Nilton del Carpio (Arequipa, 1957), luego de haber publicado, en la década del ochenta, dos breves y auspiciosos libros de poesía: Yaravíes para una sirena y El dominio encantado de tu nombre, retoma el quehacer poético y nos presenta esta vez el poemario Fiesta patronal (Juan Gutemberg Editores, 2022).
A través de la creación literaria, el poeta refleja su visión del mundo y exterioriza los aspectos más íntimos y esenciales de su universo interior. Y es esto lo que se aprecia, luego de una lectura detenida, en cada uno de los poemas que conforman el nuevo libro de Nilton del Carpio. La relación entre el hablante lírico y su entorno familiar, la importancia del escenario primigenio en la vida del ser humano, la épica vivida por el migrante provinciano en la capital y el culto amoroso y la trascendencia del goce amatorio son algunos de los temas del poemario Fiesta patronal.
Desde que tomamos consciencia de que la vida es un largo peregrinaje por distintos senderos y un batallar incesante para alcanzar nuestros anhelos, sentimos entonces la necesidad de saber quiénes somos, de dónde provenimos y de qué madera estamos hechos para afrontar las vicisitudes de la vida. El hombre pisa con mayor firmeza esta tierra al conocer la esencia de sus padres y de sus antepasados. En varios de los poemas de Nilton del Carpio, el yo poético nos muestra una galería de personajes a quienes se celebra. Los lectores asistimos a una verdadera fiesta patronal en la cual se rinde homenaje a los seres más entrañables como aquellos que nos legaron la vida y mucho más: la madre, el padre, los hermanos, los abuelos, los amigos, la mujer amada.
En esta misma línea, el contexto espacial (la campiña arequipeña y sus rincones) se constituye también en un elemento de celebración. Y no solo por su belleza, pues todo escenario primigenio es el lugar en el cual el hombre despierta a la vida, comparte momentos felices al lado de la familia y descubre también el primer amor. El pueblo natal es el sitio añorado donde se llevaron a cabo aquellas acciones definitorias que forjaron nuestro temple y afinaron nuestra sensibilidad.
Ambos elementos, los antepasados y la tierra, están hermanados y, finalmente, tras la llegada inexorable de la muerte, siempre terminan siendo un mismo cuerpo, al cual uno puede volver para reencontrarse con ellos. Toda esta visión sobre el amor familiar y la íntima relación con el terruño -—incluso más allá de la muerte— se halla muy bien condensada en el poema titulado “Socabaya”, texto emblemático del libro que, además, abre todo el volumen. Veamos la primera parte de este poema:
Aquí fue donde nuestros abuelos
plantaron los primeros palos
como pequeñas estacas
y levantaron la tribu
como una casa
y sus huesos fueron bancos
como la ceniza quemada por el sol
como la arena de este río
o como el excremento de los pájaros.
Yo sé que debajo de estos pastos amarillos
arden los huesos enterrados
de aquellos que vinieron a sembrar amor
y odio en estas tierras tan dulces
como el agua de sus acequias
hace ya mucho tiempo
muchas noches
muchos días.
En este grupo de poemas se perciben reminiscencias de los poetas láricos como el chileno Jorge Teillier, pero resalta aún más la impronta de Valdelomar y del César Vallejo de las “Canciones de hogar” de su primer libro. Pero, especialmente, varios de estos poemas de Nilton del Carpio dialogan con esa poesía que le canta a la alegre campiña de Arequipa. No es gratuito que el bello poema “La casa de la Aurora” tenga como epígrafe unos versos del poeta Jorge Bacacorzo, autor de El libro del yaraví.
