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“Análisis e interpretación de los elementos extratextuales, paratextuales, textuales e intertextuales de los poemas Angélica,
Poema de los engaños y Poema para despercudir una familia entera de Eduardo Embry”.
Mg. Juan Pablo Cifuentes Palma
juanpix85@gmail.com
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Introducción
Dentro del ámbito de la poesía chilena una de las más influyentes fue la que surgió entre el Mundial de Futbol de Chile en 1962 y el Golpe Militar de 1973. Conocida como la generación del 60 porque los escritores que la componen comenzaron a escribir sus primeras obras relevantes durante esta época, comparten no solamente en su diversidad de estilos y temáticas que les diferencian sino que es una generación mermada por lo acontecido el 11 de septiembre de 1973 por lo cual varios de los miembros de esta generación fueron detenidos, torturados, otros fueron exiliados o permanecieron desde el apagón cultural chileno ejerciendo el arte poético a través de lo simbólico, metafórico que camuflara connotativamente el mensaje hacia lo opresión de la cual eran víctimas tanto ellos como la sociedad chilena.
Javier Campos en su obra La joven poesía chilena en el periodo 1961-1973 señala que
“durante los sesenta hay una línea de poetas cuya poesía está centrada en una compleja asimilación de lo ciudadano (pero de la ciudad latinoamericana, sin duda), en algunos hay una relación compleja con lo lírico; está la línea de los poetas estrictamente láricos; y, en un plano subterráneo, marginal, no visible en las revistas de poesía dominantes (Tebaida, Aruspice, Trilce), se encontraba una poesía más experimental de cierta neovanguardia (por ejemplo, Thito Valenzuela, Raúl Zurita, Eduardo Parra, Juan Luis Martínez. Eduardo Embry, Osvaldo Rodríguez, entre otros)”. (Campos 12)
Para ir situando dentro de esta generación a la gran diversidad de escritores que le componen que van desde quienes se sienten atraídos por el estilo de Teillier y su poesía lárica, la tradición que proviene de la década anterior con la voz de Enrique Lihn o aquellos escritores que comenzaron a experimentar nuevas formas de arte poético, sobre todo en la zona de Valparaíso y Viña del Mar con las largas tardes de tertulia en distintos cafés porteños en donde se juntaban Juan Luis Martínez, Eduardo Embry, Juan Cameron, entre otros escritores de la época.
Si bien lo que planteaba Javier Campos es señalar una perspectiva del tipo de poesía existente en la generación del 60 es indudable señalar que es una de las generaciones más fructíferas a partir del Golpe de Estado, ya que el número de obras publicadas se acrecentó, siendo la gran mayoría escritas y publicadas en el extranjero, con lo cual la poesía chilena de esta generación diezmada se encontraba reunida en torno a un mismo objetivo como era señalar las atrocidades de la dictadura y purgar por el retorno de la democracia.
La década del sesenta se caracterizó por los ideales que promulgaban tanto a nivel nacional como a nivel internacional que poco a poco se fueron derrumbando con la guerra de Vietnam y el movimiento hippie que promovía la paz y armonía, o la lucha de igualdad de derechos lideradas por Luther King que culmina con su asesinato, la muerte de Kennedy, la rebelión estudiantil en Francia, las tropas americanas frente a las tropas soviéticas, el feminismo y los gay studies que comenzaban a tomar fuerza y el sentimiento en América Latina de una izquierda en el poder que pugnaba por la utopía de una sociedad más justa y equilibrada. De este modo, la promoción poética que surgió entre los goles de Leonel Sánchez en el Mundial de Fútbol de 1962, y el golpe de Estado de 1973, estuvo marcada por el viaje metafórico que va de un momento a otro: de ser la expresión encarnada de sueños cotidianos hechos realidad -desde la revolución cubana al movimiento hippie-, este grupo heterogéneo de creadores pasó rápidamente a convertirse en la generación de los "veteranos de 1970", marcada por el derrumbe de los intentos colectivos, el destierro, la persecución y el silencio.
