La República independiente de Miranda Enrique Lihn, Sudamericana, Buenos Aires, 1989, 147 páginas Por David Oubiña
Publicado en Revista BABEL, N°12, octubre de 1989
Libro póstumo del narrador, poeta y ensayista chileno Enrique Lihn, La República Independiente de Miranda reúne ocho relatos que se ocupan de los temas más variados. Detrás de una narración aparentemente neutra (a menudo enunciada desde un impreciso "nosotros") la escritura revela su innegable carácter ideológico: la descripción deviene sátira para descubrir el lado perverso de aquello que, en primera instancia, se presenta como un estado natural de cosas. Allí, en la fisura que se produce entre lo que se cuenta y la manera en que se lo cuenta, los relatos de Lihn dejan ver la construcción política de una estética.
La difusa figura del Protector General de Miranda funciona, en el texto, como ubicuo símbolo del poder totalitario. Siempre que este poder emerge, lo hace como una fuerza obscena que invade todos los órdenes con la misma sutil voracidad.
El movimiento narrativo reproduce esa aplastante mecánica. Si el poder construye lo real, lo que se cuenta es el proceso por el cual la perversión se instala en lo cotidiano, se desarrolla en todas las direcciones y acaba por convertirse en una presencia natural. En los relatos, los seres y las cosas son, ante todo, testimonio del abuso de que son objeto.
En "Los secos y los húmedos", humedecidos pobladores de zonas marginales asoladas por una inundación amenazan con invadir las tierras altas y secas; la propuesta de construir casas flotantes para los más pobres —que se asimilarían así a la vida en el agua— pretende poner fin a las exigencias de "los húmedos que se sienten con derecho a todo". En "Lagarto islote", tropas de ocupación instalan un laboratorio bélico, dedicado a repetir eternamente los mismos simulacros de batalla contra un enemigo virtual e invisible: estos ejercicios, macabramente realistas, cobran a diario sus víctimas entre los lugareños que, obedeciendo impasibles a un atávico destino, se empeñan en continuar sus actividades pesqueras.
En cierta manera, el abuso se ejerce desde una violencia. Así, la narración opera continuamente a partir del límite y su transgresión. Si el límite es el obstáculo que en cada situación debe ser forzado, lo que aparece como una constante en La República Independiente de Miranda es la vivencia del otro como una presencia molesta. De lo que se trata es de colonizar aquello que fascina o inquieta, devorarlo para apropiarse de su esencia como en un rito caníbal. En "Para Eva", la obra del artista consistirá en reproducir sobre sí mismo a la mujer objeto de su arte. Y, si en su testamento Alcides Lima Busch dispone que sus cenizas sean esparcidas sobre ella, este deseo de ser fuera de sí más que extraviarse implica despojar al otro de sí mismo. Consustanciarse con él es, en este caso, vampirizarlo.
Esa es la perversa ontología que entrega el poder y que el texto de Lihn pretende desenmascarar. En sus relatos más logrados, la denuncia social o política multiplica su dolorosa intensidad al descubrir el valor ideológico de la metáfora.
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Enrique Lihn, Sudamericana, Buenos Aires, 1989, 147 páginas
Por David Oubiña
Publicado en Revista BABEL, N°12, octubre de 1989