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Enrique Lihn: "Pinochet es kitsch"

Entrevista de Hernán Miranda
Publicado en Diario de Poesía, N°10, primavera de 1988



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En el mes de julio pasado falleció a los 59 años de edad en Santiago de Chile el poeta Enrique Lihn. En junio, Hernán Miranda, poeta, periodista y colaborador de Diario de Poesía, había entrevistado a Lihn en su casa de Santiago. Dicha entrevista —que Miranda preparó para su edición días antes de la muerte de Lihn, y cuya redacción no hemos querido cambiar— se publica con una selección realizada por Jorge Fondebrider de poemas de los dos últimos libros del poeta —El paseo Ahumada y Pena de extrañamiento, aún no distribuidos en Argentina— y de dos poemas inéditos, que Lihn diera a Miranda como complemento del reportaje.

Nacido en Santiago de Chile en 1929, Enrique Lihn es, sin duda, una de las figuras más importantes de la actual poesía de Hispanoamérica. Al igual que Nicanor Parra y Jorge Teillier, no emigró después del 73. Y el hecho de permanecer los últimos catorce años en Chile (salvo algunas estadías en Estados Unidos y Europa) ha significado que haya debido vivir una situación contradictoria: casi ignorado por los medios culturales oficiales, pero muy influyente en áreas marginales artísticas, donde ha ejercido a veces un evidente liderazgo.

Así, curiosamente, la última década ha sido muy fructífera para el autor de La pieza oscura. De esto dan testimonio varios nuevos libros publicados en Chile y en otros países, junto a incursiones en la novela, el ensayo y hasta el teatro (varias obras escritas y estrenadas por él como actor-autor, en que el dislocamiento de la realidad, poblada de esperpentos, sería su forma de tomar posiciones de un modo oblicuo o no dejando permanecer al espectador en una posición cómoda o previsible).

Diario de Poesía conversó con el poeta en su departamento decorado con telas obsequiadas seguramente por sus amigos pintores (Lihn estudió y trabajó en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Chile durante muchos años). Por todos lados se amontonan los libros, las revistas, las cartas y en el balcón se pasean algunas palomas en busca de las migas de pan que Lihn acostumbra a darles cotidianamente, según lo ha contado en uno de sus artículos habituales publicados en el nuevo diario La Época de Santiago. Del primero de sus dos matrimonios (ambos clausurados), tiene una hija, Andrea, que por estos tiempos estudia teatro como becaria en París. Ahora el poeta vive solo, salvo —dice— la cercanía irregular de "compañeras". Quejándose de haber dormido poco, comentó su situación en la vida literaria chilena, con un estilo de hablar que es muy característico: denota un esfuerzo constante por precisar las ideas, dentro de una facilidad de expresión que se relaciona con su labor docente como profesor de Literatura en un departamento de la Universidad de Chile.

Siempre —empieza diciendo— me he sentido y he sido un escritor marginal. Esa situación la he buscado en momentos en que podría integrarme con facilidad, o con mayor facilidad que en el actual período. Esa integración significaba someterse a cierta disciplina que ahora considero incompatible con la literatura. Incluso la militancia política, porque creo, al igual que Orwell, que cualquier alineamiento de este tipo está contra la independencia que debe tener un escritor para pronunciarse, y no me refiero sólo a pronunciamientos políticos.

En este período, el de Pinochet, mi independencia ha atravesado por una fase en cierto modo crítica, porque uno pertenece, claro, a la Oposición, en un frente muy heterogéneo. Pero dentro de la amplia gama que significa la Oposición, este período ha sido productivo para mí desde el punto de vista intelectual.

Muy temprano empecé a pensar en las relaciones que podría haber entre mi escritura y la dictadura y si yo podría resolver ese conflicto. Es decir, postular una determinada oposición a la realidad reinante en Chile. Y considerar para ello la censura, puesto que he sido un escritor que ha trabajado en Chile todos estos años... Se trataba para mí de considerar las maneras de burlar la censura o de incorporarla al propio texto. Porque no te puedes oponer a ella resueltamente, como lo haría un escritor político, o como lo han hecho los escritores que han trabajado desde fuera. Me parece que en eso han perdido pie literario, en su afán de politizar la literatura, de panfletizar o de atacar desde situaciones que, sólo en ese sentido, son privilegiadas...

Los mecanismos de permisibilidad, que de alguna manera se inventan para dar cuenta de la realidad dictatorial son los que he tratado de realizar en el texto, especialmente en la narrativa, y todavía más en el teatro.

