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Enrique Lihn
Los trazos del adiós

Por Marcos Solís
Publicado en revista Crisis, N°74, septiembre de 1989


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Escritos entre la primera semana de abril y la primera de junio de 1988, los poemas que integran Diario de muerte configuran una suerte de "carta final" del poeta chileno Enrique Lihn, quien murió el 10 de julio de ese año en su casa de Santiago. Estos últimos trabajos de Lihn se atienen a su preferencia por una "poesía situada", como decía, "textos en estrecha relación con sus circunstancias", opción de su escritura que estos poemas corroboran ejemplarmente.



Aunque Lihn iniciara la escritura de los poemas del Diario de muerte en la última semana de abril de 1988, a propósito del desahucio médico, la preparación del tema fue pausadamente anterior y, a la luz de su muerte, se pueden rescatar, aclimatar las referencias, los actos de fe de un agnóstico y las conjeturas de su obra pasada. —"Nuestro trabajo, ¿no es un exorcismo, / una respuesta al desafío oscuro?", dirá en el poema Kafka de La musiquilla de las pobres esferas—, como quien revisa las postales, las anotaciones en servilletas de un viajero que nos ha dejado su diario de ruta definitivo, escrito "como un imbécil que jugara /con una piedra o un pedazo de palo...».

Ya en Poesía de paso, su poemario de 1966, Lihn dejó constancia —especialmente en Monólogo del poeta con su muerte— de una mirada atenta a una representación (una puesta en escena) que el Diario habría de tensar hasta su límite. Es decir, la teatralidad de un moribundo que entretiene a las visitas —el poema Animita de éxito—, la ordinariez de la utilería médica y la aparición del muerto (el niño) en el Monólogo con las orejas y la manos sucias como una forma anterior que Lihn usó para la imaginación de los orígenes y que en el Diario de muerte concluirá en la página 65 de la edición de la Editorial Universitaria, con la descripción autobiográfica de un cuadro de Klinger; en él un niño, mezcla de sapo y ángel, mira a los espectadores con terror en la representación de la obra congelada.

El sentido resolutorio que adquiere el Diario se confirma también con, por ejemplo, la aparición de su poemario La musiquilla... en 1969, obra en la que confesara su propósito de, por medio de las palabras, haber puesto de relieve, una y otra vez, ese silencio que amenaza a todo discurso desde adentro, "esa cosa muerta" que existe en el lenguaje, como dirá en el Diario y que en el ya mencionado poema Kafka este silencio adquiere una categoría palpable para que Lihn dijera que "pruebo, con frialdad, el gusto de la muerte". Además, en el mismo libro de 1969 aceptaba que escribir es un trabajo con la muerte "codo a codo", robándole unos cuantos secretos. Por lo mismo, es muy notoria la marcación que está haciendo sobre Diario de muerte un poema aparecido en Estación de los desamparados, Premia Editora, México, 1982, llamado Si dejas entrar en ti la idea de la muerte, en donde el desaliento ante la imposibilidad de que algún instrumento humano —la palabra— pueda controlar esa experiencia, lo hizo proponerse a sí mismo y a los demás, la adopción del tono conjetural y la memoria, adelantando de esa manera al futuro Lihn que pocos años después intentaría con la misma fe negligente e inválida escribir desde un estado de gran enfermedad.

Instalada su escritura en el espacio y tiempo definidos por la sentencia médica y la degradación que le impuso la extensiva marcha del cáncer, Lihn se entrega físicamente a la agonía (en su sentido de "lucha"), escribiendo en cuadernos tipo universitario y al final dictándolos con dificultad, cómplice de esa idea de su heterónimo Gerardo de Pompier, casi sentencia libresca, expresada en: "Verbo eres y en verbo te convertirás, / digo yo, y decir yo es un decir".

Así como antes su poesía y él mismo estuvieron anclados en París, La Habana o Lima, ahora describe el mundo desde el tercer piso, en su casa de la calle Passy, en un céntrico barrio de Santiago de Chile. La escenografía esta vez será su living y su lecho de moribundo y los demás serán los "caballeros inflados de ego" que lo visitan y las amigas que han vuelto después de pasados poemas a convivir en el último. Es así como esta vez la ciudad será la "ciudad del Yo".

En el Diario esperaba la aparición de la tercera persona en el lenguaje, la descripción de lo que no es; al mismo tiempo trabajó en un comic que fue postergado por los embates finales de la enfermedad y que consistía en unos dibujos de considerable tamaño, cuyo argumento eran las fantasías de un viejo de cara maligna sentado junto a un teléfono.

Los poemas que integran este Diario están cronológicamente ordenados, de acuerdo con el itinerario de la escritura de Lihn en el corto tiempo que tuvo para escribirlos y corregirlos, hasta el momento en que el estado de su organismo hizo complicada la actividad de la palabra. Esa es la salvedad para el material inédito que salvaron de la publicación los transcriptores y amigos de Lihn: Pedro Lastra y Adriana Valdés.

"Déjenme, por favor, las llaves y las cerraduras", decía uno de esos honrados poemas, escritos ya a los pies de la parca.

 

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reconstitución del discurso de un divulgador olvidado

Quién puede decir que la naturaleza sea justa
o que exista en ella el diseño de una finalidad

las aves migratorias llegan, en minoría, a los parajes de salvación
el derrotero no se los marca el instinto
millones y millones mueren al internarse mar adentro, caen
. . . . . . . . . . . ...... . .... .. . . . .. /como lluvia extenuadas al abismo
Entre los hombres no existe la justicia
ni en su naturaleza
el deseo de que exista hace el dolor de muchos
mueren jóvenes los grandes talentos
viven hasta la saciedad multitudes de bobos
A la buena madre le mata un auto a su único hijo
a la mala le brotan los suyos por manadas
El hombre capaz ve ascender hasta las nubes a los incapaces
mientras él se ve forzado a trabajar en la oscuridad
El presidente de un país cualquiera es un imbécil
y el poeta que aparece en los titulares de prensa
Los comunicadores dirigen al mundo
eligen un producto y un nombre y lo clavan
en el inconsciente colectivo
hasta que todos lo nombran y consumen.

 

 

la mano artificial

Es una mano artificial la que trajo
papel y lápiz en el bolso del desahuciado
No va a escribir Contra la muerte, ni El arte de morir
¡felices escrituras! No va a firmar un decreto
de excepción que lo devuelva a la vida.
Mueve su mano ortopédica como un imbécil que jugara
con una piedra o un pedazo de palo
y el papel se lleno de signos como un hueso de hormigas.

 

 

hay sólo dos países

Hay sólo dos países: el de los sanos y el de los enfermos
por un tiempo se puede gozar de doble nacionalidad
pero, a la larga, eso no tiene sentido
Duele separarse, poco a poco, de los sanos a quienes
seguiremos unidos, hasta la muerte
separadamente unidos
Con los enfermos cabe una creciente complicidad
que en nada se parece a la amistad o el amor
(esas mitologías que dan sus últimos frutos
a unos pasos del hacha)
Empezamos a enviar y recibir mensajes de nuestros
. . . . . . ... . . ... ... . . . . ./verdaderos conciudadanos
una palabra de aliento
un folleto sobre el cáncer

 

 

Ilustraciones de Enrique Lihn



 

 

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