Yo soy el mismísimo Fabián Burgos, el libro que tenemos entre manos y que nos permite este encuentro no es un texto de fácil lectura, aunque guarde las apariencias. El texto se mueve en por lo menos dos direcciones disímiles y quizás contrapuestas. La poesía aquí es al menos un faro, una pancarta de la BRP, un fuego artificial que avisa la llegada de las drogas. Lo que sigue es la prosa que explica y replica al poema, ahora desde la crítica, desde la cruda experiencia, desde la arche-escritura, como diría Derrida, o sea, desde un aplazamiento del sentido y su posible desaparición. Pero ¿Qué es lo específicamente aplazado en los poemas expuestos en este texto? Lo aplazado es la esperanza. El dolor, el caos y la muerte atraviesan este escrito singular. A nadie que se dedique a las letras que gimen por fuera de la academia puede pasar desapercibido este pesar. Todos hemos estado en esos fondos lacrimosos y hemos acarreado la piedra de Sísifo en la garganta. Hemos sido también atacados ferozmente por las palabras del Daimón que ha devorado a Fabián Burgos.
“Soy el mismísimo Fabian Burgos
y me arrepiento del 80% de las cosas
que en estas líneas aluden a la victoria
del ser humano sobre la muerte.”
El Daimón, ese demonio socrático que no le permite a Fabian, ni a nosotros, vivir de autoengaños ha hecho estragos en la conciencia. Como diría un Hegel más honesto, “nunca hay un conflicto en que las fuerzas sean equivalentes” y la maquinaria literaria de este país, arrasa con el ímpetu y la creatividad. Los que tenemos más años sabemos que esto es un legado de la dictadura, que sin embargo alude a una forma de ver el mundo que coincide con la modernidad y que se extiende por la historia por lo menos desde la segunda mitad del siglo XIX.
Baudelaire ya en 1860 criticaba la modernidad, y la ciudad contemporánea, esa de grandes avenidas en las cuales no es posible enfrentarse al otro y saludar, dar gracias o pedir por favor…
Fabian también se duele de esta desintegración de la comunidad y de la amistad.
“Soy el mismísimo Fabian Burgos
y juro que nunca vendería
un libro firmado por alguien que es o fue mi amigo.
Porque podré ser el mismísimo Fabián Burgos
y aunque pocos
me que queda uno que otro código”
Hay cosas que nuestro poeta no haría a pesar de que todo el sistema lo incita al mercadeo de las ideas y a la traición del verso. Eso convierte a este texto en un honesto gesto de resistencia, pues en un mundo que festeja los enmascaramientos y el robo, ser tan transparente sobresee incluso el uso que se le pueda dar a la información que nuestro poeta vomita sin restricciones. La cárcel no es un problema aún. La soledad es otro tema. Pero el poeta está acostumbrado a ella. Ser poeta o filósofo, en el sentido exacto de las palabras, implica correr por las caleteras, sufrir el exilio, el frío de la burla y la pobreza. ¿No fue así siempre? La cancelación tampoco afecta al escritor ensimismado.
La crítica devastadora que Fabian hace del mundo literario carece de novedad, sin embargo, es la posición del sujeto que hace la crítica lo que remueve las tripas. Es el dolor ancestral escondido tras la risa y la ironía lo que hace de este texto inestable y violento, un escrito conmovedor.
El poeta se convierte en verso y se explica en prosa. Esta dialéctica inútil renueva la historia sin haber sintetizado el dolor y el quiebre. El daño es reabsorbido en una mística heideggeriana que le da nuevo brío a la escritura:
“Piensa en que fuiste convocado por una voluntad misteriosa a traducir una época, piensa en que tu no hablas, sino que es el lenguaje es el que habla a través de ti.”
O en un postestructuralismo esotérico:
“Piensa que la realidad está hecha de palabras y que modificando las palabras modificas también la realidad”
La filosofía transita escondida por los versos de este libro, y así como Sócrates, nuestro autor sabe más de lo que admite saber. Sin embargo, hay un filósofo al que nombra y traiciona, ¿y no somos todos traidores de nuestros maestros? Emil Cioran.
“Pienso que Emil Cioran diría que si uno escarba profundamente en sí mismo o no encontrará nada o se encontrará donde empezó. Disfruto del pesimismo de Cioran porque lo encuentro exagerado. Es tan abisal que llega a parecer artificial y esta artificialidad se vincula mucho con su biografía que es más la un viejo pillo que la de un alma sensible que no tolera la realidad”…. Un pesimista militante debiese sistematizar la burla, comenzando por sí mismo.”
Las tonterías que surgen en la poesía se deben a los fantasmas que tiran de tu cabeza en todas direcciones. Como diría Nietzsche, y Cioran es un depositario del lado oscuro de este: El sujeto es una fractura de la que emanan fuerzas, cada una con su propia agenda, tratando de inocular una idea y hacerse del poder por un momento.
Fabian es un pillo más que un alma sensible y esto no es una burla, al contrario, es una reivindicación. Emil Cioran y Fabian Burgos sufren el mismo sino de la exageración y la performance. Como granujas compartiendo los mismos antidepresivos se arrojan a escribir como lunáticos alucinados.
“Soy el mismísimo Fabian Burgos
y aunque pesimista militante
un par de veces al año
me entra el sentimiento de trascendencia
y me pongo entero loco
y publico a lo desgraciao
de puro miedo a morirme
antes de ganarme algo.”
El resultado de tal locura es desolador. Fabian no deja títere con cabeza y su eficiente pluma, así como la del filósofo del martillo le permite ahondar en el abismo, o si se quiere, subir a 6000 pies sobre los hombres y mujeres de este tugurio. Fabián está más allá de la academia y de la tradición poética y filosófica del Establishment. Ya logró el objetivo, pero aún no lo sabe. En un holocausto de sí mismo pretende llamar la atención de los monos productivos que desde las cloacas lo ven como un exiliado, un extranjero.
Para terminar, quisiera hacer algún comentario sobre el título que lleva este libro. “Soy el mismísimo Fabián Burgos” alude a una suerte de iluminación prematura. ¿No es esa la gran respuesta a la interrogante por el quién soy? Soy el mismísimo yo. ¿Cuánto más allá se puede ir sin caer en la farsa y el delirio? Soy el que soy y nada más de lo que soy.
Esa es finalmente la propuesta de este extra-ordinario libro. Una invitación al desmantelamiento de la identidad. Fabián se pregunta descarnadamente ¿quién soy? Y se responde de la manera más pertinente: Soy el mismísimo Fabián Burgos.
www.letras.mysite.com: Página chilena al servicio de la cultura
dirigida por Luis Martinez Solorza. e-mail: letras.s5.com@gmail.com Presentación del libro “Soy el Mismísimo Fabián Burgos” de Fabián Burgos
(Ediciones Askasis, 2024)
Por Víctor Hugo Hayden