En todo este tiempo he acusado en el cuerpo de mi escritura el fenómeno de la dictadura, no hablando directamente de ella, sino produciendo ciertos textos que podrían tener una relación de homología con la sociedad chilena de estos años: textos asfixiantes, textos que se refieren al poder y a la locura del poder. Es decir, la novela de la dictadura, con la que me alineé también al escribir El arte de la palabra y La orquesta de cristal. Son textos que se refieren a la dictadura imaginaria, puro reflejo de la dictadura real. O el humor que asume las palabras del poder y las revienta al exagerarlas, las exorciza bufonescamente. Y, por ejemplo, se imita al rey y se lo pone en evidencia al exagerar o acentuar ciertos rasgos delirantes del discurso dictatorial.

A esto último lo llamé El arte de la palabra, que publiqué en el año 81 en Barcelona, sobre un congreso de escritores en la República Independiente de Miranda. Ahí aparecía corno protagonista un personaje sicológico, una entelequia: Gèrard de Pompier, un personaje que situé en los años 78-79 y que es un sujeto que imita untuosamente la palabra del poder, que intenta absurdamente conciliar todo con todo...

Creo que en Chile estamos en un período de tipificación de un pasado que es presente todavía. En estos momentos se están haciendo balances, acerca de quiénes han representado mejor a la literatura del exilio interior, quiénes la del exilio exterior... Me parece que por este camino se puede llegar a exageraciones y mitificaciones.

Hay algunos que se han denominado poetas del período, que han buscado dar una respuesta a la dictadura. Esto se exagera, pero lo cierto es que en todos ha habido un cambio de estrategia frente a la realidad. Y así se ha agudizado una tendencia de la negatividad de la literatura respecto de la realidad.

Existe una producción deliberada en algunos casos, como al asumir el martirologio chileno, lo que ha hecho en la poesía joven Raúl Zurita. O como Diego Maquieira, otro joven, con una respuesta desde otro ángulo que me resulta más interesante, y que pertenece más bien al carácter bufonesco, a una desarticulación del discurso, a generar un discurso descontructor respecto de la realidad. Pero hay muchos otros nombres y faltaría hacer un estudio totalizador para ver cuál ha sido la influencia de la dictadura sobre la escritura...

Yo he tratado de hacer explícitamente política cuando organicé hace unos años la Exposición del Arte y la Industria de la Subsistencia, (en que se invitó a participar a una gama de vendedores callejeros de baratijas, artistas-mendigos y otros personajes). Se trataba de una alusión directa a la situación general de Chile, y en que participó gente muy variada. Ello significó que en Viña del Mar cerraran la sala donde se estaba presentando, y se hicieron declaraciones diciendo que eso era pura política. En cierto modo así desenmascaramos el verdadero sentido acerca del arte, un sentido anti cultural o por lo menos obsoleto, que tiene la dictadura. Es una cultura kitsch la que tiene la dictadura, una cultura degradada, cultura acrítica y decorativa. Es decir, que en el plano cultural los marginales son ellos, los del Gobierno.

En este momento estoy escribiendo otra vez textos de viajes (como en París, situación irregular, A partir de Manhattan y el reciente Pena de Extrañamiento). Mi poesía tiene también elementos de respuesta a la realidad, de compensación. Por ejemplo, de dos recientes viajes a España tengo algunos divertimentos, textos humorísticos sobre aspectos de la modernidad española...

Escribo todos los días. O, por lo menos, hago anotaciones en una relación entre la lectura y la escritura. Trabajo con la lectura, puesto que tengo tiempo disponible y mi trabajo es hacer unas clases de literatura... Estoy obligado a la lectura y obligado a la escritura. También hago periodismo de vez en cuando. Antes en la revista Cauce y ahora en La Época. Y escribo en diferentes géneros, según el ánimo y la "demanda"...

