La Figura del Cuerpo en el
poder del Género:
Una aproximación a la escritura de Diamela
Eltit
Por Andrés
Cáceres Milnes
Universidad de Playa Ancha
.......... Los cuerpos son territorios que (re)significan a partir de
discursos que operan en los relatos. Relatos cuyo sistema sexo y
género se ordena en orden a la producción de poder. Esta relación
cuerpo y género es el conjunto de disposiciones que una sociedad
transforma en productos de la actividad humana. Praxis social que
transmuta la sexualidad biológica en un costructo sociodisursivo y
que arranca de la lectura del lenguaje del cuerpo. Vale decir, si
hablamos de una praxis, de una articulación social y de un discurso,
entonces la relación del cuerpo con el sexo, el género y el poder es
una práctica significante, un texto que implica trabajo en la
perspectiva de la producción simbólica. ¿Por qué? Porque todo el
cuerpo pasa por el filtro del discurso, del lenguaje y de la
actualidad simbólica. Por ejemplo, cuando se habla de
cuerpo-Patriarcado y cuerpo-Edipo.
.......... El cuerpo-Patriarcado constituye un
constructo simbólico de la diferencia en términos de coerción y
sometimiento. Es afirmar que el patriarcado organiza los cuerpos en
base a un discurso que pulsa el falocentrismo como forma de organizar
lo masculino y femenino. Falo : mujer : falo.
.......... El cuerpo-Edipo constituye una
estructura triangular como forma de ordenar el género: papá (falo),
mamá e hijo. Parentesco que funciona como un sistema de diosas fálicas
donde lo femenino denota el poder-otro, lo alternativo, el borde en
unión con lo intuitivo y natural. En cambio, el héroe debe conquistar
y dominar.
.......... En otras
palabras, los cuerpos femeninos y masculinos desarrollan una
flexibilidad en el plano social como construcción cultural que expresa
una práctica significante en función del sometimiento y la diferencia
de género entre la mujer y el hombre.
.......... Sin embargo, la improductividad del
cuerpo femenino es en realidad una historia de producción invisible,
reprimida. Práctica contestataria que no parece transformar el orden
vigente, sino que lo niega. Es una transgresión descontextiva,
discurso contrahegemónico, re-semantización del cuerpo, en términos de
Deleuze y Guattari una desterritorialización corporal como linea
simbólica que pulsa la práctica de un texto cultural deconstructivo de
los discursos verdaderos u oficiales.
.......... Esta deconstrucción de los discursos
verdaderos afirma la identidad femenina. Estos discursos son los que
mantienen una historia continua, una idea de totalidad y de sujeto
fundador. No se autocritican ni adquieren nuevas significaciones. Esta
noción implica la injerencia de la masculinidad, sujeto y objeto de la
historia. El propósito es deconstruir estos discursos verdaderos cuyo
poder hegemónico corresponde al discurso patriarcal y crear un ritmo
diferente como contrapoder de resistencia y marginalidad. El nuevo
discurso es una escritura de los bordes que pulsa resistencias
plurales a partir de la diferencia. El cuerpo femenino es el lugar de
la resistencia y rebelión como reacción al cuerpo masculino. En este
sentido, lo femenino es un ritmo corporal alternativo donde los
márgenes son desplazamientos intensivos de desterritorialización,
umbrales de intensidad que pulsan una evolución de la "res" femenina
(frente a la deidad masculina), propio de una época y sociedad
capitalistas.
...... ... Esta idea de la
diferencia como signo de identidad prescinde del genero como
sexualidad pura. La propuesta está en los cuerpos como relaciones de
poder según Foucault (1) . Cuerpo e identidad en la forma de un
logos estético que libera significados, re-escritura del ciclo
represión/agresión, identidad/diferencia entre la ley del padre y el
deseo de la madre. Vale decir, el poder y el contrapoder en la
hipótesis del cuerpo a cuerpo, si aludimos a Irigaray, articula lo
fálico y la castración como signos que transforman el deseo corpral.
El poder articula cuerpos de resistencia. Más aún, el lenguaje del
cuerpo es un mapa simbólico que tiene presupuestos implicitos a través
de actos de rebeldia. Las acciones y pasiones, por ejemplo, afectan a
los cuerpos en la medida que tienen una edad, una madurez y un
envejecimiento. Las víctimas y condenados tienen un mandato del cuerpo
social como signo de vigilancia y castigo a partir de una práctica
cultural que oficializa el discurso verdadero o "machista".
