Proyecto Patrimonio - 2018 | index | Enrique Verástegui | Fernando Carrasco Nuñez | Autores |

 










UN ÁNGEL NEGRO EN LOS EXTRAMUROS DE LA CIUDAD:
OTRO ENCUENTRO CON ENRIQUE VERÁSTEGUI

Entrevista por Fernando Carrasco Nuñez



.. .. .. .. ..

Sábado. Siete y treinta de la noche. Hemos ubicado al poeta en su cómoda residencia del distrito de La Molina, lejos del bullicio del Centro de Lima, en los extramuros de la ciudad. Ahora conversamos por las calles viendo transitar lujosos automóviles, casas con vistosos jardines y muchachas bellas que se disponen a iniciar un viaje hacia el fondo de la noche. El poeta se muestra de buen ánimo; hace un comentario sobre la luna en cuarto creciente que esta noche nos acompaña y se acomoda la bufanda que lleva puesta. Poco después, ingresamos a un elegante bar semivacío. Ordenamos una botella de vino tinto seco y comenzamos nuestra entrevista.


***

SU VIDA

Cuéntanos, Enrique, ¿cómo transcurrió tu niñez en Cañete?
Tuve una infancia muy feliz, dedicado a los juegos propios de la edad y a leer diversos libros, lo que propició que mi infancia se trasladara a todos los lugares del universo. Empecé leyendo libros a los cinco años. Leí los cuentos de Las mil y una noches, también El flautista de Hamelin, La zorra y el piano de cola, entre otros que luego derivaron al hecho de que a los nueve años había leído toda la poesía peruana de ese entonces. Por esos años me encontré con la obra del Inca Garcilaso de la Vega que me marcó y me ayudó a conocer mejor nuestra cultura. Recuerdo que en el colegio, a causa de mis notas satisfactorias, los profesores me premiaban obsequiándome libros. También me dedicaba a juegos como oficiar misa y proyectar películas. Fue una infancia muy feliz la que tuve.

¿Cuándo Enrique Verástegui toma conciencia de que su destino está marcado por la poesía?
Yo escribía poemas desde la infancia. En la pubertad continué con la poesía al tiempo que hacía narrativa y teatro. También hice periodismo durante el colegio, allá en Cañete. Pero yo no mostraba mis poemas a nadie. Cuando llego a San Marcos para estudiar en la Facultad de Economía es que muestro mis escritos a mis amigos de Hora Zero quienes apreciaron mi poesía y me invitaron a integrar sus filas. Creo que mi destino de poeta se definió con la publicación de mi primer libro En los extramuros del mundo, puesto que hasta entonces la poesía era solo una aventura como puede ser el tener una enamorada.

¿Por qué no se hallan referencias a la cultura negra en tu poesía?
En primer lugar porque yo no soy negro, sino mestizo y es la cultura mestiza la que aparece en mi obra poética, sin que ello signifique que menosprecie a la cultura negra, la cual, por lo contrario, conozco y admiro a través de la obra de Nicomedes Santa Cruz. En segundo término no he tenido contacto con los negros en Cañete. Mi padre nació en Jauja, proviene de ancestros vascos e indios y mi madre proviene de ancestros chinos y negros. Como notarás yo tengo un mestizaje racial y a la vez cultural.

Enrique, cuéntanos de tu viaje y de tus experiencias en Europa.
Europa fue una etapa fundamental en mi vida que me ayudó a definir mi visión del mundo a una edad temprana en la que buscaba un destino. Llegué a Europa con la beca Guggenheim, que es la más importante de la civilización occidental. Radico en Barcelona durante seis meses, donde viví dedicado a los juegos del ajedrez y al estudio de la mística negativa. Luego pasé a la Isla de Menorca, a su capital Mahón, ubicada en el Mediterráneo. Allí me dediqué a mis estudios de economía, a escribir y a leer mucha poesía provenzal. Cuando culminó la beca, un amigo que tenía que comprarme los pasajes de regreso me refirió que en el Perú había una dictadura militar y me recomendaba trasladarme a París. En la Ecole de Hautes Etudes en Sciences Sociales de París estudié Sociología de la Literatura que está basado en el estructuralismo genético de Lucien Goldmann que permite el estudio de las obras literarias desde un punto de visto genético y dialéctico. Esto me llevó a culminar en París un libro de teoría que había iniciado en Barcelona titulado El motor del deseo: dialéctica y trabajo poético. París es una ciudad muy hermosa, llena de actividad cultural que permite al artista dedicarse a lo que más le apasiona, que en mi caso es la literatura. En aquel tiempo tuve el privilegio de ser escogido para representar a la América Latina en el homenaje mundial que París y el mundo le rindió al poeta beatnik norteamericano Allen Ginsberg, un profeta del movimiento hippy durante los años de la posguerra. Ante él y al lado de poetas como Joyce Mansour y Phillippe Sollers recité algunos poemas.