No entiendo el problema de poetas como Parra, que se queja de no poder escribir en prosa. Para mí la escritura es el género. Lo demás son subgéneros. No jerarquizo ni tampoco siento que haya una dificultad. Son momentos distintos: no es lo mismo escribir un soneto que un artículo. Pero de repente ciertas cosas que uno escribe en la forma de artículo podrían pasar a formar parte de un poema, aunque a veces se producen mestizajes desafortunados... Por ejemplo, cuando lo que está empezando a dominar es un concepto, o un pequeño discurso sobre algo a un determinado nivel de abstracción, uno lo empieza a escribir en verso, pero se da cuenta que más bien pertenece a la prosa. Un artículo que publiqué en el Diario 16 sobre el realismo mágico empezó siendo un poema, que a su vez había sido una pequeña discusión con el director de Estudios Latino-americanos de la Universidad de Santiago de Compostela... Como estaba escribiendo un poema después lo deseché. Y mantuve otras cosas que para mí correspondían al género poema. Para mí tiene que haber una tendencia completizadora, en que se vaya hablando de algo muy específico, casi corporalmente.

A muchos les extraña mi incursión en el teatro. En parte se debe a que en el trasfondo tengo una vocación polimorfa. Empecé a estudiar en la Escuela de Bellas Artes cuando tenía trece años. Y durante muchos años me dediqué a la pintura y el dibujo. En ese tiempo hicimos teatro con Alejandro Jodorowsky, que era escritor y teatrista, y después se convirtió en cineasta y otras cosas. Además, desde niño tenía una proclividad por la cosa espectacular y por la presencia corporal del artista. En lo que hace al teatro, lo he hecho para actuar yo mismo como actor. Durante muchos años intenté escribir teatro al margen del teatro, de escribir teatro para nadie. Y, por supuesto, fue un fracaso. Pero cuando un director, Gustavo Meza, me pidió que escribiera algo para su compañía, que íbamos leyendo y rectificando después de escrito, ahí empecé a escribir teatro para el teatro. Y a partir de ese momento he escrito por lo menos cuatro obras, todas las cuales di yo mismo, después de la experiencia de Meza que no fue muy feliz para ellos como compañía... Me gusta el teatro porque es la forma de comunicación más directa. ¿No te parece?





Poemas de Enrique Lihn


CAMARA DE TORTURA

Su ayuda es mi sueldo
Su sueldo es la cuadratura de mi círculo, que saco con los dedos para mantener su agilidad
Su calculadora es mi mano a la que le falta un dedo con el que me prevengo de los errores de cálculo
Su limosna es el capital con que me pongo cuando se la pido
Su aparición en el Paseo Ahumada es mi estreno en sociedad
Su sociedad es secreta en lo que toca a mi tribu
Su seguridad personal es mi falta de decisión
Su pañuelo en el bolsillo es mi bandera blanca
Su corbata es mi nudo gordiano
Su terno de Falabella es mi telón de fondo
Su zapato derecho es mi zapato izquierdo doce años después
La línea de su pantalón es el límite que yo no podría franquear aunque me disfrazara de usted
después de empelotarlo a la fuerza
Su ascensión por la escalinata del Banco de Chile es mi sueño de Jacob por el que baja un ángel
rubio y de alas pintadas
a pagar, cuerpo a cuerpo, todas mis deudas
Su chequera es mi saco de papeles cuando me pego una volada
Su firma es mi entretención de analfabeto
Su dos más dos son cuatro es mi dos menos dos
Su ir y venir es mi laberinto en que yo rumiante me pierdo perseguido por una mosca
Su oficina es el entretelón en que se puede condenar a muerte mi nombre y su traspaso
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . / a otro cadáver que lo lleve en un país amigo
Su consultorio es mi cámara de tortura
Su cámara de tortura es el único hotel en que puedo ser recibido a cualquier hora sin previo aviso de su parte
Su orden es mi canto
Su lapicera eléctrica es lo que hace de mí un autor copioso un maldito iluminado
o el cojonudo que muere pollo, según quién sea yo en ese momento
Su mala leche es mi sangre
Su patada en el culo es mi ascensión a los cielos que son lo que son y no lo que Dios quiere
Su tranquilidad es mi muerte por la espalda
Su libertad es mi perpetua
Su paz es la mía siempre y cuando yo goce de ella eternamente y usted de por vida
Su vida real es el fin de mi imaginación cuando me pego una volada
Su casa es mi paraíso perdido del que voy a sentirme dueño la próxima vez que me pegue una volada
Su mujer es en tal caso mi gatita despanzurrada
Su mondadientes es ahora mi tenedor
Su tenedor es mi cuchara
Su cuchillo es mi tentación de degollarlo cuando me mamo un cogollo
Su policial es el guardián de mi impropiedad
Su ovejero es mi degollador a la puerta de su casa como si yo no fuera una maldita oveja extraviada
Su metralleta es mi novia con la que tiro en sueños
Su casco es el molde en el que vaciaron la cabeza de mi hijo cuando nazca
Su retreta es mi marcha nupcial
Su basural es mi panteón mientras no se lleven los cadáveres.