Otra visión de la forma de ver la poesía en esta generación la entrega el investigador Jaime Concha en su obra Mapa de la nueva poesía chilena precisa que:
“Si fechas hubiera que dar, sería posible fijar en 1965 el surgimiento de la nueva poesía chilena. Entre la revolución cubana, proa de esperanza en la historia latinoamericana, y la elección democrática del Presidente Salvador Allende, inician su obra estos jóvenes poetas. Los viejos robles de la poesía chilena han ido cayendo por esos años: Huidobro muere en 1948; la Mistral se va en 1957; en 1964 desaparecen Ángel Cruchaga y Rosamel del Valle; Pablo de Rokha se suicida en 1968; Neruda cae envuelto en la sangre de su pueblo en 1973”. (75-6)
Con lo cual la poesía chilena se encontraba bajo el influjo de los Poemas & Antipoemas de Nicanor Parra pero sin otra vertiente que le permitiera actuar hasta la aparición de las primeras obras de Lihn y Teillier y la irrupción de la obra Esa rosa negra de Óscar Hahn que fue el punto de inicio para el comienzo de una época fructífera en la poesía chilena.
Ante esto, un representante de esta generación como es Waldo Rojas (1944), realiza un aporte al delineamiento del perfil de este grupo de escritores, al responder en una entrevista que Gonzalo Millán le hace en 1985 en la revista El
Espíritu del Valle. Ante la pregunta “¿Qué podría caracterizar a este grupo?”, Rojas responde:
“Un grupo de poetas que se definían sobre todo por un estado de ánimo frente a la poesía chilena y por, yo diría, una apertura hacia la tradición más que hacia la renovación vanguardista. Es una generación compuesta en ese momento por una docena de jóvenes poetas, y algunos más que giran en torno, que muy claramente han aceptado el papel de continuadores, rescatadores, en lugar de hacer enmiendas en la memoria colectiva de la literatura chilena; (...) coinciden en que la poesía chilena constituye una suerte de tronco riquísimo de expresiones y tradiciones y que nada hace necesario enviar a retiro a los poetas mayores o menos mayores, y que es posible convivir, que se puede cohabitar perfectamente en un clima extraordinariamente fecundo donde reflorece la poesía de Gabriela Mistral, de Huidobro, de Pablo de Rokha, de Neruda. De lo que se trata entonces es de emerger desde el extremo”. (40)
En este ámbito, es en donde surge una voz fundamental dentro de la generación diezmada como es la del poeta porteño Eduardo Embry quien se caracterizó por estar presente dentro del ámbito cultural nacional hasta la llegada del Golpe de Estado y trasladar su quehacer lírico a Europa en donde encontró a través de la poesía renacentista europea un lugar desde el cual pudo desenvolver su obra poética.
El académico de la Universidad de Playa Ancha, Eddie Morales Piña, señala en el prólogo a la antología de Embry titulada Manuscritos que con el agua se borran que
En 1968, Luis Fuentealba Lagos publicaba Poetas porteños; una antología de dieciocho poetas de Valparaíso, entre los que se encontraba Eduardo Embry. En la página treinta y cinco, aparece un joven Eduardo Embry, de quien se dice que “nació en Valparaíso en el año 1938. Aquí han vivido sus padres trabajando con honestidad. Aquí estudió. Aquí trabaja. El ámbito mágico del Puerto ha sido su único territorio de amistad y poesía. Desde aquí ha partido hacia algunos lugares de Chile a reconocer dónde están los ríos, los campos verdes, el monte y la gente sencilla y laboriosa que lo puebla”. Embry inició, por tanto, su actividad poética en el puerto de Valparaíso, constituyéndose en una voz significativa en el espectro poético de la denominada “generación del 65”. (Morales Piña 9)
Con lo cual la figura de Embry que no ha sido totalmente realzada en la crítica nacional se convierte en una de las voces fundamentales de la poesía porteña ante la cual se realizará el análisis de tres poemas de su obra lírica.
Análisis de Angélica, Poema de los engaños y Poemas para despercudir a una familia de Eduardo Embry
En el libro 10 años de poesía joven en Chile (1960 – 1970) publicado por el Área de Humanidades de la Universidad de Chile sede Valparaíso (1971) hay una mención a diversos poetas nacionales como Eduardo Embry, Óscar Hahn, Omar Lara, Hernán Lavín, Gonzalo Millán, Hernán Miranda, Floridor Pérez, Waldo Rojas, Federico Schopf, Manuel Silva Acevedo, Enrique Valdés, Oliver Welden, entre otros que viene a reflejar una muestra representativa de la generación diezmada, aparecen tres poemas del poeta porteño Eduardo Embry que son Angélica, Poema de los engaños y Poemas para despercudir a una familia.