.......... Hay cuerpos desincardinados, sujetos
que entran en crisis con el logocentrismo y el falocentrismo
generadores de poder y saber en el discurso verdadero. El problema es
entrelazar el cuerpo con la noción de sujeto y mundo. Ya Foucalt pone
el cuerpo en el lenguaje. Pero ¿cómo nombrar el cuerpo?. Los
marginados ponen el acento en saberes críticos, que tengan otra
historia y otro poder, (in)visibilidad de la mujer como sujeto
histórico: incorporación de sujetos con cuerpos y rostros. Entonces,
el cuerpo va unido a rasgos de rostridad donde se aferran los signos
desterritorializados en tanto que desplaza el centor de significancia
a la perferia marginal.
.......... El
cuerpo es mundo, pues la única forma de asumir el cuerpo es en
relación con el mundo. Empero, por medio de estados de crisis es que
se desterritorializa el canon genérico. Así es como el cuerpo del
excluído pulsa su marginalidad en un ceremonial que codifica el mínimo
de poder social. Es la figura de una desrostrificación periférica que
legitima el margen como movimiento visible de reivindicación corporal.
Rostros femeninos que se pliegan mediante flujos pasionales cuya
intensidad y efectos atrae y repele, o sea, cuerpos que se abren a
intensidades conflictuadas por medio de una escritura de los
bordes.
.......... El nivel simbólico
del cuerpo re-significa rutas corporales a través de mapas que
diagraman opciones propositivas (los tatuajes corporales como ritual
estético). Bordes que tensionan el cuerpo con el lenguaje y el mundo.
El cuerpo es un entre, devenir transgresivo que pone en jaque
el discurso verdadero, hierba rizomática que brota en un grado
transgenérico por medio de una práctica de la resistencia. Cuerpos
refractarios al canon cultural. Cuerpos femeninos que buscan
legitimarse a través de una plataforma cultural descontextiva, o sea,
la idea es ubicarse en la periferia discursiva mediante una producción
visible (la literatura, la politica, etc.).
* * *
.......... Una de las personas que tiene una mirada cultural del cuerpo
es Diamela Eltit porque construye una escritura marcada por los signos
del castigo y la vigilancia. Por ejemplo, Los vigilantes donde
hay una historia de cuerpos que exigen un ojo panóptico, alerta y
múltiple. Mirada re-significativa que se desliza por los cuerpos
amenazantes y amenazados por la abyección de una realidad asentada en
la preeminencia de relaciones de poder. Es la ley masculina del padre
y la anti-ley femenina de la madre. Cultura
mascultista donde la territorialidad del otro femenino opera por
resistencia como la de los desamparados y la del hijo-larva. Estamos
en presencia del poder conflictuado, el poder del secreto y el pder
del enigma como relaciones de cuerpos polémicos y abiertos a las zonas
más arcaicas del inconsciente. Voces de fuerzas aniquiladoras que
traman la relación asfixiante de una mujer, un hombre y un hijo
larvario.
.......... El desamparado es
el cuerpo-roto que atrae y repele una henddura recorrida por el deseo.
Un deseo que es flujo y rizoma de un vagar errático propio de un
cuerpo vaciado de si mismo. Hay un vagabundaje ausente de horizonte
social. Por eso, hay un desborde de lo legítimo, trizándose las
fronteras del Orden occidental en pos de una fisura que radica en el
gesto de lo imperfecto como sucede con aquellos cuerpos estigmatizados
por una cultura de clases. Por tal razón la forma del desamparo y la
precariedad es invasora y múltiple, una estrategia de los guardianes y
celadores del poder que marca el espacio de lo inferior y el espacio
de lo superior. La inferioridad social de los desamparados configura
una frontera censurada. Un borde que alude a un cuerpo-margen sin un
destino institucional donde la única vitalidad es el eterno vagar del
cuerpo. El gesto transgresor y descontextivo del discurso verdadero
consiste en poner en circulación un cuerpo femenino por cuya carne
transita lo no convencional. Una resistencia femenina que es
refractaria al canon cultural masculino. De ahi que la mujer madre
divaga por escrito para romper el sentido jerárquico de un género que
habla de cuerpo masculino y de cuerpo femenino.
