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Skyscrapers de Enrique Winter
Por Maureen N. McLane*
Original en inglés: www.revistatemporales.com
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Esta noche tenemos el privilegio enorme de escuchar al poeta Enrique Winter y a su traductora Mary Ellen Stitt. Es una vergüenza, típica de la poesía estadounidense y de mi propio provincialismo, haberme encontrado recién con la obra profundamente impactante de Enrique, quien ha sido ampliamente publicado en Latinoamérica y recibido numerosos premios, pese a que apenas se empina sobre los treinta años de edad. Conocí a Enrique el verano pasado, cuando me escribió para ir de oyente a una clase sobre romanticismo anglosajón y poéticas contemporáneas que enseño en la Universidad de Nueva York. Estamos ante el caso en que la supuesta profesora se convierte rápidamente en una alumna agradecida pues, aunque Enrique tuvo demasiadas responsabilidades en el último tiempo impidiéndole continuar con las clases, comenzamos a conversar y yo a leer su extraordinaria poesía durante el otoño. Así que aparte de agradecerle a Enrique por presentarme a su persona y su obra, debo agradecer también a la fantástica y comprometida traductora Mary Ellen Stitt y a DíazGrey Editores por traernos Rascacielos de Enrique Winter a los lectores en inglés, por vía de esta deslumbrante edición bilingüe.
Rascacielos, Skyscrapers en inglés, es un libro amplio y variado que se lee como una novela fragmentaria, lo cual notaron, al parecer, varios críticos en Sudamérica. Puede decirse que Skyscrapers tiene todas las virtudes, pero ninguno de los vicios de la novela: es un libro poblado y dialogante, lleno de personajes vibrantes, conversadores, pensativos, a menudo sufridos y a veces muy graciosos —Cindy, Brenda, Miguel, Andrés, Lissette y las decenas sino centenares de otros, nombrados e innombrados, que asoman en esta obra, desde niños a viejos. (Debería nombrar también al sapo.) La poesía de Winter es una poesía poblada, multivocal: en vez de la trabajosa maquinaria de la trama narrativa, nos encontramos con personajes relacionados y en movimiento, escrutándose a sí mismos o ante oficiales, amantes o familiares, recordando esperanzas y tiempos pasados, preparándose para trabajar, dormir o amar. Doscientos años atrás, Wordsworth escribió sobre su período londinense: “El rostro de cada uno / que pasa por mi lado es un misterio”. Enrique Winter honra y también disipa ese misterio: el rostro de cada uno que pasa por nuestro lado en este libro constituye una zona potencial de empatía.
Skyscrapers abarca lo lírico y lo narrativo. Los elementos del testimonio y del reportaje social anclan este vasto y dinámico panorama humano. El trabajo de Winter como abogado modula su poesía: las declaraciones, complicaciones y estructuras de los casos son cruciales para su poética. Nos trae a piezas y estaciones de bus, juzgados y desiertos, paisajes naturales y urbanos. Aunque no se sepa que Enrique pasó tiempo en Berkeley y mochileó de vuelta a través de México, se siente aquí a un poeta al tanto del viaje a pie y en bus, a las migraciones elegidas y forzadas, a las múltiples locaciones de vida en América: California, México, Bolivia, Chile. El desierto, la ciudad. Los militares, la armada, la universidad. La fábrica.
Ezra Pound definió la épica como “un poema que incluye a la historia”. Bajo este estándar, Skyscrapers es un tipo de épica. Es una épica coral, sus muchas voces resuenan en una compleja polifonía. Sus personajes son herederos y vectores de complicadas y a veces violentas historias personales y nacionales: abusos domésticos, comunistas golpeadores de mujeres, pastabaseros, niños abandonados, amantes esperanzados, estudiantes de fiesta.
En breve oirán la musicalidad, tan específica como variada, de este libro, porque se trata de punta a cabo de un libro de poesía, bellamente estructurado, con poemas individuales que destacan por sí mismos a la vez que contribuyen a la dialéctica compleja entre individuo y sociedad. Un libro como Skyscrapers reafirma y representa lo que a menudo olvidamos, especialmente en Estados Unidos: que todos vivimos, nos movemos y somos en relación a otros. Sin embargo, no es esta una poesía simple de documentación social: es una poesía altamente sofisticada y empática acerca de la relación dinámica entre las personas, pero también entre los recursos poéticos. Los versos largos y ondulantes absorben patrones métricos tradicionales, las estrofas canalizan romances y dedica algunas páginas a imágenes complejas, infiltrando a las artes visuales en el espacio de un libro de poesía. Las viñetas de los personajes ceden a elaborados testimonios, cortados más tarde por meditaciones breves, a la manera de haikus, la voz del alma sola y de noche:
1 A.M.
Por esta lluvia
quisiera estar aquí
ahora mismo.
