De la
escuela de Santiago a la zona boreal
Conversación con Erik Martínez
Por Luciano P.
Díaz
Eco Latino,
Ottawa, Canadá
Enero,
2005
Hace algunos días a nombre de Eco Latino, tuvimos la oportunidad
de hablar con el poeta Erik Martínez, poeta chileno que fue
miembro del grupo de vanguardia la Escuela de Santiago con
quienes hizo una serie de publicaciones. Llegó a Canadá en 1974 exiliado
debido al golpe de estado en Chile en 1973. Estudió pedagogía en Castellano
en la Universidad de Chile. Obtuvo un título de Magíster
en Español de Queen's University en Kingston, Canadá, escribiendo
una tesis sobre Altazor de Vicente Huidobro. Ha enseñado literatura
y traducción en Queen's University y en las universidades de Western
Ontario y Ottawa. En Chile, junto con otros escritores chilenos exiliados
en Ottawa, Canadá, fundó Ediciones Cordillera, una editorial
que publicó diversos títulos de poetas chilenos. En 1985 se publicó
su libro Tequila Sunrise. Eduardo Anguita lo incluyó en su Nueva Antología de poesía castellana (Editorial Universitaria,
1981) y fue incluido también en la Antología de poesía chilena
contemporánea (Zig-Zag: Santiago de Chile. Arteche, Scarpa, Massone
Eds., 1984) y sus poemas han aparecido en diversas otras antologías
y revistas de Chile, Canadá, Alemania y otros países. Ha presentado
ponencias de crítica literaria in varios simposios académicos en Canadá
y Estados Unidos. Actualmente es traductor para la Oficina de Traducciones
del Gobierno Federal de Canadá.
Luciano Díaz: ¿Cómo se gestó la Escuela de Santiago, quiénes la
integraban y qué pasó con la salida de ustedes a Canadá?
Erik
Martínez: Nosotros teníamos en el Instituto Pedagógico de Santiago un
taller literario en el que participaban varios escritores, no tan sólo
poetas sino que también narradores. Estaban, por ejemplo, Ariel Dorfman,
Ronald Kay, Bernardo Subercaseaux, Oliver Welden, Gonzalo Millán, Naín
Nómez, Jorge Etcheverry, yo y algunos otros. Nos reuníamos cada cierto
tiempo para discutir nuestros trabajos. En el Pedagógico había todo un
ambiente, al mismo tiempo que estudiábamos, en donde convivía la
política, la literatura y otros temas. Debido a algunas discrepancias
que hubo en ese taller, e impulsados por el deseo de lanzarnos al mundo
ancho y ajeno, creo que fue Etcheverry quien lanzó la idea de formar
este grupo que principalmente estaba centrado tanto en nuestra afinidad
política, filosófica como literaria. Los cuatro principales miembros de
la Escuela de Santiago, es decir los fundadores fuimos Etcheverry, Julio
Piñones, Naín Nómez y yo. Todos teníamos estudios en filosofía y
literatura y todos también teníamos posiciones de izquierda, digamos no
sólo a la izquierda sino de la izquierda marginada, tirando para la
ultra izquierda.
L.D.: ¿Qué pasaba con la Escuela, qué hacían?
