Hoy tenemos el honor de conversar con Zuleta Vásquez (Antofagasta, 1979), una figura destacada en el nuevo panorama cultural del norte de Chile. Escritora, poeta, dibujante y gestora cultural, su versatilidad artística la ha llevado a explorar múltiples formas de expresión, consolidándose como una voz fundamental en la poesía chilena contemporánea.
Actualmente, se desempeña como editora de la Colección Pleamar y coordinadora de gestión cultural en Editorial Pampa Negra Ediciones de Antofagasta, espacios desde los cuales impulsa la visibilización de la literatura de la región y la creación de nuevas plataformas para las artes.
Entre sus obras destacan los poemarios 101-201 (Ediciones Hurañas, 2020), una recopilación de 202 poesías que marca un hito en su trayectoria, y su continuación, 301-401 (2021), que refuerza su capacidad para plasmar una poética profunda y auténtica.
Su nombre figura en revistas literarias y antologías clave, como La poesía del norte de Chile, compilada por Daniel Rojas Pachas para la revista Medio Rural, y, más recientemente, El Faro. Poetas de Norte a Sur. Voz poética de la mujer en Chile, 1980-2022.
La obra de Zuleta Vásquez refleja una conexión íntima con el paisaje del norte, la problemática femenina y existencial, con el arte como vehículo de memoria y resistencia. En esta entrevista, exploraremos su poética, su labor como editora y gestora, y su visión sobre el presente y futuro de la literatura en el norte de Chile.
Trayectoria y obra
—¿Cómo describirías tu evolución como poeta desde 101-201 hasta 301-401? ¿Qué diferencias y continuidades destacarías entre ambos libros?
—Desde 101 a 401, el último libro de poesía publicado, existe una evolución en las imágenes presentes que, de alguna manera, son redundantes en el primer libro. Una presencia constante de ese dolor primitivo y de figuras rastreras. El hilo conductor de estos libros no solo es, la enumeración, si no, una cronología latente de eventos puestos en poesía. La continuidad en estos libros y los futuros libros, puede ser la ausencia de títulos y el nombre de cada libro. En cuanto a las diferencia entre ellos, pueden ser las etapas a las que corresponden en lo personal y la forma en que se delata en la poesía. Aventurando una diferencia marcada, podría ser desde el próximo libro en adelante. Se cierra el periodo de libros siameses, para presentar a 501 de manera individual, aunque 601, también ya esté escrito. Es necesario.
—Tu obra incluye una extensa cantidad de poemas. ¿Cómo es tu proceso creativo para organizar y seleccionar el material que publicas?
—Esencialmente, el proceso creativo es un asalto, como un dictamen que de pronto exige ser escrito. Una bala saliendo dolorosa muchas veces. Desde ese punto, se acumulan hasta ser pasados en limpio a algún archivo. Eso siempre sucede en motivo de un libro, sin orden preciso dentro del mismo, como señalé, es una suma de eventos puestos en poesías. Una especie de acontecer que va siendo escrito y luego releídos para revisar escritura, pulir de ser necesario y según su sonoridad, sentir dentro de la lectura si está listo a quedarse.
Influencias y raíces
—Siendo originaria de Antofagasta, ¿cómo influye el paisaje del norte de Chile en tu poesía?
—Los primeros paisajes los tengo en la memoria. El patio de la casa, insectos, perros, más el olor a harina de pescado de la fábrica cerca de mi casa y la población. Fui hija de buzo mariscador por cuarenta años y el producto de la costa de Antofagasta era traído a la casa en sacos, más el particular olor a mar. Primero fue la herencia del mar antes de encontrar significado en el cerro, aunque siempre es la incógnita que busco en otros. Ahora en estos años míos, creo comprender mejor la óptica del desierto, que no es lo mismo que mirar el cerro y distinguir el atisbo social que conlleva esa mirada. El desierto tiene ese encanto desnudo que solo dan los colores de la soledad contemplativa y de alguna manera se cuela en la poesía.
—¿Qué autores o autoras han marcado tu escritura? ¿Algún referente del norte chileno que sientas cercano?
