Enrique Lihn
EL PASEO AHUMADA
Por Vicente Undurraga
Publicado en Grifo, Nº3, diciembre 2003 - enero 2004.
La reedición de El Paseo Ahumada viene
a ajusticiar a uno de los muchos monstruos que
a esta luz —la de la industria editorial— no son ajusticiados.
Del libro cabe aquí destacar:
- El humor —aspecto bastante ignorado de la obra lihneana— que aflora en un libro cuyo
tono general no es, precisamente, festivo ni alegre. Un humor irónico, sanguinario a veces, que viene a poner los puntos sobre
las ies (y se encuentra con que no hay ies).
- La ciudad (y no ya el continente) como origen de los poemas a la vez que su escenario. El céntrico Paseo Ahumada en particular
es desde y hacia donde Lihn pronuncia su canto particular (y ya no general).
- Una cierta influencia de algunos poetas de los años setenta. Pienso por ejemplo en Lira (recordemos que Lihn tuvo un constante
interés por el quehacer poético de las nuevas generaciones). Ciertos
juegos de lenguaje, por ejemplo, nos permiten recordar a Lira
("glolia al señol... y viva chile mielda").
- La introducción de coloquialismos, neologismos, monólogos interiores
, dispersiones, y de frases hechas y callejeras que, en su contexto carecen
ya de sentido pero que acá, en los poemas, cobran un nuevo valor
revelativo (sic). El poeta sabe hacerse oír con sus textos, sin que por esto dejen de ser poéticos. En la "imperfección" o en
el (aparente) descuido de los versos reside muchas veces la fuerza, el desgarro de la poesía de Lihn.
-La permanencia —pero ya no predominancia— de una escritura escéptica y (quizá por lo tanto) metaliteraria, intertextual.
-El carácter disperso de los textos cumple una suerte de función anafórica de la época y el lugar poetizados (Chile, años ochenta,
Paseo Ahumada, el tirano y sus consecuencias); la lírica característica
de sus anteriores libros cede paso a cierto carácter prosaico y
narrativo, pues no eran años de hacer poesía-poesía, como si en Chile
no pasara nada.
Esta reedición de El Paseo Ahumada cuenta con un prólogo de Alejandro Zambra, el cual da luces sobre determinados aspectos
del libro mismo o de la escritura y su contexto, que servirán al lector para hacer una lectura aún más abierta y comprensiva (si cabe la expresión,
cosa que no creo). Trae también fotos actuales del Paseo y una del mismo pingüino (mendigo-enfermo protagonista de varios de los poemas).
La reedición confirmará —como si esto fuera necesario— la plena vigencia
de la poesía de Lihn: la "lealtad" de sus lectores de siempre y la
creciente apreciación por parte de las nuevas generaciones. Lihn, más
vivo que nunca, se erige, cada día más, como uno de los poetas fundamentales, insoslayables de la Poesía. El Paseo Ahumada, escrito años antes de su muerte, da fe de la
libertad con que Lihn asumía el quehacer poético, es un libro que se
aleja de la tentación y el facilismo de hacer poesía explicitamente
política o panfletaria. Lo que hay es una nueva escritura de este poeta "detector de mierdas" que, con la libertad escritural que es habitual en él, pretende (y
logra) inmortalizar El Paseo, que no ha cambiado casi nada, tal como advierte el prologuista. Pero esta crónica urbana, lejos de ser un mero testimonio,
alcanza, en sus extensos y libres versos, un alto nivel poético, y no vacila en usufructuar de los diversos formatos para decir lo que se quiere decir y además otra cosa. ¿Cuál?: léaselo.
* * * * * *
El inencontrable volumen reaparece veinte años
después de su publicación original
Reeditan "El Paseo Ahumada"
Legendario libro de Enrique Lihn
Hoy llega a las librerías el poemario en que el autor registró la delirante fauna que pululaba por el corazón
de la capital a comienzos de los años ochenta.
Por Rodrigo Castillo
Publicado en Las Ultimas Noticias, Viernes 19 de diciembre de 2003.
“En Huérfanos entre Ahumada y Estado las
papas de la mendicidad se están quemando/ dulcemente”, escribió Enrique
Lihn en el poema que abre su libro “El Paseo Ahumada”, obra en la
que, sin dejarse llevar por sentimentalismos o actitudes paternalistas,
retrató las sórdidas rutinas que cada día se desarrollaban -a principios
de los años ochenta- en el sobrepoblado centro santiaguino.
Confinado durante dos décadas al limbo de las obras apetecidas pero
inencontrables, el poemario -que originalmente circuló como un panfleto
armado con fotocopias- hará hoy su ingreso a las librerías en la forma de
un volumen que Ediciones Universidad Diego Portales ha ideado para
conmemorar los exactos veinte años que han pasado desde que el libro hizo
su primera aparición pública.
En el despiadado conjunto de versos,
el autor registró la delirante fauna que entonces pululaba por el corazón
de la capital: un mundo poblado por organistas ciegos equipados con
instrumentos japoneses, mendigos anclados en lo más profundo de la
degradación, fakires callejeros, clientes de los primeros cafés con
piernas, vendedores de baratijas y, por supuesto, ciudadanos perseguidos
por golpes de luma y carros lanzadores de agua.
Amigo personal y colaborador de Lihn en varios proyectos literarios,
el novelista Germán Marín considera que la reedición de
“El Paseo Ahumada” es “un acierto extraordinario. Se trata de un gran
libro, que refleja una etapa muy interesante de la carrera de Enrique,
en la que él se acerca a la prosa y hace una metáfora social a partir de
un paseo que hoy sigue siendo un mundo de pesadilla, complejo y sórdido,
donde está resumida toda la condición humana”.
Las impresiones
de Marín se confirman al revisar el poemario. En uno de los numerosos
textos en que menciona al Pingüino, emblemático personaje popular
del Santiago de los años ochenta que, para ganar dinero, se dedicaba
a aporrear cajas con notable ímpetu, el autor escribe: “Privilegiado el
ciego que toca su flauta dulce a la vaciada luz de esta luna/
Privilegiado el sordo del acordeón, artista exclusivo de la
Radio-Noche/ y el mudo que lisa y llanamente canta -el que quiera
celeste que le cueste-.”
Duro en su retrato de la miseria,
pero solidario en la medida que el poeta es, finalmente, un personaje
que busca la atención de sus semejantes, Lihn se pone en los zapatos de
los pordioseros y declara: “Su firma es mi entretención de
analfabeto/ Su dos más dos son cuatro es mi dos menos dos/ Su ir y venir
es mi laberinto en que yo rumiante me pierdo perseguido por una mosca”.
Como todo trabajo que se convierte en objeto de culto, el libro viene
precedido por anécdotas memorables. La principal, en este caso,
se refiere al peculiar lanzamiento que el mismo Lihn realizó, en 1983
y en pleno Paseo Ahumada, a vista y paciencia de los organismos de
seguridad que campeaban por el país durante la dictadura.
En su prólogo
a la reedición del trabajo, el crítico literario Alejandro Zambra
describe aquella presentación como una lectura callejera que encontró
un abrupto final cuando el lugar fue invadido por unos carabineros que,
según apuntó entonces el irónico Filebo, “consideraron improcedente
perturbar a los vendedores ambulantes con tales desvaríos”.