E.M.: Bueno,
hubo una serie de actividades que realizamos como grupo, quizá la más
importante fue la colaboración con la revista Orfeo, que dirigía
Jorge Vélez, un poeta colombiano radicado en Santiago. Al retirarse
Jorge Teillier, que se fue a dirigir el Boletín de la Universidad de
Chile, Vélez nos pidió que nos integráramos al consejo de redacción de
la revista. Entonces trabajamos con él en la preparación de varios
números. El único de esos números que salió publicado fue una antología,
publicada en la editorial Zig Zag, y que se llamó 33 nombres claves
en la poesía chilena y, la verdad sea dicha, que tuvo muy mala
crítica. En realidad, el crítico IgnacioValente en el Mercurio, rechazó
los criterios con los que se había hecho la selección. Sin embargo,
profesores del departamento la utilizaron para sus cursos de literatura
sobre la poesía chilena, en cierta medida, ellos estaban completamente
de acuerdo con los nombres incluidos. Lo más discutible de esa antología
fue haber dejado fuera a los grandes poetas de la poesía chilena, tales
como son Vicente Huidobro y Pablo Neruda. Lo que pasó fue que no se
explicó el criterio con que se hizo la antología ni sus fundamentos. De
todas maneras, en esa antología nosotros publicamos una selección de lo
que habíamos hecho hasta ese momento y algunos manifiestos que eran
parte de la teoría en que nos basábamos nosotros para hacer nuestra
poesía. De hecho, la decisión sobre los nombres se hizo con un criterio
bastante estricto que trataba de registrar la línea surrealista dentro
de la poesía chilena, organizando la muestra alrededor de figuras tales
como Humberto Díaz Casanueva, Gustavo Ossorio, Rosamel del Valle,
digamos una serie de poetas que en Chile no tenían gran resonancia,
entonces se trataba como de una línea de poesía chilena que en ese
momento no tenía reconocimiento y nosotros en ese sentido intentamos
traer eso a la luz y atraer la atención hacia ellos. Se trataba entonces
de 33 nombres claves aparte de los nombres fundamentales y, en realidad,
muy bien se hubiera podido llamar número especial de homenaje a Ossorio,
del Valle y Casanueva...
L.D. ¿Con qué poetas exiliados te tocó interactuar después de tu
llegada a Canadá en febrero de 1974?
E.M.: Bueno, inmediatamente
después de mí, llegaron a Canadá Naín Nómez y Manuel Jofré, luego Jorge
Etcheverry, más adelante Gonzalo Millán. En esa época los chilenos
exiliados en general nos dedicamos en forma bastante ardua a organizar
asociaciones comunitarias que tenían como misión fundamental luchar
contra la dictadura de Pinochet. Fue solamente después de algunos años
que nos reunimos un grupo integrado por José Leandro Urbina, Gonzalo
Millán, Ramón Sepúlveda, Jorge Etcheverry y yo para formar la
Editorial Cordillera con el fin de publicar a los escritores
chilenos residentes en Canadá. Ese fue, yo creo, uno de los momentos
decisivos dentro del trabajo literario que nosotros realizamos acá y eso
fue parte o estaba integrado a la lucha más general en contra de la
dictadura.
L.D.: Me gustaría que me dieras una idea sobre lo que has
publicado en Chile. He sabido que antes de publicar en Canadá, algunos
de tus poemas fueron publicados en Chile en los años 60 y luego en
alguna antología, ¿cuál fue aquella?
E.M.: Antes de salir de
Chile, la verdad es que nosotros también publicamos con Etcheverry y
otros escritores entre los que estaba José Ángel Cuevas, algunos
cuadernillos de poesía los cuales distribuíamos dentro del recinto
universitario. Publiqué también en algunas revistas, pero sabes, la
verdad es que yo no estaba tan sólo dedicado a la poesía, en realidad
tenía otras actividades. También era, por ejemplo, crítico de cine para
la revista Primer Plano que se publicaba en la Universidad
Católica de Valparaíso y fui fundador junto con Sergio Salinas, Pepe
Román y un par de otros amigos, de un cine-club que culminó más tarde
con la fundación del cine arte Normandie. Por otro lado, también estaba
dedicado a la política. Entonces, dentro de todas estas actividades, lo
que también fue importante fueron los recitales de poesía y también nos
publicaron en el extranjero, por ejemplo, la revista Humboldt, Cormorán
en Argentina y algunas otras.
L.D.: Pero tú me habías hablado de otra antología. Creo que era
una de Anguita, de la cual no tengo antecedentes, digamos que salí
relativamente joven de Chile y no...
E.M. Bueno la antología de
Eduardo Anguita es posterior, es del año 81...
