Proyecto Patrimonio - 2021 | index |
Enrique Lihn | Gonzalo Maier | Autores |











Nuestra Señora de la Seguridad Nacional:
ironía y comunidad en La aparición de la Virgen, de Enrique Lihn

Por Gonzalo Maier
Publicado en Caravelle, N° 107,  2016



.. .. .. .. ..

Atendiendo a la trayectoria del poeta chileno Enrique Lihn (1929-1988), es posible leer La aparición de la Virgen (1987) como la culminación de la veta política e irónica de su poesía. Por un lado, efectivamente fue el último texto político que publicó en vida y, por otro, resume de buen modo los giros y los cambios que, con el paso del tiempo, sufrió su poesía política.[1]

La opción de poetizar primero la revolución cubana y la lucha de la izquierda en Chile, para luego criticarla, fue un proyecto secundario pero sostenido en su obra. Como señala Andrés Florit, su vocación política encontró un eco literario principalmente durante los años 60 y a comienzos de los 70, es decir, antes del golpe de Estado de 1973, y así sus poemas políticos de esa época valían como sátiras de los candidatos conservadores o como panfletos de la izquierda que intentaba tomar el poder. Apenas comienza la dictadura de Pinochet —e incluso en el momento previo, cuando la violencia política se instalaba como un escenario de lucha ideológica—, la poesía política de Lihn acentúa algunos giros irónicos, alegóricos o metafóricos, tal como apunta Naín Nómez (2008)[2], que ya no buscarán sólo la reflexión política sino también obviar la censura. De esta forma, la apuesta de Lihn no era más que una paráfrasis del axioma del ensayista austriaco Karl Krauss, quien sostenía que la ironía es necesaria y bienvenida en toda dictadura, siempre y cuando el dictador no se entere.

Carmen Foxley en Enrique Lihn: escritura excéntrica y modernidad (1995) hace hincapié en la curiosa abundancia de ironías presentes en La aparición de la Virgen, un poemario singular no sólo porque aborda las supuestas apariciones de la Virgen María en el Chile de los años 80, sino porque su primera edición fue publicada en papel de diario y con dibujos del mismo autor: «La parodia y la ironía son las figuras más importantes […] la ironía satura el texto haciéndolo insoportable en su lectura, tan agobiante como es la percepción de la situación de represión, autoengaño y contrasentido»[3]. Pero más allá de develar las decenas de ironías presentes en el poema, leídas siempre en relación con la simulación religiosa y acaso divina que propicia la dictadura, también conviene pensar la ironía al modo de Linda Hutcheon, es decir, como una tensión irresuelta entre dos o más sentidos, no necesariamente contrarios o contradictorios, pero sí distintos[4]. Es decir, como una construcción cuya tensión inevitablemente da cuenta de una comunidad no sólo capaz de decodificar el mensaje, de entenderlo como una ironía, sino de reconocerse ella misma en tanto comunidad[5].

En particular, el poemario sobre las apariciones de la Virgen en Villa Alemana permite leer la ironía no sólo como una seña filial (cf. Valdés) o como un mero sello postmoderno (cf. Foxley), sino como un modo de enfrentarse a las construcciones comunicacionales con que la dictadura pretendía establecer qué era lo real. En este caso, las famosas apariciones de la Virgen María en Villa Alemana, una pequeña localidad al interior de Valparaíso.

La ironía en los poemas de La aparición de la Virgen no parece proponer una epistemología centrada en la duda y la negación —muchos de ellos, incluso, no resultan distantes ni buenos ejemplos de lo postmoderno—, tal vez porque su misión era doble: por un lado, iluminar la ausencia detrás de la presencia divina y, por otro, dar testimonio de una fractura social o comunitaria. Es decir, quizá la ironía en estos poemas vale como un ejercicio de irrupción política muy en sintonía con la aspiración lihneana de «situar» los poemas y que convendría entender como una respuesta frente a un escenario saturado de simulacros.




