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LOS LABERINTOS INTERIORES DE AQUINO QUIROGA
«Aquino Quiroga en el laberinto» (Sinco Editores, 2019) de César Ruiz Ledesma
Por Fernando Carrasco Nuñez
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César Ruiz Ledesma (Lima, 1986) ha seguido estudios de Derecho, además Lingüística y Literatura en la Pontificia Universidad Católica del Perú. Y tiene una maestría de Escritura Creativa en la Universidad de Texas en El Paso, Estados Unidos. Luego de su debut literario el año 2015 con el libro Estación perdida y otros cuentos (Edit. San Marcos) nos entrega su segunda publicación, la novela Aquino Quiroga en el laberinto (Sinco Editores, 2019).
El protagonista de esta novela de Ruiz Ledesma (con un título bien puesto) es un corrector de estilo que, tiempo después de ser ascendido a jefe del área de ediciones en la editorial donde labora, comienza a vivir días de angustia y desasosiego a causa de la desaparición de una mujer. Y es desde esta nueva situación en su vida que va a empezar a moverse entre las galerías de un enorme laberinto.
En la novela de Ruiz Ledesma, el término “laberinto” muestra distintas connotaciones. De manera literal se designa con este nombre al enorme almacén donde se depositan las altas rumas de libros que imprime la editorial donde labora Aquino. Este enorme almacén es un símbolo de la vida asfixiante y monótona que, día a día, amenaza con sepultar al protagonista. No obstante, se puede afirmar también que el laberinto de Aquino Quiroga es esa nueva condición de extravío interior en la que se encuentra tras haberle perdido el rastro a Daniela, una joven y bella prostituta con quien solía encontrarse cada semana y cuyo recuerdo lo persigue de manera obstinada a cada momento. Y el laberinto de Aquino Quiroga es, al mismo tiempo, una suerte de símbolo borgeano que representa a esa gigantesca ciudad en la que se mueve el protagonista: el Centro de Lima y sus conos populares. Aquella Lima monstruosa, caótica y bulliciosa, poblada también de provincianos laboriosos y gallinazos hambrientos, en la que transcurre su búsqueda inagotable.
En cuanto a su estructura, la novela se mueve en dos planos que van avanzando en forma paralela, a manera de vasos comunicantes que se complementan de manera bastante efectiva. La vida entre tazas de manzanilla: solitaria, formal y apesadumbrada del protagonista, quien de manera cotidiana tiene que lidiar con escritores mediocres y ambiciosos representantes de instituciones educativas, contrasta con las encendidas aventuras prostibularias (que transcurren en el Perú y en el extranjero) de un grupo de foristas de una página de internet a quienes por las noches, durante horas interminables, va leyendo Aquino Quiroga en la intimidad de su habitación hasta, algunas veces, confundir esas otras realidades con la propia.
Este segundo plano de la novela, vitalista y descarnado, sirve también para ampliar el panorama en el que se desenvuelve el protagonista. Algunas veces, los foristas reflexionan sobre su propia existencia: “…en un prostíbulo el hombre es, al fin, honesto: no hay palabras ni hechos intermedios para acostarse con una mujer, los más virtuosos desnudan sus verdades en el Troca” (p. 65). En otros momentos, se relacionan las experiencias vividas en los meretricios del Perú con los acontecimientos políticos y sociales que les tocó sufrir en años pasados:
“Poco antes había estallado la crisis política y económica, y el Estado fue un botín que los compañeros —finalmente en la presidencia mostraban su entraña— saqueaban sin cesar. La bola de excremento que crearon fue tal que hasta ellos mismos se embarraron, menos sus líderes, a quienes nunca se les conoció oficio alguno, salvo el que ostentaban en el poder. Y en el Troca mucha oferta para tan poca demanda, las putas se mosqueaban y algunas, las más desesperadas, querían atender a la fuerza a los parroquianos” (p. 60-61).
En cuanto al aspecto lingüístico, se aprecia también dos niveles del lenguaje. En los capítulos donde se relatan las vivencias cotidianas de Aquino Quiroga se percibe a un narrador tradicional u omnisciente con un lenguaje estándar que por momentos enriquece su discurso con algunas imágenes poéticas. En el plano de los foristas virtuales aparece siempre un narrador protagonista que con un estilo popular, jocoso e irreverente relata sus andanzas nocturnas.
En suma, Aquino Quiroga en el laberinto de César Ruiz Ledesma es una novela de dos caras muy bien planteada que, entre otros aspectos, nos recuerda que los seres humanos estamos conformados por distintas facetas, y que alguna de ellas nos esforzamos en ocultar. Es decir, la novela nos muestra que existen en cada hombre laberintos interiores, oscuros y perversos, de los cuales, muchas veces, nos es imposible escapar.