Presentación del libro Tecnopacha de Oscar Saavedra
Encuentro de poesía Pero en Talca
Federico Eisner
Noviembre 2008
Conocí a Óscar en una lectura que compartimos en una institución citada en este mismo libro, dato anecdótico, pero no irrelevante. Allí se presentaba como poeta Andesground, y fue sin duda su canto el que me impactó.
Desde aquella lectura ha pasado poco más de un año, y en este breve periodo he conocido a Óscar como un complejo actor cultural y delirante realizador, en el sentido más cinematográfico, de proyectos. Ha sido un periodo casi cotidiano junto al autor de Tecnopacha, lo cual complejiza más aún en mí la lectura de su obra.
Me justificaré en lo tratado en las analíticas presentaciones ya realizadas por Greta Montero y Alexis Donoso, en la tesis de Jorge Ponce, en lo que tratará a mi flanco Marcela Saldaño, y en el foráneo y certero prólogo de Róger Santibáñez (como foránea es la publicación de este libro, dato nuevamente relevante), para hablar desde otra dimensión. Digo, sin importarme un patrón de medida, otros libros y autores con los que comparar a este, me parece que 4 presentadores, un tesista y un prologador, y seguramente otros que vendrán, somos un montón de gente.
En absoluto me son indiferentes las dimensiones políticas, críticas y generacionales de esta obra,
Citando a Ponce Muñoz, El desencanto generacional que el poeta experimenta es muy importante por dos razones: toma conciencia de su adscripción generacional y también de su deseo de evasión.
Cito ahora al poeta,
Me acerqué y me aleje de una generación vestida
con tutú
Ahí en el intelecto
Supe que la identidad no era sino un puñado de
Polvo en las manos
Intentaré entonces hablar de esas dimensiones desde la sonoridad. Mal que bien, puedo suponer que Oscar me pide esta presentación con absoluta conciencia, es más, con total intencionalidad musical. Ya lo dije, lo primero que me comunicó Óscar fue canto, entonación, sonido. Y como en toda canción que se escucha por primera vez, la letra o mejor dicho la lírica, se entiende a medias. Creo que lo primero que escuché fue aquello aparecido en Anomalías, también editado por Zignos del Perú
“cómo toca a su hija, cómo le baja a su país”
o esto otro
“…….dame tus tetas Pacha,
Dame la noche púrpura de tus tetas
Mama:……”
sin duda alguna hits radiales, ¡ay de ellos! si llegasen a oídos de algún Álvaro Henríquez u otros cancionistas de la misma calaña.
Poco después leí Anomalías y como era de esperar el mágico efecto del canto no era el mismo. Digamos que mi entusiasmo cedía frente a la página, por lo tanto tuve que intentar abstraerme de la sonoridad para lograr aprehender el ethos, maldito o no, de sus versos. Ahora que leo Tecnopacha quizás comprendo que esa abstracción ya no tiene sentido, al menos no para mi, en cuanto músico que ha escuchado al original. Quien nunca haya escuchado la lectura de Óscar puede leerlo sin tal influencia, como las partituras de los tiempos pre-registro, quién sabe cómo sonaría el mismísimo Juan Sebastián sentado al clavesín, no hay grafos que lo transmita.
Si vamos al personaje Óscar, me interesa lo que dice al no decir, sus espacios en blanco, la importancia de los silencios en su música, esa estática de sus ojos mirando en diagonal arriba, mezcla estética de Marilin Manson con bailarina Butoh, y porqué no un joven manos de tijeras, un blogger en toda su talla, pues pone a prueba y madura su trabajo, como un músico que sube cada demo a su myspace, y chequea el aumento en sus visitas.
Yendo a Tecnopacha, si tomo por ejemplo
Por las luces París
Por lo laberíntico la tumba Ming
Por la señalética New York
y la pienso como letra de canción, sería probablemente un himno del chill out, sin embargo en el poema, en la actitud de ser poema, es sumamente denso y polifónico.
Al hacer canciones, siempre busqué un sincretismo que me describiera, eso que logran los chicanos al decir “startear la troka” o brutalidades por el estilo. Óscar alcanza ese sincretismo sin estar en la frontera, desde Chile. ¿Cómo se observa desde Chile? ¿O cómo se escucha, integrado al mundo de tan cordillera?, más aún, llevándola, siendo vanguardia marginal. Admito envidia por el logro de Óscar, porque este logro viene de un inmenso trabajo, y esta envidia lo aplaude.
Lo confieso, no entiendo del todo lo del “doping histórico”, por supuesto este me parece un libro iniciático, quizás demasiado en su forma. El estilo es un fruto difícil de cuidar, un jardín de compleja cosecha, toda música se anula si es demasiado tocada. The Wall suena de fondo en las oficinas, Chica de Ipanema en los supermercados, y Yo vengo a ofrecer mi corazón se canta en misa. Este es un juego interesante, pero de alto riesgo para esta obra.
Para mí Tecnopacha es World Music, una tarca y una tabla sonando juntas, Calle 13 en el altiplano, el disfónico canto esquimal con base electrónica, un disco inédito de Bjork, Radio Tarifa haciendo bailar a hordas de jóvenes alemanes.
Y patinaba sobre el viento escuchando sus miserias,
que dibujaban una canción, una canción, una canción:
no para cantarla,
sino para bailarla en trances