La aparición de Miguel Ángel

Seguramente dos de los hitos que definieron la religiosidad popular durante la dictadura fueron la visita del Papa Juan Pablo II a Chile, en abril de 1987[6], y la constante presión político-judicial de la Vicaría de la Solidaridad, que a la larga sería decisiva para la caída del régimen. Sin embargo, al margen de la gran historia de la religiosidad durante la dictadura, también cruzada por el rápido crecimiento de las iglesias evangélicas (cf. Lehmann), de grupos católicos como el Opus Dei y por el asesinato de varios sacerdotes[7], aún perviven en el imaginario colectivo episodios en apariencia anecdóticos que han pasado a formar parte de la cultura popular y que permiten pensar en retrospectiva no sólo la relación entre religión, fe y violencia, sino entre los mismos simulacros de la dictadura y las políticas de la ironía.

En este sentido, la historia de Miguel Ángel Poblete, el famoso niño vidente de Villa Alemana, se inscribe como un capítulo particularmente rico en la cultura chilena[8]  para entender el modo en que el imaginario dictatorial estaba en buena parte labrado a partir tanto de la veneración a la Virgen del Carmen, patrona de Chile y de sus Fuerzas Armadas, como de la exaltación de cierto nacionalismo católico, que en ese contexto de Guerra Fría se sobrentendía como una lucha contra el comunismo destinada, ni más ni menos, que a defender a toda la «civilización cristiana occidental»[9].

Los detalles de sus visiones han sido relatados varias veces en artículos de prensa y ensayos sociológicos, pero tal vez lo más interesante es la ambigüedad que aún rodea al caso, pues son muchas las fuentes que dan cuenta de la utilización política del fenómeno generado por las supuestas visiones. A los 15 años, entonces, un joven llamado Miguel Ángel habría insistido en que presenció la aparición de la Virgen María, y acompañado por una cuidadora del orfanato en donde vivía, le relató detalladamente la primera aparición a un sacerdote local, quien no sólo habría encontrado su testimonio creíble, sino que más tarde lo acompañaría al cerro mientras el niño entraba en trance y aseguraba ver nuevamente a la Virgen. Luego vendrían más apariciones, que curiosamente le eran avisadas de antemano, y una sucesión de peregrinaciones al cerro El Membrillar, que con el correr de los años llevarían a que una unidad de la CNI, la Central Nacional de Inteligencia, se instalara en Villa Alemana y tomara contacto con Miguel Ángel Poblete, justo cuando algunas procesiones al cerro reunían, según la prensa, a poco más de setenta mil fieles y se convertían en un asunto de interés nacional que repercutía en la misma prensa y que terminaría por convertirse en un referente cultural de la década de los 80[10].




«Creo que soy incrédulo» o la ironía inoperante

Tras el final abrupto de las apariciones, que por lo demás coincidieron con el inminente fin de la dictadura, Lihn puso en circulación La aparición de la Virgen, un breve poemario que «aborda la manipulación propagandística» (cf. Galindo) con que la dictadura utilizó las visiones de Miguel Ángel. En el texto, Lihn no sólo describe las apariciones de la Virgen en Peñablanca y la conveniente ayuda que recibió de parte de la policía política para que el interés mediático tuviera un alcance más amplio, en algún grado muy similar a lo sucedido con la utilización política en torno al paso del cometa Halley en 1986, sino que reflexiona sobre el papel de la religiosidad como un lenguaje adoptado por la misma dictadura, y acaso sobre el agotamiento de la ironía y la alegoría como lenguaje político.

La aparición de la Virgen, un poemario marginal dentro de la gran producción de Lihn, hasta el momento ha sido leído por la crítica como una continuación de lo que venía trabajando ya en textos como Paseo Ahumada (1984), es decir, en tensión con la entrada del capitalismo en la ciudad (cf. Galindo, Foxley), o bien con respecto a la teatralidad y el cuerpo (cf. Ayala, Travis), pero alejado de cualquier lectura que ponga particularmente en tensión la ironía con la crítica política.

Pese a eso y a instancias del propio Lihn, buena parte de su última producción se suele estudiar bajo el rótulo de «poesía situada», una conceptualización ideada por él mismo que pretendía establecer una falta de autonomía entre la poesía y las condiciones socio-políticas del sitio en que era escrita. Las primeras aproximaciones a este ejercicio aparecen en Escrito en la Cuba (1969) o en París, situación irregular (1977), textos que abordan estancias en el extranjero en donde la importancia del espacio es central; sin embargo, más tarde, ya en Paseo Ahumada o incluso en La aparición de la Virgen, esa misma «situacionalidad» se traspasaría al Chile de la dictadura o, como sostiene Galindo, al «espacio del exilio interior»[11]. En estos poemas Lihn intentaba tomar el lenguaje de los peatones —incluso, al modo de Nicanor Parra, abusando de los clichés y frases hechas— para hacerse invisible entre las conversaciones y las historias que circulaban diariamente por el centro de Santiago, transformando la poesía en una capa más de la realidad.

