"Fue sólo una mágica coincidencia".
Así, al menos, lo cree Enrique Lafourcade.
Lo cierto es que el pasado 20 de octubre, al cumplirse
150 años del nacimiento de Jean Nicolas Arthur Rimbaud, salía
de imprenta "El inesperado" (Lom), su nueva novela,
que aborda la aventurera
etapa africana del poeta francés.
Tres años le tomó al autor de "Palomita
blanca" investigar el apasionante viaje de Rimbaud por el continente
negro: "Leí todas sus cartas, conversé con amigos
expertos en su obra y hasta viajé a Europa para conocer su
tumba. Es decir, cumplí con todos los ritos necesarios.
Hoy, a las 18:00 horas, en la Sala Camilo Mori, de la
Estación Mapocho, lanzará oficialmente la novela,en
el marco de la Feria Internacional del Libro. Presentarán el
volumen Antonio Avaria, crítico de "El Mercurio",
y el poeta Francisco Véjar.
Feroz hombre rico
"El inesperado" evoca todo ese período
emprendedor y arriesgado del vate, que lo llevó a recorrer,
a fines del siglo XIX, Harar y Adén, entre otros salvajes y
exóticos lugares, buscando productos y los medios más
adecuados para su comercialización.
"Rimbaud fue uno de los más grandes exportadores
del café moka. No hay datos que indiquen que él escribió
poesía durante sus 11 años en África, pero sí
redactó varias facturas, cuentas, cartas a los proveedores
y a quienes no le pagaban... En fin, se transformó en un feroz
hombre de negocios y ganó mucha plata: andaba con un cinturón
lleno de monedas de oro, hasta que se aburrió y abrió
una cuenta bancaria. Su mamá era la encargada de hacer los
depósitos en un conocido banco francés".
Sus mujeres
"Querida mamá, recibí tu carta del
5 de mayo. Estoy feliz de saber que tu salud ha mejorado...",
escribe el poeta desde Harar, en 1881.
La novela incluye extractos de la correspondencia que
mantuvo el autor de "Una temporada en el infierno"
con su madre; y donde se echa por tierra su imagen de "enfant
terrible", homosexual y poeta maldito.
Incluso le pide perdón a su mamá y le comenta
que `es un niño bueno´. Lo que me interesaba era dar
con el pulso de ese otro Rimbaud. Es cierto, fue un niño maldito,
mal educado, insolente, gritón, audaz, un creador total, pero
también fue bueno: ángel y demonio convivían
en él".
Lafourcade desmitifica su rótulo de escritor homosexual,
es decir, su aura de joven enamorado que mantuvo relaciones con Paul
Varlaine: "Para mí fue una chifladura, sólo locuras
de un par de muchachos jóvenes. Pero eso pasó y la prueba
es que, en África, Rimbaud tuvo varias novias. De hecho, en
la novela cito a una nativa con la que el poeta quería casarse,
pero ella nunca accedió a ponerse zapatos ni a recibir educación.
Por eso no hubo matrimonio".
Sin duda, uno de los hechos más sorprendentes de la biografía
de Arthur Rimbaud fueron la
precocidad y el corto espacio de tiempo en el que produjo su obra:
concibió todos sus versos entre
los 16 y los 20 años. Enrique Lafourcade también destaca
este espíritu adelantado e innovador:
"Su obra inaugura la poesía moderna, el arte nuevo. Rompe
con todas las estructuras antiguas, académicas, mecánicas
y se lanza a buscar nuevas formas. A partir de él, llega el
surrealismo.
Concibe la realidad como un acto mágico donde, dentro de este
gran circo el hombre es un verdadero mago, inmerso en un mundo secreto,
misterioso, absurdo e irracional".
* * *
Dijo de...
IVA al libro: "Un disparate. Me entristece
que ni este Gobierno ni los anteriores le hayan puesto un coto definitivo.
En Argentina, desde siempre, ha sido O".
Roberto Bolaño: "Una vez llegó a mi librería,
en la Plaza Mulato Gil. No sabía quién era él,
esa es la verdad. Lo recuerdo como una especie de endemoniado, de
Rimbaud mezclado con Kafka y Henry Miller. Un maldito".
Isabel Allende: "No hay que tratar de matarla, ella es
una artesana, aunque últimamente escriba a la manera de y para
el mercado".