.......... Para el orden social y nuestra cultura
la madre debe permanecer prohibida ("res"); en cambio, el padre
prohibe (deidad). Hay un cuerpo a cuerpo con la madre. El punto está
en desterritorializar el cuerpo como producción patriarcal,
reterritorializando una rostridad corporal refractaria al
falocentrismo por medio del tejido pasional y la erotomanía femenina
como poder de resistencia.
.......... La
abertura de la madre aparece como la amenaza del contagio y
contaminacióin: es su propia locura. El cuerpo femenino sale del
silencio y la servidumbre para ser guardiana de su propia corporeidad,
es decir, no hay que convertirse al cuerpo masculino, sino que la
mujer-madre es una salvaguarda de su cuerpo a traves de un silencio
que es tanto más vivo cuando existe la palabra. Una palabra que se
materializa en la carta. En este punto la madre subvierte el orden del
discurso verdadero y la escritura es su poder de resistencia. El texto
trama y destrama un espacio sofocante donde los signos del vigilar y
castigar envuelven el espacio de la casa y de la ciudad, condicionando
los cuerpos y sus palabras como función constitutiva de la
subjetividad e identidad social. Este condicionamiento de la palabra y
el cuerpo permite construir el discurso femenino como flujo de
resistencia al sentido de vigilancia mascultista o “machista”. Por
eso, la mujer escribe su informe de vida, diagramando su propio cuerpo
como un espacio vencido por la ley masculina. La carta exige la
confesión que merece condena o absolución, combinando la jerarquía de
quien vigila y la sanción que normaliza según M. Foucault. En aste
aspecto la carta es visibilidad femenina y cruce fatal en la
construcción de un cuerpo vigilado. Accionada bajo los signos del
vigilar y castigar, la mano temblorosa, la mano asalariada (El Cuarto
Mundo, Vaca Sagrada) obedece la orden de escribir bajo el poder del
otro. Poderes institucionales que adquieren el valor de representación
de la vigilancia que oprime la escritura y los cuerpos por medio del
castigo falocéntrico.
.......... Lo
anterior nos señala que el lenguaje del discurso femenino está
centrado en el cuerpo como una manera de desenmascarar el dominio de
los discursos verdaderos. Contrario al predominio patrístico despliega
los deseos reprimidos mediante un discurso contrahegemónico y
antioficial. En la red de relaciones convencionales de dominio el
poder es la figura benéfica/maldita que mira, vigila y controla
verticalmente a través de un padre/sociedad admonitorio.
.......... El poder es ficción, es construcción
de una realidad a partir de deseos, impulsos, necesidades que tienen
la propiedad de figurar y transfigurar los cuerpos silenciosos como
modos de representación de un tejido social y cultural definido por
dominadores/dominados. Pero, el discurso femenino se adhiere al poder
tambien de otra forma. Un poder con capacidad de crear nuevas
ficciones y deseos ajenos a la cultura mascultista. La emancipación de
la mujer, por tanto, configura la altemativa del cuerpo. La metáfora
del cuerpo es lo otro, refractario y descontextivo del discurso
verdadero.
......... Por eso, para
Diamela Eltit la escritura pasa por la obsesión de los cuerpos
fantasmales. Articulación de un hilo mental con un alto nivel de
incertidumbre donde existen personajes conflictuados y larvarios,
enfermos psiquiátricos en el hospital de Putaendo, o sea, indigencia
de cuerpos, jirones sociales encadenados a mandatos de memorias y
escrituras de naturaleza fantasiosa. Voces de cuerpos que remiten a
pulsiones marginales. Cuerpos que resemantizan signos de
comportamiento oficial, transitando por otros lugares simbólicos a
través de un imaginario literario que permite crear amores diferentes.
Vale decir, la (des)construcción de un mapa con cuerpos que tienen su
lenguaje para referirse a sus penurias, sus placeres, sus logros y sus
propias fragilidades. Esto nos señala la conexión entre cuerpo y
literatura, cuerpo y estética.
.......... Los cuerpos transitan por zonas de
desacato como una manera de estatuir el margen como pensamiento
distinto. Este nuevo poder sustenta la estética de la diferencia a
partir de signos culturales que hablan de cuerpos territorializados
entre el orden y el caos. Además, los cuerpos se definen por los
afectos intensivos, movimientos y velocidades diferenciales respecto a
lo que son capaces. Lo distinto es un modo de individuación,
inseparable de una atmósfera, aire y vida. Devenir de acontecimientos
propio de una linealidad donde el margen adquiere dimensiones a partir
del sujeto que se es y de las funciones que se desempeñan.