 

DISPARAN EN LA NOCHE

Los anónimos de siempre disparan en la noche
a la que no se puede entrar de la que no se puede salir
coto de caza y placer de las hienas
Los leones mismos se pervertirían si tuvieran como ellas la exclusividad de la selva.

Suenan esos disparos como algodón en los oídos
empapados de nuestra sordera son el éter que nos trae la noche
y henos aquí tendidos en nuestros lechos de operaciones
Mañana habrá muertos, eso es todo
Mejor que se guarden la noticia
Por sus prontuarios no los conoceréis.

Un coto de caza del tamaño del país
para que no haya que darle explicaciones a nadie.

Se descansa en la prohibición de entrar en la zona de peligro
el corazón, órgano del miedo, funciona bien bajo las balas del éter
Dormir en paz, ya que no lo hacen los muertos.

Estas líneas fueron escritas
con el canto de la goma de borrar.

 

SE BUSCA UNA GOTA DE SANGRE

Dos ciegos tocan sendos Yamaha
la música El Atardecer Incidental en nuestro querido paseo
Son órganos importados del Japón; pero los ciegos, en cambio, dos orgullos nacionales
le hacen el peso a sus instrumentos como esas secretarios eficientes que escriben a máquina con todos los dedos
Dioses si se los compara con otros mendigos
mano de obra altamente especializada
(mendigos publicitarios de la Casa Yamaha)
unas niñas de los ojos de la casa matriz de la mendicidad
el Palacio de Desgobierno
Ellos podrían muy bien amenizar la comida con sus órganos en un hotel tres estrellas
En el mismo Ahumada se le podría ocurrir al dueño de un cabaret que anda a la trata de blancas
contratar a cualquiera de los dos
para amenizar las bebidas en los entreactos como si fueran los dueños de sus propios instrumentos
(gentilmente proporcionados por la importadora)
y les estuviera permitido a ellos, que tanto y tan bien conocen la noche
salir de noche un par de días a la semana
Pero, no, que la mendicidad aparte de ellos el cáliz de la frivolidad
tanto mejor resulta verlos aquí en sendos puntos estratégicos granar y desgranar a su alrededor
—limpios e instrumentales.—
círculos de ociosos que se melomanizan
por uno o tres pesos o gratis avergüenza ver cómo
aprovechándose de la ceguera el público burla el cerco de la mendicidad
Sea como fuere, si todos los tuertos fueran, ave Rock, como tú,
estos dos dignos no videntes serían reyes en el país de los tuertos
y no sólo buenos intérpretes de música digestiva en el atardecer hotelero
subliminal.

 

KANDINSKY 1904

La relación de unas cosas con otras
iba borrando, poco a poco, las cosas
Versos sin palabras
Formas sin figuras.

No bien partía un barco de oro de la orilla
cuando ya no era orilla ni barco ni partía.

 

MY LITTLE DREAM CHILD

En 1932 aceptó Alicia
la sobreviviente una invitación de la Universidad de Columbia
e incapaz ya de atravesar el espejo
hizo su honorable aparición en el país de las Maravillas Mecánicas
Se celebraba el centenario del nacimiento de su autor
Mr. L. Parish dio un banquete en su honor
Recibió en la Universidad un título honorario
y le regalaron un gato de porcelana
en homenaje al de Cheshire que no era de nada.

Si Lewis Carroll hubiera podido verla
quizá no le hubiera gustado reconocerla.

 

HOMENAJE A MARIA ROSA LIDA DE MALKIEL

... El delicado fantasma puntual
de María Rosa Lida de Malkiel
cuerpo de su escritura
y del que ninguna otra cosa sé, texto en el que respiran
acompasadamente
sabidurías de casi todos ignoradas
—rosa, a María Lida— me despierta esta tarde
del duro sueño de la realidad
al mundo uno y cambiante del Libro de los libros
... Brilla la letra de estas joyas labradas
ya sin manos, con la delicadeza
de la aludida: un tópico.

"Alma sin cuerpo en sola voz fundada".

 

EL OTRO

Un muerto me acompaña
por la ciudad ajena
donde nunca ni ahora
viví. Es un ejemplo.

Ella lo vivió a él
de eso no hace cien años
y él, quizá, la vivió.
Asunto concluido.