Premio Nacional: "Lo único que me interesa de él
es que te entrega un dinero mensual, de manera vitalicia"
Regreso a la TV: ¿Para qué? ¿Para quitarme
los pantalones?
* * * ^* * *
El escritor
chileno ficciona el período más desconocido en la vida
del poeta maldito francés
Lafourcade reconstruye
los años perdidos de Rimbaud en Africa
Luego de publicar Una Temporada
en el Infierno, vivir un escandaloso romance con Paul Verlaine y dormir
en varias cárceles de Europa, el "enfant terrible"
de la poesía fue a buscar fortuna al continente negro. En El
Inesperado, su última novela, el autor de Palomita Blanca recrea
la última década de su vida.
El 23 de agosto de 1887, Jean Arthur Rimbaud, el poeta
maldito, ícono de la rebelión artística, le escribe
a su madre y a su hermana desde El Cairo: "No tengo empleo actualmente.
Tengo miedo de perder lo poco que tengo. Imagínense que llevo
permanentemente en mi faja dieciséis mil y algunos cientos
de francos de oro; esto pesa unos ocho kilos y me acompaña,
además, la difteria".
El jovencito de mirada demoníaca, que revolucionó la
poesía con su idea del desorden de los sentidos y que se hizo
fama de delincuente juvenil, protagonista además de un amor
escandaloso con el poeta Paul Verlaine, se había convertido
en un comerciante solitario. Luego de publicar Una Temporada en el
Infierno -el big bang de la poesía francesa del siglo
XIX-, viajar por Europa, robar y dormir en cárceles de distintos
países, resuelve no escribir más y buscar fortuna en
Africa.
Son los años perdidos de Rimbaud -padre espiritual de todas
las rebeliones artísticas del siglo XX, del surrealismo francés
al punk, de Pablo Neruda a Jim Morrison-, que encarnan el gran
enigma de los estudiosos y fans de su obra. Son, también, la
materia prima de la última novela de Enrique Lafourcade, El
Inesperado, publicada con el sello Lom.
Miembro de la generación literaria del '50, con Enrique Lihn,
Claudio Giaconi y Alejandro Jodorowsky, entre otros, Lafourcade se
sintió fascinado por el hechizo de Rimbaud en su juventud.
Y hoy, con 77 años, y a 150 del natalicio del vate francés,
ficciona acerca del período más desconocido de su trayectoria,
basándose en las cartas del poeta a su madre.
La novela arranca cuando Rimbaud se traslada desde Chipre, donde
trabajó en la construcción de un palacio, a Adén,
actual capital de Yemen. Es agosto de 1880 y desde allí transitará
hacia ciudades africanas durante una década.
"Aquí estoy en una oficina de café", escribe
a poco de llegar. "Hacemos negocios medianamente bien y vamos
a hacer muchos más", agrega.
El poeta se hace cargo luego de la sucursal en Harar (Etiopía)
y diversificará sus actividades: venta de sal, pieles, armas
y tráfico de marfil. Aunque carga con una leyenda negra, la
tesis de Lafourcade es que lo que Rimbaud persigue es ser perdonado
por su madre.
En la novela el poeta se hace acompañar por Djami, un adolescente
abisinio, con el que mantiene una franca amistad, sin sexo, muy diferente
a la que tuvo con su amante Verlaine, quien acabó en la cárcel
tras dispararle en una mano. Es más: educa a una chica de Kenya,
con la que pretende pasar el resto de sus días, pero ella se
niega a casarse.
La transformación de Rimbaud, al parecer, ha sido total. "Nadie
en Adén puede decir algo malo de mí. Al contrario. Yo
soy conocido como el benefactor de todos en este país hace
diez años", relatará por carta a su madre en 1890.
A esa fecha, está gravemente enfermo. "Un año
aquí vale por cinco entre ustedes. Se envejece muy rápido",
dice. Un tumor se ha instalado en su pierna derecha y se agudiza con
los rastros de una vieja sífilis. Debe abandonar los negocios.
"Me he transformado en un esqueleto. Produzco miedo", escribe
en abril de 1891, poco antes de salir hacia Marsella, donde muere
siete meses después, a los 37 años.
La Tercera
11 de Noviembre de 2004
* * * ^* * *
El enfant
terrible también se redime
"El inesperado"
Rimbaud de Lafourcade
Un interesante juego que mezcla la correspondencia
real de Arthur Rimbaud con su madre, cuando el poeta "maldito"
estaba en Africa, con una notable ficción, es el más
reciente o quizá el mejor aporte del escritor a nuestra literatura.
