Secuoya, de Julio Espinosa Guerra, es un libro que se despliega de fondo como un prisma, invitándonos a observar y reflexionar sobre la fragilidad y la permanencia de nuestras construcciones internas y externas a partir del signo de la casa derruida, el hogar en constante proceso de construcción y demolición. En sus páginas, el símbolo de la casa, la posterior metáfora de la secuoya y el acto de habitar poéticamente se entrelazan en un espacio que es a la vez individual y colectivo, íntimo y universal.
El poema, en esta obra, se presenta como una entidad viva: una piedra, o una secuoya, que oscila entre la vida y la muerte, sirviendo de cimiento para el lenguaje, como soporte emocional. Espinosa Guerra construye una "casa poética" cuyos versos, como las piedras que las sostienen, están marcados por el incesante flujo de la existencia, subrayando la inevitabilidad del cambio y la transformación.
Desde el inicio, con las citas de W.G. Sebald y Gordon Matta-Clark, el autor nos sitúa en una atmósfera introspectiva donde se exploran la temporalidad, la memoria y la resistencia al cambio. Sebald, con su visión de un tiempo donde pasado, presente y futuro coexisten, y Matta-Clark, con su aceptación de lo mutable como revelación, preparan al lector para un viaje que exige reflexión y apertura hacia lo efímero.
En palabras del propio Espinosa Guerra, como me decía años atrás, en una entrevista que le hice:
“Más que escribir para alguien, creo que escribo para algo, donde ese ‘algo’ es la necesidad de observar de manera personal lo que me rodea, puesto que indudablemente el lenguaje cotidiano vela la mirada, obligándola a un acercamiento que predefine lo real.”
Estas palabras resuenan en Secuoya, donde la casa trasciende su dimensión física para convertirse en una metáfora de la vida misma. Espinosa Guerra señala que toda casa lleva en sí la semilla de su demolición: “Cada casa que se levanta lleva en su interior una demolición”. Este pensamiento que atraviesa la obra, enfrentándonos a la dualidad de lo construido, siempre amenazado por la fragilidad y el tiempo.
La poesía de Espinosa Guerra no solo indaga en lo personal, sino que conecta con lo colectivo. La casa, como símbolo del hogar interior, se convierte en un espejo de nuestras luchas por proteger lo valioso, el desgaste familiar, el infierno individualista que hoy castiga lo colectivo en nuestra cabecita moldeada a los intereses de los que mandan en este mundo. Aunque todo lo construido es transitorio, el libro sugiere que las obras literarias, como las casas, pueden habitarse con recuerdos y ecos, dándonos refugio y sentido frente al vacío.
El poeta también observaba hace unos años que:
“La poesía es libertad, ya no sólo expresiva, sino interior y subversiva, porque obliga a mirar y, al mirar, posesionarse frente al discurso instaurado que pretende ser totalizante, cuando obviamente no lo es.”
Estas ideas, por supuesto, impregnan los versos de Secuoya, invitándonos a contemplar lo mínimo, lo efímero y lo eterno. En su meditación sobre construir y habitar, Espinosa Guerra encuentra en el cuidado y la resistencia un acto poético. La casa poética que edifica es a la vez refugio y trinchera, un lugar donde se enfrentan la impermanencia y el anhelo de permanencia.
Para el autor:
“La escritura poética, aun tratándose de una reconceptualización de la realidad, es ante todo un acercamiento intuitivo. Su finalidad no es solo la comprensión, sino el desasosiego, la puesta en duda, el desconcierto del lector ante una realidad antes invisible. Si logra remover, cuestionar y desasosegar, el poema ya ha cumplido su propósito, incluso si la racionalización nunca llega.”
Secuoya es, entonces, una reflexión profunda sobre la transitoriedad y un ars poética que redefine lo que significa habitar el mundo en constante cambio. En esta obra, Espinosa Guerra reafirma su compromiso con la poesía como un espacio para mirar, cuestionar y resistir, haciéndonos valientes frente a la intemperie, cuando nuestros muros interiores y exteriores se sacuden o se derrumban.
Gracias a Secuoya, Julio Espinosa Guerra nos invita a habitar no solo nuestras casas, sino también nuestras fragilidades, con la valentía de quien sabe que lo efímero y lo eterno coexisten en cada palabra.
* Julio Espinosa Guerra nació en Santiago de Chile en 1974. Vive en España desde 2001. Ha obtenido diversos premios de poesía, donde destaca el Premio Fundación Pablo Neruda 2011, destinado al conjunto de la obra de un poeta chileno menor de 40 años y que, entre otros, también lo obtuvieron Raúl Zurita, Diego Maquieira, Teresa Calderón y Rosabetty Muñoz. Entre sus libros de poesía destacan NN (Gens, Madrid, 2011), sintaxis asfalto (Olifante, Zaragoza, 2010), La casa amarilla (Pre-Textos, Valencia, 2013) y De lo inútil (Candaya, Barcelona, 2017). Como narrador, han visto la luz sus novelas El día que fue ayer (Mago, Santiago, 2006) y La fría piel de agosto (Alfaguara, Santiago, 2013). También ha compilado las antologías La poesía del siglo XX en Chile (Visor, Madrid, 2005) y Palabra sobre palabra: 13 poetas jóvenes de España (Santiago Inédito, Santiago, 2011). De manera esporádica, realiza reseñas y críticas literarias, habiendo colaborado con medios como Revista de Libros, Letras Libres, Literaturas.com, Turia, Heraldo de Aragón, entre otros. Dirige el Estudio de Escritura y la Editorial MilMadres, en Zaragoza.
**Ernesto González Barnert (30 de agosto de 1978, Temuco, Chile) es un destacado poeta chileno cuya obra ha sido ampliamente reconocida en el ámbito literario. Entre los premios obtenidos se encuentran: el Premio de Poesía Infantil de las Bibliotecas de Providencia (2023), el Premio Pablo Neruda (2018), el Premio Nacional de Poesía a la Mejor Obra Inédita del Consejo del Libro y la Lectura (2014), el Premio Nacional Eduardo Anguita (2009), el Premio Nacional Pablo Neruda otorgado por la Universidad de Valparaíso (2007), la Mención Honorífica en el Concurso Internacional de Poesía Nueva York Poetry Press (2020), la Mención Honrosa en el Concurso Nacional de Poesía Joven Armando Rubio (2003), el primer lugar en el Concurso de Poesía del Sur (2005) y la Mención Honrosa en los Juegos Literarios Gabriela Mistral de la I. Municipalidad de Santiago (2005), entre otros reconocimientos, becas y concursos de carácter poético. Es Licenciado en Cine Documental por la Universidad Academia de Humanismo Cristiano (UAHC) y Diplomado en Estética del Cine por la Escuela de Cine de Chile. Además, se desempeña como gestor cultural de la Fundación Pablo Neruda y ha colaborado como editor y articulista en diversos medios, editoriales e instituciones. Actualmente, reside en Santiago de Chile.
www.letras.mysite.com: Página chilena al servicio de la cultura
dirigida por Luis Martinez Solorza. e-mail: letras.s5.com@gmail.com “Cada casa que se levanta lleva en su interior una demolición”.
Presentación de "Secuoya" [Pretextos, 2024] de Julio Espinosa Guerra.
Por Ernesto González Barnert.