MI  ABUELA SE METÍA UNA PIEDRA EN LA BOCA
                    y se  ponía a leer en voz alta.
                    Te  obligaba a imitarla
                    tardes  enteras cuando la visitabas.
                    Para  hablar correctamente decía.
                    Pronunciar  bien cada palabra
                    mientras  te miraba fijo a los ojos,
                    sin  descanso.
                  
                   
                   
                  BÁSTENOS  ESCRIBIR, LOS CAPRICHOS
                    de una  obra menor,
                    este  joderse al servicio de lo inútil.
                    Demasiada  luz ha golpeado
                    en el  agua liosa y la noche arrecia.
                    Bástenos  escribir, echar de ver:
                    Nadie  aprendió de nuestros errores.
                    Vivir  es otra lengua.
                  
                   
                   
                  TE  OFREZCO EL SUAVE CALOR DE UNA VIDA EN LLAMAS.
                    Una luz  que no admite sombras al decir te quiero.
                    Todo el  mar diciéndome que me calme.
                    Así te  guardes del fuego en la quemadura del hielo
                    o deba  reencontrarte con pequeños incendios
                    de  cerillas en tu silencio.
                    Te  ofrezco lava, amor de veras, mi cortejo perpetuo
                    apenas  sofocado por estas paladas de tierra.
                  
                   
                   
                   
                  EL  TALLADOR DE CRUCIFIJOS
                  Talla  mal al Cristo,
                    el  dolor como si fuera el suyo,
                    los  ojos como si le vieran misericorde
                    a cada  sacado.
                  Y  falla.
                  Falla  cada golpe con que exacerba las llagas
                    como si  no tuviera suficiente ya.
                  Falla  al recordar con odio en sus oídos
                    las  risotadas con que le hicieron subir a la colina.
                  Falla  si los clavos que cruzan sus rodillas
                    no son  también los clavos que atraviesan
                    a todos  los arrodillados
                    que no  son escuchados esta noche.
                    No  pueden esperar más.
                    Esos  que rezan con miedo, desesperación
                    a la  orilla de una cama o en una sala de clases
                    y  apenas juntan las palabras;
                    esos  que en un pasillo de hospital o templo
                    cierran  los ojos y te piden con su propia vida a cambio
                    y no  son escuchados.
                  Talla  mal al Cristo y lo sabe.
                  Como  sabe que quien trabaja
                    en la  madera de los hombres, su arte,
                    no dice  basta, orden.
                    Impune  canta: no a la usura,
                    yo no  busco tocarle las bolas al becerro de oro.
                    Y su  familia muerde el pan exiguo.
                  Talla  mal al Cristo
                    si hace  que las espinas corten,
                    las  uñas no estén sucias de tierra y arena,
                    sangre  y tinta.
                    Porque  ya no es un juego.
                    Porque  la iglesia a esta hora
                    es una  cueva de ladrones.
                    Porque  soy un hombre que no ha perdonado
                    y lo  que sale de mis manos
                    no  sirve para vivir en temor de Dios
                    o en  amor al prójimo.
                    
                    [De  Trabajos de luz sobre el agua]
                    
                    
                  
                   
                  ME  RECALIENTAS CUANDO TAPADA CON UNA TOALLA TE SECAS EL PELO
                    o sobre  la cama te buscas pelitos locos en las piernas
                    en ese  calzón que costó más que mi biografía
                    de los  años rusos de Nabokov
                    o  cuando con un algodón apenas mojado en acetona
                    limpias  lo que dejaste de pintura en las uñas
                    después  de ver una película horrible en Cinemax
                    ¿Qué  chucha le pasó a Cinemax?
                  Y no te  explico lo que es verte agarrar el secador
                    y  apuntarte.
                    O  cuando me pides favor que te ponga calcetines
                    o  muerdes una galletita con mermelada en la cocina.
                  ¿Por  qué dejas la puerta abierta del baño?
                    ¿Por  qué actúo como si no se me estuviera permitido
                    más que  ver y guardar silencio?
                    Ese  vestidito, ajustado, de cebrita, no calmó nada.
                    
                    Tomarte  el pelo con las manos
                    con un  pinche con forma de mariposa,
                    entre  tus labios, menos.
                  Mientras  una naranja en la mesa del velador
                    recibe  el corte oscuro de la persiana.
                    Tu  gatita por primera vez se sube a mis rodillas.
                   