Morales Piña sostiene en su prólogo que una de las razones por las cuales no hay un mayor conocimiento general sobre la poética de Embry se debe justamente al Golpe de Estado ya que:
Eduardo Embry, al igual que otros muchos escritores, salió al exilio, radicándose en Southampton, Inglaterra.
Con lo cual se vio reflejada esta sensación de estar diezmada la generación, repartida en diversas aristas hasta que Embry encontró su lugar ameno en el Reino Unido desde donde ejerce su labor artística con visitas al puerto de Valparaíso y a diversas actividades académicas.
Un hombre que nació y vivió toda su infancia y adolescencia recorriendo el puerto de Valparaíso, los cerros, las quebradas, compartiendo con la vida acelerada y cultural que promulgaba la ciudad. No es extraño que sus apariciones líricas vayan de la mano con la fraternidad existente con otros integrantes de la generación como Juan Cameron o Juan Luis Martínez, aunque Embry sostiene en una entrevista realizada a esa primera antología de poetas porteños que:
“Trato de utilizar palabras vividas y conocidas por todos. Creo que todos, al decir todos, me refiero a los que alguna vez aprendieron a leer y a escribir, se sienten capacitados para escribir poemas. Algunos, por supuesto, se dan cuenta que no tienen dedos para pianistas, luego dejan la pluma. Sin embargo, otros se dejan llevar con la esperanza de llegar a ser algún día poetas”. Más adelante, agregaba: “si escribo sobre mi infancia, es para afirmar el ser actual, y no para revivir momentos muertos definitivamente para el ser”. Y terminaba afirmando: “de ninguna manera me siento identificado con el llamado movimiento lárico”, refiriéndose a la actitud poética que empezaba a desplegarse por aquellos años en nuestro país liderada por el poeta Jorge Teillier”. (Morales Piña 10)
De esta forma, la escritura de Embry en sus inicios está marcada por el rechazo a la poesía lárica de Teillier y un acercamiento a la antipoesía de Parra o la poesía desenfadada de Rokha.
Fue lo ocurrido en el Golpe Militar lo que cambiaría el eje temático de la obra embriana al consolidar la antipoesía y los versos desenfadados se fueron sumando la poesía medieval y renacentista europea que van ejerciendo una importante huella en la escritura del poeta al comenzar a escribir desde Europa.
Al analizar el primer poema de esta antología nos encontramos con que tiene el nombre de una mujer llamada Angélica ante lo cual el poema se vislumbra como una sucesión de microrelatos bajo una actitud enunciativa sobre este ser femenino. De este modo, Angélica aparece por primera vez en el libro Los Ángeles caídos y otros editado por la Corporación de Amigos Biblioteca Benjamín Vicuña Mackenna en el año 1965 en la ciudad de Viña del Mar y que obtuvo el Primer Lugar en el Premio Nicomedes Guzmán (1964) del Instituto pedagógico de la Universidad de Chile en Valparaíso, actualmente Universidad de Playa Ancha y el Segundo Lugar en el premio de la Sociedad de Escritores de Valparaíso (1964)
A diferencia del primer poema de Embry, tanto Poema de los engaños como Poema para despercudir una familia entera no cuentan con la fortuna de saber el origen de la primera publicación y eso se debe, en palabras del propio Eduardo Embry en unas conversaciones que sostuve a raíz de este artículo sobre su obra, en donde plantea que
“El poema de cómo despercudir a una familia no existe, ya que fue borrado de mis archivos; existe una versión corregida. Es un poema escrito hace muchos años en Inglaterra. Ese poema desapareció para siempre”.
Y un episodio similar ocurre con poema de los engaños con lo cual lo extratextual estará centrado en la documentación que se ha podido recopilar tanto del poema Angélica como del poema para despercudir una familia entera.