—Creciendo leí bastante de Herman Hesse, María Luisa Bombal, Stella Díaz Varín, Nicanor Parra y Armando Uribe. Creo que, más que marcar la escritura, marcaron mis lecturas. Leo también mucha biografía y libros de historia. En cuanto a algún referente del norte, siento cercana la escritura de Jaime Ceballos, he estado leyendo su último libro. Patricio Jara y también Soledad Fariña, nacida en Antofagasta, además de otros autores del norte y mi ciudad. Es importante conocer lo regional.
Perspectiva cultural
—Eres gestora cultural y editora en la región. ¿Cómo ves el panorama literario actual en el norte de Chile?
—Indudablemente, el panorama literario del norte, es un territorio vivo, aunque marcado por su geografía. Este anexado territorio del norte grande alberga toda una generación de escritores que ha seguido creciendo por la presencia de nuevos autores y entre ellos, los infaltables consagrados.
En este territorio contamos con editoriales independientes como Editorial Navaja, Cinosargo Ediciones, Ediciones Hurañas y Pampa Negra ediciones, esta última con la mayor cantidad de publicaciones de la región de Antofagasta, superando significativamente a Universidades de la región, una situación que parece critica desde la producción misma que deberían tener estas instituciones.
Si bien Antofagasta cuenta con infraestructura cultural para potenciar la literatura, esta no se condice con lo que en regiones como Iquique o Arica se realiza a pesar de contar con menos espacios. Esto se debe a que, centros culturales o la misma Casa de la Cultura de Antofagasta no realiza actividades para la Comunidad, sin nombrar el mismo caso de la SECH Antofagasta.
La capital minera de Chile, tiene a su haber, también la Feria Internacional del Libro del Zicosur, FILZIC. Financiada con inversión minera y estatal, sin embargo, en sus últimos años ha carecido del mismo prestigio y una disminución de stands de libros, siendo superados por otros de presencia no cultural dentro de la misma, que ha sido foco de críticas dentro del medio literario. En este sentido, la falta de políticas culturales claras que puedan ser efectivas en cada territorio, también es un determinante al momento de hablar de cultura o su desarrollo.
—¿Qué desafíos enfrenta la poesía y la literatura del norte para tener mayor visibilidad en el contexto nacional e internacional?
—Despegarnos del creer que la poesía por ser del norte, solo representa paisaje de contemplación, territorio o patrimonio. Aunque estas son temáticas importantes y representantes del gran norte de Chile, también es importante considerar que existen autores no solo en poesía, sino en narrativa que tocan otras temáticas de escritura y merecen un salir de esta frontera imaginaria que nos aleja de la visibilidad nacional o internacional.
Sobre la antología y la voz poética femenina
—En tu participación en antologías como El Faro. Poetas de Norte a Sur, ¿cómo sientes que se posiciona la voz poética femenina en Chile?
—Las voces poéticas femeninas en Chile se vienen posicionando desde hace décadas, sin contar que nuestro actual Premio Nacional de Poesía pertenece a la gran poeta Elvira Hernández. Rosabetty Muñoz, otra gran exponente premiada y ambas del sur de Chile. Stella Díaz Varín, Malú Urriola y desde el norte, Soledad Fariña, Alicia Galaz y Nana Gutiérrez, que el seguir nombrando, me haría dejar muchas poetas de gran trayectoria fuera de esta respuesta, y eso sería injusto.
Muchas poetas han sido las raíces de las actuales ramas de la poesía y este entramado de voces poéticas femeninas es imparable y cada vez más potente. Hay tanto que dignificar desde la palabra y construir para lo perpetuo que, sin duda, las poetas sabrán hacer un gran futuro desde la poesía chilena.
—¿Qué aspectos consideras fundamentales en la construcción de una voz poética que dialogue con lo colectivo y lo íntimo a la vez?
—Siento que es fundamental abordar la poesía con honestidad desde lo más profundo del sentimiento que nos mueve a escribir, desde ahí la voz poética, podrá ser una muy buena herramienta comunicadora con el lector para transmitir y tocar los hilos sensibles de quien escucha o lee la poesía. Esto además es importante para el desarrollo de un estilo literario de escritura.
Relación con otras artes
—Eres también dibujante. ¿Cómo se relacionan la poesía y las artes visuales en tu proceso creativo?