L.D: O sea, tú ya estabas en Canadá hacía unos siete años más o
menos y yo también salí antes de eso. Y lo que Anguita recogió en esa
antología, digamos poemas y autores serian...
E.M.: En realidad
eran algunos poemas que ya se habían publicado en 33 nombres claves y
entre los participantes se encuentra por ejemplo, entre los jóvenes,
Raúl Zurita, Arturo Fontaine, Delia Domínguez para nombrarte algunos de
los nombres que recuerdo. Digamos que es una antología de la poesía
castellana, entonces él va desde los orígenes de la poesía castellana
hasta alguno poetas chilenos jóvenes de los 60 y 70, hasta esa época.
Lamentablemente esta antología no tuvo de ninguna manera la misma
repercusión que la anterior hecha en colaboración con Volodia
Teitelboim.
L.D.: Ahora, habiendo leído Tequila Sunrise hace un buen número de
años y releyéndolo en estos días, basándome en esos textos, estoy casi
seguro que si tú y otros poetas de tu generación, Etcheverry y algunos
otros por ejemplo, se hubieran podido quedar en Chile después del golpe,
quizá se hubieran convertido en los referentes de las generaciones más
jóvenes de los poetas que han aparecido en los últimos años. Por lo
menos creo que el panorama sería bastante distinto.
E.M.: Bueno, déjame decirte que para nosotros en general y para
mí en particular el exilio fue una cosa bastante terrible, algo tremendo.
Nosotros estábamos viviendo una gran efervescencia intelectual, recién
comenzábamos nuestra carrera literaria y estábamos totalmente imbuidos
en aquella cultura. Llegar a Canadá significó un tremendo choque tanto
psicológico como cultural, en primer lugar, de hecho, acá se habla
inglés o francés, entonces todo nuestro poder de palabra quedaba completamente
nulo, y por tanto tuvimos que comenzar prácticamente de cero a aprender
el alfabeto. Fue como quedar incapacitado, desarmado para actuar.
De alguna manera, se puede decir que el exilio fue comenzar de nuevo con referentes completamente
diferentes y la lejanía del país que nosotros sentíamos amargamente
al principio poco a poco fue creando como una respuesta de parte nuestra.
Ahora, lo interesante en nuestro caso es que para nosotros el exilio
fue también la posibilidad de abrirnos aún más a un mundo completamente
diferente que nosotros no teníamos en Chile.
L.D: En tu libro Tequila Sunrise, que fue publicado en 1985 hay
una serie de imágenes de horror, de pesadillas, de abandono, que en sus
primeras páginas quizá se puede evidenciar una relación con el golpe de
estado en Chile. Luego el libro adquiere un carácter más personal, más
onírico (aún), con tintes que provienen claramente del surrealismo. Hay
un desgajamiento profundo de una entidad matriz que llevan al hablante a
realidades donde la geografía está totalmente fragmentada y al límite
existencial. Hay poemas memorables como el que abre el libro y donde el
poeta se posiciona frente a la ciudad: Estado de cosas, luego está Paseo
nocturno en sus tres versiones, Los pájaros; y uno de mis favoritos, Un
día cualquiera, donde el poeta al final del poema se ve a sí mismo de
espaldas en la pantalla del televisor, mirando una pantalla de
televisor, donde se ve a sí mismo de espaldas, etc. ¿Por qué este
título?
E.M.: Bueno, la verdad es que yo tenía varios títulos
posibles para el libro. Finalmente usé el título de un poema incluido en
el libro que es que le da el nombre, Tequila Sunrise. Ahora, creo
que en cierto sentido lo usé porque funciona tanto en inglés como
español, como es un trago internacional creo que fue eso lo que me hizo
tomar la decisión.
L.D.: No estoy seguro que tu libro sea
conocido en Chile, a lo mejor me equivoco, pero ¿a qué crees tú que se
deba el poco conocimiento de la poesía chilena hecha fuera de
Chile?
