Francisco Martinovich Salas (Santiago, 1987) es una de las voces destacadas de la poesía más actual y chilena. Su obra se caracteriza por una escritura precisa, cargada de reflexión y de una sutil tensión entre lo personal y lo colectivo. Ha publicado los poemarios Lidia (2013), Sospecha de nada (2014) y Galería/Galerija (2017), libros que no solo exploran la complejidad del lenguaje poético, sino que también abordan cuestiones profundas sobre la memoria, la historia y la percepción del mundo.
A lo largo de su carrera, Francisco ha desarrollado una labor crítica y editorial fundamental para el panorama literario chileno. Ha coeditado importantes libros como Obra Poética. Juan Marín (2015) y Refracciones: Nueve miradas sobre discursos y medios (2007), además de publicar diversas críticas y reseñas literarias en medios como el blog Poesía y Crítica y el Portal Cultura de la Fundación Pablo Neruda.
Desde 2014, Francisco ha sido uno de los organizadores del evento Lecturas Mistralianas, un espacio mensual dedicado a la poesía y la literatura, y actualmente dirige el Taller de Poesía La Chascona de la Fundación Pablo Neruda, donde comparte su vasta experiencia con nuevos poetas. Además, se desempeña como académico en el Departamento de Expresión de la Universidad Adolfo Ibáñez, contribuyendo a la formación de nuevas generaciones de escritores.
Con su trayectoria como poeta, editor y gestor cultural, Francisco Martinovich ha sido clave en la creación de espacios de reflexión y diálogo literario, promoviendo una poesía que se enfrenta a los desafíos de la contemporaneidad, mientras sigue reivindicando la fuerza transformadora de la palabra.
—Francisco, tu obra se ha caracterizado por un lenguaje preciso y directo, pero también por una cierta oscuridad lúdica, que invita a la reflexión. ¿Cómo describes tu proceso creativo y qué elementos consideras esenciales en tu poesía?
—No sé si pueda dar cuenta de algo así como un “proceso” creativo. Cada vez más siento que una actitud abierta hacia la exploración y el no cerrarse a una idea de forma única o correcta es un camino virtuoso. Sí tengo clarísimo que, a la hora de la escritura, me parece relevante recordar que la base del trabajo está en el cuidado de la imagen y el ritmo. Estos son los elementos que creo, personalmente, le dan una dimensión común a mis poemas a lo largo del tiempo, y es lo que, como lector, valoro y disfruto.
De allí en más el abordaje temático, la oscuridad y claridad de las decisiones léxicas, la construcción de un mundo y la dimensión y mirada política respecto de la realidad ya son más parte de la conformación del sujeto que escribe que de la escritura misma.
—Has publicado varios poemarios como Lidia (2013), Sospecha de nada (2014), y Galería/Galerija (2017), que muestran una evolución tanto en el estilo como en la temática. ¿Cómo ha cambiado tu visión poética desde tus primeros trabajos hasta la actualidad?
—Ciertamente el tiempo transcurrido te lleva a nuevas y diversas lecturas, las que abren el horizonte de posibilidades con las que enfrentarse a la escritura. No creo que haya muchos más cambios que los efectos que han tenido otros textos sobre mi visión de lo posible a la hora de escribir. Sigo valorando la poesía como una necesidad vital para nuestra especie, una materialización de una dimensión humana que la humanidad gusta de ignorar y desoír. Sigo valorando la escritura como un oficio necesario y nutritivo y ese es el principal norte: seguir leyendo y escribiendo, y ayudar a potenciar y difundir el proceso de otras y otros respecto de sus propias escrituras.
—Además de tu faceta como poeta, eres editor y gestor cultural. ¿Cómo influye tu trabajo editorial y tu implicación en proyectos como Lecturas Mistralianas y el Taller de Poesía La Chascona en tu poesía? ¿Crees que el trabajo colectivo enriquece tu visión del arte poético?