En el caso del poema Angélica, al ser consultado sobre dichos versos, el poeta porteño sostiene que:
“Fue una de esa mujeres lindas y mayores que a veces cuando uno es joven se enamora. Yo asistía todavía al colegio Agustín Edwards de Valparaíso, cuando la conocí, era una mujer de uno 25 para arriba, yo un muchacho bueno para el fútbol de diecinueve años que jugaba en el Alejo Barrios y en la cancha del Osmán Pérez Freire, por el club Chile Wanders; fue allí que conocí a Eduardo Yanelli, que había sido un famoso jugador del Uruguay que había ganado la copa mundial del 50 (Maracanazo) donde Brasil, el favorito, perdió el partido. Pues bien, este tocayo, me llevó al Everton, jugué una sola vez por la cuarta especial, pero yo mismo no fui nunca más a entrenar porque me di cuenta que por mi estatura nunca iba a llegar a ser un profesional; también me atrajo la carrera religiosa, aunque iba a misa todos los días, menos mal, no me seleccionaron, escogían para curas, como se dice, nada más que a los más inteligentes, los que sacaban las primeras calificaciones, yo era de los últimos, era el poeta. Entonces, fue cuando escribí esa Angélica, claro, tenía otro nombre; cuando mi padre halló en mi ropa sucia una carta de amor dirigida a ella, fue horrible la paliza que me dio. Así olvidé ese amor, me tenía medio loco, chiflado, seguramente influenciado por Eduardo Barrios y El niño que enloqueció de amor, por Alberto Blest Gana y su Martín Rivas, o tal vez por la novela Marianela, de Pérez Galdós. No es un poema escrito contemporáneamente a mis inicios como mayor, es un poema posterior, escrito por los sesenta. (Embry 2014)
De esta forma, Angélica es un poema con sabor a sangre y dolor , a recuerdos de una época adolescente pero que no reflejan una historia de la desaparición de la mujer y la consecuente tristeza que puede provocar como sí lo es el poema Roland Bar de su obra Historias de los pubs o los bares.
Por otro lado, en este análisis paratextual, es posible determinar en el Poema para despercudir una familia entera las razones por las cuales el poema ya no existe en la versión antologada en el año 1971 y con la cual se trabaja en este análisis poético pues sostiene Embry que:
“El poema de cómo despercudir una familia entera no existe, fue borrado de mis archivos; existe una versión corregida. Es un poema escrito hace muchos años en Inglaterra. Ese poema desapareció para siempre. ¿Por qué? Cuando tuve ocasión de reunirme con mis parientes ingleses en Inglaterra, descubrí una historia del fundador en Valparaíso de los Embry, Joseph Embry, que nació en Portsmouth y no en Escocia; este Joseph, para impresionar a sus amigos, contaba que era de origen aristócrata, así lo creyó por casi un siglo mi familia, hasta que he llegado yo aquí y he sabido la verdad. Era un pobre hijo de vecino, de padres desempleados; de las fantasías que Joseph contaba, de una familia a otra, fuimos heredando esos embustes, de esos embustes surgió el poema que usted estudia. (Embry 2014)
Ante lo cual hay dos versiones del poema y que, a pesar de intentar encontrar la nueva versión corregida, aún es desconocida a la fecha del análisis de la obra embriana por lo cual se limitará a analizar la versión anterior publicada en 1971 por la Universidad de Valparaíso.
Con respecto al Poema de los engaños se puede mencionar que pertenece a la antología de poetas jóvenes publicada por la Universidad de Valparaíso. Ahora bien, al analizar los tres poemas se analizará de manera unitaria para finalizar con las conclusiones holísticas sobre la obra embriana.
El poema Angélica está escrito en verso libre aunque está agrupado en seis estrofas que varían desde estrofas de dos versos y otras de diez versos de manera que van configurando el poema a través de estas pausas. Dentro de las figuras retóricas más relevantes encontramos metáforas (se está desnudando frente al espejo de la luna), antítesis (En el tercer asiento del lado del cielo o del infierno) entre otras, siendo constante la actitud enunciativa del hablante lírico (El viento levanta la hoja de un periódico / y se va por la calle desierta) y esa constante necesidad de realizar preguntas cuyas respuestas quedan en el aire (¿Para dónde irán los tanques a las siete y media de la mañana?; ¿Le pedirá a su marido que le desabroche el gancho del corpiño?, ¿Le pedirá a su marido que le haga un nudo?, ¿Permanecerá por mucho tiempo encendida la luz de su cuarto?). La existencia de preguntas en las distintas estrofas del poema se explica debido a la necesidad del hablante lírico por configurar el entorno de Angélica el cual desconoce y a quien admira como un adolescente que desea a un amor platónico. El poema de Embry presenta a un hablante lírico que está influido por los rasgos del autor, ya que comparte una misma actitud frente a la vida, circunstancias históricas y características intelectuales.
