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Curioso programa
Por Enrique Lihn
Diario Fortín Mapocho, Santiago, 4 de julio de 1987
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Si por un golpe de locura me eligieran Presidente, renunciaría a ese absurdo distribuyéndolo entre el mayor número posible de ciudadanos razonables. Como los reyes, los Presidentes serán aceptados en "mi" República a título de símbolos y de mediadores entre ella y los países atrasados, que necesitan, sin goce de sueldo. Siento decir que de los artistas no espero gran cosa, como gobernantes. En general son ignorantes y, por ello, narcisistas o autorreferentes. Se parecen a los militares en que son lo contrario de ellos, esto es, uniformemente anárquicos. Creo que debiera mezclarse a unos con otros en un mismo campamento para obtener de ese mestizaje, una buena medianía de gente que se divertiría en forma disciplinada. A los partidos, se les pediría en armonía que, después de limpiarse del personalismo y el caudillaje, enunciaran objetivamente sus diferencias. Habrá tres—para no repetir el modelo demócrata—republicano— a todo reventar. El del centro tomará el camino medio entre el comunismo y el capitalismo, de los cuales debemos desalienarnos como de dos grandes trabas para nuestro desarrollo. No somos insectos, ni cosas que consumen cosas. Somos personas que pueden divertirse extraordinariamente consigo mismas y con los demás en un barrio modesto. La religión no estaría mal si se asimilara francamente al erotismo, es decir al amor tal cual es. Tengo una idea muy exigente de las drogas. Si no sirven para escribir grandes libros (Baudelaire, Thomas de Quincey, Cocteau, Michaux) no sirven para nada. Hay que suprimirlas o dosificarlas según las capacidades de los consumidores. El rol de los individuos sobre el que me consultan, desaparecerá en "Mi" República. Sus nombres son los de cualesquiera. Y las horrendas casas-bunker del período, podrán convertirse en gallineros. El gobierno provisional de los artistas será el gobierno de los artistas en materia de gobierno provisional.