¿Qué es lo mejor que te ha brindado la literatura?
La literatura me ha brindado la posibilidad  de ser yo mismo; encontrar las virtualidades de Enrique Verástegui. Como ciudadano cosmopolita he podido construirme un mundo a través de la literatura a la cual he dedicado mi vida y con la cual estoy totalmente satisfecho.


HORA ZERO

¿Qué fue Hora Zero y cuál ha sido su principal aporte a la literatura peruana?
Hora Zero fue y es un grupo de élite de la literatura peruana que se expandió por diversos países del mundo a través de sus conexiones con amistades, grupos y movimientos mexicanos y españoles. Luego en París a través de Hora Zero Internacional entramos en contacto con otros poetas parisienses, griegos, ingleses, árabes. Su principal aporte a la literatura peruana fue haber llevado la experiencia de la vida cotidiana del hombre a la poesía, de la mano de un trabajo lingüístico y estructural propios. Este aporte no se había percibido antes dentro de las letras peruanas.

Como es sabido Hora Zero fue un grupo poético iconoclasta y parricida; por ejemplo, por aquellos años tú sostenías que Vallejo no tenía vigencia, que fue un mito, una moda, ¿qué piensas ahora?
(Ligera sonrisa y breve silencio). Lo que te puedo decir ahora es que yo he escrito el más penetrante ensayo de interpretación sobre César Vallejo que cualquier otro poeta peruano o latinoamericano. Este ensayo se titula “Tesis a partir de/sobre Vallejo” que fue publicada en la prestigiosa revista Eco de Bogotá y en Diálogos del Colegio de México.

Sin embargo, Enrique, no has contestado mi pregunta. ¿Qué piensas ahora sobre la poesía de Vallejo?
Es un hecho que Vallejo perteneció a los años treinta, que era una época de entreguerras, una época de caos donde no había aparecido la industrialización en nuestro medio, ni la civilización occidental había calado en todo el mundo. En tal sentido yo veo a Vallejo como el Antiguo Testamento de esa Biblia que es la literatura peruana, y al corpus de mi obra como parte fundamental de nuestro Nuevo Testamento.

Ideológicamente, ¿qué queda del Enrique Verástegui de Hora Zero quien al lado de poetas como Juan Ramírez Ruiz o Jorge Pimentel firmó el manifiesto donde se presentaban como seguidores de la línea marxista, leninista, maoísta?
Esta es una pregunta que me hacen por primera vez. Debo decir que el maoísmo siempre habló que el marxismo no era un cliché, sino una guía para la acción; por tanto, no éramos fanáticos, éramos creadores del marxismo. Producíamos una poesía de alta calidad literaria que reflejaba los valores por los cuales yo luchaba, que con los años han devenido en los valores de mi generación.

Hace poco afirmaste que antes concebías la literatura como un proceso dialéctico de producción de signos del lenguaje, pero ahora la concibes como una cuestión de tecnología. ¿Podrías ahondar en este sentido?
Sí, en el sentido que el marxismo ha caído en Occidente. Al producirse la Caída del Muro de Berlín he producido otro tipo de literatura como El modelo del teorema que es un análisis literario distinto al análisis dialéctico que había producido en los años anteriores. El modelo del teorema es la postulación de la matemática influida por Platón y principalmente por Pitágoras como respuesta a los nuevos problemas del mundo. Hay que recordar que la matemática no siempre ha estado divorciada del arte poético. Parménides escribió un tratado sobre el ser en versos, me parece que también Anaximandro. Platón escribió en diálogos y otros escritores lo hicieron en aforismos. Lo que busco ahora es reunificar la experiencia del mundo verbal y la experiencia del mundo matemático. Creo que ese es mi aporte principal a la poesía peruana y a la filosofía de Occidente.

Si tuvieras que hacer una periodización de tu obra poética, ¿cómo la harías?
Muy fácil. Un primer libro que es una suerte de Vita nova o una especie de Werther que ha tenido una gran acogida por parte de los estudiantes y la masa de lectores que es En los extramuros del mundo, y luego mi libro central que es la Ética que está conformada por varios libros que son Monte de goce (o libro del pecado); Taki onkoy (o libro de la redención); Ángelus novus (o libro de la virtud) y Albus (o libro del conocimiento). Aparte he escrito otros libros como Ensayos sobre ingeniería que es un libro de preceptiva literaria.


