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Las mejores novelas de Latinoamérica son invisibles
[A propósito de Batman en Chile, de Enrique Lihn]
Por Samuel Cortés Hamdan
Publicado en Radio Fórmula, México. 24 de junio de 2022
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En América Latina la literatura puede cambiar la ruta de la historia y sin embargo no merecer un cuidado bibliográfico que garantice el acceso en la región al mejor ingenio de sus mejores poetas, críticos con la violencia política y sus desdoblamientos.
El autor del Paseo Ahumada, un escupitajo, escrito en dictadura, contra la presumida modernidad de Santiago de Chile en tiempos de Augusto Pinochet, es un poeta que, en cierto sentido, pertenece al parnaso oficial de la lírica chilena. Se llama Enrique Lihn.
Y aunque Lihn tiene garantizado un lugar en el disputado paraninfo de la grandiosidad poética del país del nuevo extremo, junto a los trogloditas Vicente Huidobro, Pablo Neruda, Gonzalo Rojas y Nicanor Parra, entre tantos más, al grado de que cansa en su reiteración nacionalista, no todas las voces del autor de la musiquilla de las pobres esferas gozan del respaldo de la cultura institucionalizada.
Es el caso de su travesura novelesca Batman en Chile, un libro proscrito en los hechos que en casi medio siglo de existencia sólo ha gozado de dos ediciones, una en Buenos Aires y otra en su país natal, y que adivinó la realidad meses antes de que se perpetrara el golpe militar contra La Moneda en septiembre de 1973.
La novela, nada más y nada menos —dolor de las intuiciones—, vaticinó la incomodidad imperial de los Estados Unidos ante el desarrollo del gobierno democrático de Salvador Allende.
El hombre murciélago, policía secreto y elemento especializado de la Agencia Central de Inteligencia estadounidense (la vieja conocida CIA), arriba a Chile para combatir el comunismo del presidente dimanado de la Unidad Popular, sin embargo su irrestricto y ñoño respeto por el estado de derecho lo hace colapsar en contradicción al tener que reconciliar su misión de filetear la amenaza filosoviética y su respeto institucional, de conciencia, por la libertad del voto, la democracia y el legal triunfo electoral de Allende.
Farsa burlesca que supone la inconformidad estadounidense ante el avance de modelos alternativos de nación, que en los hechos desafíen la primacía regional del capitalismo y la doctrina Monroe, la novela fue originalmente publicada en Buenos Aires por la mítica Ediciones de La Flor —la casa editorial de una muchachita contestona llamada Mafalda— y luego la alcanzó la realidad del neoliberalismo diseñado en la Universidad de Chicago e impuesto mediante asesinato, tortura y desaparición en el país en que alguna vez desembarcó Rubén Darío, vía el puerto de Valparaíso, ciudad hermosa donde las haya, con sus decenas de cerros para mirar a los gatos de los vecinos durmiendo en los tejados.
Pero además Batman en Chile hace algo que me fascina por sus potenciales y que creo que he reiterado varias veces: suponer la transformación imaginaria del curso del mundo —como Alejo Carpentier, como Quentin Tarantino, como Max Aub, como Antonio Castro Leal—, diseñar la figuración de que la historia puede ser distinta a la de los cauces dominantes y las instrucciones del lápiz del Pentágono y la Casa Blanca.
En este caso específico, con todo, los límites del control que traza la poesía se vieron guillotinados por el autoritarismo represivo desde la crueldad. Pero la posibilidad del cambio ya había quedado esbozada, sugerida, en una novela proscrita en los hechos. Tal vez a eso apuntan las literaturas: a la multiplicación de las posibilidades, ejercicio ya trascendental que antecede, inspirándola, iluminándola, a la modificación material de la realidad rumbo al asentamiento de un mundo más justo. Cabe recordar que la novela olvidada de Lihn lleva dos subtítulos: el ocaso de un ídolo o solo contra el desierto rojo.
Un poeta sudamericano, en la soledad de su oficio, compuso una parodia que humilla al agente especial del imperio y derrota sus obsesiones de dominación —en la venganza simbólica de los oprimidos.
Mientras la novela mantiene su condición inconseguible, otra literatura domesticada se reimprime en suficiencia para saturar las mesas de novedades las librerías y los catálogos de las conocidas editoriales trasnacionales.
Habrá que resucitar, una y otra vez, los elogios de la rebeldía.
Imágenes: Enrique Lihn. Tapa y contratapa, por Oscar Smoje. Ediciones de la Flor, 1973.