 


 

Tal como sugiere Travis, el primer y más evidente foco de la ironía en el texto apela a develar o señalar lo oculto en desmedro de lo evidente: «in reality it is a text that is overflowing with irony, sarcasm, and severe condemnation of the government, in particular the manipulation of images (such as the Virgin)»[12]. Así, el uso de la ironía apuntaría a quitar el velo místico o sagrado de esas apariciones que se apoderaban del debate público chileno y a señalar el montaje que estaba detrás de ellas o, dicho de otro modo, a poner en evidencia la ausencia (¿de aprobación celestial?) que se ocultaba con ese simulacro. Sin embargo, la operación irónica que atravesará todo el texto, curiosamente, comienza con una primera estrofa —acaso una de las pocas en todo el poema— donde la ironía aparece sólo marginalmente y a través de sutiles construcciones irónicas —«la realidad es el único libro», «la realidad es la única película»—, que después los dos primeros versos dará paso a un discurso directo y en algún grado emotivo:


La realidad es el único libro que nos hace sufrir
La realidad es la única película que nos quita el sueño
Las apariciones de la Virgen serán irreales no así la aparición de los agentes
de la realidad
Ellos son los únicos autores terribles Ellos son los únicos sádicos cineastas 
[…]
Mil veces preferible quemarse los ojos para ver a la Virgen
Que estar en el elenco de los que filman con sangre
Sin una gota de luz
Dios me libre de ser escrito con sangre por uno de esos autores no identificados
[13].


Llama la atención que en un texto poderosamente irónico —o «saturado de ironías», como escribe Foxley— los primeros versos delimiten de modo explícito la intención y la posición del poeta, no dejando dudas respecto al lugar desde donde enuncia, e incluso utilizando un lenguaje más claro y transparente que en el resto del poema[14]. Quizá por eso desde un comienzo la ironía queda despojada de toda espectacularidad y sorpresa, incluso de todo ánimo realmente subversivo. Aunque sea sólo en apariencia, pues el evidente malestar del hablante, que en ningún momento deja que su repudio se preste para dobles interpretaciones, vale también una como respuesta a la simulación de la dictadura, pero también al agotamiento de las estrategias literarias laterales y oblicuas como la alegoría o la misma ironía. De hecho, ese cansancio se podría entender en tensión con el campo literario chileno de dictadura y, en particular, como una respuesta al desgaste o a la aparente inutilidad y falta de eficacia de una década entera dedicada a la elipsis y la alegoría —«Si se trata de una metáfora, desechémosla junto a otras confusiones»[15], se lee hacia el final del poema[16], prácticamente como una declaración de intenciones. Frente a la particularidad que fueron adquiriendo varios aspectos de la dictadura chilena —desparecidos que no aparecieron, dictadores que aseguraban ser presidentes, aparecidos que no desaparecieron—, la ironía en La aparición de la Virgen ya no pretende camuflarse ni ser legible solo para iniciados políticos —y en esto el poema se aleja de las narrativas alegóricas—, sino que apunta a elementos culturales comunes con los que el texto bordea el chiste y la burla, pese a mantener siempre la formalidad irónica.

Vigilantes y vigilados
Perseguidos y perseguidores
Poseedores y desposeídos
Agredidos y agresores
Degolladores y degollados
Allanados y allanadores
Venid y va-á-mos to-ódos
[17].


