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Fue la tribu/ no fue uno/ fuimos pequeños dioses antihuidobrianos;
presentación de Christi de Javier Ossandón
Alarido Ediciones, 2016.

Por Fabián Burgos



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Me tomaré una atribución que me gusta bastante poco, sobre todo porque cuando se habla de libros de poesía lo más obvio es hablar de los poemas, sin embargo, desde ya hace 2 años que conozco el libro Christi de Javier Ossandón y más allá de la buena poesía que desde que lo conozco entrega, lo que me removió del libro fue lo que me llevó a pensar, fue su idea y seguramente todo gran libro de poesía tiene como base esa característica, ser una bisagra que a cada lector le abra su propio mundo. Además de la sensación de estar en diálogo con mi búsqueda personal. Por eso, más que hacer una lectura del libro propiamente tal, me gustaría hacer una lectura de la metafísica del libro, casi como si estuviera construyendo una tesis, pues, el libro mismo sugiere constantemente que tiene un plan. O sea, es un libro completamente pensado, no inocente, con la intensión de tomar cierta posición, situarse en un lugar, denunciar cierto estado del arte. Respecto a ese lugar me gustaría hablarles, asumiendo y esperando que a-posteori, existirán muchos comentarios del libro en sí, adentrándose en estéticas, poéticas, recursos literarios.

Es frecuente escuchar hablar, en esos momentos en que comenzamos a rozar los discursos Posmodernos, del fracaso de tres grandes metarrelatos: El capitalismo, el comunismo, el cristianismo. Es decir, narraciones que han intentado darle un orden totalizante a la historia humana y que en este mismo intento, han dejado fuera del mismo a un montón de discursos que durante el siglo XX se irán paulatinamente posicionando con mucha fuerza desde su diferencia, en momentos de forma tal que nos parecerán posturas absolutamente irreconciliables. Para muchos, esto desencadenará en un estado de nihilismo constante ante el futuro. 

Podríamos presumir que la influencia de estas nociones en  poesía, se ve manifestada ampliamente en el predominio de las poéticas del yo en tanto lo otro, poéticas de la particularidad más particular, en Chile, especialmente en los jóvenes desde comienzos del nuevo siglo, poéticas insertas en la transición, en la posdictadura, en la hyperdictadura o como se le quiera llamar, Carmen Berenguer en alguna ponencia los describía como una generación de “Chinos Ríos” y el famoso “No estoy ni ahí”, aunque también se puede leer de la perspectiva de las micropolítcas, donde predominará la visibilización de nuevas sensibilidades o sensibilidades que habían y han quedado al margen discurso hegemónico, poesía feminista, poesía gay, poesía queer, poesía de la marginalidad social, poesía mapuche, etc. Sin obviar que de varias, salieron parte de los mejores libros de poesía de la década. Sin embargo, un campo peligroso si lo pensamos desde una perspectiva instrumentalizante de la poesía, donde cada vez  más a menudo da la sensación de que ésta se transforma no en otra cosa que en una mera herramienta de los estudios culturales.

Es frente a estas atomizaciones, particularizaciones que parecen irreconciliables a lo que se han enfrentado gran parte de las disciplinas en los últimos 2 siglos. Desde sistemas complejos, teorías fractales, autodeterminaciones de la naturaleza en ciencias, el fuerte retorno a la filosofía Hegeliana, las reestructuraciones a gran escala de las teorías del pensamiento de izquierda. Podemos presumir que el problema básico que  atraviesa a todas es básicamente, la posibilidad de  volver a rearticular un relato totalizante para comprender como unidad, toda la amplitud de la existencia y lo existente.

Y es quizás esto lo que actualmente en poesía también se presenta como síntoma, la búsqueda de estos gestos por una parte reunificadores y por otra, críticos de la poesía del yo.  Quizás con esto tiene que ver la fuerte arremetida de Pablo de Rokha en la poética de muchos escritores jóvenes chilenos, sin embargo pocos pueden desapegarse de esa gigantesca obra y generar algo que les sea propio, desde esa apropiación leo Christi.

Este es el contexto desde donde comienza a construir discurso Javier Ossandón, siempre pensando en superarlo ¿Pero cuál es la estrategia?  ¿Cómo se construye un discurso que sin eliminar al yo posmoderno, construya una nueva épica?

Reconozco de la siguiente forma el ejercicio. Primero un metarrelato; el cristianismo. Segundo una micropolítica, el travestismo marginal,  tercero una estética y poética totalizante; Pablo de Rokha. Cuestiones que a lo largo de libro constantemente se van trenzando, en juegos que desde el relato bíblico caen a la periferia y luego despegan a lo cosmológico, a lo místico, a lo astral, a un éxodo satelital como Javier llama a uno de los capítulos, para aterrizar ahora en lo latinoamericano con la imagen de un Christipolicán o un Christinoamérica y despegar nuevamente a un Ancestrologario.