—Quien escribe sabe que una de las grandes mentiras que se dicen comúnmente respecto de la escritura y la poesía es que es un oficio solitario. Puede que el acto gráfico y físico de escribir sea privado e individual, pero esto es solo una parte más del proceso: el decantarse de un ideario e imaginario mental y emotivo al papel. Antes y luego de esto, el proceso gana mucho al gestarse de manera fraternalmente colectiva. A lo largo de estos años he tenido la fortuna de ser partícipe de múltiples jornadas de taller rodeado de maestros y maestras que enseñan y maestros y maestras que aprenden. Esto ha sido trascendental en mi visión sobre la poesía. Por otra parte, en encuentros como las Lecturas Mistralianas (¡que han cumplido 10 años!) se palpa de manera tangible el valor de la experiencia colectiva de lectura, algo que igualmente me ocurre en el diálogo uno a uno con autoras y autores a la hora de editar, e incluso en las clases de pregrado y postgrado que dicto, cuando tienen relación con la literatura y la escritura. El trabajo colectivo (en general y en torno al arte) es un bastión de humanidad que tenemos que preservar en este mundo en que se le rinde culto al individuo.
—En tus escritos críticos y reseñas, has abordado diversas obras y tendencias literarias. ¿Cuál es tu visión sobre la poesía contemporánea en Chile? ¿Qué aspectos crees que predominan en la poesía actual y qué propuestas te parecen más interesantes?
—No logro aterrizar bien qué o cuál es, pero me parece que la poesía chilena ha gozado de una cualidad positiva que la ha hecho especial en lo ancho de su historia y territorio. Es fácil integrarla a la “tradición” como lo es el emparentar las escrituras de nuestros mayores con aquellas de autores que recién emergen. De alguna forma, toda la poesía chilena se me hace contemporánea y gran parte de ella llama mi atención (soy un entusiasta de la poesía chilena, al fin y al cabo).
Siento que lo que me parece interesante hoy, me hubiese parecido interesante hace 100 o 150 años, y me seguirá pareciendo así en el futuro. Mi entusiasmo e interés por la poesía de Mistral es tan contemporáneo y vivo como con la de Violeta Parra, Eugenia Brito, Elvira Hernández, Soledad Fariña, Mané Zaldívar, Malú Urriola, Verónica Jiménez, Margarita Bustos, Yeny Díaz Wentén, Pamela Tighe, Micaela Paredes, Emilia Pequeño, Catherina Campillay, Victoria Ramírez, Valún Paillaleve, Roxana Palma Santibáñez, Rocío Godoy, Fernanda Cárdenas, Antonia León, Emilia Mateluna y Victoria Triviño. En esa lista solamente hay más de 100 años de poesía contemporánea en Chile, y la cosa no empieza ni termina allí. El compartir con generaciones urgentes y actuales de poetas me da grandes esperanzas para el presente.
—Tu obra también está marcada por una reflexión sobre la historia y la memoria. ¿De qué manera crees que la poesía puede contribuir a la construcción de una memoria colectiva, especialmente en un contexto tan convulso como el chileno?
—Para quienes nos interesa, la poesía ya contribuye a esta construcción. En dictadura, por ejemplo, la poesía fue una de las formas en que una visión del mundo diferente persistió y sobrevivió a la barbarie, la desaparición y el asesinato, encontrando su fuerza en el margen y la clandestinidad. No es difícil leer la historia de Chile a través de su poesía. Incluso, me parece un ejercicio necesario pensando en que el panorama poético (no libre de las faltas que trascienden a toda la sociedad) da espacio a voces que el gran discurso histórico omite o deliberadamente silencia.
—Como director del Taller de Poesía La Chascona, has tenido contacto con muchos poetas emergentes. ¿Qué desafíos ves hoy para los nuevos poetas y qué consejos les darías para navegar en un panorama literario tan diverso y competitivo?
—Ha sido un privilegio ser testigo del trabajo de numerosas y numerosos jóvenes poetas en el Taller de Poesía de La Chascona. Creo que el desafío siempre depende de las pretensiones que cada una y cada uno tenga con su escritura y los caminos a los que quiera conducirla (que no siempre son la publicación de un libro, la obtención de un premio o una distinción) y, si bien no me siento quién para dar consejos, creo que una idea en la que he perseverado desde que estoy como ayudante de Taller hasta la fecha, es la recomendación de no subestimar lecturas. En todos los rincones de la tradición escrita, audible y observable hay alguien que ha creado algo que nos interpela, que nos ayuda a entender mejor nuestra propia escritura, que nos expone ante una sensibilidad o retórica desconocida o que nos aleja y distancia de ciertos lugares y formas. Dejar de leer un libro o a una autora o autor por su época, su estilo, o por lo que hemos escuchado o leído respecto de su escritura u obra creo que es un error, versus el acierto que es el hacer de nuestra biblioteca de referencias un espacio cada vez más grande. En cada manifestación artística hay (para bien o para mal) algo por ser encontrado.
