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Un extranjero desadaptado
El París periférico de Enrique Lihn
"París, situación irregular". Enrique Lihn, Ediciones UDP. Santiago 2013
Por Yael Mandler
Artes y Letras de El Mercurio, 24 de febrero de 2013
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El primer acercamiento de Enrique Lihn (1929-1988) con París fue en 1965. Una beca de museología otorgada por la UNESCO le permitió conocer los museos de la ciudad de las luces, en un recorrido que también incluyó Bruselas e Italia. Como turista, el poeta absorbió su experiencia y la dejó plasmada en el libro Poesía de paso, donde mezcló estos paseos con recuerdos anteriores y pasajes de su vida sentimental. Sin embargo, en una especie de exilio no formal de Chile en 1975, regresó a Francia como un extranjero desajustado a ese contexto, y bajo este cambio de etiqueta, la ciudad tomó un gusto diferente.
París, situación irregular es el libro que escribe durante esta segunda estada. Mientras aquel lugar del mundo era considerado la sede del desarrollo intelectual y era añorado por los escritores latinoamericanos, Lihn retrataba en sus poemas al otro París: el que está fuera del recorrido turístico, el de la vida cotidiana, el que no recibe a todos con los brazos abiertos. Estos poemas publicados en 1977 en Chile y recientemente reeditados describen la ciudad y sus habitantes a través de versos libres, casi como apuntes de un extranjero en un lugar todavía desconocido, y poemas estructurados en la forma más clásica. Para el escritor argentino Edgardo Dobry, autor del prólogo de la nueva publicación, el libro da cuenta de un sentimiento de irregularidad y desadaptación que envuelve por entero ese momento de su poesía, marcado por su situación personal y la de Chile, además de su impulso por no adoptar el estilo de otros escritores exiliados, y de renovar los recursos estilísticos de la poesía misma.
- ¿Cómo se inserta este libro dentro de la obra general de Lihn?
- Yo creo que una de las características como poeta es que buscaba adaptarse a cada situación que vivía, y no al revés. Me parece que aquí él muestra una gran capacidad de "preganancia" con lo que es París y lo que significa, casi como un mito literario para la poesía latinoamericana. Pero también con el contexto de su propia existencia y el momento histórico de Chile en el año 1975.
- ¿Por qué es relevante, a su juicio, reeditar este libro ahora?
- Responde a una demanda auténtica de los lectores de poesía en toda América Latina. Hace años que Lihn despierta interés, y se diría que en los poetas que ahora rondan los cuarenta o cincuenta años su obra es casi una bandera. Siempre hay muchos poetas, pero hay muy pocos que alcanzan la posteridad, y es curioso que Lihn, que parece siempre tan pegado a la circunstancia, sea hoy uno de los poetas más presentes entre nosotros, a veinticinco años de su muerte. Eso confirma que, en poesía, lo intemporal se alcanza muchas veces en la capacidad de percibir y de fijar lo presente.
- Además de esa desadaptación que sentía como extranjero en París, Lihn plantea que esta ciudad catalogada como la sede de la modernidad no es como él la recordaba. ¿Cree que hay un sentimiento de decepción en el autor a medida que la conoce mejor?
- Me da la impresión de que también deja ver claramente que la gente que lo conocía a él de su estada anterior tampoco lo reconoce, con lo que podríamos decir que hay una doble degradación. Pero eso forma parte de la voluntad un poco desmitificadora que tiene todo el libro, precisamente de ir un poco en contra de ese mito de París como capital literaria, a la que el poeta latinoamericano siempre aspira y nunca termina de llegar, como una especie de tierra prometida. Precisamente Lihn intenta escapar de todos los lugares predeterminados: el poeta en el exilio, el boom latinoamericano del que él se burla, de Cortázar principalmente. No se termina de adaptar a ninguna de las imágenes; siempre quiere estar un poco más allá; tomársela un poco en broma.
- En su prólogo habla de un paso de la poesía informal a la formal, porque la obra parte escrita en verso libre y luego se estructura en sonetos y endecasílabos. ¿Cuál cree que es el motivo de esta mezcla de formas?
- Pienso que es una de las cosas más interesantes que suceden en este libro, porque me da la impresión de que Lihn renuncia a la idea del estilo propio. Es como si él fuera adoptando, impregnándose de todo lo que le sale al paso. Hay partes en el libro en que el verso se desborda hasta la prosa y hay casi un ejercicio de monólogo interior o de pensamiento automático: ve algo y le dispara toda una larga reflexión. Y luego aparecen unos sonetos muy conscientes, muy trabajados. Pienso que también es un momento de agotamiento de todos los procedimientos vanguardistas o post vanguardistas, y él percibe que la tradición también es un instrumento del que un poeta se puede servir en un momento dado.
- ¿Se asemeja tal vez, la primera parte del libro, a la toma de apuntes de un turista mientras recorre la ciudad?
- Una cosa curiosa de este libro de es que, en el fondo, Lihn recupera la figura del flâneur , de ese caminante al estilo de Baudelaire que no busca ver solamente el esplendor o los grandes museos. Va por la ciudad a la caza de los personajes mínimos y misérrimos cuyas trayectorias cotidianas son la verdadera clave de la moderna existencia urbana, toda una periferia un poco degradada que da vueltas alrededor y que es con la que realmente él se identifica. La mirada siempre va hacia fuera, se aleja de esa introspección romántica del poeta que sólo habla de su yo. Lihn nunca habla de sí mismo sin hablar de lo que está viendo.
- ¿Qué importancia le atribuye a que el autor incluya las fechas de elaboración en sus poemas de verso libre?
- Está fijado el espacio, que es París, y se fija también el tiempo. Creo que de alguna manera está queriendo decir que no hay que olvidar en qué momento fueron escritos esos poemas. Precisamente porque él me parece que es la clase de poeta que aspira a la inmortalidad, pero con mucha conciencia de que eso lo va a lograr a partir de prestar mucha atención al momento en el que está escribiendo.
- En sus descripciones de ambiente, Lihn hace muchas alusiones a animales. ¿Cómo interpreta la utilización de este recurso?
- Creo que él busca todos los lugares raros -por así decir- de París, y en el zoológico encuentra una especie de alegoría de lo que es la propia sociedad parisina, con todas sus diferencias de razas o hablas. Incluso llega a mencionar a unos pingüinos argentinos que están exiliados en ese lugar. Hay ahí una visión caricaturesca de París y de su propia posición también en esa ciudad.
- ¿En qué radica la crítica de Lihn cuando dice: "Todas estas historias que ellos escriben en nombre de la revolución del lenguaje/ libros de no menos de mil páginas/ no perderían nada si se las contaran por teléfono. /Son cositas no más así:/ vos sabés, novelones tradicionales"?
- Lihn era un poeta plenamente consciente de lo que podríamos llamar su proyecto, y en buena medida radica ahí su posteridad, porque ese proyecto todavía nos abarca: en él no hay subjetividad al margen de la colectividad ni poesía sin historia; es decir, sin política. Pero no le interesa el himno a lo Neruda ni el eslogan revolucionario a lo Benedetti: su enunciación es corrosiva, ambigua, y le adjudica al lector una inteligencia capaz de entablar el juego de darle volumen a lo no dicho o a lo dicho por su reverso.