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Para decirlo todo no hay que nombrar nada
«Paralogismo de la Sombra sin Mundo», de Fabián Burgos

Por Gonzalo Rojas Canouet



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En el libro de Fabián Burgos existen 3 hebras que se van tejiendo y justifican una cuarta hebra. Sombra, Mundo y Cosmos son los tres personajes de este libro que perfectamente puede ser leída como una novela; el cuarto personaje, el camuflado, el tachado, es el poeta.

Para este caso a este personaje le llamaremos poeta: la hebra que une el discurso del libro. Cuando este personaje no habla o tacha palabras, mejor dicho, anula, lo que dice es cuando más intenta aparecer:

“Lo que acompañaba esta calle
Que nacía desde mis talones
Ha desaparecido entre esta gente
/
Mundo       
Tú también perdiste entre esta gente” (23)

Este poema llamado “II” es particularmente necesario en la trama de todo el libro, cruzando un capítulo importantísimo llamado Biografía y autobiografía del Desapariciense, es un poema que se construye sin intertextos -gesto de uso regular de este personaje poeta- están solo Mundo y Sombra; Cosmos participa en otra trama. Estos dos personajes hablan como en una teogonía, un mundo que nace desde ellos, una cosmogonía de la derrota, de las pasiones tristes. Lo que deviene de estas dos entidades creadoras es solo el fracaso vital. Es ahí en donde aparece el poeta: un depósito o efecto de esas pasiones tristes del universo. De ahí que este personaje se anula y a veces aparece, es como una aporía del fracaso: hace consciente su escritura como un impulso de la euforia para hacer, a la vez, consciente su fracaso. Ese es el triunfo de este libro. El poeta con ese plan ya tiene ganado uno de sus fines poéticos.

Del universo expuesto anteriormente, hay otro personaje que también se esconde, pero no como el poeta, sino que se hace presente y es esta misma presencia un fastidio, Dios. Este es parte de la Sombra y despotencia al Mundo, es el origen del desánimo, de la tristeza, es decir, es una entidad vacía que está ahí, vigilante de lo que hacemos, de lo que escribimos. En la lógica de este libro, de las manos del poeta cuando escribe:

“III
¡MI DIOS ES LA PESTE QUE EYECTA SUS CUERPOS SOBRE LOS SOBERANOS MONUMENTOS DE LA INDUSTRIA HUMANA Y
LUEGO SE ESFUMA A LAS TRINCHERAS A LAS CLOACAS DE ESTE VACÍO VASO -ALMA QUE TARTAMUDEA LOS SALMOS DE LA ARROGANCIA DEVASTADA A EXPERIMENTOS NUCLEARES Y
METRALLAS OXIDADAS
Bajo una lluvia de    máscaras” (34)

Cosmos, el cuarto personaje, es el absoluto, el opuesto a Dios, el de las pasiones alegres. En la trama de este libro, es la potencia de la mano del poeta cuando escribe y lo tacha a la vez:

“¡PARA NOMBRAR ALGO HAY QUE DECIRLO TODO! (27)

Dios tacha lo escrito, Cosmos pone los signos de exclamación y el poeta escribe ese verso. La lucha es esa: el deseo de escritura y la anulación de ésta a la vez. El poeta en su aporía del fracaso expone todas las formas. Esto es:  Cosmos y Dios como grandes discursos y el poeta distribuye sus enunciados para tejer la narración de todo el libro. ¿Cómo lo hace? Usa la performance. Todo en este libro es una puesta en escena: es ver la obra de teatro y las bambalinas al mismo tiempo. En estos actos performáticos no se desnuda el alma, ni los sentimientos ni los testimonios contados. El poeta, nuestro amable personaje, que enlaza los relatos tiene plena conciencia de la puesta en escena: une el descalabro existencial con la patria, el universo con la política, la poesía con los poetas, etc, etc. Todo esto expuesto: el propio proceso de creación del libro, sus personajes, los tiempos, los relatos y los discursos. Me resuena a la película Dogville de Von Trier.

En el título, más bien en el subtítulo, dice esto “(textos introductorios para un proyecto de poema absoluto)”. Este proyecto de la obra absoluta, sabemos, es una parodia que la poesía y su conciencia perversa lo sabe desde sus orígenes: hablar de forma múltiple. Por eso, en cada borde de un elemento con otro, en las fronteras de las multiplicidades, la poesía se mueve deseosa, el poeta que sabe eso tiene el gol de media cancha: sabe las múltiples voces, las fracturas del yo y las fisuras entre los discursos. Esas fisuras son los paralogismos, el argumento incorrecto deseosos de inexactitud y carente de verdad. 

¡La poesía se piensa inacabadamente o no es!!



 

 

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