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Cruzar el desierto (Colectivo Semilla, 2018)
de Nicolás Guglielmetti
        
        Por Ernesto González Barnert
 
          
          
          
        
        
          
            
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          Desde que abrí el  .pdf no dejé de leer hasta terminar este gran poema fragmentario del poeta y  escritor bahiense Guglielmetti. 
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        “La política me parece  muy tonta, muy simple: exige que uno piense que tiene la razón y que el  contrario está equivocado”, señala Jonathan Frazen. Bueno, este libro se hunde  y nos lleva con él como lectores en esa disyuntiva, sálvese quien pueda. Y lo  hace en un ejercicio destornillante de ácidez e ironía y autoconsciencia que  continua a mi parecer una línea de libros bahienses que considero nuevos  clásicos latinoamericanos: Poesía civil (Raimondi) y Escuela pública (Omr Chauvié)  principalmente, no lejos de libros que también en su amplitud complementan esa  manera particular en que los poetas de la provincia de Buenos Aires ven el  país, el estado de cosas, trenzan la micropolítica con la macro, viven el  lenguaje y el condicionamiento. Me refiero a libros como En una nave comandada  por Enrique unos pocos hombres abandonamos la tierra (Germán Arens), Blaia  (Marcelo Díaz), el monumental Cuadernos de Lengua y Literatura (Mario Ortiz),  Rubios naturales (Carolina Rack), ¿Cuántos son Muchos poemas? ¿Tres, cien, mil?  ¿Cuántos pocos? (Roberta Ianamico) o los poemarios recientes de Milton López,  Andrés Montenegro (Hamaca Paraguaya), entre otros que admiro profundamente.  Toda una “pléyade” que hacen de este punto herido por el curso del Napostá y la  empresa Petroquímica en el mapa argentino uno de los polos más sorprendentes de  la poesía escrita en castellano actual por la fuerza y habilidad de sus bardos  para abrir y cobijar un espacio mental de consciencia, crítico del facismo y la  contaminación, atentos a los golpes de la historia reciente y pasada de la  política nacional e internacional, con la poesía como llama de la antorcha en  la noche macrista.  
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        Un libro que existe y  se permite tanta dureza porque también está sostenido por la mano de una mujer,  Ana. Y le da espacio y respiro al poeta “aún entre estas frías cosas”, como  diría Neruda, no lejos del volcán Calbuco. 
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        Nicolás Gugliemetti  (1981) nos lega un paso por el desierto, una senda con poco pozos de agua, pero  que sacian nuestra sed de sangre. Un poemario que deja una huella en el  desierto de los suyos y los nuestros y del que ahora no podemos prescindir.
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        Si la "vida en  la verdad" es el punto de partida elemental de cualquier esfuerzo del  hombre para resistir a la presión alienante del sistema, si es la única base  significativa de cualquier acción política independiente y si, en fin, es  también la raíz existencial más adecuada a la actitud "disidente", es  difícil imaginar que, aun en su objetivación, el trabajo "disidente"  pueda fundarse en otra cosa que no sea el servicio a la verdad y a una vida  verdadera y el esfuerzo de abrir un espacio a las intenciones reales de la  vida.
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        Un poema río, un  afluente del Napostá, que viene a airear también la propia posición crítica. 
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        "Tan sólo la  expresión puede dotar de realidad a la realidad. Y la realidad no está en la  realidad, sino solamente en la expresión."
          Yukio Mishima, 'El  color prohibido'.
        Yukio y Nicolás la  tienen clara. Por consiguiente, el paso siguiente es evitar la desertificación  de la literatura. O dicho con otras palabras: acariciar con energía y dureza  poética para contrarrestar el anquilosamiento prosaico la expresión de la  realidad facial del rostro bahiense contra el status quo.  
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        Repito: no es un  libro más, es un libro del que ahora no podemos prescindir. Un .pdf que no paré  de leer, fascinado y entregado a su vigor, hasta terminar sabiendo que su  influjo y potestad recién comienzan. 
         
        