E.M.: Yo creo que nosotros hemos tenido contactos muy
esporádicos por una parte y en Chile existe cierta situación en donde la
mayoría de la gente se preocupa mas bien de lo que sucede a su alrededor
inmediato. En cierto sentido, me parece natural, es más bien un ambiente
cultural absorto en sí mismo. Yo no creo que ellos nos ignoren
completamente, lo demuestra el hecho que hayamos aparecido en algunas
antologías que aparecieron muchos años después de haber salido del país.
Por otro lado, no hemos publicado mucho (quizás estoy más bien pensando
en mí mismo), no hemos tenido un contacto fluido con el ambiente
literario chileno debido a obstáculos en la comunicación y además
nuestros libros no se distribuyen muy bien y, habría que agregar, la
poesía casi no vende. La última vez que estuve en Chile, en un simposio
sobre el bicentenario, yo explicaba que la única manera que se podrá
integrar al trabajo de los que estamos fuera, es creando canales para la
distribución de las obras que se hacen fuera. El caso de Canadá no es el
único, también hay gente que hace cultura en Suecia, en el resto de
Europa y en otros lados; una tremenda riqueza cultural que se debe
rescatar, si no sería una tremenda pérdida para Chile.
L.D.: ¿Qué piensas de la poesía chilena post dictadura? Digamos lo
que conoces. Pregunto esto porque como todo el mundo sabe y excepto por
algunas excepciones, en España post Franco, por ejemplo, no hay mayores
referentes en la poesía española que mantengan una tradición ni siquiera
cercana a lo que fue la generación del 98 o del 27.
E.M. Yo creo
que hay muy buenos poetas en Chile, en realidad siempre ha sido así. La
poesía tiene una gran tradición en nuestro país, hay autores como el
mismo Neruda, Parra, la Mistral.… quizás no sea algo que podamos
explicar sobre la base de la situación política chilena. La poesía está
un poco en retirada en todo el mundo y, en cierta medida, la irrupción
de los medios de comunicación de masas y la fuerza de las nuevas
condiciones sociales impuestas por la sociedad de consumo en la cultura
nacional, digamos, hacen que la poesía no tenga la misma repercusión que
tenía antes. En los años 30 ó 40 la literatura era el principal arte que
se daba en Chile, pero poco a poco el cine, la televisión y las nuevas
formas de cultura han desplazado el eje central de la cultura.
L.D.: Quizá como ejemplo de eso, no sé si sabrás que hace poco
Raúl Zurita editó en Chile una antología de poetas jóvenes la que fue
literalmente destrozada por algunos críticos. Por supuesto -y con justo
derecho Zurita la defendió a brazo partido. ¿A qué crees que esto se
debe este fenómeno -según los críticos --de la mala calidad de la poesía
joven o nueva- crees que existe una situación similar al de España
franquista?, O ¿es la nueva poesía chilena producto, o víctima del
pensamiento que imperó en Chile por cerca de veinte años, digamos un
pensamiento mas bien fascistoide, de lavado de cerebro, donde hubo poca
preocupación por los libros o por enterarse de la cultura en otras
partes del mundo?
E.M.: Primero que nada quiero decir que todo lo
que he leído de Zurita me parece genial y pienso que él es un gran
poeta. Ahora, no he tenido oportunidad de leer la antología así que no
la puedo defender ni atacar. Lo que sí pienso, es que todo movimiento
literario o toda nueva generación pasa por distintas etapas y no creo
que una antología tenga necesariamente que imponerse, tendrá que tener
alguna resistencia, y digamos, los nuevos criterios de la juventud como
la incorporación de preocupaciones eróticas o el uso de cierto nivel de
irreverencia, digamos toda nueva generación rompe con ciertos cánones o
trata de modificar la situación imperante. Entonces es imposible dar un
juicio categórico de inmediato, a veces son escaramuzas, batallas que
hay que dar de todas maneras.