La actitud enunciativa del hablante lírico está representada por la constante descripción que realiza sobre las particularidades que vive Angélica en una sociedad que está cambiando debido al contexto socio –histórico como se refleja en el inicio del poema: (“Son las siete y media de la mañana / ¿Para dónde irán los tanques a las siete y media de la mañana?)
El Oyente lírico es implícito, pues por mucho que hable sobre Angélica no se evidencia que le hable directamente a ella en una actitud apostrófica ni tampoco se está hablando así mismo, sino que relata la historia de este deseo, obsesión, sueño de ver y pensar en Angélica.
En cuanto al espacio poético se configura como un ambiente descrito por el hablante lírico al aparecer diversos elementos constituyentes de una ciudad postmoderna (periódico, calle, autobús, fábrica) y es un lugar topofóbico debido a la situación histórica que vive el país, ya que las calles están desiertas y hay tanques dando vueltas por las calles de la ciudad.
Por otra parte, se evidencia la postura política del autor que se confunde y entremezcla con la del hablante lírico en los versos: “Cuando el poder surge del pueblo la patria se agranda el sol/ parece un niño bueno”, con lo cual hay un sentido intelectual e ideológico en cuanto a la relación de poder existente en donde gobierna una minoría para una gran mayoría que es el pueblo.
Por su parte, en el Poema de los engaños se encuentra con que está escrito en verso libre configurado de tal forma que cada uno de los versos es parte del constructo de un antipoema que viene a dar cuenta del manifiesto de un arte poética del escritor. La actitud lírica predominante es la carmínica ya que nuevamente el hablante lírico se mezcla con el autor para ir creando y no creando este antipoema con el humor que presenta la antipoesía, mezclando el arte poética con un recorrido por la ciudad de Valparaíso (Este poema que no escribo / inicia su primer verso / antes de haber sido escrito / en una roca del cerro Cordillera) por los recuerdos de su infancia (Yo le decía al maestro, / llevándole al origen / misterioso de las letras)o por la necesidad de darle crédito al maestro, que sería este ser supremo o divinidad que influye en la inspiración poética del autor (Antes que ningún poema / fuera escrito a martillazos: / el maestro de maestros / me extendió la mano). En este sentido, el poema no está constituido con demasiadas figuras retóricas, hay comparación (Tengo una intuición grande/ en mi corazón; / era como una bola de fuego), metáfora (Cargando una bolsa de letras) o enumeración (Contra la nieve, / contra el lobo y la oveja) entre las figuras retóricas más relevantes.
El oyente lírico es explícito porque le habla a una persona que es el maestro a quien le va contando el proceso de la creación poética mientras que el espacio poético está configurado en la ciudad de Valparaíso y es un espacio que influye en el escritor ya que escribe en una roca del cerro Cordillera por lo cual es un lugar topofílico.
La estructura del Poema para despercudir una familia entera está compuesto por versos libres configurados en dos estrofas, la primera compuesta de dos versos y una segunda estrofa más extensa que relata los vaivenes de la familia Embry desde su origen escocés hasta su llegada a Valparaíso. De idéntica forma que el poema de los engaños, en este poema Embry decide un lenguaje directo, es un antipoema que no da pie a figuras retóricas siendo la existente la de la enumeración (/los borrachos, los abstemios / los cornudos y caritativos evangelistas del Dulce Corazón de María).
El hablante lírico es enunciativo porque va describiendo el largo recorrido que realizó la familia Embry hasta llegar a estas costas del Pacífico, con el cual encontramos una descripción humorística de dicho viaje (Con una banderita de su majestad / guardada con la más extensa de las ternuras patrias / bajo siete llaves en el baúl del tío menor). Se entremezcla nuevamente la voz del hablante lírica con la voz del autor. ¿Quién viaja?, ¿Quién cuenta la historia del viaje?. Hay una finalidad de situar un carácter aristocrático a la familia al mencionar a personajes de la realeza otorgando a través del humor un carácter irónico (familia de reyes, los más torpes; duquesa en París de los Maricas de Ultramar).
