Proyecto Patrimonio - 2016 | index |
Autores |

 

 

 

 






ENFERMEDAD

Luvina N°80. Revista Literaria de la Universidad de Guadalajara. Otoño de 2015



.. .. .. .. ..

La muerte es una buena maestra

Óscar Hahn

 

Levántate y anda al hospital me dijo la voz
Soy el fantasma anterior a tu nacimiento

Aún no es tiempo para el otro fantasma

Tu muerte te afectaría profundamente
Jamás podrías recuperarte de tu muerte

Me pusieron en una camilla y me metieron al quirófano
Al otro lado se ve el infinito qué miedo

Tengo un hoyo en el alma
por el cual se me escapa el cuerpo

El médico me abrió la arteria que pasa por la ingle
y empecé a delirar

Aquí en este mar que llaman el inconsciente
hay unas lianas que se te enredan en el cuello

lianas azules lianas rojas lianas incoloras
que se te meten por la boca y no te dejan respirar

Los otros los que estaban conmigo en el agua frígida
rodeados de pedazos de hielo me dijeron:

Somos todos pasajeros del Titanic

El inconsciente es un árbol lleno de pájaros muertos
que se echan a volar cuando uno menos lo espera

Escucho el ruido de serruchos que cortan tablas
de martillos clavando clavos

Viene del astillero de la muerte y no se oye con los oídos

Somos árboles ambulantes en la vía pública
soñando con ser barcos o aspas de molino

pero no leña en la hoguera
donde las llamas bailan y se ríen y contorsionan

como si estuvieran en una orgía las muy cochinas
striptiseras del cabaret de la muerte

El médico me abrió la arteria que pasa por la ingle

Estuvo mucho rato adentro de mi aorta
sacando la nieve con una pala

El camino hacia el corazón está limpio
y mi sangre empezó a fluir

Entraron mi mujer y mis dos hijos pequeños
y me acariciaron las manos llenas de pinchaduras

Soy inmortal les dije al menos por ahora
y caí profundamente dormido

Desperté adentro de una pintura del Bosco
entre tubos y alambres conectados a máquinas

Pero aquí no hubo ni extracción ni piedra ni locura
Solamente un sujeto perfectamente lúcido

Se me acercó un arcángel y me dijo: Soy Tammy
Era más dorada que el sol y estaba atravesada por la luz

Un ave vuela de las cenizas de mi corazón
un ave roja que palpita y canta

La muerte es una buena maestra
cuando te habla al oído y se retira


 

Diagnóstico del Cáncer Piel de Naranja

Carmen Berenguer

 

Sábado 12 de noviembre de 2011.

Hoy es 21 de junio de 2011. Hoy me interné por el cáncer en mi mama derecha. Mañana recibiré mi primera quimioterapia.
El 22 recibí mi primera quimio y desde ese día hasta el día de hoy, 5 de julio, he estado muy delicada. Ayer fue el cumpleaños de mi hija y no puedo pensar nada. Me invitaron a leer y me miré al espejo y me asombré de mi desparpajo de pintar los ojos con mucha sombra negra.
Volví al espejo y le dije tú apuntándome: No puedes salir de casa, estás delicada muy fatigada y sin defensas.
En este silencio. En esta tarde tranquila y plácida he vuelto a escribir a mano. Siempre lo he hecho.

He experienciado cuatro quimios que me han desvastado y creo que estoy tratando de pensar he sentido que la droga me acelera mentalmente al mismo tiempo que corporalmente paralizada de terror. Estoy viviendo en shock, por más que he leído varias veces a la Susan Sontag las metáforas de las enfermedades, y a manera desorbitante frente al espejo en cómo viviré y cómo moriré pues se me cayó el sistema y me han puesto sangre ajena para levantarme. Esto en relación a si vivo modificar mi forma de vivir y si muero hacerlo como dice Thimoty Leary, ver la posibilidad de rediseñar mi muerte. ¡Qué fiesta!

