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Valparaíso arde:
conversación con Cristóbal Gaete en torno a Valparaíso y Valpore

Por Ernesto Guajardo



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En ese momento, Valparaíso salió de su letargo y los muchachos bravos de Valpore que quedaron varados en el plan salieron a robar bancos, a desvalijar casas. Unas viejas histéricas se pusieron a cacerolear, pero no duraron mucho en las calles porque los mostros, todavía con la visión afectada por el Cariben, las manoseaban. Las posesiones de la ciudad patrimonial habían quedado abandonadas para el saqueo de los bárbaros.

(Cristóbal Gaete, Valpore)

 

El título de esta entrevista es un guiño evidente a “Tucumán Arde”, la experiencia artística y política que se desarrolló hacia fines de los años sesenta del siglo XX en Argentina. Eso es lo primero.

Lo segundo es lo genealógico: leí Valpore sin saber que era Valpore. Lo que conocí fue un texto cuyo título era: “Con sus hermosos labios hinchados de pasta base” y que sería el relato ganador de un concurso de cuentos organizado por la revista Ciudad Invisible, el año 2007. En ese momento, era claro para quienes habíamos oficiado de jurado que el relato era parte de una obra mayor, y ella se esperaba, con expectativa. Dos años después, Valpore aparecerá publicado como libro, es decir, hace 10 años. La novela fue reeditada en Argentina en 2013 y 2014 y, al año siguiente, la versión definitiva será publicada por Garceta Ediciones.

Se ha escrito sobre Valpore y se han registrado entrevistas a su autor. De todos esos trabajos, nos gustaría mencionar el artículo “El espectáculo de la stásis en Valpore de Cristóbal Gaete”, de Hugo Herrera Pardo, ya que es muy pertinente con los contenidos de esta conversación con Gaete.

Las últimas dos semanas, en Chile se ha desatado una intensa y extensa movilización social, diversa en sus formas de lucha, así como en sus demandas y en los actores que convoca. Valparaíso no ha estado ajeno a estas jornadas, por el contrario, ha sido una de las ciudades más duramente golpeadas, tanto por la represión policial y militar, como por los saqueos e incendios. En ese contexto se desarrolla esta entrevista.


Me gustaría anticiparte que esta será una conversación centrada en las urgencias, un diálogo sometido a las presiones del tiempo y espacio que le rodea. En otras palabras, se ha hablado del libro, o del libro y su autor, pero ahora quiero hablar del libro y la ciudad, así como del autor y su ciudad.
Dicho eso, me gustaría revisar algunas de las consideraciones que se han hecho sobre Valpore, ahora a la luz de lo que ocurrido las últimas semanas en Valparaíso.
Una de las cosas que me llaman la atención son algunos conceptos que, mirados desde acá, no parecen tan distantes, como cuando Marisol Utreras definió a Valpore como la historia de una ciudad distópica y cruel. Esa distopía, en cuanto sociedad ficticia, ¿crees que se ha realizado en parte en los últimos días en Valparaíso?

Cristóbal Gaete: En parte sí, pero de otros modos más complejos. En Valpore era solo un saqueo y destrucción por sí mismas, generadas por resentimiento acumulado por lo cruel de la realidad. En las calles hay saqueos —estadísticamente, en general, a cadenas—, pero también marchas y esperanzas de cambios.

¿Pensaste alguna vez que Valpore podría tener una recreación como la que hemos visto en las calles de la ciudad puerto?
CG: Creo que al escribir (2006-2007) veía muy claro el problema de la exclusión y utilización de la ciudad. Iba a pasar. No hablo de otras ciudades que se ven más compuestas, por si acaso. No bastaron los desenfrenos programáticos: los mil tambores, el año nuevo, los partidos del Wanderers contra el Colo, las fondas. Había tensión cotidiana. Hoy pienso que estamos cerca del día de los muertos, hacia 1900 una de las fechas que liberaban más energía pagana.

