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Los Cielos Rascas de Enrique Winter
-o donde caen lacrimógenas como el rocío-

Por Andrés Urzúa de la Sotta


1.

En el lanzamiento de “Rascacielos” en el Salón Rojo de La Piedra Feliz de Valparaíso, la mayor parte de la lectura de los poemas estuvo a cargo de terceras personas. El poeta y autor de la obra, Enrique Winter, dio el pie inicial para luego retirar su voz de la lectura. Pregunta: ¿azar, estrategia o gesto reflexivo? Por mi parte quiero creer, como todos los sucedáneos hemos querido y nos hemos convencido de nuestras propias tozudeces, que aquel signo esboza una suerte de gesto ético-poético: el poeta es un mero interlocutor entre el mensaje que obtiene de la realidad y el libro (escribo libro porque escasamente se puede hablar de un receptor, llámese público, en la actual poesía chilena).

En este sentido, el poeta simplemente transcribe los datos que adquiere de la realidad, y en esta obra puntual, las voces invisibles de un pueblo, país o continente horrorosamente acostumbrado a la marginalidad. Aquí, entonces, el micrófono es cedido ya no al ego del poeta y a sus predilecciones estéticas, sensibles o intelectuales, sino a la precariedad de la realidad latinoamericana. Sin embargo, el poeta no se vuelve un ser vulnerable al llanto ni se ve tentado por el afán discursivo y panfletario, sino que simplemente deja su grabadora dispuesta para que hable, sin retórica, un pastabasero, una ruma de boletos de micro, una frase jurídica, una silla boca arriba sobre la mesa, un cielo rasca desde el que caen lacrimógenas como el rocío.


2.

He comenzado a valorar la prudencia burguesa /cuando alojo en la casa de mi novia /con los carretes del vecino, la radio a máximo volumen, /las peleas, la tele que no apagan, /sobre todo las risas que se oyen al frente. //En mi casa materna hay silencio, /no venden leche ni matraca el gas. //Me reí mucho cuando un ex compañero de colegio /interrumpió mi baile para decir que siempre quiso /darle a mi ex. En otro sitio habría /que pegarle. Los más pobres se ofenden /si no ofrezco los puños. Si no los llamo juran ley del hielo. //Como éste es facho, brindaría si al fin le confesara: /todos los resentidos que conozco /se enamoran /de la primera cuica que los pesca.


3.

En el poema recién citado (pág. 44 de Rascacielos), titulado “Andrés, los peces cambian de color cuando los pescan”, el poeta, interpreto, parece asumir su condición burguesa, quizás como un acto de prudencia y coraje poco común en la poesía chilena, la que tiende a alienarse con discursos y causas ajenas hasta la repugnancia. En otras palabras, espero más amables, Winter asume su condición acomodada y da cuenta implícitamente de su distancia, e incluso aversión, con respecto a muchas de las situaciones que describe.


4.

a partir de mi primera lectura de Rascacielos (o impresiones viscerales): viaje, Chile, chavos, México, bus pirata, resentidos, Latinoamérica, diferencias, lenguajes, burguesía, marginalidad, precariedad, subdesarrollo, realidad, realidades, distancia, Brenda, libro, falta de belleza, prensa, abyección, pobreza, situación, circunstancia, Merlina, lenguaje duro, violencia, individuos, sociedad, embarazos, poder, voces, status quo, intimidad, escenas, jungla, bestias, boletos de micro, sillas boca arriba, cotidianeidad, lenguaje inculto, alarma, espejo, emergencia, poesía…


5.

Winter tiene paila, pero no sólo para darle sonoridad al verso, ni para trabajar con oficio octosílabos, cuartetos y otros, cosa por lo demás demostrada en su primer libro “Atar las Naves”, sino también para escuchar las voces ajenas o incluso para intuirlas, imaginarlas o inventarlas. Winter, entonces, se nutre por el oído. Su poesía, especulo, proviene de la sonoridad, de parar la oreja, de estar a la escucha de las cosas, y más particularmente, de las personas y sus versiones íntimas de la historia. Por lo mismo su libro, en este caso “Rascacielos”, aparece como un compendio de registros del habla, en el que discurren aleatoriamente la inculta informal con la culta, la marginal y la jurídica, la X con la etcétera, para así configurar, tal vez como en la realidad, un escenario escrito en el cual conviven, no sin tensión, diversos, disímiles y opuestos lenguajes, a la vez que circulan escenas, intimidades, conflictos, relaciones e individuos que perfilan el mundo de una obra poética devastada por la realidad.

p.d: la presencia del lenguaje inculto y de situaciones precarias e incluso marginales es mayoritaria y radical en el texto, tal vez intentando generar un entretejido verbal cuantitativa y cualitativamente ilustrativo de la vida latinoamericana contemporánea…

6.

Un viaje por el presente latinoamericano, el que nos muestra sus llagas abiertas, como las piernas de aquella que espera, es Rascacielos. Algo así como una proyección de diapositivas, o de carteles que se van sucediendo en la autopista, para darnos una idea, una muestra de un aspecto central de la realidad cotidiana del continente: la precariedad. Quizás cercanos y lejanos al Canto General, estos cielos rascas no vienen a hablar por vuestra boca muerta, sino a reiterar y recordar, sin gimoteos, soberbia ni entusiasmos ideológicos, las palabras que salen de nuestras bocas heridas, las contradicciones y la extraña y horrorosa identidad que albergamos en ellas.

 

 

 

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