Aunque parezca extraño y en completa contradicción con esta agenda que apenas anoto o la marco por culpa de la electrónica.
Hoy definitivamente es lunes 25 y ayer se supo la noticia de la muerte de Gonzalo Rojas a los noventa y tres años. Dejó escrito en su poema «Mafalda» que la vida comienza a los setenta, el poeta que pregunta por el amor. ¿Qué se ama cuando se ama?

El sol es la única semilla
Yo soy la realidad
Duermo en la realidad
Muero en la realidad
Yo soy la realidad
Adiós remordimiento.
Letra. Lepra.
Yo puse mi dedo en vuestra llaga.

Sabes, ha pasado el tiempo, es primavera y no alcanzo a escribir
Lo que estoy viviendo
Ayer, hoy, he llorado he llorado a torrentes y no sé por qué
Las tomas de imágenes salieron buenas
De todas maneras tendré una mutilación a la mama y a mi brazo derecho
y no podré escribir nada por mucho tiempo...

Bien ayer fue día 11 de 11 de 11, triple once que significa que esto ocurre cada mil y tantos años y pues algunos vaticinaron catástrofes, fin de un ciclo y comienzo de otro, que es lo que me quedó mejor y puse velitas en los retratos de mis viejitas que me acompañan mi mamá y mi mamita y duraron hasta tarde. Yo debo comenzar otro ciclo en relación con mi enfermedad dos quimios y media y un combo de treinta y cinco radioterapias, no es menor, sobre todo que me sentiré mal y con dolor varios días. Pero bueno el ciclo es que me siento mejor y que desapareció el tumor y la masa tumoral quedan todavía fragmentados unos carcinomas en la mama que ya no tengo. Llevo ya tres semanas de postoperatorio y he quedado desbalanceada pero nada de ello me importa porque tengo una chance de mejorarme. Me enteré de que este cáncer de la piel se da en un tres por ciento de las mujeres y mi chance de vivir son de un cincuenta por ciento es muy invasivo.

Recuerdo una tarde juvenil...

Melena

así me llamó la tarde de un día domingo a la hora del camino a la plaza a una hora taciturna como si viniese de la provincia a cantarle
al aire a los árboles pletóricos de hojas perennes aguardando mi llegada
Y mi melena suelta frondosa con vida propia meneándose al trajín de la calzada aquí va ella, me dice una voz interior diciéndose libre como los pájaros nuevos a volar
sin miedo a esta tarde de un verano en que el cuerpo de una muchacha
vibra
a cada paso
y siente la vida ondulante en las caderas
al compás de la aventura de ese verano tibio y estival
ahí va una linda melena meciéndose al compás de una sorpresa que le regalara el tiempo cálido y hermoso de una ciudad tranquila de un día domingo a la vera del camino a la plaza en el Santiago taciturno a la entrada del romanticismo un día de octubre
a las seis de la tarde.

Enredo de pelos

Amanecía con la perplejidad de la apariencia de mi fronda
Una causalidad nocturna había revolcado mi cabeza
Amanecí rotunda,
Me vi en el espejo del vidrio empavonado del baño devolviendo la imagen de una marejada
que tomé con ímpetu el peine

Amanecí en ese enredo

Fronda de pelos

No las ruindades del dramón.
No más lejos donde cantan y danzan en la madrugada,
donde la vid destila en los labios.
Allí, hay luz de sueño.

No donde muge, sino, «Esplendor en la hierba».
Por ello. Me tumbaré en la tarde a esperar la noche.
Esperaré que pase
y que pise mi morada y se recueste.
Sorteando lejos mis pasos febles.
Y esa sustancia gris jaspeando mi melena.
Mi entorpecida e intumescencia huesoidal.
Moradas en ellas.
Pues bien:
Fronda de pelos.
Por eso de latente.
Por eso de parva.