Por su parte, el oyente lírico es implícito ya que no va dirigido a una persona en particular ni es una alusión a una divinidad ni tampoco a una naturaleza personificada, sino que el oyente lírico no se identifica para adquirir un carácter global pues va dirigido para quien desee conocer el origen de los Embry.
Nuevamente aparece la ciudad de Valparaíso (Solo el cerro del Cementerio (Quebrada Elías)) acompañado del origen aristocrático de la familia que se encontraba situada en Escocia y su posterior viaje y conquista a América. De esta forma, el espacio poético influye en la escritura del poema, ya que a través del humor se va relatando el viaje de los Embry rumbo a América y dicho recuerdo del ambiente es topofóbico ya que al emigrar lo hacen justamente porque le es desagradable el lugar y buscan un nuevo paraíso como era el de la joya del Pacífico. Es un discurso objetivo ya que no se vislumbran emociones sino descripciones que motivaron el viaje de la familia y su estadía en el país.
Ahora bien, desde un análisis intertextual podemos encontrar en los tres poemas, en mayor o menor rango, elementos intertextuales que van configurando la obra embriana. En este sentido, es necesario manifestar lo planteado por Genette sobre el concepto de intertextualidad y que Francisco Quintana Docio en su artículo Intertextualidad genética y lectura palimpséstica al afirmar que
“La intertextualidad es la presencia, en un nivel parcial, de un texto o fragmento textual en otro posterior o más amplio que lo acoge o integra de un modo más o menos literal y explícito.” (Quintana 4)
De esta forma, lo intertextual es la forma en la cual el texto se configura como un constructo lingüístico híbrido y que necesita ser analizado desde esa perspectiva.
En el poema Angélica, Eduardo Embry hace alusión a dos grandes poetas chilenos a los cuales la protagonista del poema va leyendo o leería (Ahora va leyendo un libro de Pablo Neruda / Mañana, tal vez, leerá Nicanor parra en sus dobles posturas) menciona a estos poetas por distintas circunstancias. A Neruda por ser el poeta del poder, ampliamente reconocido a nivel mundial, sus libros amorosos son leídos habitualmente por mujeres como Angélica (Veinte poemas de amor y una canción desesperada o Los cien sonetos de amor). En cambio, la presencia de Nicanor Parra no tiene tanta relación con Angélica sino con el influjo que tiene tanto en el autor como en el hablante lírico la antipoesía de Parra que le permite mayor libertad para escribir sin los tapujos del lirismo tradicional. Sin embargo, es el propio autor el que se cita en el siguiente verso (Pero jamás sabrá que Eduardo Embry Morales / además de trabajar en una fábrica para hacer cigarrillos, / también escribió alguna vez pensando en ella). Embry es un joven poeta que recién va iniciando su viaje mientras Neruda y parra son dos consolidados escritores, por lo cual situarse al lado de ellos tiene un impacto que a través del humor irónico tiende a igualar a los tres escritores como tres voces chilenas que a la joven Angélica le debería agradar de leer.
En el poema de los engaños hay una dedicatoria a la memoria de don Carlos Foresti quien fue un escritor porteño al cual Embry realiza un homenaje, pero en sí todo el poema es un manifiesto, un arte poética como los que han realizado otros poetas chilenos como Parra, Lihn, Huidobro, Lira o Hahn que es un poeta perteneciente a su misma generación.
Por su parte, en el Poema para despercudir una familia entera la principal intertextualidad está en situarse Embry dentro del poema como parte de esta familia que cruzó el océano en busca de mejor fortuna y que se vislumbra el carácter aristocrático con la verdad oculta en el cementerio. Hay alusión a Judas Iscariote como una manera de justificar las tradiciones escocesas en un homenaje que ya se ha olvidado de tanto vivir en Chile (Y en pos de la conquista de América, / donde todavía se suele quemar un Judas Iscariote / por amor/ o en homenaje / todavía no sé a qué. Sin embargo, analizar este poema desde la intertextualidad se torna complejo al saber que hay una nueva versión corregida del poema y que los Embry ya no son escoceses, no tiene raíces de gaitas sino su vínculo está en otra parte de la isla del reino Unido como es la ciudad de Portsmouth, aunque tampoco tienen un linaje de realeza que ha descrito irónicamente el hablante, sí tienen un origen humilde que está más cercano al significado connotativo que se puede rescatar de la lectura de este poema.