LA ÓPERA PRIMA

Enrique, toda obra literaria se configura en función de una intertextualidad, es decir, sobre la base de otros discursos o estructuras, ¿cuáles fueron tus referentes más directos antes de escribir tu libro En los extramuros del mundo?
Te puedo decir que yo había leído numerosos libros. Toda la poesía peruana y latinoamericana de esos años. Me había interesado mucho la poesía conversacional encabezada por Roberto Fernández Retamar. También era gran admirador de la poesía griega. Kavafis y Seferis me habían impresionado tal como lo habían hecho los poetas surrealistas franceses. No obstante, me sentía más ligado a los poetas ingleses, a quienes había leído con devoción como Golding, Hopkins, Dylan Thomas, T.H. Hulme, entre otros.

Resulta curioso, pero no citas a los poetas beatniks. En tu primer libro se percibe una clara influencia de algunos de ellos y principalmente de Allen Ginsberg.
Ah, claro. En los años setenta yo había leído a todos los beatniks. Había leído a Gregory Corso, por ejemplo, cuyo libro Gasolina me pareció extraordinario, así como me deslumbró la poesía de Ferlinghetti. También había leído a Allen Ginsberg cuyo Howl o Aullido me parecía un poema emblemático de esa generación y del mundo en que vivíamos, que era el mundo de la Guerra de Vietnam, en que se reclamaba mayor libertad en todos los sentidos. Entonces yo leo a toda la Beat Generation que, sin duda, influyó en mí porque los estudié tan concienzudamente como se estudia las páginas de finanzas de los periódicos, y de allí saqué algo interesante para mi libro.

Y en el campo filosófico, ¿qué textos influyeron en tu primer libro?
En el campo filosófico ya había leído a muchos autores. A fines de los años sesenta e inicios de los setenta me encontré con la obra de Marcuse, quien era el ídolo de la Escuela de Frankfort, cuyos estudios influyeron en mi visión de las cosas y me permitieron comprender el proceso de cambio que vivía el mundo.

En tu primer libro también se aprecia una interrelación con otras artes como es el caso de la pintura y la música, ¿cómo se justifica esta interrelación en el texto?
Como en todos mis libros las referencias culturales tienen una justificación estructural respecto a lo que quiero hacer. Las citas pictóricas y musicales no son gratuitas, están imbricadas con el discurso poético. Yo traía muchas lecturas musicales y pictóricas a mi primer libro, solo que utilicé aquellas que eran adecuadas al discurso que yo quería plasmar. En mi primer libro En los extramuros del mundo lo que aparece es la música contestataria de mi época. Y ello porque estos expresaban el sentido que yo he querido representar, la protesta de un joven de diecinueve años frente a los acontecimientos de su tiempo.

Ya que nos hablas de protesta, noto también que en este primer libro se percibe la estructura y el sentido de los discursos políticos, propio de las proclamas o de los líderes contestatarios.
Yo asistía a los mítines universitarios de aquella época organizados por la Federación de Estudiantes, así como por el Frente Estudiantil Revolucionario, por ello algunos de esos temas aparecen en mi libro; sin embargo, ese discurso aparece de manera más explícita en mi libro Taki onkoy que es el segundo libro de la Ética. En el libro En los extramuros del mundo ese discurso aparece más sugerido que enunciado cuando se refiere al “Che” Guevara, por ejemplo o a los guerrilleros tupamaros de Uruguay. Ese discurso que subyace al libro sustenta, a mi parecer, todo el marco teórico de la obra.

La poesía vanguardista tiene entre sus logros haber revalorizado nuevos discursos que denotan una clara oposición al pensamiento positivista decimonónico como es el caso del discurso del niño como lo hicieron los dadaístas, el discurso del ebrio que viene desde los simbolistas con Arthur Rimbaud, así como el discurso del loco. ¿Hasta qué punto esa actitud se plasma en tu primer poemario?
Esta es una pregunta extrañamente interesante porque me vincula directamente a lo que fueron los años setenta, años en los cuales se revaloró el teatro de Antonín Artaud, quien fue el fundador del teatro de la crueldad, una especie de misa negra respecto al coro de espectadores que asistían a la misa. Él fue el creador del nuevo teatro que imperó en todo el mundo. En el Perú influyó en grupos como Yuyachkani y Cuatro Tablas. Por mi parte a comienzos de los años setenta había empezado a leer a Artaud en la Biblioteca Nacional en un libro titulado Fragmentos de un diario del infierno y que configuraba toda la idea de exaltación mental más que de rebelión o de revolución por la que podía atravesar un joven golpeado por su experiencia en la vida. Esa época impactó en mi vida. También por esa época tuvo mucha resonancia en mi vida la obra de Eugenio Trías que es el más importante filósofo de Occidente, aun más importante que Fernando Savater. Por aquel tiempo, en los años setenta, Trías había publicado un libro pequeño titulado El loco tiene la razón o El loco tiene la palabra que daba una idea de la revaloración de conceptos respecto a la locura y la cordura. Esa nueva visión de la locura influyó mucho en el arte de Occidente de los años setenta.