Brote de crin en la seda

Debajo de los hombros ondulante y azabache
como si se mandara sola.
Brilla y azulea la onda grácil,
acariciando la piel del cuello.
Luego llega la noche y ese ondulón rizo,
perplejo de salón y de ninfas.
Desvela el vello incipiente de la frente con saliva.
Dándole un repunte, para que brote crin en la seda.
Pues ambas se requieren para hacer tacones en las fondas.

Gruesa de ajos tinte

Vibrante y negrona hasta la cintura.
Una cuelga antes llegar a la nalgada estelar.
Más un respingo en el hueso sacro, es una enredadera de olivos.
Es la crencha a telar que azota el culo.
Y cuelgas de pelona y gruesa de ajos tinte.
Puede ir de lado cerca de la tetada o prendedor de pelos enredados.
O trenza de sauce acariciando piedras.
O de escoba vieja a volar las nubes en el meridiano.
O en la nuca en un moño llano con la cola al viento.

Y para ser más exacta: Colar la trenza en un cubo azul.
Donde pinté la calle.
Loca de trenza y frenesí de azul.

Manca...

Yermo hueso óbolo

Mi brazo roto se salió de mi cuerpo
flotando al aire como blondo suelto.
Acto seguido, quise cocerme los pedazos hechos astillas
recalentada por la lumbre del farol de la plaza.
Quise mi hueso repechado,
quería mi carne.
Quería que fuese el hijo.
Que se aferrara a su madre.
Hacía esfuerzos para retenerlo
agarrado a su falda. Ese hueso.
Mi hueso húmero oraba a hueso.
A omóplato chillaba.
A clavícula desde la ensenada.
Este yermo hueso óbolo quedó inerte.
Solo, en medio de la plaza.
Un promontorio desencajado.
Trémulo húmero, geblo.
Gema y virtuoso.
Insistiendo en la leche materna,
feo y triste huesón.
El tendón hecho trizas.
Cual ráfaga a golpe de nardo viejo.
Aprendí de ese tarascón contra el cemento.
La lumbre y el hastío.

 

 

Elvira Hernández

 

Mantención del seto vivo

La ligustrina se mantiene en pie —compacta—
inamovible. Yo soy la que llegó a su lado a pasar el peine
por las hojas. A cortar con escalpelo sueños de grandeza.
A extraer el quiste de la tinta.

Si ella fuese Sileno ya me arrostrara el enigma
y no iría yo frente al espejo para rastrillar la cabeza roída.
A pasar el arado por esos pantanos que humean
líquido mental y de los que rara vez se sale.

 

En la raíz de todo está mi madre

En la raíz de todo está mi madre
como un manto de tejido bajo tierra
un sombrío huerto de hierbajos tósigos
un vuelo de mariposillas terrosas.

Los años han contribuido a su alacrán
círculos que ciñen mis días
a sus caricias púas y cruces
rastrillándome el cerebro.

Es tierra que espera por mí
tras haberme soltado la jauría
de células que me prohíjan.

Tantas noches que quise cortar mi cuello
aserruchar mis cervicales
descuartizar mis imágenes
pero a cambio me contenté
con restregar plumas
llorar tinta y otros mendrugos
y seguir ese dictado —una vez más—
meticuloso de las venas.

 

Recogimiento

En el Hospital Saint Paul de Mausole
en un patio reservado para hombres
crecían lirios en desorden.
Van Gogh los cortó de raíz
con su paleta
su recogimiento.

En el jardín donde me he internado
—espesura de mujeres—
crecen gramíneas sin nombre.

Las recojo como es recogido el fuego.