—Ambas se relacionan directamente, muchas veces es una pugna entre la necesidad de escribir y las de dibujar al mismo tiempo. Así, muchas veces, ocurre estar en el proceso de un dibujo y empiezan las palabras como un atropello que necesita ser escrito y tal escrito, representa el sentir del mismo dibujo. Esta poesía tiene un contenido de imágenes importantes, es algo no buscado a propósito, pero he comprendido que puede ser debido al dibujo y la constante de plasmar el profundo dolor de algunas cosas.
—¿Has considerado integrar estos lenguajes en proyectos editoriales o artísticos futuros?
—En lo pronto las reediciones de estos libros contemplan parte del dibujo desarrollado al carbón. Las pinturas, espero que en algún momento puedan acompañar a los dibujos en alguna exposición. Solo tengo pensado el proyecto, falta desarrollarlo y quizás también involucrar poesías a lo mismo.
Mirada hacia el futuro
—¿Qué proyectos literarios o artísticos estás desarrollando actualmente?
—Hay un proyecto de libro de cuentos que tengo pendiente hace bastante y me gustaría materializar este 2025. Aunque también está 501 y 601 en los que estoy trabajando y debo atender cómo gestionar para transformar en libros en algún momento. También está el trabajo de edición en la Colección de poesía Pleamar de Pampa Negra Ediciones y la gestión en presentación de las colecciones y actividades.
—¿Cuál es tu visión para la Colección Pleamar y Editorial Pampa Negra en los próximos años?
—Colección Pleamar. Poesía desde la costa desértica, sigue creciendo y consolidando su trabajo editorial en tanto colección poética y de divulgación de estudio literarios. Recientemente hemos publicado Ckausama. Ritos del despojo de Boris Durandeau, y actualmente tenemos en imprenta tres títulos más. Con esto ya son 11 libros publicados en solo un año y medio de trabajo sostenido, gracias al equipo que integra esta colección: Camilo Araya, coeditor y director de Pampa Negra Ediciones, y Antonieta Clunes, artista visual y diseñadora de Pleamar. Cada uno de estos libros cuenta con paratextos críticos, ya sean prólogos y/o epílogos, además de un proceso de recepción, que incluye lecturas, reseñas, entrevistas y otros contenidos publicados en revistas literarias nacionales e internacionales. Nuestro horizonte para el 2025 es que esta colección siga creciendo junto a las altas mareas, incorporando títulos que ya están siendo trabajados, pero también presentaciones, reseñas y diálogos en otros puntos del país, y por qué no, del continente y el mundo. Esa es la idea, poesía desde la costa desértica para ser leída, comentada y disfrutada en cualquier rincón. Además, un trabajo importante en esta colección es el recate de voces poéticas no siempre incluidas en el canon literario, sobre todo mujeres cuya obra se generó desde este desierto: Alicia Galaz, Nana Gutiérrez, Paulina Cors, entre otras.
Reflexión personal
—Si tuvieras que definir tu poética en una frase, ¿cuál sería?
—No escribo para esta vida, escribo para la próxima.
—¿Qué consejo le darías a quienes están comenzando a escribir poesía desde regiones más alejadas de los grandes centros urbanos?
—Que sean constantes, que, si están verdaderamente comprometidos con escribir, hagan de este oficio uno de los más serios a desarrollar. Que no hay camino fácil ni rápido. Debemos caminar la piedra para encontrar nuevos territorios donde poder sembrar poesía.
—¿Podrías dejarnos una selección de 10 textos breves tuyos?
402
Si te preguntan:
¿Cómo me llamo?
-recuerda-
No me llamo
-no tengo nombre-
Fui asesinada
y yo lo hice.
405
Erguido Antofagasta de jaula,
barrotes invisibles,
y evaporada la gente
haciéndose pájaro
en esta reja.
Atrapados
veo compañeros,
me veo compañero
y mis poemas
Piojos reunidos en el circo,
en el aplauso
y la ceguera de los cristales,
resonando plomo negro
en virutas de patos yecos.
Me escucho,
los escucho...
estamos perdidos en la reja.
477
Las voces humanas son el laberinto de la escritura,
cavernaculos que estrellan este individuo
y la incomprensible frente a los ojos de un insecto.