Después de una lectura atenta al libro se percibe a un hábil poeta que maneja diferentes recursos como el estilo enumerativo, el simultaneísmo, la multiplicidad de locutores, la variedad de ritmos y figuras retóricas, ¿hasta qué punto eras consciente de todo ello, tomando en cuenta la poquedad de tus años?
Como te comentaba al inicio de nuestra entrevista, yo escribía poemas desde mucho antes de ingresar a San Marcos, pero cuando noto que mi vocación va a dedicarse por la poesía es que inicio una suerte de tarea de investigación de todo el panorama literario latinoamericano. En ese sentido yo era consciente, en la medida de lo posible, de las diversas técnicas de las que podía valerse un joven que hacía poesía en los años setenta.


CODA

Enrique, tengo entendido que has culminado una extensa novela.
Sí, tengo una novela extensa titulada Sueño de una primavera de occidente y como es lógico es el complemento de mi obra poética. Por ahora no hay prisa en publicarlo. Lo único que te podría adelantar es que es una novela cuya historia transcurre en Europa.

¿Qué poeta te parece que goza de cierto reconocimiento no bien merecido?
Me parece que la pregunta tendría que ser la siguiente: ¿Qué poeta no tiene el debido reconocimiento como para ser más leído?, puesto que estamos en un medio como el peruano caracterizado por el alto porcentaje de analfabetismo, y donde muy pocos leen literatura. Me resulta absurdo que entre poetas o entre novelistas nos estemos peleando cuando el ideal es conseguir el máximo de público lector para nuestras obras. Existen muchos buenos poetas y escritores que necesitan ser mejor promocionados para que sean leídos por las masas peruanas.

¿Qué jóvenes poetas han llamado tu atención en los últimos años?
Se sigue produciendo gran cantidad de poemas, pero muy poca poesía. Creo que esto se debe en primer término, a que la Generación del 70, treinta y cinco años después, sigue vigente. En segundo lugar, porque luego de la Caída del Muro de Berlín el pensamiento occidental ha entrado en crisis y los poetas jóvenes aún no encuentran un nuevo camino frente a esta crisis.

¿Qué autor te parece el mejor poeta peruano del siglo XX?
(Prolongado silencio) Yo… aunque yo pertenezco al siglo XXI.

¿Cómo se define el poeta Enrique Verástegui?
Ante tu pregunta, Fernando, esta noche en un bar de La Molina, en Lima, yo quiero definirme con unos versos de Borges del poema titulado “Emerson”, que fue el padre de la literatura norteamericana. (El poeta guarda un breve silencio y con ronca voz recita): Leí los libros esenciales / y otros compuse que el oscuro olvido / no ha de borrar. Un dios me ha concedido / lo que es dado saber a los mortales. / Por todo el continente anda mi nombre / no he vivido. Quisiera ser otro hombre.

***

Hemos conversado por más de tres horas con el poeta y tenemos la extraña sensación de que han sido apenas unos minutos. Tres botellas de buen vino han avivado nuestros sentidos. El bar continúa semivacío. Afuera el frío limeño lacera el rostro de los transeúntes. Nosotros nos negamos a la despedida y ordenamos una botella más de vino. El poeta sabe que los amigos que llegan todos los días, y que los días son espantosamente puntuales. ¡Salud!



 

 

Proyecto Patrimonio Año 2018
A Página Principal
| A Archivo Enrique Verástegui | A Archivo Fernando Carrasco Nuñez | A Archivo de Autores |

www.letras.mysite.com: Página chilena al servicio de la cultura
dirigida por Luis Martinez Solorza.
e-mail: letras.s5.com@gmail.com
Un ángel negro en los extramuros de la ciudad: Otro encuentro con Enrique Verástegui.
Entrevista por Fernando Carrasco Nuñez