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            Presentación de Cul de Sac (Libros del Pez  Espiral, 2016) de Ernesto González Barnert
        Por Carmen Galdames J.
        
          
          
        
          
        
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                      Leer Cul de Sac es entrar a una sucesión  de canciones que no han llegado a ser musicalizadas aún. Es encontramos,  también, con imágenes breves y elocuentes, como si de pronto deambuláramos por  un callejón con paredes cubiertas de graffitis. Es un lugar plagado de frases y  dibujos que significan mucho más que sólo algunas líneas de colores trazadas  sobre el cemento, que unas cuantas palabras impresas sobre el papel. Es un  libro de tapas amarillas que no comienza ni termina, al que podrías ponerle  play, avanzar y retroceder sin que pierda su intensidad ni su sentido.
          
            “La hija adolescente de un amigo
  con la que navegábamos
  en un velero por el Calafquén
  decía que mi problema
  es que no sé ir a favor del viento, remar  lento
              o hundir la mano en el agua
              sin creer que algo
              de súbito me la arrancará”
          
          Cada vez que damos vuelta una página nos  topamos con algo diferente. Distintos tonos, imágenes, melodías que mezclan  haikús con boleterías del metro, con rubias en trajes de baño, con el temor de  quebrarse al escuchar una canción cebolla en la radio Pudahuel. Es un paseo por  Santiago, por las calles, por el metro, por el Parque Quinta Normal. La  nostalgia de épocas más tranquilas, más silenciosas, con más música y menos  farmacias.
          Dice el poema de la página 38
          
            “Entró al baño
              Y puso llave por primera vez
              Desde que vivimos juntos”
          
           Y es así como deambulamos por el amor articulado  en escenas cotidianas: pasar el fin de semana en cama sintiendo los pies del  otro. Compartir ropa, siestas, paseos, el baño. Nos encontramos con un erotismo  sutil, con la emoción de tener al otro así tan cerca, que bastaría con estirar  la mano para sentir su piel.
           También es entender el amor como una  guerra fría, como un portazo que queda inconcluso, como el golpe seco de un  pájaro contra una ventana. Es un no saber nada del amor y terminar rindiéndote  antes de que te disparen.
          Leer este libro es hacer un recorrido por  nuestras propias estaciones: esos lugares que atesoramos en privado, que a  nadie más le importan. Momentos que se grabaron en nuestra biografía y que nos  transformaron en estos que somos y no en otros. Es así como vamos avanzando, tal  como lo haría nuestra memoria. Imágenes entregadas al azar, recuerdos  recortados por el tiempo, sacados de contexto.
          
            “¿Que cómo va mi vida?
              Como un escarabajo que encuentra sitio  para estacionar
              en mitad de una hilera de asiáticos del  año
              o año pasado” (página 20)
          
          El universo de Cul de Sac nos pertenece un  poco a todos, nos enamora, nos perturba en algunas ocasiones y nos sorprende en  otras. La injusticia se siente en el aire caliente del metro, en las colas del  banco, en los préstamos que sobrevivirán a nuestra vejez. Amistades pasando el  calor dentro de piscinas inflables. Madres e hijos tomando helados, cambiando  frascos de perfumes por peluches.
          Es la urgencia de lo cotidiano lo que se  cuela en estas páginas de historias breves. Como ir a la feria y hablar con el  casero, pasear por la Alameda y observar pequeñas batallas con vestidos  levantados por el viento. El narrador de este libro se pasea por las calles con  la atención puesta en su propia cabeza y también en lo que hacen los otros.  Atento a lo que nos duele, a lo que echamos de menos. Porque en eso nos  parecemos todos. Algunos nos mareamos arriba de carruseles; otros, vaciando  piscolas con hielo.
          
            “Entrar a una peluquería solo para que  alguien te toque la cabeza
  al supermercado un día de calor, para  sentir frío”
          
          Eso dice el poema de la página 33 y yo me  detengo y pienso que Cul de Sac es también parte de nuestra búsqueda por sentir  algo, aunque sea el frío en días de calor.
           
          