El de arriba, por ejemplo, es un caso donde la ironía está dada a partir del llamado grupal —«Venid y va-á-mos to-ódos»— que apela al coro de una de las canciones marianas más populares en Chile[18]. De hecho, la puntuación del verso imita la entonación del canto religioso como el corolario de un llamado irónico sobre la hermandad y la unión nacional. Sólo que al cartografiar la sociedad desde la tensión entre perseguidos y perseguidores, degolladores y degollados, se produce el efecto irónico que marca el sitio desde donde habla Lihn. En cualquier caso, ejemplos como el de recién permiten intuir que la vocación social del texto es radical, y que por lo mismo la dimensión de su ironía no se juega en la espectacularidad con que se invierten o se ponen en tensión ciertos términos, sino en la voluntad de insertarse en la sociedad. A través de una canción popular, la ironía juega un rol comunitario y ofrece una identidad concreta frente a un escenario de simulacro de lo real. O de ausencia en vez de presencia, para entender el simulacro en términos de Jean Baudrillard (1978). El llamado de Lihn apela, entonces, a todos quienes dentro del constante ruido de ese capitalismo recién llegado, y rodeados por las mil voces de los medios de comunicación que anuncian, ni más ni menos, el arribo de la Virgen María, prefieren correr la vista y mirar hacia otro lado. Con ese movimiento, por lo mismo, se confirma una comunidad quebrada, que se define por su misma fractura y derrota. De hecho, en el poema abundan las construcciones en primera y tercera persona plural, precisamente como una marca que de inmediato nos invita a pensar en comunidades y en el sentido político de la poesía tardía de Lihn:

Uno puede pensar de ellos lo que quiera
No por eso nos conoceremos mejor de lo que ellos nos conocen
[19]

Los de tu equipo nos volamos a la carrera, apelotonados hacia ti que estás no derretida en el sol
Nos quemamos para verte mejor
[20]

Como modesto locutor de esta emisora voy a recordarles lo que recordó el Papa
Hoy jueves ocho de septiembre ella cumple dos mil años
Tal como lo anunciamos ayer por la prensa vendrá a celebrar su onomástico
con nosotros
La mamá de todos los chilenos
[21]

Si otros Virgen te mercantilizan no serán ello, Ellos, nosotros y Tú seremos los explotados[22]


Atendiendo a este acento plural, a la voluntad de no hablar sólo en primera persona, sino de convocar otras voces y de apelar a lo común de la experiencia dictatorial, tal vez sea posible pensar la ironía en La aparición de la Virgen en relación con la identidad colectiva enfrentada a un discurso público que la niega o la reduce. No directamente, ni por un enfrentamiento o una interpelación frontal, sino a través de los simulacros mediatizados que confirmarían, de un modo u otro, que los cielos, con sus cometas[23] y sus vírgenes, vienen a saludar a la dictadura triunfante. A confirmar a la comunidad ganadora en desmedro de otra ignorada e invisible, obviada incluso por los astros y la mismísima Virgen María.


 

La importancia del receptor y, en particular, de las comunidades en relación con la ironía, ha sido tratada desde diversos puntos de vista – lingüístico (cf. Culler), político (cf. Hutcheon) –, que pueden dar pistas respecto a cómo se configura irónicamente una comunidad tras el fracaso político o cómo se concretiza la impotencia frente a la dictadura, que es, por cierto, desde donde hablan muchos de los últimos poemas de Lihn[24]. Según Jean-Luc Nancy (1983), en términos generales, una comunidad se establece primero en torno a un mito fundacional y luego opera en función de fines compartidos. Sin embargo, apunta Nancy, en un escenario postmoderno, carente de cualquier metafísica o relato mitológico, la noción de comunidad es sostenida artificialmente por sofismas políticos, pues ya no existiría un proyecto común. Pese a ello, aún sobrevivirían comunidades inoperantes que no perseguirían activamente fines, sino que basarían su interacción meramente en el contacto y la comunicación, pero sin ser capaces de – o sin que les interese – establecer una mitología que las haga «operantes».

El poema de Lihn sería el relato de una comunidad que evita constituirse en términos de una meta o de una obra por concretar, y que sólo se reconoce fuera de imposiciones previas. Una comunidad, por lo mismo, que se regocija en el caso de La aparición de la Virgen en las ironías y los juegos de palabras que parecieran contentarse con admirar la derrota – «Una Edad Media de pedaleros perdida en la inmensidad de un presente de utilería/Los hijos de un tiempo muerto que sólo pueden ser pródigos/derrochándose – cuerpos y almas – a la primera asonada»[25]. Pero, a la vez, la comunidad a la que apela Lihn no intenta proponer ni una respuesta ni una realidad alternativa, tal como en algún sentido lo hizo la literatura alegórica, que pretendía abrir nuevos caminos políticos o buscar espacios para esquivar la censura a través del lenguaje.