 

 

El secreto de la enfermedad de los secretos

Héctor Hernández Montecinos

 

Mamá te he mentido.
Te he ocultado estas palabras.
Las tenía entre mis manos.
Y mis manos esta noche sangran como esos volcanes.
Tú sabes que mi sangre es tonta.
Huele feo y su color está muerto.
Como las palabras estas que te he ocultado mamá.
No les cuentes a los niños.
Muerde tu boca.
Comprime tu lengua azul del color de los pantanos.
Esto es un secreto.
No me gustan los secretos.
En la noche cuando duermo se suben a mi cama.
Me muerden la entrepierna.
Hurguetean en el calorcito que vive entre mis dedos.
Los secretos me hicieron llorar mamá.
No puedo aguantar más.
Se metieron por mis oídos y los hicieron sangrar.
Entraban de a poco.
Como si quisieran devolverse para vengarse.
Luego agrandaron el paso y el pelo se levantaba.
Los secretos mamá hacen daño.
Si quieren subirse a tu cama patéalos en la cara.
Arañarán tus recuerdos bonitos.
Picarán la linda mirada que tienes al dormir.
Mi secreto mamá es sobre los niños.
Uno de ellos se ha tendido junto a mí.
Esperó a que me durmiera y tomó mi mano.
Yo tenía miedo pero a mis dedos le gustaba.
Quería soltarme y esconderme en una de las nubes.
Pasaban de a dos sobre nosotros.
Comenzó a respirar más y más más fuerte.
Mi corazón también respiró como él.
Es un secreto muy grande mamá.
Llevo tres noches sin dormir.
Y los días no alcanzan al sol que huye de su rabo.
Ese niño de los niños balbuceaba algo.
Se acercaba a mi boca y mis dientes temblaban.
Yo pensaba que se caerían por el cuello.
Pero en el cuello sus dedos iban subiendo.
Quería huir de ahí mamá.
Pero también me quería quedar.
Me dijo que me daría un secreto.
Me lo dio en los labios.
El secreto entró poco a poco.
Se hizo paso y quería dormir en mi pecho.
Atravesó entre los nidos de las ratas.
Atravesó entre las madrigueras de arañas llenas de leche.
El secreto de ese niño era dulce.
Pero también me hacía arder todo el cuerpo.
Mamá yo no sabía lo que eran los secretos.
Ahora lo sé y te lo cuenta esta noche.
Esta noche en que he decidido morirme.
No me mates tú esta vez.
Tomaré el secreto y yo mismo desapareceré.
El niño ése me acompañará para que no dudes de mí.
Me iré con él y se lo devolveré bajo estas mismas constelaciones.
Te lo juro mamá.
Verás que lo hago y tu lengua sanará de los pantanos.
Estarás orgullosa de mí.
Cuando vaya al río yo lo seguiré.
Esconderé su ropa en las copas de los árboles.
Y el frío calará su piel entre las hojas de colores.
Le daré las manzanas más grandes.
Y sus manos se cansarán antes que las mías.
En la noche lo asfixiaré con mi vaho.
Para robarle el poco aire de aquellas montañas.
Pasaré años junto a él.
Sólo para reírme cuando le duelan los huesos.
Y cuando ya no oiga nada le diré cosas bonitas al oído.
No sabes cuánto odio a ese niño mamá.
Lo odio por haberme dado su secreto.
Te he escondido estas palabras hasta hoy.
No quise decírtelas mientras volabas.
Éste es mi secreto.
El que ese niño malvado puso en mi corazón.
Perdóname mamá.
Ya no soy un niño.
No te pertenezco.
Mi vida es la ruina que nos queda.
Todo ha desaparecido entre tú y yo.
Perdóname mamá por dejarte para siempre.
Esta noche es la última noche que soñaremos bajo una misma noche.
Éste era mi secreto.
Nunca lo olvidarás.
Nunca lo olvidarás mamá.




 

 

Proyecto Patrimonio— Año 2016
A Página Principal
| A Archivo de Autores |

www.letras.mysite.com: Página chilena al servicio de la cultura
dirigida por Luis Martinez Solorza.
e-mail: letras.s5.com@gmail.com
ENFERMEDAD.
Oscar Hahn, Carmen Berenguer, Elvira Hernandez, Héctor Hernández Montecinos.
Luvina N°80. Revista Literaria de la Universidad de Guadalajara. Otoño de 2015