De este modo, la obra embriana está configurada a través del humor, la ironía, la antipoesía, con actitud enunciativa y carmínica, alejándose de increpar al oyente lírico, huye de lo apostrófico como huye de las figuras retóricas en honor de las descripciones, enumeraciones y situar su ir y venir en la ciudad de Valparaíso, eje central de estos tres poemas de Eduardo Embry.
Conclusión
En la antología de Eduardo Embry Manuscritos que con el agua se borran, el prólogo está a cargo de Eduardo Gasca quien sostiene que la escritura embriana se caracteriza por estar basada
“Sobre la base de la actitud desenfadada que adopta el hablante lírico en el modo de aprehender y representar el mundo. Ciertamente que coincidimos con esta apreciación estética. La misma actitud desenfadada e iconoclasta la han tenido otros autores en la lírica chilena, como De Rokha y Parra, a quienes menciona Gasca. Sin embargo, creemos que esta perspectiva de los hablantes presentes en los poemas de Embry se entrelaza con el oficio poético desarrollado por los poetas medievales de la juglaría y de la clerecía.” (Morales Piña 12)
Hay evidentes signos de la antipoesía de Parra en los poemas que se han analizado, no tanto así, la poesía desenfadada de Pablo de Rokha, pero hay una evidente cuota humorística, cercana, objetiva, carente de emociones triviales que caen los lugares comunes, teniendo como eje a la ciudad de Valparaíso.
No es un acto aislado dentro de la generación diezmada el hecho de recurrir al humor o la ironía para ir reflejando la realidad social, cultural, histórica e incluso autobiográfica como lo menciona María Inés Zaldívar en su artículo sobre la generación poética de los sesenta ante lo cual sostiene que:
“El humor y la ironía, lo sublime y lo ridículo forman parte de una conciencia que busca extender los límites y burlarse de las clasificaciones estrictas. Obviamente tal postura no es un rasgo exclusivo de la comunidad chilena en exilio, sino un movimiento generacional en gran parte del mundo, que busca aire fresco en todo orden de cosas”. (Zaldívar 21)
Con lo cual las voces de la generación del sesenta manifiestan la forma en que van concibiendo la realidad socio-histórica desde el exilio o desde la clandestinidad.
En este sentido, es necesario realizar un estudio en mayor profundidad sobre la poética de Eduardo Embry, considerando su escritura temprana en los cerros y calles de Valparaíso, como sus versos teñidos con la tradición europea, ya que estamos ante uno de los principales exponentes de esta generación del sesenta que se ha transformado en una de las generaciones más prolíficas e interesantes de ser analizadas antes de los cambios ocurridos durante el Golpe Militar y las consecuentes poéticas políticas, de reclamo, neovanguardistas entre otras corrientes que deben su paso a esta generación cuyos integrantes se han mantenido en contacto y en una relación de fraternidad que permite una adecuada cohesión simbólica y paradójica de estar frente a una generación diezmada por los sucesos históricos pero cohesionada por los lazos fraternos de sus integrantes. Es en estas aguas, entonces, en donde la poesía de Embry debe flotar hasta alcanzar el lugar que se merece dentro de la poesía chilena.
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Bibliografía
- Embry, Eduardo (2009): “Manuscritos que con el agua se borran”, Monte Avila Editores Latinoamérica, Caracas, Venezuela.
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Morales Piña Eddie (2009): “Prólogo a Manuscritos que con el agua se borran”, (Antología). Caracas: Monte Ávila Editores Latinoamericana.
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Quintana, Francisco: “Intertextualidad genética y lectura palimpséstica”, Colegio Universitario de Burgos, España.
-
Zaldívar, María Inés (2007): “El contexto de Guillermo Deisler en Chile y la generación poética de los 60”, Taller de Letras N° 41: 109-120, Pontificie Universidad Católica de Chile.
Fotografía: Marie M. Camus