Una lectura como ésta entra en directa relación con el escenario social – la dictadura llevaba ya 17 años –, político – por la televisión aparecían la Virgen y el Papa junto al dictador – e incluso literario – la alegoría ya se había transformado en el código oficial de la literatura chilena. De este modo, la poesía de Lihn viene a constatar que resulta inútil continuar escribiendo sin tomar el habla de la calle y que la violencia sólo puede ser aludida mediante el mismo lenguaje viciado y cruel de la dictadura. A fin de cuentas, el hablante de los poemas a la Virgen de Villa Alemana recoge como un antropólogo ese mundo de estrategias comunicacionales y de discursos vacíos que tanto aparecía en la prensa – «como modesto locutor de esta emisora»[26], «pueden creerlo aunque no lo vean»[27] –, y lo ofrece al modo de un periódico falso y absurdo, donde ni siquiera haría falta esconder las ironías o las críticas.

Pese a que Nancy no piensa directamente en comunidades circunscritas a escenarios postdictatoriales, su reflexión sobre las comunidades inoperantes sí apunta a comunidades que se relacionaron, básicamente tras la Guerra Fría, tanto con la derrota como con el trauma. La evidencia y la falta de sutileza de la ironía de Lihn se puede entender teniendo en cuenta la comunidad de derrotados a la que se dirige y en la que pretendía situar sus textos. «Pero la comunidad no es tampoco una esencia de todos los individuos, una esencia que estaría dada antes que ellos. Pues la comunidad no es otra cosa que la comunicación de “seres singulares” separados, que no existen más que a través de la comunicación»[28], escribe Nancy, invitándonos a pensar que tal vez esa comunicación, cuando se codifica al modo de una ironía tan poco postmoderna, supone precisamente una comunidad de «seres singulares» que, tal como escribe Hutcheon, se reconoce frente a lo burdo de las apariciones, pero también frente a lo inoperante de la ironía, e incluso de la protesta y de la lucha por la democracia[29]. Una ironía, en definitiva, atrapada en un mundo de simulacros – en esos años, además, ya se comenzaba a tejer el simulacro del consenso político –, donde tampoco importaba mayormente la forma ni la sutileza retórica, sino el ánimo de confirmarse como una comunidad más allá del resbaladizo terreno de las narrativas políticas que la invisibilizaba.

Una ironía, en otras palabras, que en su dimensión social se asemeja a las comunidades discursivas con que Hutcheon pretende evidenciar a un grupo preexistente, pero que tal vez no agota su ambición política en una jerarquización tácita que supone a algunas comunidades por sobre otras, sino que tiene su centro en el mero hecho de confirmar una versión de la realidad – la que creen opuesta al simulacro – como válida o cierta. La ironía del texto de Lihn, entonces, no se juega ni en la espectacularidad de su retórica ni en la distancia intelectual de sus reflexiones, ni mucho menos en su filo político, sino en cierta impotencia inoperante y en una suerte de imposibilidad o de renuncia al triunfo. Esa conciencia del fracaso en el texto se expresa como una autoironía agotada, como si a Lihn no le interesara realmente ser irónico, pues frente al triunfo de la dictadura[30] no quedaría nada más que situarse al margen de una Virgen que saluda al dictador desde los cielos.

Según Nancy, la comunidad inoperante, desmitologizada, carente de pretensiones políticas concretas, encuentra nuevas formas de reconstruir el mito precisamente a partir de la comunicación e, incluso en un sentido muy amplio, de la literatura. El caso de Lihn parece particularmente interesante, pues la ironía se puede leer también como la negación o la resistencia a reescribir un mito fundacional. Una comunidad irónica e inoperante en donde la ironía ya no es más que un santo y seña agotado y viciado, una fórmula que no permite críticas afiladas, porque en ese Chile nada era lo que parecía y, tal vez por lo mismo, no había mejor ironía que ser falsamente irónico. Es decir, una resignación total que servía para dar por válida una versión de la violencia de la dictadura que ya no valía la pena combatir – con alegoría o ironía – sino que se agotaba en su gesto:


Escribo para desquitarme de la inacción que significa escribir
Escribo como alguien compra un boleto de la lotería atrasado
Escribo de parte de los perdedores para la mortalidad
Escribo sin voz por amor a la Letra
[31].