Enrique Lihn, conocido como uno de los más importantes poetas latinoamericanos, había incursionado también en el cuento y el ensayo. Con "Batman en Chile" se inaugura en la novela. El legendario rey de los comics viene a nuestro país a hacerle un trabajito a la CIA. Tiene entreveros eróticos con la refrigerada Juana Sommers, y el efebo Robin sufre pesadillas con bombardeos en Vietnam. De esta novela, presentamos un retrato de Batman y una persecución de periodistas "en la pista de la noticia".
RETRATO DE BATMAN
[La Quinta Rueda, noviembre de 1972]
A cincuenta metros de distancia, Batman, con su capa viva y flotante, su máscara de orejas movibles como las de un gato, sus botas de oficial nazi, sus guantes con aletas agresivas, el ideograma ovalado, negro y amarillo, extendido sobre un torax ancho como una mesa, la mandíbula prominente y simétrica, rayada tres veces por la boca y las comisuras; los biceps y demás músculos del cuerpo, exhibiéndose con una claridad meridiana y acromegálica, como en una lección de anatomía dictada por el cuerpo mismo de un representante de la raza superior en un campo de concentración; Batman, en suma, o era él en persona o no era absolutamente nadie.
EN LA PISTA DE LA NOTICIA
Batman y Juana Sommers sobrevuelan la ciudad a gran altura, perseguidos por un grupo de ágiles reporteros que no consiguen mantenerse en la pista de esta noticia. Las discrepancias ideológicas entorpecen aún más la persecución, mientras el héroe, el cual no ha comprendido la necesidad de rehusarse a una entrevista de prensa, se inclina por ello a creer que es preciso entrar en acción contra una parvada de pillos.
BATMAN: —Créame, señorita Juana, no acostumbro a huir cuando me persiguen unos pillos, ni menos en un helicóptero. Dispongo de alas propias y no he olvidado traer mi cinturón de antigravedad.
JUANA —¡Cielos!, seria fascinante verlo probar en los hechos que toda duda acerca de su autenticidad es sólo el índice de una falta de fe en los recursos inagotables de la Democracia. Lamentablemente, no podemos violar así la libertad de prensa, con un schomp y un zung en la condenada mandíbula de esos tipos. Los argumentos de la SIP se vendrían al suelo. Le aseguro, señor Díaz, que le espera a usted un trabajo digno de sus inmejorables condiciones...
BATMAN: —No soy más que un acróbata con suerte, señorita. Lo demás es la fuerza de los principios.
JUANA: —Puedo asegurárselo. A cambio de ello, ¿podría satisfacer una curiosidad femenina? Prefiero llamarla así, aunque, como usted comprenderá, no hago más que cumplir con mi deber profesional. Estoy tratando de adivinar, señor Díaz, a cual de nuestras sólidas organizaciones debemos agradecerle esta visita suya que nos honra, e inesperada.
BATMAN —Y yo le pregunto por mi parte, si no es efectivo que los demócratas de este país han decidido agotar todos los medios para oponerse al marxismo.
Entretanto, en un tramo del camino de La Reina.
EL MERCURIO: —Basta ya. Somos muchos los que hemos venido siguiendo, en un mismo automóvil, la dirección capciosa que desde el primer momento, ha tomado su conductor, de filiación comunista, con el beneplácito antidemocrático de la mayoría de sus ocupantes. Este artefacto se dirige obviamente al modesto retiro cordillerano de cierto ilustre representante de nuestras clases medias o intermedias, ligado por lazos filantrópicos a la empresa que me honro en representar. Esto es, se trata de incorporar una nueva pieza maestra a la máquina difamatoria montada en contra de quienes recusamos toda suerte de falsas imputaciones oficiales, en nombre de la más elemental dignidad.
CLARÍN: - En otras palabras, paren para que baje este viejo cabrón. Por lo demás, ¿quién lo obligó a treparse al carro? Sólo los colipatos locos por el patín y los lacayos del imperialismo, más pelusones, no disponen de un automóvil o dos para los casos de emergencia.
LA PRENSA: —Ese Batman es un enviado del comunismo internacional, que ha venido a Chile para desprestigiar a nuestros poderosos aliados del norte.
PURO CHILE: —Na' que ver. Con todos ustedes se podría hacer una buena tortilla de huevos de oro. Batman, y que fue. Sólo lo imaginario es lo real, eso lo hemos practicado nosotros antes que lo escribieran en las murallas los pericos de la revolución de mayo. Así conseguimos que triunfara el compañero en las elecciones, a punta de huevos y de imaginación; y gracias a él, por supuesto y a todos los compañeros, etc. A Batman en persona lo vamos a pillar chanchito en la casa de Willie, eso se huele. Y el que sea hombri, que nos siga.