Por Andre Jouffe
El Periodista, viernes 5 de noviembre
de 2004
El miércoles 20 de octubre,
el escritor Enrique Lafourcade sintió la urgencia de
encontrarse con su último libro "El Inesperado",
novela que acaba de publicar en Lom, en dos hermosas ediciones.
Durante buena parte de ese día y de
los anteriores, revisó y perfeccionó texto, portada,
como cumpliendo una orden urgente. Había decidido que el libro,
aunque fuera un ejemplar, debía estar en sus manos en esa fecha
específica. Sentía como un misterioso llamado.
A las seis de la tarde de ese día tuvo el primer ejemplar
de su novela.
A las nueve de la noche lo llamó el poeta Francisco Vejar
-entusiasta patrocinador de esta obra- para informarle que ese exacto
día 20 de Octubre era el cumpleaños de Arthur Rimbaud,
cosa que Lafourcade ignoraba. ¿ Qué sucedió aquí
?
Según el autor de "El Inesperado": "Oí
voces, sentí el llamado. Alguien me estaba hablando. No creo
en fantasmas, Garay. Pero de haberlos, los hay."
Enrique Lafourcade cumplía 77 años seis días
antes -el 14 de Octubre-; o sea es libra, como Arthur Rimbaud (1854-1991).
El escritor se describe como un "anarquista sentimental"
y como "un católico en estado salvaje". No tiene
pelos en la lengua a la hora de exaltar y, también, de criticar
a glorias nacionales. No hace mucho le tocó una andanada al
reciente Premio Nacional de Literatura Armando Uribe.
-¿No le pide perdón a nadie por alguna opinión
emitida?
Intento responder más con el pensamiento y el buen humor
que con las pasiones.
-¿Cuál es la razón de tanto alegato cuando
alguien obtiene un premio? ¿Envidia?
No hubo tal alegato. Sino una opinión sobre los oportunismos
y sobre el esplendor de premios ganados con honra, sin presiones políticas
o de otro orden.
He visto por años el ir y venir y desaparecer en el justo
olvido, a varias docenas de "escritores Premio Nacional de Literatura":
La mitad, por lo menos, no lo merecían. Aunque tal vez necesitaban
la pensión para vivir.
¿Envidia? En lo que a mí concierne, grado cero. Aunque
si me llegara este premio y muchos otros, sin mover un dedo, los aceptaría.
Avidamente.
¿Ha aplaudido alguna vez a quien ha obtenido un galardón?
Sí. A varios.
¿Por qué hizo programas frívolos si la gente
que los ve no compra libros?
"Cuanto Vale el Show", entre otras incursiones en la
televisión, duró varios años. Fue importante.
Primero: por su carácter de oportuno complemento económico.
Segundo: porque me permitió ejercitar una acción para
divulgar valores culturales. Tercero: porque me abrió un mercado
multitudinario a mis libros, en especial para "Palomita Blanca",
obra que no vendía sino que regalaba en el programa a quien
recibiera preguntas más bien elementales sobre cultura chilena
Le recuerdo que "Palomita Blanca" fue, y aún es,
la novela más vendida de nuestra literatura. Confirme esta
información con mi editor de Zig-Zag.
¿Es cierto que alguna vez privilegió la crónica
de diario o el libro crónica para postergar tareas más
cototudas como novelas serias?
He publicado 23 novelas, desde 1952 ("Pena de Muerte")
hasta el 2001 ("Otro Baile en París").
He publicado 17 títulos entre crónicas, cuentos, ensayos
(desde 1950 hasta el 2004 ). Y entre antologías y ensayos,
5 títulos. Seguro que olvido alguno.
Mis libros han sido publicados en inglés, alemán, portugués,
rumano y francés. A esto se irán agregando nuevos libros
de mis crónicas que pienso seguir reuniendo y editando a mi
costa.
Tengo, hasta el momento, inmodestamente, 45 libros publicados. Estos
son mis títulos que podrían justificar el Premio Nacional
y muchos otros premios; que aceptaré si se me confieren sin
condiciones, reconociendo sus posibles valores estéticos, literarios,
educativos, etc...
Otrosí: mi mayor placer ha sido escribir. Ni siquiera publicar.
Ni menos, vivir buscando premios.