L.D.: Ahora algo que nos atañe un poco más de cerca. ¿Piensas que
ha habido cierta lentitud de parte de los investigadores literarios
chilenos en indagar o rescatar, la literatura chilena, (en nuestro caso
la poesía) que se produce fuera de Chile e integrarla al acerbo poético
nacional? Digamos que conocemos ciertos estudios que se han hecho acerca
de esto, pero que a mí por lo menos hoy me resultan extemporáneos y
sería injusto decir sesgados, aun cuando después de esos estudios han
aparecido algunos poetas que según mi criterio son bastante interesantes
y merecen ser, digamos rescatados. Esto ya amerita otro estudio que sea
más completo.
E.M.: Yo creo que la falta de estudios está ligada
en cierta medida a las dificultades para conseguir el material que se
produce en el extranjero. Hay algunos que estudian ciertos aspectos de
la poesía que se hace fuera. No creo que haya pasado suficiente tiempo
como para decir que no hay interés; en asuntos literarios, tú sabes, a
veces tienen que pasar decenas o centenas de años (risas) para que se
llegue a la evaluación plena de algún poeta. Hace poco estaba re-leyendo
a Friedrich Hölderlin quien durante su vida no tuvo absolutamente ningún
reconocimiento, fue completamente ignorado por el "establishment" alemán
de la época y solamente 100 ó 200 años después fue rescatado y
re-evaluado...(risas)
L.D.: Gracias por ese gran consuelo que me estás dando (risas),
vamos a tener que esperar unos cien años...Bueno, dentro de nuestras
letras y tradición literaria: ¿Parra, Lihn, Mistral, De Rokha o
Huidobro?
E.M.: Si yo tuviera que elegir a alguno de
ellos...Bueno, mira, yo los he leído a todos y de todos he aprendido
algo. Me parece a mí que Neruda es el que tiene una obra más completa.
Él fue un poeta que supo re-inventarse en cada etapa de su vida. Tiene
un registro mayor, su obra juvenil por ejemplo, surrealista, se resume
mejor en Residencia en la tierra que parece un libro fantástico.
Posteriormente El canto general es una obra que asume la historia
nacional y continental, habla sobre la responsabilidad histórica del
poeta, también es un libro que encuentro fundamental leer. Su obra
posterior, que conozco poco, de todas maneras me parece fantástica,
sobre todo, las odas elementales. Es decir, si tuviera que elegir uno
sería Neruda. También me parece sin embargo que un poema como
Altazor, es un poema fundamental dentro de la poesía chilena que
ha sido mal comprendido, mal leído y necesita mayor estudio todavía.
L.D.: Bueno, te voy a decir algo, parece que caíste en la trampa.
Yo aún no te he hablado de Neruda, no estaba incluido en el grupo que te
nombré (risas). De Neruda se dice que tú dijiste por allá a fines de los
60 en una entrevista, que la poesía importante de Neruda en el futuro
sería nada más que un volumen de 50 páginas y con letra grande. ¿Qué hay
de cierto en ésto?
E.M.: Yo creo que aquellas expresiones que
hicimos en esa entrevista, fueron apresuradas y, por supuesto, no
expresaron adecuadamente nuestro pensamiento; ya que en realidad no
estábamos respondiendo tanto a la poesía misma de Neruda, sino que a
otro aspecto que también encuentro importante señalar. Neruda como
miembro del partido comunista, un partido estalinista con influencia
soviética, se transformó en una figura que influía a un nivel como de la
maquinaria de la literatura. Digamos el partido comunista en Santiago y
las fuerzas organizadas de la izquierda chilena tradicional formaron una
capa de poder que controlaba publicaciones importantes en Santiago y
determinaban el triunfo, el reconocimiento o el fracaso de un escritor
joven. La paradoja era que nosotros, por ser de izquierda, teníamos
canales bien limitados por donde publicar y si se nos cerraban los
canales dominados por la izquierda no teníamos nada. Entonces en ese
sentido nosotros estábamos reaccionando no contra Neruda el poeta, sino
a todo el entorno, la maquinaria política que estaba detrás de Neruda,
la institución cultural que hasta cierto punto nos estaba cerrando el
camino. También, el otro aspecto de Neruda no es Neruda mismo, sino los
seguidores de Neruda, los que repetían su estilo y lo transformaban en
una retórica hueca. Entonces no era Neruda propiamente lo que nosotros
atacábamos sino el exceso retórico de algunos otros poetas que seguían a
Neruda. Yo creo que el poeta Neruda es un gran poeta y su obra es
tremendamente influyente y siempre lo será, pero el error de muchos
poetas chilenos de la época fue haber seguido sus palabras sin meterse,
digamos, en el proceso de generación de ese lenguaje.