Cómo estamos ausentes para nosotros mismos y los demás; cómo estamos presentes a veces: esta obra se toma en serio la voz y el silencio, el ruido de la multiplicidad y el vacío silencioso del que viene toda poesía y todo pensamiento.
Skyscrapers puede evocarles a Whitman o Neruda y a otros poetas abarcadores, tanto como a Carretera estrecha hacia el gran norte de Bashō, un bello registro de su peregrinación, intercalada por haikus.
Hay muchos tonos en este libro: lírico, mordaz, satírico, donde lo político, lo ético y lo poético son inseparables. Nos movemos entre conversaciones y soliloquios, así como entre tercera y primera persona. El escepticismo ante el “arcoíris de la democracia” coexiste con un tipo de elegía brillantemente alucinada, desplegándose en comparaciones impresionantes, como cuando una figura toma
“la ducha helada antes del trabajo
cruzando en camioneta por la arena
donde yacen los muertos del partido
recostados y hermosos en su caos
como el naranjo de la tarde pintado por las fábricas
el morado del pómulo escolar y los pañuelos de la despedida”
O cuando otro declara “No puedo hacer el amor entre muertos”.
Y después está Lissette, quien dice de un novio, traducido a un inglés conciso y demótico: “Él era dado a las opciones y yo siempre debía perder poco.”
Y de otro, con ingenio aforístico: “Y ese plato limpio nada dice de los comensales ni de lo cenado”.
Skyscrapers sugiere tanto las complejidades como las singularidades dentro de cualquier grupo humano, sea estacionario o en movimiento. Se niega a la clausura; termina en una nota de suspensión, posibilidad, pregunta, un poema llamado “Somos o no somos hermanos”, en la voz de alguien de catorce años compartiendo cama, durmiendo en una pieza con ocho personas más.
El título de Winter, Skyscrapers, me recordó un verso de Safo, quien en castellano dice algo como “No espero tocar el cielo/ con ambas manos”. Los rascacielos aspiran a tocar el cielo; esta obra aspira a tocar a quienes lo aspiran y a quienes están a ras de piso, a todos quienes viven en la era del rascacielos. La gente piensa en Safo como una poeta del amor, una poeta lírica: fue ambas cosas, pero también una poeta coral y del ritual comunitario. Es asimismo el caso de Winter. Un nodo central del libro es el excepcional poema “El cielo es más pequeño que los rascacielos”, hecho precisamente de versos que ya leímos: este poema ofrece en miniatura un ars poética para el conjunto. Ofrece un tipo de recalibración coral, una canción de equivalencia y voces variadas, en la que cada poema contribuye con un verso al despliegue dialéctico de la individualidad, la comunidad y la complejidad.
Es particularmente apropiado escuchar Skyscrapers de Enrique Winter aquí, en la ciudad primera y más famosamente asociada al rascacielos. Winter podrá ser un poeta chileno, pero esta noche es un poeta de Nueva York también. Démosle la bienvenida a él y a su traductora Mary Ellen Stitt, quienes han cruzado muchas fronteras lingüísticas, nacionales y emocionales para abrir nuestros ojos y oídos.
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* Maureen N. McLane es autora de Same Life y World Enough en poesía y de los ensayos Romanticism and the Human Sciences: Poetry, Population, and the Discourse of the Species; Balladeering, Minstrelsy, and the Making of British Romantic Poetry y My Poets (finalista del National Book Critics Circle Award en autobiografía) y coautora de The Cambridge Companion to British Romantic Poetry. Recibió el premio National Book Critics Circle Nona Balakian a la excelencia crítica y ha enseñado en Harvard, en la Universidad de Chicago, MIT, East Harlem Poetry Project y NYU. McLane investiga sobre la intersección de poesía, literatura y modernidad.