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NO TODAS VAN AL PARAÍSO DE RAFAEL INOCENTE
Ediciones Altazor, 2013

Por Fernando Carrasco Nuñez




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Después de un auspicioso debut con su comentada novela La ciudad de los culpables (Editorial Zignos, 2007), esta vez Rafael Inocente (Lima, 1969) nos presenta un volumen de cuentos con el sugestivo título No todas van al Paraíso (Ediciones Altazor, 2013). Algunos de estos relatos ya habían sido publicados en revistas y antologías del medio como el libro colectivo La bestia tricéfala (Hipocampo editores, 2009). Los siete cuentos que dan forma al libro presentan estructuras lineales y están narrados con un lenguaje correcto que por momentos recoge la jerga popular en boca de algunos de sus personajes. Las historias presentan narradores tradicionales o heterodigéticos, salvo los cuentos “Historia clínica” y “Mi patria en mis zapatos” que muestran a un narrador homodiegético o protagonista. En el primer caso, el narrador nos relata su trágica historia familiar con un tono que oscila entre lo dramático y socarrón, mientras que en el segundo el periodista Edmundo Arteaga relata la vida desventurada de su entrañable amigo Indalecio Umalla, un hombre que a los quince años fue levado para pelear contra la subversión, y que luego de salir del Ejército se vio en la pobreza y sin oportunidad de conseguir un trabajo. Las trampas de la vida culminaron llevándolo a prisión, acusado injustamente de terrorismo.

Los siete cuentos presentan historias de interés narradas con notoria  solvencia. Se percibe un manifiesto cuestionamiento al sistema que nos envuelve, pero también destacan otros temas como la venganza, la injusticia, el fracaso y la muerte. Los distintos detalles que configuran los escenarios y el accionar de sus personajes denotan cierto rigor y el conocimiento de sus mundos representados, sobre todo de los espacios urbanos marginales. En algunos cuentos se aprecia una burla ácida a las costumbres negativas de nuestra sociedad. El narrador del cuento “Historia clínica” dice:

“Tragos una vez al mes, con uno o dos patas. Sobre todo, después que mis colegas de promoción, asustados por alguna de mis ideas, empezaron a alejarse de mí paulatinamente. Menos mal. A muchos ya no los soportaba. Atorrantes de barrio con ropita de marca, zapatillas de cien dólares y menú de dos soles” (p. 36).

Los cuentos “Un viaje espectral” y “Piel de merluza” transcurren en Arequipa y Piura, respectivamente, y en ambos se alude al mundo de la pesca. Sin embargo, la mayoría de los cuentos de No todas van al Paraíso retratan específicamente la urbe limeña, compleja y caótica, la cual es presentada como un microcosmos donde conviven ciudadanos de diferentes partes de nuestro país conformando grupos sociales muy bien diferenciados, pero que quizá comparten ciertos complejos y falsas apariencias. En esta línea, Rafael Inocente pone énfasis en mostrarnos el mundo decadente y amoral de la alta sociedad como el cuento que da título al volumen. Los personajes de este sector son siempre presentados como seres ambiciosos y soberbios que miran con desdén a los personajes de las clases populares, mientras que estos últimos aparecen como personajes esforzados y solidarios que sueñan con alcanzar una vida digna, pero culminan por lo general hundidos en el fracaso, víctimas del sistema opresor en que se desenvuelven.

En el cuento ya citado “Mi patria en mis zapatos” se aborda el tema del Conflicto Armado Interno que se vivió en nuestro país durante las últimas décadas y, por supuesto, aquí se denuncia los abusos cometidos por los militares y se critica duramente al sistema imperante. Esta visión bien definida de las cosas cobra aún mayor notoriedad cuando se muestra a los protagonistas tomando como referencia, de manera frecuente, el aspecto racial: En el cuento “Un huayno”, cuando se describe a dos jóvenes universitarios de la UNI leemos: “Sus desnudos brazos cobrizos despliegan la belleza de los que han ejercido fuerza desde muy tiernos” (p. 26). Y en el cuento “Piel de merluza” al presentarse a dos ancianos de la burguesía limeña se lee: “Ambos son blancos, pero de una blancura espectral, fantasmagórica, que inspira miedo o náuseas”. (p.51). Indubitablemente, esta manera de concebir la realidad responde a una visión ideológica de la sociedad que se percibe desde el epígrafe de Óscar Hammerstein que aparece al inicio del libro: “Es necesario que te enseñen a odiar”. Este libro de Rafael Inocente se adscribe en la línea planteada por los escritores que en la década del sesenta conformaron el recordado Grupo Narración al que pertenecieron autores muy importantes de nuestro canon narrativo como Oswaldo Reynoso, Antonio Gálvez Ronceros y Miguel Gutiérrez.

No obstante, al conferirle mayor trascendencia a su afán ideológico, Rafael Inocente presenta relatos que repiten un mismo esquema y le resta méritos a sus historias. Por ejemplo, el autor consigue una historia bien lograda cuando echa mano de la sugerencia en el cuento “Un viaje espectral”, un texto breve y contundente, incluso con algunos elementos del relato fantástico. En este cuento, Inocente desliza una crítica corrosiva al uso de los medios masivos como un instrumento de dominio y adormecimiento social, hecho preocupante muy notorio en nuestros días. Sin embargo, en las demás historias, el autor opta por lo explícito, inclusive, algunas veces, le confiere a sus historias finales con un aire didáctico, rasgo más afín a la fábula que al cuento. Con todo, No todas van al paraíso de Rafael Inocente es una colección de cuentos importante con distintos méritos formales que nos plantea parte de la problemática nacional de nuestros días desde una perspectiva ideológica.



 



 

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"No todas van al paraíso", de Rafael Inocente.
Ediciones Altazor, 2013
Por Fernando Carrasco Nuñez