Una ironía, como se puede leer, que en su autoconciencia y al no intentar esconderse ni fingir distancia no excluye, sino que busca ser trasparente y, por lo mismo, sumar en esa derrota burlesca seguramente a más lectores o, tal como era la ambición del mismo Lihn, a uno que otro peatón que frente a esos poemas pudiera encontrar lo real. El hecho de exponer el simulacro, o la ausencia detrás de una presencia falsificada, se sirve de la ironía para correr el telón donde se proyectaban las apariciones, y que en poco más de un año darían la bienvenida a la democracia y a los discursos en torno a la memoria, como otras formas de simulacro que la literatura se encargará de cuestionar a través de la ironía.

 

 

 

 

 

 

____________________________
Notas

[1] Este artículo fue realizado en el marco del proyecto The Politics of Irony in Contemporary Latin-American Literature on Violence, financiado por la Organización para la Investigación Científica de los Países Bajos (De Nederlandse Organisatie voor Wetenschappelijk Onderzoek, NWO).

[2]  Lihn, que durante los años 60 militó en el Partido Comunista y vivió un par de años en Cuba, comenzó su breve paso por la poesía militante en 1961 con «La invasión», un texto precisamente sobre la invasión a Bahía de Cochinos, y terminaría a comienzos de la dictadura chilena, en la década del 70, cuando optara por dejar de lado un espíritu pedagógico-socialista, provocando que su futura poesía política renuncie a ser militante y comience a confundirse con el apunte sociológico (cf. Florit, A., «Notas sobre la edición», in: Lihn, E., La aparición de la Virgen y otros poemas políticos (1963-1987), Santiago de Chile, Universidad Diego Portales, 2012, p. 17).

[3]  Foxley, C., Enrique Lihn: escritura excéntrica y modernidad, Santiago de Chile, Universitaria, 1995, p. 265-266.

[4]  Hutcheon, L., Irony’s Edge: The Theory and Politics of Irony, London & New York, Routledge, 1994, p. 56.

[5] Ibid., p. 87.

[6] Uno de los pocos poemas de Nicanor Parra que circularon durante la dictadura fue «La sonrisa del Papa nos preocupa», publicado precisamente a raíz de la visita del papa: «Nadie tiene derecho a sonreír/en un mundo podrido como éste/salvo que tenga pacto con el Diablo/S.S. debiera llorar a mares/y mesarse los pelos que le quedan/ante las cámaras de televisión/en vez de sonreír a diestra y siniestra/como si en Chile no ocurriera nada/¡Sospechoso señoras y señores!/S.S. debiera condenar al Dictador/en vez de hacer la vista gorda/S.S. debiera preguntar/x sus ovejas desaparecidas/S.S. debiera pensar un poquito/fue para eso que los Cardenales/lo coronaron Rey de los Judíos/no para andar de farra con el lobo/que se ría de la Santa Madre si le parece/pero que no se burle de nosotros». Parra, N., Poemas para combatir la calvicie, Santiago de Chile, Fondo de Cultura Económica, 2010 [1993], p. 305.

[7]  Cavanaugh detalla casos emblemáticos como el de los sacerdotes Miguel Woodward, Antonio Llidó y Gerardo Poblete, entre varios otros, que fueron asesinados por el régimen. De paso, da señas de cómo 106 sacerdotes y 32 hermanas fueron expulsados del país durante los primeros meses de la dictadura, mientras que el Comité Permanente de Obispos, en octubre de 1973, daba las gracias públicamente a la Junta de Gobierno mostrando su «respeto» y «aprecio» por el golpe de Estado. Cavanaugh, W., Torture and Eucharist, Oxford, Blackwell Publishers, 1998, p. 80.

[8]  Álvaro Bisama noveló la historia de Miguel Ángel en la novela Ruido (2012), Pedro Lemebel ha hecho lo mismo en varias crónicas y el cineasta Esteban Larraín en abril de 2013 estrenó La pasión de Michelangelo, una película que aborda la relación de Miguel Ángel con la policía política de Pinochet.

[9]  Cavanaugh, W., Torture and Eucharist, Oxford, Blackwell Publishers, 1998, p. 80.

