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Publican poemas inéditos y desconocidos de Enrique Lihn
Poetas, voladores de luces. Enrique Lihn. Ediciones Overol, 118 págs.

Por Javier García
Publicado en La Tercera, 30 de Agosto de 2017


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Fue una petición laboral. El poeta Enrique Lihn no había tenido muchos trabajos estables en su vida, por eso el obtenido en la Corfo, en los años de la Unidad Popular, había que cuidarlo.

Era 1972 y en la corporación gubernamental se organizaba una exposición sobre Chiloé. El autor de La pieza oscura entonces se internó en las leyendas del Trauco, la Pincoya, el Caleuche y escribió  Seis poemas sobre mitología chilota.

“Ciudad de los Césares, así se llama Chiloé a la cordillera/ Cuando su visión se confunde con la ambición de arribar al mejor de los mundos posibles”, escribe Lihn en  La Ciudad de los Césares, el primero de los seis poemas que abren esa serie sobre la cultura de la isla del sur del país.

Los versos son parte del libro  Poetas, voladores de luces  que acaba de publicar Ediciones Overol y que estuvo al cuidado del académico Andrés Florit. El año pasado el mismo sello publicó el epistolario amoroso de ficción  Las cartas de Eros, también de Lihn.

Dividido en tres partes, el nuevo volumen está formado por poemas dispersos -aparecidos en revistas, antologías, ediciones artesanales- y un poemario visual inédito.

Así es como el libro abre con …poetas, voladores de luces aparecido en la editorial Le parole gelate (Roma-Venezia), en Italia, en 1982. El título contó con 151 ejemplares numerados.

Los versos que cruzan en vertical las páginas en blanco rompen el formato tradicional del poema. “Poemas voladores/ plasmados en el cielo”, se lee en una hoja. “Del rosicler al amarillo yema/ en la pálida gama de ese líquido amniótico”, se lee en la página siguiente.

Son versos que en su origen fueron destinados a la pintora Irene Domínguez. Ella es la protagonista del poema “Despedida de Irene”, que está incluido en la segunda parte de  Poetas, voladores de luces, titulada “A Catulo y otros”. Esta se compone de poemas escritos en el periodo que va de 1952 a 1988, año en que murió el autor, a los 58 años.

“El viejo París sabe muy bien cómo premiar la constancia de tus regresos/ con imágenes inolvidables, que no necesitan para serlo/ -tan vivas están- de la memoria/ Son los recuerdos de un presente al cual has conseguido ajustar tu vida…”, anota en el extenso poema fechado en Santiago el 8 de julio de 1981.

El texto se lo entregó en la fiesta de despedida de la artista, quien reside en París, Francia. Ella a cambio le regaló un retrato en el que Lihn aparecía pintado paseándose en punta de pies por los techos de Nueva York, inspirado en su libro  A partir de Manhattan  (1979).

En la segunda parte también se encuentran poemas apuntados sobre otros escritores, como César Vallejo, Rubén Darío, Mauricio Wacquez y Vicente Huidobro. De este último anota: “Por unos segundos, los fuegos artificiales/ nos hacen batir el récord de la atención/ que le prestamos, durante años, al cielo”.

Además en esta sección se suman poemas escritos en diferentes viajes y lugares. Los hay firmados en España, Estados Unidos, la India, como en Antofagasta y Punta Arenas.

 


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3 poemas
fuente: http://www.opcitpoesia.com/

 

Barco viejo

A imagen de los vientos crecieron estos árboles
que imprecan hacia el mar donde los cuatro palos
de un velero inservible se excusan de los vientos.
“Andalucía” duerme, bella cárcel flotante
encarcelada como en una botella
en su vejez dejada de mano de las olas,
tan pura, que el bochinche de la marinería
será como si fuera cosa propia del sueño:
música de fonógrafo que casi no se escucha.

Estoy en Punta Arenas.
La nieve llega al corazón y el viento
toca hasta lo que escribo y lo dispersa.
Mi poesía apenas da unos pasos en falso:
aún el árbol verde del pensamiento abstracto
tendrá aquí que seguir el dictado del viento
que tuerce el árbol de oro, transformándolo en piedra.
Me haría falta oír toda la vida
lo que, por estos lados, dicen hombres y bestias;
pero aún más: entrar en el secreto.
De modo que la piedra horadada me hablara
por boca del silencio de lo que fue en el aire
antes del día de su aventamiento:
gritos que el roble sabe
de cuando el indio hizo su amor como agoniza
el petrel en la noche de los vientos,
de cuando sangre y nieve jugaron a encontrarse
y una ciudad se alzó donde cayeron hombres.

Nada habla por mi boca aquí, pero está bien
sentir que uno podría envejecer noblemente
mirando un barco viejo que termina de hundirse.

Punta Arenas, 1960

 

 

Monstruo de Brooklyn

Un tren para sí solo tiene el monstruo que toma
su metro en Brooklyn, al que nadie más sube
cuando lo ven a través de los vidrios escritos. El hombre
–si no es una mujer– viste de conscripto en semidesnudez, como un cadáver
que trajeran del campo de concentración al horno crematorio
Los pies mucho más pequeños que los zapatos desnudos
La mujer –si no es un hombre– maquillada
de emplastos blancos que le chorrean la cara
en el ritual de la expulsión del sexo.

Eso que si fuera un fantasma no ahuyentaría a sus compañeros de viaje
no tiene más remedio que gozar en su tren especial
de la soledad de los reyes y los intocables
cuando atraviesa Manhattan.

 

 

Lo que no ocurrirá

Las primeras fotografías señalan, en la historia de la imagen
el nacimiento de los fantasmas auténticos
Lo que vio el fotógrafo entre 1848 y 1900
inexistente como es           es inexistente.

 


 

 

 

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