En otras palabras, se nos presenta a un NeoCristo en el calvario posmoderno. Unx travesti periféricx, que más allá de entregarnos un mensaje desde la diferencia, instala una prédica reunificadora, una prédica que desde lo marginal intenta construir un mensaje Universal, un nuevo metarrelato que incluya lo otro. Un nuevo mártir que en lugar de cruz, se enfrenta a un poste que constantemente lo amenaza con ser empalado, generándole esa tensión entre el erotismo y  la muerte y haciendo de esta misma, una construcción de Mundo.  

Finalmente, felicito a Javier por este libro y espero con ansias ver como se sigue desarrollando su poética. Salud.

 

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Javier Ossandón (Santiago de Chile, 1990) Poeta, profesor de castellano y bibliotecario. Obtuvo la beca de la Fundación Pablo Neruda en el 2012. El 2016 publica el libro Christi (Alarido Ediciones) y el 2015 libera en la web la obra Mejilla ceniza (Fuego y Rizoma). El 2016 aparece en los libros antológicos Parias poetas y borrachos: antología poética y contracultura (Editorial Anagénesis), Palabras escondidas (Editorial Punto G),  Conchalí se escribe (Biblioteca de Conchalí) y, el 2014, en Letras en la Arena. Ha colaborado con poemas para páginas web y revistas de Santiago, Valparaíso, Córdova y Lima. Ha participado en varios recitales y encuentros poéticos.

 

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Poemas

 

Salmoliloquio
VI

Mamá
yo también miraba horas
los zorzales cosidos al diccionario
Perdón padre

Mamá
yo también destilé por los ojos
las penas de otros    no las mías
Perdón padre

Mamá
yo también rugí de miedo
cuando padre quiso que convirtiera
todo el océano en vino

Padre
tú fuiste el primero en decir
puedes llorar

Me hiciste carne
Suplicio del dolor
pidiendo las heridas

Padre
si yo solo pudiera contener
el llanto de los zorzales
y secar las páginas empapadas

Soy el niño que se esconde tras la roca
de esta mi luna
Madre
nunca crecí
y mi castigo fue nunca haberte olvidado.

 

 

Estación XI/  autodefensa del placer o Christipolicán

“Quedamos los que puedan sonreír
en medio de la muerte en plena luz”

Silvio Rodríguez

Ves el extremo de tu cara arcilla podrida
La putrefacción se disuelve en el barro
y en todos los barrios donde vivirá tu estirpe
con la dureza del origen de tu pelo tieso y negro
La dureza tiesa y negra
Los hijos no caducarán
serán quinientos años sin vencimiento
aunque Fresia[1] salvajemente tiró  a un pequeño morir a tus pies
tan muertos y limpios como la inocencia

y como no querías darle en el gusto al pedro traidor fundante
de iglesias y ciudades donde ya había ciudades
sonreías sentado en la pica con un éxtasis que les parecía un mal pewma[2]
el mal pewma de nuestros enemigos que es siempre nuestra risa
Y para no darle en el gusto a la Fresia maricona cabrona
maldijiste a los pronto vinientes
representados por el hijo muerto
A las estirpes del país pronto naciente maldijiste

Después de enterrar tanta lanza en carne ajena
era un alivio infinito sentir la entrada de cada centímetro del poste
Cada centímetro de profundidad eran mil amores entrando
porque todo era mil amores antes de esta guerra maldita
Otro centímetro y la mueca era una rabia en los ojos de pedro
te pateaba la cabeza pero seguías extasiado y riendo    ardiendo
Fresia intentaba remorderte con las encías moradas del hijo muerto
y más reías más reías más reías       más ardías
sentías un cosquilleo en tus pectorales
escalofrío moreno en tu oreja
tus ojos chinitos aprieta al estruendo gozo de otro centímetro adentro
y la laxitud de tus labios se entreabren
extenuantes de coger tres días sin parar un gran tronco
coger tres días sin parar un gran tronco al hombro
fue un sueño extraño

quinientos años después podrán obligarte a usar corbata
aprender el teorema  de Pitágoras
la regla de los dipontgos
firmarás la gran estafa de Russoe
verás tutoriales de Bill Gates
te querrás aprender los Veda de memoria para encontrar otras preguntas
La única verdad es la profundidad de nuestro gozo
Un abismo de amores que hará desaparecer todo el dolor
la profundidad de nuestro gozo
Un abismo de amores que hará aparecer todo el misterio
el placer de otros tres centímetros que entran
como entrarían inversionistas emigrantes  Iphones buques postales
como entraría todo el mundo
por el orificio gastado de un país
que ve dioses donde hay traición
que ve enigmas donde hay cicatrices abismándose tras el lento desplazamiento  por la piel /
como un misterio gozoso sobre el que fundamos una nueva muerte cada día

 

 

[1] Cuenta la anécdota histórica de La araucana (E. Lillo) y Arauco domado (P. de Oña) que Fresia, mujer del toqui mapuche Caupolicán, lanza a su hijo a sus pies por la vergüenza que significaba verlo derrotado a é y e pueblo mapuche

[2] Pewma significa “sueño” en maudungún.

 


 

 

 

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Alarido Ediciones, 2016.
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