UN PAR DE LÍNEAS SOBRE EL LIBRO «1891: AÑO DE SANGRE. LA GUERRA ENTRE BALMACEDA Y EL CONGRESO NACIONAL»
(Ed. Universitaria - 2021; 656 pp). Por Joel Avilez Leiva —Historiador—
1891 es un año que para muchos historiadores marca un antes y un después en la historia de Chile. Diego Barros Arana, Alberto Edwards, Francisco Antonio Encina, Leopoldo Castedo y, en las últimas décadas, Gonzalo Vial Correa siguieron esta concepción. Entonces, podríamos afirmar que hay un A.B. - D.B. (antes y después de Balmaceda, respectivamente) en la historia oficial chilena.
Publicaciones recientes (San Francisco; Ostojić; Morán; Párvex; Avendaño; Jordán-Castagneto, entre otros) han recuperado la temática de la Guerra Civil de 1891, eventos y protagonistas. De todas ellas —de alto vuelo, por cierto— el que mayor impacto me ha causado y que creo más ambiciosa, es el libro de Emiliano Valenzuela, que ya nos sorprendió hace unos años con ese magnífico trabajo de “La generación fusilada: memorias del nacismo chileno (1932-1938)” (2017), y que en esta ocasión nos entrega una visión de violencia íntima, necrosa y culpable de la lucha fratricida en toda su oscuridad.
Valenzuela no se concibe como historiador. Sin embargo, escarba mejor que muchos —incluyéndome— en los sombríos vericuetos y bajas pasiones engarzados en añosos anaqueles de la memoria nacional. Aquellos recovecos siniestros de las mentes pensantes de una élite desconectada con el pueblo y que se deconstruía y sangraba en la pampa nortina, puertos y las innumerables huellas troperas del centro sur.
La recuperación del dolor y el rescate de figuras destacadas de aquellos últimos 30 años del siglo XIX: héroes, villanos, políticos, mercachifles, corrupción, epidemias, batallas, discursos, panfletos, barcos, trenes, telégrafos, torpedos, delirios, pasiones, prostíbulos, ejércitos, anhelos, iglesia, cárcel, excomunión, destierros, fusilamientos, amantes, esposas, viudas e hijos en un tétrico relato que recupera la épica y demuele a vencedores y vencidos, humanizándolos al máximo por un viaje por los 9 infiernos del Dante (el presidente) para nunca ascender a los cuatro puntos cardinales del Paraíso: Prudencia, Justicia, Templanza y Coraje (Parlamento).
El sabor que deja el libro, es —como lo conversamos en un café capitalino— es la misma amargura de Ercilla en el canto final de La Araucana- la derrota del autor en la vasta comprensión de su héroe reconvertido en humano: en los mil rostros de Balmaceda, la corrupción en su génesis ministerial de Santa María (caso Carlos Cueto) y financistas de campaña, la violencia preventiva, el autogolpe de Estado de julio de 1890 para mantenerse en el poder, alejan al lector de la majestuosidad de ese otro Balmaceda que pregonó y, seguramente creyó, su propia leyenda de modernizador del Estado-Nación y su vinculación moralizante como colonizador de conciencias.
Otro punto a favor son la utilización de fotografías recuperadas del archivo inédito de la familia Powditch y otros, junto con el apoyo en fuentes periodísticas incluyendo obras regionales, muchas veces dejadas de lado por la narrativa Santiaguina, robusteciendo el inteligente relato del autor y sus aristas.
1891. Año de Sangre es un libro absolutamente necesario y de consulta obligada para aquellos que buscan conocer a Balmaceda, su generación y época, más allá de lecturas partidistas o amarres históricamente ideologizadas. Un manual sobre villanos, como lo llama Emiliano.
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Solorza. e-mail: letras.s5.com@gmail.com Un par de líneas sobre el libro «1891: Año de Sangre. La Guerra entre Balmaceda y el Congreso Nacional»
Emiliano Valenzuela C. (Ed. Universitaria - 2021; 656 pp).
Por Joel Avilez Leiva