RIMBAUD
EL AFRICANO
Admirador del poeta, Lafourcade desmiente que haya sido un borracho
homosexual; y le carga la mano a Verlaine. De hecho, en Africa no
se le vio jamás ebrio y tuvo una negra durante tres años.
"Escribo sobre el Rimbaud africano en su soledad y sus penurias,
devorado por todas las plagas de Egipto, circunstancia debida a la
necesidad de su madre, de sus hermanos. Trabajó como un animal
para sacarlos de sus miserias, para que sus dos hermanas pudieran
tener una buena dote y, en consecuencia, casarse bien. Confieso que
todavía me sorprende el poeta y su increíble poesía,
toda ella escrita durante su `ociosa juventud'.
Rimbaud predica `cambiar la vida´. Aquí hay relámpagos
y revelaciones. Porque Rimbaud `hace´ la poesía moderna.
Sus palabras son imágenes inolvidables.
Sus imágenes guardan ideas perennes. Vivió las éxtasis,
los terrores. Imaginación que no perdona. Y, de pronto, la
fuga y el silencio. Y en el silencio, la preparación dolorosa
para su muerte. Y en la muerte, la resucitación del poeta para
convertirse en un ángel guardián de la belleza".
Sobre este libro circulan diversas leyendas: que el escritor habría
descubierto -en una visita a la tumba de Rimbaud, en su ciudad natal
de Charleville- dos rosas de porcelana tiradas en un basural. Que
decidió guardarlas como un recuerdo. Que unos pocos años
después su hijo Octavio, músico residente en España,
perdió la pierna derecha en un accidente ferroviario. Que varias
otras personas que han colaborado con este libro, han padecido molestias
a los huesos, a las piernas.
AMIGO
DE MATTA
Lafourcade es el segundo de cinco hermanos. Estudió en el
Liceo Lastarria, y Filosofía en la Universidad de Chile. Su
primera obra "El libro de Karen" data de 1950 y se basa
en la muerte de su hermana Ximena, fallecida a los 17 años.
Padre de tres hijos dispersos por el mundo, ha mantenido cuatro largas
convivencias formales o informales en su existencia, y además
tiene una sobrina roquera en México.
Hoy luce muy delgado, siempre elegante, de chaqueta azul, gorro de
piel de astrakan (o karakul), acompañado de su Rosana, pintora
y fotógrafa que la semana pasada partió a Nueva York
para realizar un montaje artístico que la mantendrá
fuera de circulación por varios meses.
Les podemos confidenciar que a Lafourcade, gran amigo de Matta en
su tiempo, le gusta el Sahne Nuss; lo vimos devorar casi una barra
entera. Asimismo, su pasión por los gatos es evidente: si aplasta
a su Sherezade, usted tendría que recurrir poco menos que a
un préstamo hipotecario.
Atrás quedaron los tiempos de las grandes y sabrosas comilonas.
El colesterol, las arritmias y los desplazamientos a lo largo y ancho
del mundo, le impusieron un régimen que cumple con relativo
rigor.
A Lafourcade, un apasionado de las salsas, era además degustador
de carnes rojas; sólo le faltó comer búfalo.
Sus ojos miran cada vez más fijo. Antes eran huidizos; Benjamín
Subercaseaux lo atribuía a su timidez. En las iglesias, toma
asiento en punta y banca para huir en el momento oportuno. Se huele
claustrofobia.
La obra de Lafourcade, desconocida para los más jóvenes,
es extraordinaria. Especialmente su producción de los años
50 y 60. Rescatamos entre lo más valioso, "Pena de Muerte",
"La Fiesta del Rey Acab" (inspiró La fiesta del
Chivo de Vargas Llosa). Su "Palomita Blanca" fue uno
de los libros más vendidos del continente.
Raúl Zurita lo condenó a perpetuidad cuando señaló:
"Mientras sea jurado del Premio, Lafourcade jamás accederá
a él".
Una lástima.
Pero todo es reversible, quizá gracias a Rimbaud.
* * * ^* * *
1. Capítulo escogido
"La isla maldita, de piedra, llena de turcos y
de griegos y de ingleses errantes había quedado atrás.
El patio de su casa de la infancia se hacía presente en sus
sueños. Estaban sus hermanos. Algún amigo. Los juegos
eran ásperos, a veces. Su hermana menor lloraba por cualquier
cosa, en cualquier instante. Había perros, pero sus nombres
no lograban resucitar en su memoria tan llena de cosas olvidadas,
muertas.
