TEXTOS SOBRE ARTE. Enrique Lihn.
Adriana Valdés y Ana María Risco, editoras. Ediciones UDP, santiago, 2008, 563 páginas
El arte según Lihn
Por Pedro Gandolfo
Revista de Libros de El Mercurio, Domingo 8 de Junio de 2008
Enrique Lihn estuvo vinculado a las artes visuales desde muy joven y de manera permanente hasta su muerte, tanto que podría hablarse de una vocación dual. Estudió en la Escuela de Bellas Artes, expuso obra propia al menos una vez, fue secretario de redacción de la Revista de Arte del Instituto de Extensión de Artes Plásticas de la Universidad de Chile y fue becario de la Unesco en el área de museología. A los 25 años empieza a escribir artículos y críticas sobre arte en distintos medios, los cuales (salvo algunos inéditos) se reúnen en este libro. En su poesía, aunque referidas al arte europeo y norteamericano, es posible también encontrar huellas frecuentes de su afición por el arte y, en particular, por la pintura. Los textos reunidos en este libro, centrados en artistas chilenos, cubren un período que va desde los años 50 hasta fines de los 80 (de hecho, el último de ellos data de 1988, año de su muerte) y están ordenados de manera cronológica, de manera que el lector y estudioso pueda situarlos en el contexto doctrinario e histórico-social en que fueron escritos.
Textos sobre arte, editado por Adriana Valdés y Ana María Risco, tiene como complementos a El circo en llamas, libro que reúne y presenta los ensayos de índole preferentemente literaria de Enrique Lihn (fruto de la investigación e impulso de Germán Marín) y también a Crítica situada. La escritura de Enrique Lihn sobre artes visuales, de Ana María Risco, un estudio difícil de superar sobre estas reflexiones, publicado el año 2004.
Estos textos de Enrique Lihn tienen una importancia fácil de aquilatar para la historia de la teoría y crítica de arte chilenas, por una triple razón. Desde luego, hay estudios fundamentales para la valoración de algunos artistas y su obra y para fijar la relación del poeta con ellos; me refiero, entre otros, a los textos sobre Pablo Burchard, Nemesio Antúnez, Enrique Zañartu, Roser Bru, Eugenio Dittborn y Eugenio Téllez. El esfuerzo de Lihn es especialmente agudo en situar al artista y la obra comentada respecto de su fondo, fondo al cual concurren la historia política-social y la tradición estética.
Un segundo ámbito de extraordinario interés lo integran sus apreciaciones y reflexiones acerca no ya de un artista en particular, sino del estado y evolución del arte y la crítica en el siglo XX, ambas estrechamente enlazadas y víctimas, sobre todo en la segunda mitad de éste, de las mismas debilidades.
Su lúcida visión acerca de la manera en que Chile recibe las vanguardias europeas y norteamericanas de ese periodo es directa y cruda a la hora de hacer ver las torpezas, pero sin mezquindades y con ejemplar equidad al momento de razonar y conceder los méritos de cada artista.
Y un tercer plano, de no menor interés, repartido a lo largo de todos los escritos pero, sobre todo, presente en el texto en que comenta las tesis de Jorge Elliott, es el que permite seguir la posición que adopta Lihn frente al arte contemporáneo: sus reflexiones acerca del realismo (y sus distintos matices), el surrealismo, el expresionismo (y sus variantes), el arte abstracto o presentativo y el arte conceptual demuestran, de un lado, un conocimiento pleno del estado del arte y del debate crítico y, del otro, una mirada original, a la vez rigurosa y sorprendente en la forma de desplegarse. Los escritos de Enrique Lihn poseen todavía acerca de estas materias un carácter perfectamente iluminador.
Hay otra dimensión, en fin, que convierte a Textos sobre arte en un libro fundamental: ellos echan luz sobre Lihn mismo, su obra poética; añaden elementos para comprender su concepción del arte; permiten leer, en esta dimensión, la del ensayo y la crítica del arte, algunos aspectos que distinguen su escritura, su agudeza, rigor cáustico, inteligencia.
