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Después de lo negro
Felipe Poblete. “negro”.
Ediciones Altazor, Viña del Mar, 2013.
52 páginas
Por Vicente
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Una persona no es solamente una persona,
en cada uno de nosotros hay un mundo que se extiende y alcanza a otros.
Que crea reacciones.
Cuando hallé negro no sabía bien con qué me encontraría en su interior y estoy seguro de que cuando terminé de leerlo aún no sabía que fue lo que había ahí adentro. A lo que me refiero con esto es que se nos presenta como un poemario compuesto por 21 poemas diferentes, pero creo que, también, se puede leer como un solo poema “largo” dividido en partes.
Lo que sí encontré en negro fue ese recuerdo de lo frágil y ardua que puede resultar la vida, sin olvidar su complejidad, aunque no sea este su tema principal; ya que, Felipe Poblete (1986), como pocos poetas, logra tratar con gran pasión y un inconfundible amor un tema que, generalmente, es bastante difícil de hablar. Más aún si se intenta hacer del modo en que el autor lo logró. Me refiero a la muerte, ese instante tan complejo que uno supone lejano, olvidando que su única regla se basa en ser impredecible y que nos sucederá a nosotros como a nuestros seres queridos. De este modo, la obra es una elegía y debe ser entendida como tal, con todo lo que esto implica. Esto es algo que, a lo largo de los versos, queda en evidencia gracias a la delicada utilización y colocación de cada palabra en su lugar. Y es a través de esto que te transporta, por algunos instantes, a palpar el dolor y la angustia que se fecunda en el interior de cualquier persona luego de presenciar la muerte de alguien que nos importa.
Pero, como dijo Sergio Muñoz en la presentación de este libro: “lo realmente importante, más que la cercanía física o afectiva de las personas involucradas, es esta potencialidad del poema, de hacer inolvidable, a través del lenguaje, una porción de la complejidad de la vida y de la muerte que nos toca”. Sin olvidar que, más allá de lo que los sentimientos nos inspiren, debemos saber que la canalización y la materialización de esto es lo más importante. Es decir, el trabajo escritural del poeta.
Finalmente, el libro nos enfrenta a la realidad de lo que es la muerte. Es decir, a darnos cuenta de que, por mucho que queramos, ya no queda nada más que hacer. No podemos devolver el tiempo, resucitar a alguien ni tomar su lugar. La única opción probable, y es lo que hace el poeta en este libro, es escribir, dar testimonio de que la muerte (voluntaria o no) es algo natural y común de la vida. Por ello no resulta casual la introducción de seis versos de seis diferentes autores (Georg Trakl, Paul Celan, Cesare Pavese, Safo, Hart Crane y Sylvia Plath), todos ellos suicidas y enamorados, lo que, a mi parecer, es el gatillo que dispara la aparición de una obra como esta.
Es así como el negro (o lo negro) se transforma en algo y deja de ser “simplemente” un color. Se convierte en la materialización del amor y del dolor. Algo más profundo. En eso que se halla solo en el momento justo cuando nos enteramos de la muerte.
negro fue el momento de la noticia:
tu muerte, sin palabra
negro, fue negro
Extractos del libro
I
negro fue el momento de la noticia:
tu muerte, sin palabra
negro, fue negro
me fue imposible hablar
balbucear no, no fue dada palabra
imposible el instante
negro el instante mismo
recién ahora
recién ahora letras salen casi:
va
vas
viniendo
para
abajo
entera
XI
no, no se puede, no se puede hablar
no supe tejer lazos:
te esperaba con soles
tú turbabas mi voz
mientras remabas inútiles aguas
muy lejos: detrás de la lejanía
ibas en busca de tu propia sombra
por caminos violetas
que también he querido recorrer
XV
el mar rompe en la costa, tú te has roto:
las costillas, las vértebras, los fémures
cada arteria, los ganglios
los pulmones, el cuello
y todavía
tu sombra está perdida:
como una suerte por un trebolar
XVIII
aunque es de día
anochece en tu frente
la luna emerge plena:
con el color de la desolación
por dentro tuyo
ya no posees lenguas
te quiebras los párpados, no respiras
eres sin nombre entre nuestras palabras
te has desprendido toda
como cenizas: descendiste nueva
has muerto has muerto ¡decirlo es terrible!
desconozco esta espera:
me vuelvo cataclismo
araño inservible mis negras sílabas
te hiciste ceguera: llueves albatros