, William S. Burroughs, Paul Éluard, Luis Aragón, Philippe Soupault, Gabriela Mistral, Alejandra Pizarnik, Clara Janés, Anna Akhmatova, Marina Tsvetaeva, Yiannis Ritsos, Ezra Pound, Salvatore Quasimodo, Alda Merini, Giuseppe Ungaretti, Octavio Paz, Jaime Sabines, Lorca, Machado, José Hierro, Zbigniew Herbert, Wisława Szymborska, Adam Mickiewicz, Derek Walcott, Rilke, Novalis, Hölderlin, Nicolás Guillén, Humberto Akʼabal, Vladimír Holan, Mayakovsky, Maya Angelou, Alfonsina Storni... La lista continúa y es imposible mencionar todos los nombres y obras importantes del mundo.
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dirigida por Luis Martinez Solorza. e-mail: letras.s5.com@gmail.com Entrevista a Hussein Habasch.
“Estoy en deuda con el dolor kurdo, que nunca termina".
Por Ernesto González Barnert.