Nadie aquí está dispuesto
por sí mismo a nombrarlo
y no puedo arrancarle
su nombre a los extraños.

Nada que lo sugiera
de lejos o de nunca
objeto o monumento
que cifre su memoria.

Ni un papel en la calle
ni un libro en el estante
ni el resto de su imagen
en la vitrina rota.

Ni, más secreto aún
su nombre en mi libreta
la dirección que tuvo
y que la muerte supo.

¿Le dejó algo a alguien?
No sé cuántas mujeres
lo estarán olvidando
en distintas ciudades.

No llegué a conocerlas
ni siquiera de número
Viudez tan extendida
se hará poca entre todas.

Tuvimos sendas hijas
que andan en los treinta años
pensará en él la suya
a un arlequín sin cara.

A un padre que estaría
tanto en el cielo como
en la tierra, es decir
en cualesquiera partes.

El muerto me acompaña
hablando lo que hablaba
sin romper el silencio
de su voz y la mía.

Un diálogo de sordos
un silencio de quienes
parecida sentencia
al mismo tiempo escuchan.

Pues este amigo y yo
somos sombras gemelas
que en la caverna un cuerpo
invisible proyecta.

Un día como hoy
un hoy de cada día.
El baja eternamente
a la Plaza del Angel.

Desde el Hotel Victoria
el Señor de la Nada
y sus tristes misterios
un ángel derrotado.

Me lo figuro así
con su capa española
caminando la nieve
fuego blanco en su caso.

Astillas de ese leño
el muerto y yo pasamos
sin que nadie nos vea
Lo repito: soy otro.

Ayer no más cumplí
toda mi edad y tengo
un poco más que sobra:
los dos estamos muertos.

Vino de donde soy
para ver si cambiaba
y yo me quedé allá
igualmente incompleto.

Sin existir ni ser
vivimos postergando
por un poco de todo
nuestras epifanías.

Y aunque él se liara
a golpes en la calle
y yo, cobardemente
evitaba el peligro

no por eso subió
su valor más que el mío
allende de un vivir
en el temor de hacerlo.

Por fin alguien me dice
que en sus últimos años
ganó mucho dinero
y lo invirtió en chavalas.

Que lo pasara bien
a nadie se lo creo.
Fue a medias y eso duele:
a medias no se goza.

A medias no se escribe
el libro necesario
el verso que lo anula
la verdad que no es verso.

Ni él ni yo lo rimamos
con lo que, pues, no fuimos:
seres de carne y verbo.
Nos quedamos en nada.

Madrid 1987



DÍA DE LOS MUERTOS

Día de los muertos que no tiene principio ni fin,
hilado con el huso de todos los días.

En el inconcebible mundo de un solo habitante
se desharía la unión de vivos y muertos,
paralizándose el inmenso trabajo.

La Obra que no tiene origen
no debe perder la continuidad de su origen.
Sólo de los cabos sueltos que ellos dejaron
brota el tejido sin fin, obra de nuestras manos y las suyas.

La extensión de la obra conspira contra quienes quieren hacerla suya
contra su mismo sentido.

Basta aceptar que otros pusieron sus fundamentos hace millones de años.
La pregunta por el sentido no tenía en ese tiempo sentido.

Esos fundamentos, fueron cráneos y huesos (a)morosamente acariciados
con angustia, inhumados junto al fuego,
no hay otros fundamentos más sofisticados que esos.

Todo ser que acaricia a otro está ritualizando
la primera postura de esos fundamentos.

La imposibilidad de acariciar a nuestros muertos
La ausencia de urnas funerarias entre los fríos regalos de matrimonio.
El ridículo celo fronterizo de que hace gala el mundo —pequeño país—
ante el gran Imperio de los muertos
—nuestro diario e ineluctable invasor
hacen que la obra olvide sus huesos y sus cráneos
y se deje engañar por la soberbia de los obreros providenciales.

Sólo deseo abandonar lo que la obra haga de mí con otras manos
Que la magia —razón de los desesperados
me lleve a un lugar equidistante entre los vivos y los muertos
Desde donde se divisen, quizá juntos
el fundamento, si lo tiene,
y el sentido de la obra.
No el que le imponen los nombres providenciales
sino el que los borra.

Junio 88



 

 

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Enrique Lihn: "Pinochet es kitsch"
Entrevista de Hernán Miranda
Publicado en Diario de Poesía, N°10, primavera de 1988