                   
                  HANSEL  Y GRETEL
                  ¿Hace  cuánto no escribes?
                    ¿Por  qué no lo haces sobre niños
                    encerrados  con llave por sus padres,
                    echados  por su madre al bosque?
                    Ahora  que rehúsas bajar de la tarima
                    y sin  conejos en el sombrero,
                    con  nariz de payaso
                    revuelves  mies y farsa con el lápiz.
                    ¿Crees  que seguirán el pájaro blanco,
                    bastará  un hueso entre barrotes a la bruja?
                    ¿Te  salvarán del desierto
                    y esta  sequedad a latigazos de bloody mary,
                    viejo  caballo del horóscopo chino?
                    Nada de  refrescos: hielo.
                    Y no  digas que hace frío
                    porque  cualquiera puede abrigarte.
                    Tiene  que haber injusticia,
                    de lo  contrario no acabarías nunca.
                    Tienes  que decir la verdad
                    aunque  nada cambie.
                    Porque  esta tarde de sábado invernal
                    el  corazón es una plumilla
                    de  raqueta en raqueta
                    y la  poesía dos hermanos
                    que  nunca se cayeron bien.
                    Simplemente  dejaron de hablarse
                    después  de que la madre, fácil de grito
                    los  conminara guardar
                    en  plena batalla sus ejércitos
                    con un  empate salomónico.
                    Por  cierto, los hermanos Grimm, crueles
                    jamás  dejaron de hablarse
                    por  temor –como en sus cuentos-,
                    de que  fuera para siempre.
                    Jacob y  Wilhelm
                    nunca  escribieron para niños.
                   
                   
                  UN  LIBRO QUE HUNDA TODOS LOS DEMÁS.
                    Ante  eso comparezco.
                    Coto de  caza en que una variopinta manga de cortesanos,
                    estrechas,  maricones, pendejos y borrachos
                    uniformados  de rebelde, pinchan, sobajean, chillan
                    al  cachalote muerto en la playita de Isla Negra.
                  Si a  largos trechos
                    esto  pareció una fiesta de disfraces 
                    en que  todos balan de cordero,
                    estás  en lo cierto.
                    Donde  no falta el entusiasta
                    con la  buena nueva
                    empujándolo  otra vez al mar.
                  Adiós,  piratas, estoy demasiado cansado
                    para ir  de segundo en su listón.
                    Me  alcanza lo que dejo sin decir.
                    Todas  las ovejas que claman paz
                    la  obtendrán del carnicero.
                    
                    Toda  posteridad puede irse a la mierda
                    en la  edad de la prosa.
                    Contra  esta iglesia de los últimos días
                    y su  ego harto de butacas desiertas.
                  Carver  tenía un retrato de Machado en su habitación.
                    Tras  cada pesadilla decía: tranquilo, Machado está aquí.
                    No  quiero pegarle a la piñata
                    echarla  abajo con las venas marcadas.
                  Sí, no  parece buena la fiesta.
                    Un dodo  espera la muerte de pie.
                    Las  chicas se solazan tejiendo y destejiendo petitorios
                    contra  el macho dominante.
                    Se  hacen llamar sin el segundo apellido.
                  Un oso  hartado de bayas se recoge. 
                    Bienvenida  sea la nieve.
                  [De  Coto de caza]
                   
                   
                  «COYOTES»  DE DON EDWARDS
                    me hace  pensar en chicas
                    que  cuando no hay dos vasos
                    beben  del nuestro.
                    Que dan  ganas de lavarles los pies
                    después  de la pega,
                    para sacarles  una sonrisa distinta.
                    Saben  que un día no estarán
                    pero  habrán dejado todo en orden
                    y  todavía nos excitarán
                    cuando  las vistamos
                    con sus  vestidos favoritos
                    el día  de su muerte.
                    Sí, lo  sé, estoy yendo demasiado lejos.
                    Los  malditos coyotes viejos y yo
                    y ellos  se irán.
                   
                   
                  PÓNGANME  LEJOS DE MUJERES
                    que  bailan entre ellas,
                    que no  conocieron el bar Honolulu,
                    que  pagan calculadamente la mitad,
                    que  prefieren rosas
                    antes  que calcetines blancos
                    con  corazones rojos,
                    «Titanic»  antes que «Bitter Moon»
                    y no  gritan a todo lo que da
                    los  «fa» de «Psycho Killer».
                    Pónganme  lejos de las que discuten
                    «Yendo  de la cama al living»
                    o no te  hacen un bailecito gratis
                    si  suena de fondo «Eye in the Sky».
                   
                   
                  PERDÓNAME
                    si a  veces me ves de rodillas
                    por el  «Adagio en sol menor»
                    de  Tomaso Albinoni y Remo Giazotto,
                    bailo solo  «My Cherie Amour»
                    o te  dedico esa canción de Bensé
                    que no  sé qué cresta dice
                    y que,  sin embargo, dice algo
                    que  tengo que decirte.
                    Más  allá de su videoclip que me encanta
                    con sus  preciosos clichés.
                    Quizás  lo único que corregiría
                    sería  no dejarla ganar al gato.
                    En fin,  cuando acaba «Jealous Guy»
                    y la  pongo otra vez
                    porque  esa canción la quiero oír siempre
                    y dos  veces, ahora mismo que no sé
                    si  escuchar primero «O Quereres»
                    o  «Sozinho» de Caetano Veloso
                    y acabo  poniendo «Nothing Compares to You»,
                    avergonzándome  de pensar
                    que  terminaría contigo
                    para  componer una canción así.
                   