El desborde se ha dado, pero se ha apreciado con nitidez el establecimiento de dos movimientos, de dos cuerpos sociales: el de los manifestantes y el de los saqueadores, cada uno de ellos con prácticas, dinámicas y formas relacionales distintas, en relación con la ciudad puerto. En ese sentido, ¿crees que los mostros pueden ser asociados a uno de ellos, o los mostros son otro sujeto, distinto de los manifestantes y saqueadores?
CG: Los protagonistas de la novelita son fantasmas, liberándose de otras obligaciones psicológicas que tendrían en la novela. Los mostros vendrían siendo fantasmas que aparecían de vez en cuando, a ciertas horas, en ciertas instancias y ahora están todos juntos recorriendo el plan de la ciudad, con sus rostros (teniendo por fin rostros, ¿qué fantasma lo tiene?, haciéndose complejos). Una figura simbólica que nunca lo fue tanto para mi observación pero sí era útil para la novela, en tanto la paranoia porteña existe y tiene forma difusa. Aparte, no puedo reducir a un cuerpo social a los saqueadores ni a las personas que marchan, está peligroso eso.

¿Crees que los mostros se han manifestado en todo su esplendor? ¿Será el destino de Valparaíso ser incendiado, para que se torne Fénix?
CG: No. Al fuego lo tendremos de compañero siempre, pero no creo que ardamos todos.

Una duda puntual, más que nada para revisitar la definición realizada, a partir de lo ocurrido: ¿Por qué ficción lumpen, en particular, por qué lumpen?
CG: Hay ciertas convenciones en los géneros literarios practicados en Chile, los escritores son muy respetuosos. Valpore podría ser leído como una novelita, o como un conjunto de cuentos vinculados. En realidad, yo le ponía empeño a escribir como la gente antes, pero ni cagando iba a ser mejor que los maestros de los géneros literarios. Los temas que trabajo (sucios, menores y provincianos, para los que aspiran a la universalidad) y el saqueo de otras escrituras (me encantan los homenajes, algún momento imaginé libros con bibliografía) configuran lo lumpen de Valpore.

Has dicho que en Valpore hay un yo hiperbólico, extremo, ahora en la ciudad, ¿crees que ese yo se ha multiplicado ad infinitum?
CG: Eso lo digo porque mucha gente piensa que uno vive o vivió lo que escribe, lo cual habla de una limitada abstracción. Alguien preocupado de vivir no puede escribir, uno siempre está en el borde (con excepciones, por supuesto). Esos otros hiperbólicos o extremos siempre existieron. Desplacé mi yo para convocarlos en aquel libro.

También has dicho que querías escribir un libro sobre el presente de la ciudad, dando cuenta de su zonificación turística y su gentrificación. ¿Cómo visualizas ahora ese presente? ¿Crees que algo ha cambiado de manera significativa en la ciudad? ¿Estimas que estos días expresan un antes y un después en la historia de Valparaíso?
CG: Ha ocurrido algo, hay un quiebre profundo. Pero este presente no está claro para nadie. Ojalá a los que les toca lo escriban, para que no sea como algunas opiniones salidas en relevantes medios extranjeros. Como dice el colega Emilio Gordillo, el extractivismo literario se practica también.

En una entrevista que te realizó Breno Donoso señalaste que piensas más Valpore desde la forma y el ritmo; ¿qué ocurre con el fondo, a la luz de lo ocurrido?
CG: El fondo de Valpore corresponde a la exclusión comercial, patrimonial, intelectual y vital en que viven la mayor parte de los porteños, a las históricas malas gestiones alcaldicias, los modos intelectuales que se (nos) alejan de la gente, al hueveo que corrompe nuestra mente. Es contra todos, en contra de mí. Parece haberse actualizado de golpe no más, yo tuve la esperanza que ese imaginario quedara caduco. Como habitante (pienso: solo soy escritor cuando escribo ficción, o sea, los veranos), sin duda lo deseo.

