Con Enrique Lihn nos tocó participar en el primer
encuentro de artistas por la democracia en 1983 en Padre Hurtado.
Organizamos cada detalle de las ponencias, actuaciones, diálogos,
tertulias, junto a Jorge Narváez, Lautaro Labbé, Diego
Muñoz, Antonio Cadima,
María Maluenda. Artistas de la literatura, la plástica,
el teatro aglutinados en torno a la idea de darle un contenido mayor
a la lucha contra la dictadura.
Lihn tenía un gran sentido histriónico y sus intervenciones
eran un espectáculo aparte. El poeta Rodrigo Lira lo imitaba
en público y provocaba una risotada general en los auditorios
culturales del Santiago de los 80.
El autor de “La pieza oscura”, era un polemista inteligente
y un creador innato, de aquellos tocados por la vara de los dioses
como le gustaba decir a Rolando Cárdenas. Siempre nos pareció
que este libro, escrito entre 1956 y 1962 es uno de los grandes poemas
escritos en Chile. Monólogos dramáticos con tonos elegíacos
en muchos de ellos.
Pedro Lastra en su libro “Conversaciones con Enrique Lihn”
dice que “la pieza oscura es el poema central del libro, el que le
confiere la unidad de una constelación; y esto no solo o únicamente
por su ritmo semántico sino por la tonalidad del fraseo verbal,
de un ritmo fónico que atraviesa el conjunto. Yo creo que casi
todos los textos, descontadas sus particularidades en otros planos,
ingresan de algún modo en la atmósfera que se proyecta
desde allí”.
Nuestra admiración por este poema viene desde Punta Arenas,
ciudad que el escritor visitó y donde escribió textos
notables, entre ellos uno dedicado al cementerio de esa ciudad. A
comienzos de la década del 70, en los talleres literarios de
la patagonia descubrimos este libro dotado de una fuerza impresionante
y tan poco conocido por las actuales generaciones.
Enrique Lihn nace en Santiago el 3 de septiembre de 1929. Parte de
su infancia transcurre en la casa de la abuela materna y comparte
aficiones artísticas con su tío el pintor Gustavo Carrasco.
En 1942 ingresa a la Escuela de Bellas Artes de Santiago como estudiante
libre de dibujo y a los 20 años publica su primer libro “Nada
se escurre”. Compañero generacional de Jorge Teillier,
Martín Cerda, Armando Uribe Arce, Efraín Barquero, su
obra ha sido traducida a varios idiomas y es reconocido como un artista
innovador que exploró géneros como el teatro, el comic,
la novela, el ensayo, el cuento.
Vivió en Cuba y París, pero al poco tiempo regresó
a Chile donde se transformó en editor de revistas, profesor
investigador de la Universidad de Chile, cronista de diarios, realizador
de videos.
Lihn fue también un gran sonetista, ese género que
cultivaron con maestría Góngora y Quevedo. Dice el poeta:
“Yo empleé el soneto para hablar desde el terror, en opresión,
el soneto barroco, esa prótesis verbal que yo actualizo a fuerza
de distorsionarla. Los sonetos del Siglo de Oro son ya piezas canónicas.
Para tomarse las libertades que ellos se tomaron y prolongar su gesto
trasgresor hay que empezar por agredir a esos poetas: en la cárcel
de los cuartetos y tercetos la palabra tiene que hacer movimientos
inesperados”.
Enrique Lihn fallece en Santiago el 10 de julio de 1988. Al año
siguiente Adriana Valdés y Pedro Lastra publican “Diario de
Muerte", su último libro que empezó a escribir
el primer día que supo que le quedaba poco tiempo en este mundo.
Al enterarnos de su deceso en Buenos Aires organizamos un evento con
poetas argentinos y leímos su texto “Por qué escribí,
estoy vivo”.