Sabía lo que andaba buscando ahora en esta África negra
y feroz. Quería ganar una fortuna en el comercio y evitar hasta
donde fuera posible socios y amigos delincuentes. Todo dentro de la
ley, ese era su propósito. Cumplir lo pactado. Vida sana, cuerpo
de piedra, corazón de hielo. Siempre, desde que era un estudiante
solía repetir estas palabras. Tendría que impresionar
de alguna manera a estos miserables árabes rapaces, cubiertos
de cicatrices. El tráfico de pieles de animales salvajes era
muy productivo. Y mucho más si él mismo los cazaba.
La gacela dama, llamada también cierva Robert, era un bellísimo
animal, como el oryx blanco y toda la interminable gama de antílopes
desde los gigantes como el alce de Derby hasta los minúsculos
Dik Dik; que había encontrado en las praderas entremezclados
con Bubales y Damalisques. Tendría que distinguirlos, aprender
bien sus nombres, sus hábitos. Por esos lugares solían
aparecer cazadores yemenitas y uno que otro italiano. Y hablar de
sus hazañas, explicando cada detalle de éstas. Cómo
se arrastraban entre la hierba con el viento en contra, detrás
de un Ibex, cabra solitaria salvaje, montañesa y difícil
de descubrir, que a veces baja hacia los pastizales. Abdo Rinbo no
lo hacía mal con su rifle. Mejoraría sus armas, poco
a poco. Necesitaba ser respetado. La cacería que daba honores
era la solitaria y por lentas aproximaciones. Matar un elefante ya
era un cuento aparte. Soñaba que corría tras uno de
estos seres armados con colmillos de más de dos metros y medio
de largo. Un gran elefante daba hasta cuarenta kilos de marfil. Necesitaba
armas especiales, de dos tiros de gran calibre, belgas o inglesas,
que valían una fortuna.
Sentía su cuerpo musculoso, desgranado. Más de una
vez se lanzó a nadar en ríos donde abundaban los cocodrilos.
Sin detenerse, para no darles oportunidad. Los negros gritaban, esperando
su muerte. Pero él era rápido o los cocodrilos muy lentos.
No repitió la hazaña sino cuando las condiciones parecían
propicias, agua torrentosa, transparente. Estos desafíos le
dieron sus primeros prestigios. El iba a probarles que todo se podía
hacer con ayuda de la tierra y el aire.
En las noches salía a respirar a una plaza de palmeras donde
unos yemenitas se juntaban a tocar tambores. Así era Aden.
Ya los conocía. Y no lo molestaban porque estaban todos enfermos.
Más de una vez intentaron asaltarlo pero él les clavó
sus ojos inmovilizándolos. Sólo en circunstancias extremas
utilizaba sus poderes. Los Arabes temblaban ante los ojos blancos,
azules, verdes, de los extranjeros. En Aden y en Harar decían
que había dentro de esas luces un peligroso gato que los iba
a llenar de sufrimientos. Para alejarlo aceleraban el ritmo de los
tambores.
Sí, los primeros tiempos fueron difíciles. Antes de
ir a dormir a la modesta pensión, abría y cerraba las
brazos mil veces caminando con grandes zancadas sobre la dura arenisca
de la ciudad, por los senderos que llevaban al mar, aspirando y expirando
ese aire caliente que sólo se enfriaba, y muy poco, hacia las
tres de la mañana. Eran sus ejercicios para pensar. O para
resistir. Porque notaba que esa gimnasia de alguna manera le eliminaba
el pensamiento. Le habían informado sus empleadores que iba
a pasar su vida entre Aden y Harar. Muchos viajes.
Bueno, era joven y conocía el sufrimiento y la soledad. Había
aprendido a desconfiar, en Chipre, en El Cairo, en Europa. Preparado
como nadie para la soledad. El hombre-gato le decían en Aden.
No se lo decían a él. Lo indicaban con manos temblorosas
informando a los vecinos: "Está cargado. Nunca hay que
mirarlo de frente. El que le sostiene la mirada por mucho tiempo se
muere. Se muere sufriendo."
Sí, estaba seguro que sus penitencias recién comenzaban.
Ahora sí que las cosas iban en serio. Si él lograba
una fortuna, tal vez la vida entera se convertiría en una fiesta".