                   
                  ESCRIBO  PARA UNA MUJER
                    que  canta «Viento dile a la lluvia» en su kiosco
                    e  interrumpí para comprarle la Rockdelux.
                    Los que  piensan primero en Talk Talk que Bon Jovi
                    cuando  digo «It’s My Life».
                    La que  apoya poner «Es mi vida» de Adamo.
                    
                  
                   
                  QUIZÁ  AHORA ENTIENDA A LISZT
                    cuando  decía llevar una tristeza profunda en el corazón
                    que de  vez en cuando necesita estallar en sonido.
                    Acaso  sea la de esta página sobre otra
                    escrita  de tirón apenas después de dejar caer
                    la  bolsa de basura en el ducto del edificio.
                    Un  golpe que detona otro, nimio, analgésico,
                    antes  de que el sol se vaya por completo.
                   
                   
                  ESCRIBIR
                    es  bajar el volumen
                    creyendo
                    que  alguien llama.
                  [De  Playlist]
                   
                   
                   
                  NO  CONOCES EL AMOR
                    porque el amor es grosero,
                    desesperado, es un hijo de puta
                    eligiendo darte un disparo en el pie
                    que la cabeza.
                    Un poema que no sale,
                    no saldrá nunca
                    atrapado por el deseo
                    en la punta de la lengua.
                    El amor, el amor es algo como un pájaro
                    que golpea de pronto la ventana
                    y con suerte, quizás, veas algunas plumas,
                    algo de sangre, la trizadura en el vidrio.
                    Con suerte, tal vez, escuches
                    el estruendo
                    o nada después del golpe.
                    ¿Me estás escuchando?
                    No conoces el amor, no conoces el amor
                    solo quieres otro poema de sangre y sexo
                    en su vuelo suspendido, pero no amor.
                    Ese amor con que la vida
                    abraza la muerte y viceversa.
                    Porque avecillas como tú
                    Buscan seguir durmiendo
                    sobre el suelo
                    desperdigado de últimos poemas.
                    Así se afana la voluntad y el miedo cada día,
                    lo amarra su inconsciente
                    aterrado en la más alta rama.
                    Así limpias, ordenas
                    cada uno de esos golpes 
                    o aleteos
                    escuchando lo que quieres escuchar
                    encerrado en tu reloj cucú 
                    o nido con cintas de casete 
                    como diría el poeta de Independencia.
                    No conoces el amor, simplemente eres otro
                    que no conoce el amor 
                    me dijo antes de sacar su espejo de mano,
                    pintarse los labios de rojo chillón,
                    con lágrimas en los ojos abordar el taxi
                    que le llamé por teléfono.
                   
                   
                  ESAS  CASITAS AL LADO DEL CAMINO
                    en la  que fantaseamos otra vida
                    no sé  si más feliz, pero más tranquila
                    de  regreso del litoral de los poetas. 
                  
                   
                   
                  CUANDO  EL JOVEN SCHOPENHAUER
                    no  recibía alumnos en el aula
                    frente  a la atiborrada de Hegel
                    se iba  a los baños de la Universidad
                    y  escribía con un cuchillo prusiano:
                    Hegel  me chupa el pico.
                   
                   
                  GANAS  DE TAPARTE
                    sin que  te des cuenta,
                    lo  sepas al despertar.
                    
                  
                   
                  AMORCITO
                    en la  puerta dice tira
                    y tú  empujas.
                    
                  
                   
                  LA  ÚNICA POSESIÓN
                    del  hombre más pobre de Shutka, Muzo,
                    es la  fotografía de su mejor amigo
                    que  lleva consigo 
                    en una  bolsa dentro del bolsillo.
                  
                   
                   
                  VI A  NUESTRA HERMOSA MADRE
                    cayendo  como un saco de papas en el baño.
                    Después  de ayudarla a ponerse de pie sin dejar de sostenerla
                    la  llevé apenas a su pieza, la acosté con torpeza en su cama.
                        “Así  no puedo vivir, hijito” susurró escueta, débil.
                    Y no  pude responderle hermano que se equivocaba.
                    No pude  decirle que solo era una caída más
                    en este  día despiadadamente azul de octubre
                    en el  que había estado leyendo no sé qué desde el amanecer,
                    veía a  un mocoso en su traje de neopreno
                    intentarlo una y otra vez
                    con el  esquí acuático en el lago Villarrica.
                    
                  
                   
                   
                    LA  CAMISA DESABROCHADA HASTA LA MITAD.
                    El café  tibio en el tazón con la oreja rota
                    sobre  el poema recién impreso.
                    La luz  del día yéndose sin pelear.
                    Alguien  grita en el edificio del frente
                    ¡Gol  conchetumadre!
                    cuando  abres la ventana para que corra viento,
                    algo al  menos por el piso. Y te preguntas
                    en qué  estación el Dr. Johnson concluyó
                    que hay  solo dos clases de enfermedad mental:
                    la  melancolía y el entusiasmo.
                    Aquí es  verano.
                    Pero el  otoño ya tiene ganas.
                  [De Cul  de sac]
                  
                   
                   
                  