Un cuerpo tirado haciendo su danza
y piel de perro.
Me intrigan las partidas,
los velorios, las cabezas de la gente,
y todo es una pregunta.
A este mundo...
entiérrenme con todos los libros
que no alcancé a leer-
486
Hay mundos en los que no se cabe,
-que caben muchos-
en que caben otros
y no se llaman muchos.
Es el mundo de los pocos
y yo construí mi banca con hojas
en una escalera para esos mundos.
Sin hacer ruido,
llevando semillas prensadas,
y de errores tallé sus zapatos.
De mundos arriba del cráneo
sembré mi casa…
pero te ignoran pájaro libre,
pajarillo de las muletas
y la sangre corriendo de sus alas,
el corazón erguido,
y a las
muletas crucificado.
Brazos de gorrión
en las esperas de las ruedas
y su muerte.
Ave sin nido,
pajarillo de los paraderos,
envuelto en orines de gato.
501
Esta pequeña ignorancia de todo,
este dolor no amputado
-esta insignificancia
de mi autoexilio-
Esto que me hace ridículo,
no ruidoso
y doloroso a mi tumor de sangre.
Tuve un estornudo silencioso,
partió la mitad de mi existencia
y crecido hecho huella del infortunio,
elevó mi alma,
los riñones
y mi cuerpo hacia la muerte.
519
Mesa de sordos,
de papas al plato
sin dar cuenta de mi existencia.
Yo de espina
y la desmemoria hablando de costras sobre la cocina.
¿En qué momento falleció mi cuerpo que no me ven?
-No hay preguntas a mi cadáver -
Estoy al sillón desaparecida.
Monopolio relator,
avasallador
en el eco de estos muros.
-Estamos a la sobra caídos del plato-
(Tengo lástima del corazón que traje)
543
Negros neumáticos,
senderos de materia prima,
en secas argollas a la tierra que observo.
-en angulares quistes del cerro-
se asoman laberintos.
-Perros pastores de estatuas-
los habitantes lejanos del centro,
duermen de pichones parados en las veredas,
y gatos a la caza
de sus cuellos esperando la micro.
Compactada la sangre al cerro,
no cuela a la red húmeda de los callejones.
Subido el cerro,
un pulmón ha sido restado de la espalda
y una pierna,
ancló en la tierra.
537
Anochece
a las vísperas de la madeja,
a la sombra del durmiente hilado.
El cristal cobarde
y la nula fuente de empeño humano.
-Olores de ollas,
mi camino para no ser olvidado,
y serpentinas de mí.
Formación en mayúsculas.
mi soberbio dictador en una silla,
agitando paloma,
-y resonando de flemas el pecho-
Moledor de carne
y este cuerpo decantador
de sus carbones,
en basurales de palabras,
y recogido de lastima, un silencio.
-Se abrió mi cabeza,
he parido.
-He mal parido estos versos. –
601
Esquelones,
mariposas de pescado.
Mariposas
libélulas que se abren crucifijos
y vuelan verdes,
cristalinos a la madera de árboles.
Baratas voladoras,
las monarcas sin alcantarilla que pasan por las piernas.
Jotes con sonido de aviones,
jotes árboles gritando.
a la vegetación obscena,
en un insulto al cerro desnudo
y quintiles de mi polvo habitante.
¿Qué hace el esqueleto de una mariposa desarmada al viento?
¿Buscará ese animal azul que salado se disfraza de mar?
¡huelo a pescado en aceite!
Mar, delincuente que busca pelearse con las rocas,
y deshace de sangre pájaros en una biblioteca.
Un rugido lejano de árboles,
moho que crece sobre el musgo,
observa volantines negros
con alas de cóndor
pobre a sus narices.
Cuerpo indigno que traje desde mi cerro a leer poesía,
desde un puerto cubierto de plomo cáncer
y mis mejillas de caporal,
www.letras.mysite.com: Página chilena al servicio de la cultura
dirigida por Luis Martinez Solorza. e-mail: letras.s5.com@gmail.com Entrevista a Zuleta Vásquez. (Antofagasta, 1979)
“No escribo para esta vida, escribo para la próxima.”
Por Ernesto González Barnert.