A raíz de los últimos sucesos (casi parafraseando a Silvio Rodríguez), ¿Valpore ha dejado de ser parodia, como lo definieron algunos?
CG: Para mí nunca fue una parodia, aunque sí esperaba molestar, eso quizá lo hacía paródico para alguna gente ¿Cuál es la parodia de los abusos a niños?, ¿de la violencia de las autoridades?, ¿del carrete sin fin?, ¿de alcaldes desvalijando la ciudad?, ¿de la explotación patrimonial desde el arte? Para mí también en el libro hay homenajes a películas y poetas que me gustan, una novela de paternidad en clave y el pacto entre el territorio y mi prosa. Yo escribí la ciudad, entonces, con sus innumerables intersticios.

Cuando escribiste Valpore, ¿pretendías hacer un ejercicio de crítica política-social?, si es así, ¿desde qué consideraciones, vectores, coordenadas de sentido la haces?
CG: La hice pensando en las malas gestiones municipales, la violencia del plan de desarrollo que se tenía para la ciudad (ser serviles a los extranjeros), en la infravaloración de la memoria social. Pero lo que piensas se difumina en la escritura, la conciencia es un enemigo que va dejando fluir para no ser un panfleto. Mi libro es rabioso, todavía lo es, pero las ideas de partida no limitan su forma. A lo político y social agrego eso sí concepciones literarias. Entonces, a excepción de Mundo herido de Armando Méndez Carrasco, las novelas porteñas que había leído eran las mismas que estaban en el dossier de la postulación de Valpo al Patrimonio de la Humanidad, que escribían la ciudad desde abajo. Crear Valpore como zona oculta de Valparaíso —porque eso son los cerros no patrimoniales para la inteligencia y autoridades de Valparaíso, lugares de fantasía—. Invertir la perspectiva de escritura.


 

¿Qué opinas sobre las diversas formas de la violencia que se han desplegado sobre la ciudad (desde la violencia saqueadora hasta la violencia policial)?
CG: Sobre el saqueo a empresas que han corrompido números gravemente, que han generado programáticamente deseo a crédito (vía publicidad de televisión o instagram, por ejemplo). El deseo los destruyó. Solo me pregunto dónde irán a trabajar las personas que allí lo hacían, si las redes comerciales funcionarán para el resto de los negocios, peces pilotos a veces de los otros más grandes. No es necesario imaginarse un negocio, basta con la persona que vendía confort afuera del súper. No puedo entender la violencia policial, sí su estrategia: en su abuso promete que el azar nos puede matar o invalidar por salir a la calle. Solo si no existiera ella sabríamos cuánta gente está disconforme en este país. Han demostrado cuál es su función en su sociedad.

¿Cómo visualizas la condición de Valparaíso como un territorio signado por un “acontecer infausto”?
CG: Que es fatal pensarnos así para las personas que habitamos este lugar, un determinismo. Pero hoy lo veo claro, de las ciudades castigadas, esta es la máxima.

¿Qué piensas sobre las nociones de destrucción y decadencia, referidas a Valparaíso?
CG: Que son ideales para la manga de huevones que nos quieren ver para la cagá de paseo o desde su oficina. Ni siquiera deben pensar en esos términos que utilizas. Acá hay gente que ha trabajado para revertir eso, pese a la corrupción, los pitutos y los metecos. Hay gente que trabaja en lo mismo de uno y nunca ve en la calle. Duele pos, indigna. Pero sí cada uno lucha con honestidad desde su disciplina, campo de trabajo, claro que puede cambiar. Y si estoy siendo un falso optimista, perdón. Si no lo creo mi propio horizonte debiese ser reconstruido.

Por último, una duda puntual, ¿se mantiene la idea de Diego Armijo, de realizar un fanzine con la reescritura de Valpore?
CG: Sí. No tiene fecha de lanzamiento pero ya tiene todos los textos de diversos escritores, algunos que conozco y otros que no.



 

 

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