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HUIDAS Y PÉRDIDAS
Las bolsas de basura de Enrique Winter. Santiago de Chile: Alquimia, 2015
Por Patricia Espinosa
En Las últimas noticias: 5 de junio de 2015
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La primera página de esta novela incluye un poema de Marcela Parra, que señala: “un artista / diseca quiltros despedazados por las ruedas de los autos. / Los encuentra a la orilla del camino / a modo de animitas, los encuentra siendo su propia tumba / el recordatorio de toda pérdida, de todo sangramiento / de todo sentimiento de atropello”.
Los versos citados pueden ser considerados el oscuro origen de Las bolsas de basura, una historia de huidas, pérdidas, quiebres y recomposiciones fallidas.
Enrique Winter, hasta ahora dedicado sólo a la poesía, elabora un particular relato sobre las fracturas del individuo y sus procesos de reconstrucción. Es así como resulta imposible encontrar siquiera alguna zona que logre descomprimir la incertidumbre permanente de los dos personajes principales, condenados a vivir de acuerdo a sus obsesiones.
Brenda y Miguel estudiaron veterinaria y tuvieron una relación que derivó en un distanciamiento irremontable. Miguel se marcha, ya que pretende comenzar una nueva vida. Debe alejarse de un vínculo amoroso que considera sin destino posible y se instala en Coquimbo, donde consigue un trabajo menor. Brenda, mientras tanto, se queda en Talca. A veces piensa en Miguel, pero sus días están dedicados a recoger perros muertos en accidentes para descuerarlos en un minucioso proceso. La taxidermia es para Brenda un placer oculto, el único goce que la mantiene con vida y le otorga el poder de enfrentar a la muerte.
Aun cuando el relato privilegia a Miguel, un individuo en permanente estado de exaltación y melancolía, también se enfoca transitoriamente en una pequeña serie de personajes satelitales que lo rondan, que comparten con él la soledad, que al igual que Miguel guardan un secreto y que evitan reflexionar sobre su pasado. Así, aparecen Brian, un joven y suspicaz travesti, y Eugenio, su pareja, que muere en un accidente callejero. La vida del protagonista no será la misma tras esa muerte que lo hostiga y lo convierte en una segunda víctima.
Winter elabora una prosa subjetivista, con ciertos rasgos neorrománticos, intervenida por una diversidad de imágenes secas, sombrías y decadentistas. Construye, además, perfiles sinuosos, escenas mesuradamente morbosas e intimidades torturadas.
Cada personaje parece estar siempre comenzando a vivir, intentando desligarse de cualquier lazo afectivo, disociado en una exterioridad donde aparenta tranquilidad, pero que oculta la desazón interna. Este enfermizo desgaste del ámbito íntimo implica la desposesión y la clausura total de cualquier expectativa tanto para Miguel como para Brenda.
Dejando a un lado el desenlace, que aproxima en exceso la historia a una simbología referida al mundo animal, Las bolsas de basura es una primera novela destacable en su fragmentado montaje, el despliegue de una atmósfera enfermiza donde se logra cierto placer en la pérdida y el uso de un lenguaje acertadamente comprimido.
La muerte, en este contexto, se asume desligada de reflexividad, una presencia cierta con la cual se convive y que incluso puede ser fetichizada.