[10]  El primer testimonio de las visiones de Miguel Ángel data de mediados de 1983 y el último de 1988, poco antes de que se le perdiera la pista durante varios años y volviera a aparecer, a comienzos del año 2000, asegurando llamarse Karole Romanov. Poblete finalmente murió en 2008 a causa de una enfermedad al hígado.

[11]  Galindo V., O., «Mutaciones disciplinarias en la poesía de Enrique Lihn», Estudios Filológicos, n° 37, 2002, p. 255.

[12]  Travis, C., Resisting Alienation: The Literary Work of Enrique Lihn, Cranbury, Lewisburg Bucknell University Press, 2007, p. 230.

[13]  Lihn, E., La aparición de la Virgen y otros poemas políticos (1963-1987), Santiago de Chile, Universidad Diego Portales, 2012, p. 111.

[14]  En cualquier caso, más adelante otros fragmentos apelarán de nuevo a la misma franqueza y claridad: «Virgen del Neoprén/Señora del Simulacro/Bajas del cielo de tus utilerías/Acompañada de un guerrero antiguo/A ver si puedes dividirnos aún más /Tiendes tu manto sobre intereses creados/Y nos amenazas con un acabo de mundo/Virgen de la chacota en la punta del cerro». Ibid., p. 113.

[15]  Ibid., p. 128.

[16]  Esto, por cierto, lleva a recordar el diagnóstico que hizo el escritor estadounidense David Foster Wallace sobre la cultura norteamericana, donde advertía que cuando la ironía deja de ser utilitaria pierde su filo realmente crítico: «El sarcasmo, la parodia, el absurdo y la ironía son formas geniales de quitarle la máscara a las cosas para mostrar la realidad desagradable que hay tras ellas. El problema es que una vez desacreditadas las reglas del arte, y una vez que las realidades desagradables que la ironía diagnostica son reveladas, ¿qué hacemos? La ironía postmoderna y el cinismo se han convertido en un fin en sí mismas, en una medida de la sofisticación en boga y el desparpajo literario […]. La ironía ha pasado de liberar a esclavizar.» Foster Wallace, D., «Ex Unibus Pluram: Television and U.S. Fiction», Review of Contemporary Fiction, n° 13:2, 1993, p. 185.

[17]  Lihn, E., op. cit., p. 116.

[18]  La canción precisamente se llama «Venid y vamos todos» y su coro dice: «Venid y vamos todos,/con flores a porfía,/con flores a María,/que Madre nuestra es.»

[19]  Lihn, E., op. cit., p. 112.

[20] Ibid., p. 114.

[21] Ibid., p. 118.

[22] Ibid., p. 115.

[23] Elvira Hernández en ¡Arre! Halley ¡Arre! (1986) igualmente apela a la ironía para referir al simulacro de la dictadura, particularmente al paso del Cometa Halley por los cielos chilenos (cf. Maier, G., «Mientras tanto en la tierra: ironía y simulacro, en ¡Arre! Halley ¡Arre!, de Elvira Hernández», Alpha, n° 41, 2015, p. 41-49).

[24]  En las conversaciones con Pedro Lastra, Lihn deja muy en claro su estado anímico durante la dictadura y la sensación de agotamiento y fracaso. Muchas veces intentaría salir de Chile, pero por un motivo u otro siempre terminaría regresando. Roberto Merino, en Lihn: ensayos biográficos (2016), también elabora las razones por las que el poeta se mantuvo en Chile, resaltando motivos familiares y laborales.

[25]  Lihn, E., op. cit., p. 103.

[26]  Ibid., p. 118.

[27]  Ibid., p. 119.

[28]  Nancy, J., La comunidad inoperante, Santiago de Chile, Lom, 2000 [1983], p. 175.

[29]  Hutcheon, L., Irony’s Edge: The Theory and Politics of Irony, London & New York, Routledge, 1994, p. 247.

[30]  La poesía de Lihn, particularmente en Paseo Ahumada, será una de las primeras en advertir los cambios que produciría el capitalismo impuesto por la dictadura en la sociedad chilena. De hecho, ya hacia el final de La aparición de la Virgen, en la sección «Saldos del Paseo Ahumada» se puede leer: «Defecando me purgo del heroísmo de los heréticos/Dos o tres veces al día/Flamea su bandera en el Rastro: Vender o Morir», en relación a el Rastro, un famoso periódico de avisos clasificados que gozó de gran popularidad durante los años 80 y que acá aparece con un lema muy parecido al «Patria o muerte» de la revolución cubana. Lihn, E., La aparición de la Virgen y otros poemas políticos (1963-1987), Santiago de Chile, Universidad Diego Portales, 2012, p. 125.