Como señalamos líneas arriba, otro de los temas que destacan dentro del libro Fiesta patronal es la situación del migrante provinciano en la urbe limeña, tema que el poeta había abordado ya en sus primeros escritos. Nos referimos, específicamente, a los poemas que conforman la sección “Crónica del Agustino” del libro El dominio encantado de tu nombre. Pero en el libro que vamos comentando en estas páginas, se pone énfasis en el duro trabajo que emprende el hombre de las provincias en su afán de conquistar los arenales de la capital. Poemas como “Huaycán”, “Laderas de Chillón, “Manchay” y “Nueva esperanza” sitúan al hombre de tierra adentro en la urbe limeña, sobre esas “colinas de arena” a las que hace referencia el poeta Antonio Cisneros en su celebrado poema “Crónica de Lima”. No obstante, a diferencia del poeta miraflorino, Nilton del Carpio mira desde adentro y pone énfasis en la imagen del sujeto migrante que viene cargando palos y esteras, pero también arropado de sueños y esperanzas y con la firme resolución de dejar aquí su sudor y su sangre para así legarle un mejor futuro a su descendencia. Incluso, Nilton del Carpio les da voz a estos personajes. Transcribo los primeros versos del poema titulado “Huaycán”:
Huaycán, Señor, es el grito victorioso
de una nueva jornada
que se levanta bajo el sol,
es la esperanza de una nueva luz
de un nuevo amanecer.
Huaycán es la trinchera, Señor,
donde el amor
todavía nos sostiene
y nos alimenta como el pan.
Estos poemas de Nilton del Carpio van en sintonía con la propuesta poética de otros autores que aparecieron en nuestro medio en los años ochenta como Domingo de Ramos (Pastor de perros) o Pedro Escribano (Manuscrito del viento).
El canto a la mujer amada es otro de los ejes temáticos de este nuevo poemario de Nilton del Carpio. En esta serie de poemas, el oyente o alocutario es ahora la mujer amada, a quien el enunciador del poema se refiere como “muchachita” “amada mía”, “cariñito mío” “señora dulce” o “señora mía”; estas últimas expresiones nos remiten a la poesía provenzal trovadoresca del Medioevo, en la cual se manifiesta una suerte de feudalización del amor, donde el amante en su afán celebratorio busca la felicidad de “su señora” a cualquier precio. A cambio solo pide los favores divinos de la mujer idolatrada. En todo momento, la mujer amada aparece relacionada con el paisaje, y, especialmente, con el paisaje de Socabaya.
En otros casos, el hablante lírico se muestra como un ser dominante y a la vez pródigo de amor que espera, contempla y goza de ese amor conquistado. Ahora la mujer es carne, es agua fresca, es fruta dulce. Veamos un fragmento del poema “Primera contemplación”:
He recorrido también todos tus caminos
con violencia de asesino.
Por hendir la noche
he abandonado mi guarida oscura,
mi feroz madriguera oculta
de serpiente, de pájaro o de reptil
y aquí me tienes, cariñito,
extendido como un camino intacto
aguardando tus plumas ígneas,
tu agresivo pico y la tibieza de tu cuello.
Llama mucho la atención cómo Nilton del Carpio a través del tema amoroso sintetiza el placer terrenal y la contemplación divina. El amante, ya desgastado por los años, anhela la redención y el sosiego a través del amor, el cual es el protagonista que danza incansable en esta fiesta patronal hecha de palabras.
En el ámbito retórico destaca la riqueza de una serie de recursos estilísticos audaces e ingeniosos donde sobresalen las comparaciones, las reiteraciones y las metáforas bien logradas: “Yo te recuerdo ahora, dulce golondrina, / lucero inmarcesible, fresco manantial de luna” (“La casa de la aurora”). Como se puede apreciar, en el uso de estos recursos retóricos casi siempre se toman como referencia elementos del universo representado: “…buena como sus picantes y la chicha fermentada, / o como el agua clara de sus acequias”. Otro rasgo estilístico es el uso reiterativo de los adverbios para dotar de mayor intensidad las cualidades de los personajes y, principalmente, para emparentar el lenguaje con el mundo popular representado a través de la oralidad; “Y la muy querida Domitila, tan muy buena mujer” o “Y el buenazo de mi señor padre”.
En síntesis, Fiesta patronal de Nilton del Carpio es un hermoso canto de amor a la familia, a los amigos, a la tierra y, sobre todo, a la mujer amada, a quienes el poeta ha convocado en esta fiesta inacabable de música y palabras que es la buena poesía.
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Solorza. e-mail: letras.s5.com@gmail.com "Fiesta Patronal. El delirio de las vírgenes", de Nilton del Carpio.
Por Fernando Carrasco Nuñez