Desterritorialización del rostro oficial y reterritorialización de un
paisaje con expresividad femenina.
.......... En sintesis, vemos que el cuerpo se
construye rostrificado mediante el poder del género. Prácticas
significantes donde se narran "infartos del alma", cuerpos errantes de
"Los vigilantes" panópticos, obsesiones corporales como territorio
moral que ensayan la eficacia o fracaso de los sistemas de poder a
partir de un feto consciente y pensante y del incesto como signo de
ambigüedad y culpa en "el cuarto mundo". Vale decir, estados en los
que el cuerpo es sorprendido en el secreto de una conyugalidad
pasional que se debate entre la escritura que "recuerda" y la mirada
de la conciencia y la pasión. Esto determina la postura corporal de un
género femenino debilitado por el canon masculino que está dentro de
una linea molar de instituciones clasistas y de un Estado
despótico.
.......... El secreto tiene
que ver con el amor y la sexualidad. Secretos y enigmas que atraviesan
el cuerpo y salen como una explosión de intensidad. Territorios
desterritorializados por actos de infidelidad e incestos que articulan
una escritura marginal. Viaje clandestino hacia los bordes donde se
pierde el rostro oficial en beneficio de la alteridad periférica de lo
femenino. Devenir-otro, línea de fuga que pone el cuerpo de la mujer
al otro lado de la barricada oficial.
.......... En cada segmento hay vigilantes
(padres-esposos, vecinos, los excluidos, el amor loco, la sociedad),
es decir, celadores molares y moleculares que miran los movimientos,
las infracciones sociales, las estrías como líneas de escritura
marginal que desarrollan umbrales de corte femenino y que circula en
los bordes.
.......... La postura de los
cuerpos vigilantes sirve para revelar el abismo de las
microinfracciones frente a una justicia hegemónica que coordina un
discurso de género inscrito en la centralidad masculina. Sin embargo,
surge "lo otro" que abandona el canon oficial y crea realidades
personales de corte subversivo. Por ejemplo, cuando se hace visible la
acción transgresiva de mujeres que mediante un signo rupturista busca
estatuir un discurso descontextivo y contrahegemónico.
.......... En este sentido, Diamela Eltit
reflexiona a la mujer y su conducta matrilineal, borde femenino como
lo otro diferente y secreto que pulsa la marginalidad del género con
el propósito de extraer la multiplicidad de cuerpos erotizados por
ojos pasionales clandestinos. Es la noción de "lo otro" como estética
marginal de la alteridad que cuestiona códigos dominantes. Una
práctica poética donde las relaciones de poder son una red microfisica
de fuerzas, espacios, territorios y dominios según M.
Foucault.
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NOTAS
(1) En el transcurso de la historia se
ha producido todo un descubrimiento del cuerpo como objeto de poder.
Esto a partir de la noción docilidad/rebeldía. Tambien los procesos de
codificación de un cuerpo pasa por los pliegues del tiempo, espacio y
movimiento en una relación de sometimiento/utilidad. Por ejemplo,
desde la organización de las sociedades pre-estatales hasta hoy dia,
el intercambio como trafico de mujeres es una práctica cultural que
abarca los estadios culturales del Salvajismo, Barbarie y Civilización
(Engels) como ceremonial de rivalidad y solidaridad, competencia y
ayuda mutua
BIBLIOGRAFÍA
Guilles Deleuze y Félix Guattari, Mil
Mesetas, Pre-Textos, España, 1980. 522 págs.
Michel Foucault,
Vigilar y Castigar, Siglo XXI Editores, España, 1987, 314
páginas.
Juan Carlos Lértora, Una poética de Literatura menor:
La narrativa de Diamela Eltit. Editorial Cuarto Propio, Chile,
1993.
Carmen Berenguer y otros. Escribir en los bordes,
Editorial Cuarto Propio. Chile. 1994. 232 págs.
Kemy Oyarzún,
Nomadías, Editorial Cuato Propio, Chile 1994. 87
págs.
Diamela Eltit. Los vigilantes, Editorial Sudamericana.
Santiago de Chile. 1994. 130 págs.
El Cuarto Mundo. Seix
Barral. Chile 1996.
Vaca sagrada, Editorial Planeta,
Argentina, 1991. 188 págs.
En
ET CETERA Nº 3 - 1999