—En tu trabajo crítico, has mencionado la importancia de la poesía como un acto de resistencia. ¿Cómo se manifiesta esta idea en tus propios escritos y qué relación encuentras entre la poesía y los procesos de transformación social o política?
—Esa afirmación es ciertamente ostentosa y envejece mal cuando se lee así. Con o sin poesía, ni siquiera el punto de quiebre que fue la revuelta −para el caso chileno− bastó para un proceso exitoso de transformación social o política. Cada vez esa relación que me propones la veo de forma menos romántica. Dicho todo eso, sigo pensando que la poesía puede ser un acto de resistencia en muchos otros sentidos; respecto al uso del lenguaje, a la visión personal de la realidad y el mundo. Para mí, en lo personal, escribir y dedicar tiempo a las actividades que comentábamos hace un par de preguntas (talleres, lecturas, trabajo en torno al libro y la lectura) es una forma de resistir a la abulia y la alienación propia a la que conmina el trabajo y su incesante esfuerzo por consumirme la vida toda.
—¿Qué proyectos tienes en el horizonte y qué temas te gustaría explorar en tu próxima obra? ¿Cómo imaginas la poesía de los próximos años?
—Pretendo iniciar un proyecto nuevo que se distancia mucho de la forma en que he abordado la confección de mis textos previos, pero antes de esto quisiera materializar en libro dos proyectos que ya tengo concluidos.
Imagino a la poesía muy viva en los próximos años. Me gusta imaginarla con buena salud, firme y vasta. Porque la necesitamos.
— ¿Podrías dejarnos 7 poemas de tu autoría para leer?
Incidente A Jorge Vega
Pasadas las 20 horas
persona
se precipitó a las vías
el servicio se encontraría suspendido.
20:34
Individuo no identificado
cayó a las líneas
el servicio no se encuentra disponible.
21:43
Se restablece el servicio de trenes
#AlertaMetro finalizada
tras incidente.
(Inédito)
Mi fiesta
Una vez fui a una fiesta disfrazado de Tortuga Ninja
Una vez fui a una fiesta disfrazado de karateca
Una vez fui a una fiesta disfrazado de cowboy
una vez fui a una fiesta disfrazado de hippie
una vez fui a una fiesta disfrazado de borracho
una vez fui a una fiesta disfrazado de cura
una vez fui a una fiesta disfrazado de triste
una vez fui a una fiesta disfrazado de niño
Todos ellos vienen hoy a mi fiesta
ninguno se queda a limpiar el desastre.
(Inédito)
La sangre en el tejado
y la verdad que fue la historia escrita
la verdad fue una misión de mercado
y la verdad fue una bandera plantada
donde otro antes ya había plantado
la verdad fértil, floreció por años
y por siglos hasta que un dedo apuntó
donde otro antes ya había apuntado
y la verdad es que el destino estaba hecho
regalada la tierra, vendidos los esclavos
derribado el blanco en el centro del negro
chorreada la sangre
donde otro antes ya había chorreado
y la verdad explota en los hospitales
y la verdad explota en las manos
y la verdad explota en las cabezas
y la verdad es la sangre en el tejado.
(de Galería/Galerija)
II
Si osas, animal,
a cruzar como hombre libre
las grandes alamedas
tendrás que estar dispuesto
a morir como perro.
X
Parásito el que bebe de tu sangre
parásito el que sangra de tu vino
parásito es el lobo
que camufla su lamento
en el balar de las ovejas.
IV
Hay un miedo adentro que silencia
entre el crujir
suelo y suela se besan
sinfonía que oculta el miedo
y el rebaño es el coro que me ciega.
IV
Ríete con este chiste
ríete con este chiste
pero ríete
si la cosa es para reírse
¿o acaso te da pena
lo que ves en esta tierra?
www.letras.mysite.com: Página chilena al servicio de la cultura
dirigida por Luis Martinez Solorza. e-mail: letras.s5.com@gmail.com Entrevista a Francisco Martinovich Salas: Poeta, editor y gestor cultural.
“Tengo clarísimo que, a la hora de la escritura, me parece relevante recordar que la base del trabajo
está en el cuidado de la imagen y el ritmo.”
Por Ernesto González Barnert