[31] Lihn, E., op. cit., p. 126.

 

 

 

____________________________________
Bibliografía

Ayala, Matías, «El mendigo, el travestí, la televisión. Teatralidad urbana y espectáculo en la poesía de Enrique Lihn», Revista Chilena de Literatura, n° 83 (2012), p. 33-53.
Baudrillard, Jean, Cultura y simulacro, Barcelona, Kairos, 2007 [1978].
Cavanaugh, William, Torture and Eucharist, Oxford, Blackwell Publishers, 1998.
Culler, Jonathan, «The Most Interesting Thing in the World», Diacritics, n° 38, 2008, p. 7-16.
Florit, Andrés, «Notas sobre la edición», in: La aparición de la Virgen y otros poemas políticos (1963-1987), Enrique Lihn, Santiago, Universidad Diego Portales, 2012, p. 15-21.
Foster Wallace, David, «E Unibus Pluram: Television and U.S. Fiction», Review of Contemporary Fiction, n° 13:2, 1993, p. 151-194.
Foxley, Carmen, Enrique Lihn: escritura excéntrica y modernidad, Santiago, Universitaria, 1995.
Galindo V., Óscar, «Escritura y viaje en la poesía de Enrique Lihn», Revista Chilena de Literatura, n° 46, 1995, p. 101-110.
Galindo V., «Mutaciones disciplinarias en la poesía de Enrique Lihn», Estudios Filológicos, n° 37, 2002, p. 225-240.
Hernández, Elvira, ¡Arre! Halley ¡Arre!, Santiago de Chile, Alquimia, 2013 [1986].
Hutcheon, Linda, Irony’s Edge: The Theory and Politics of Irony, London & New York, Routledge, 1994.
Lastra, Pedro, Conversaciones con Enrique Lihn, Santiago de Chile, Atelier Ediciones, 1990.
Lehmann, Carla, «Chile: ¿un país católico?», Puntos de referencia, n° 249, 2001.
Lihn, Enrique, A partir de Manhattan, Valparaíso, Ganymedes, 1979.
Lihn, Enrique, El Paseo Ahumada, Santiago de Chile, Ediciones Minga, 1983.
Lihn, Enrique, La aparición de la Virgen y otros poemas políticos (1963-1987), Santiago de Chile, Universidad Diego Portales, 2012.
Maier, Gonzalo, «Mientras tanto en la tierra: ironía y simulacro, en ¡Arre! Halley ¡Arre!, de Elvira Hernández», Alpha, n° 41, 2015, p. 41-49.
Maerino, Roberto, Lihn: ensayos biográficos, Santiago de Chile, UDP, 2016.
Nancy, Jean-Luc, La comunidad inoperante, Santiago de Chile, Lom, 2000 [1983].
Nómez, Naín, «La poesía chilena: Representaciones de terror y fragmentación del sujeto en los primeros años de dictadura», Acta Literaria, n° 36, 2008, p. 87-101.
Parra, Nicanor, Poemas para combatir la calvicie, Santiago de Chile, Fondo de Cultura Económica, 2010 [1993].
Parra, Nicanor, Chistes paRra desorientar a la policía poesía, in: Poesía chilena desclasificada (1973-1990), Gonzalo Contreras (ed.), vol. 1, Santiago de Chile, Étnica/ Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, 2006.
Travis, Christopher, Resisting Alienation: The Literary Work of Enrique Lihn, Cranbury, Lewisburg Bucknell University Press, 2007.

 

 



 

 

Proyecto Patrimonio Año 2021
A Página Principal
| A Archivo Enrique Lihn | A Archivo Gonzalo Maier | A Archivo de Autores |

www.letras.mysite.com: Página chilena al servicio de la cultura
dirigida por Luis Martinez Solorza.
e-mail: letras.s5.com@gmail.com
Nuestra Señora de la Seguridad Nacional:
ironía y comunidad en "La aparición de la Virgen", de Enrique Lihn.
Por Gonzalo Maier.
Publicado en Caravelle, N° 107, 2016