L.D.: Tú me hablaste de cine hace un momento atrás, como dato
anecdótico te cuento que años atrás, al ver la película Palomita Blanca
de Raúl Ruiz, quien hace como 30 año se encuentra trabajando en Francia
y que hace par de años presentó su película En busca del tiempo perdido,
basada en la novela homónima de Marcel Proust y que contó con gente como
Catherine Deneuve y otros actores reconocidos, bueno, me encuentro con
la sorpresa que dos de los actores que aparecen en varias escenas más o
menos importantes de Palomita Blanca son Jorge Etcheverry y tú. ¿Cómo se
gestó tu participación y la de Jorge en la película?
E.M.: Bueno,
hasta cierto punto yo era algo cercano de Raúl Ruiz, conocido como se
dice. Como ya te dije, yo formaba parte de la dirección de la revista
Primer Plano y le hicimos a él una entrevista bastante larga.
Raúl Ruiz en esa época iba bastante seguido a Il Bosco, un famoso café
de Santiago donde se juntaban muchos intelectuales santiaguinos. Él
eligió como uno de los actores principales a otro amigo nuestro que era
Manuel Aránguiz, que también es poeta exiliado en Canadá. Ruiz le pidió
a Manuel que eligiera a un grupo de amigos que Ruiz necesitaba para la
película; bueno, Aránguiz pensó en mí y en Jorge y eso le vino muy bien
a Ruiz puesto que él ya nos conocía.
L.D.: ¿Crees tú que estamos en un país equivocado en vista que
escribimos en castellano? Según me contó Jorge Etcheverry, una vez
Roberto Bolaño le dijo que incluso en España (país de habla castellana)
en esos años era difícil abrirse paso, que a él casi no lo tomaban en
cuenta, bueno, todos sabemos en que se convirtió Bolaño tiempo después.
Entonces nosotros, ¿estamos en el país equivocado al encontrarnos en
Canadá?
E.M.; Bueno, yo creo que estar aquí significa una serie
de problemas, problemas que a veces pienso son imposibles de resolver.
El idioma, por supuesto, es uno de los asuntos fundamentales que yo me
he planteado por muchos años. En varias ocasiones yo he estado a punto
de decidir por escribir en inglés con el objeto de abrir vías que me
permitan llegar a un público local. El hecho de que escribamos en
español obviamente nos limita por el público que nosotros tenemos aquí.
Carecemos de las vías que nos lleven a Santiago directamente, a Chile o
a Latinoamérica. Es decir en realidad estamos en una situación bien
difícil, yo creo que escribimos poesía porque no podemos dejar de
escribir poesía. Para mí es algo esencial que yo tengo que hacer. No es
una actividad que yo me imponga a mí mismo o que alguien me imponga pero
que de todas maneras estoy como condenado a realizar y creo que lo mismo
les sucede a los que han hecho poesía a pesar de la situación
tremendamente difícil en que nos ha tocado vivir.
L.D.: ¿Tú crees que El Dorado ha tenido algún papel importante en
lo que significa que estemos acá, lo que hemos hecho en estos últimos
años?
E.M.: Bueno, yo creo que ha sido tremendamente importante
que nosotros continuemos esta labor de divulgación para que podamos
crear nuestro propio público y, hasta cierto punto, creo que lo estamos
logrando. El español es un idioma que está creciendo y cuya influencia
se está ampliando e incluso, acá en Canadá, tanto en Montreal como
Toronto, Ottawa, Vancouver y otras ciudades, la comunidad
hispanohablante está creciendo constantemente. Creo que hacia el futuro
si nosotros tenemos una estrategia adecuada quizá podríamos tener una
repercusión tanto en Norteamérica como fuera de esas fronteras.
L.D.: Para terminar, en lo inmediato, ¿tienes algún proyecto a
futuro, algo que estés haciendo?
E.M.: Estaba pensando tomar este
asunto de la historia y estaba pensando en que personajes históricos
admiro más. Por supuesto en Chile tenemos grandes personajes como
Salvador Allende y muchos otros que marcaron la historia de nuestro
tiempo, pero ciertamente la figura del Che Guevara está adquiriendo
mayor importancia y está la necesidad de pensar y re-pensar en lo que él
significó para nosotros. Pienso en un libro que pueda retomar mi
historia personal conectada con la historia que nos tocó vivir.
L.D. Muchas gracias Erik y esperamos que tu proyecto llegue a buen
término.
E.M.: Gracias.
ERIK MARTINEZ
Sueños de la tarde sobre la tierra
húmeda
Sueños de la tarde que
fueron otros sueños olvidados
no; no vinimos caminando por los
senderos de la tarde
no bebimos la hoja que humedecía el sol
moribundo
pero sí detenidos y acezantes entre el follaje que
palpitaba
......... agitado
oh!
Si toda la sangre del calor
si todos los humores
vegetales
se detuvieran en la tarde que oscurece
si todos
los cantos de las aves de frondoso plumaje.
Yo iré golpeando una redondela
yo subiré
desnudo para bañarme de la atmósfera en la altura
(habrá un
árbol lento
quejándose débilmente)
yo atravesaré una pradera
inmensa
cuando sea el tiempo del calor.
La lechuza de ala verde
la lechuza que
miró su parentela y orinó compudo el hueco
de un cierto
papel
la nocturna lechuza señora pestilente de los árboles
redondos
dibujó su vuelo como una línea perdida
una espiral
y se enterró bajo tierra en castigo
(oh sufriente cabeza de la
tristeza seca tus lágrimas
o yo enterraré el negro cuchillo en
mi vientre).
Toda cosa viviente manifestó su
exuberancia
el árbol meció su copa
su hoja se hinchó verde
en la luminosidad verde de la noche
y hubo una profusión de
especies vegetales
el árbol creció en el aroma de sus
ramas
y todo aroma viviente palpitó en la fiebre de la
noche.
El espíritu del bosque hizo mecerse este profuso
mar
hizo crecer esta marea hasta el acalorado rostro de los
cielos
y toda cosa viviente manifestó su
exuberancia.
Pero el habitante soñó sobre la tierra
húmeda
que su cuerpo se perdía entre el follaje
que sus ojos
(último resto brillante de su cuerpo)
se hundían en una sombra
más fuerte que la noche
soñó que el calor de la hoja verde se
apoderaba de las palpitaciones
de su corazón (hecho de un
material débil, hecho
de una roja tela de tejidos.)
Y los
brazos de la selva se extendían para abrazarlo
y todo sucedía
lejos, en la sombra
entre la magnífica exuberancia viviente del
bosque
entre esos magníficos aromas de la noche.
La nocturna lechuza señora pestilente de
los árboles redondos
dibujó su vuelo como una línea
perdida
una espiral y se enterró bajo tierra en
castigo.
( Poesía Chilena Contemporánea. Miguel
Arteche, Juan Antonio Massone, Roque Esteban Scarpa. Editorial
Andrés Bello 1997)