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Natalia Contesse, Rafael Rubio, Felipe Poblete, Jorge Rosemary y Felipe Espinoza,
durante la presentación. Sala América
de la Biblioteca Nacional
(Santiago, Chile). Viernes 23 de junio de 2017.
"Breve Invocación a los Poetas"
Presentación a video de la cantautora Natalia Contesse
Felipe Eugenio Poblete Rivera
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Los agradecimientos, primero que todo, para el equipo de la Biblioteca Nacional, que nos permitió estar presentes en esta hermosa e insigne sala, a la productora “Unifilms”, que con guión de Gastón Orellana, armó y editó este excelente y potente video para “Breve Invocación a los Poetas”, de Natalia Contesse, contenido en su nuevo álbum titulado “Diluvio”; digo de Natalia, cuando también existe una autoría que es grupal: un trabajo en equipo con otros los músicos que también trabajaron para ver logrado esta obra, a saber: Javier Cornejo, Patricio Rojas, Simón González, Cristian Carvacho, Camila Vaccaro, Fabián Cáceres, Ángela Acuña, Alejando Pino, Dominique Arenas, Alex Lorca, además de los estudios de grabación con Juan Pablo Quezada.
I
A grandes rasgos, puede ser dicho que el video está segmentado en dos partes. Siendo la primera una especie de larga introducción para lo que después sería, por decirlo así, y entre comillas también, el video-clip, aunque no se trate de un videoclip convencional, a pesar de combinar la música con la narración visual y sonora. Por ahora simplemente hablemos de video, a secas, aunque también existan las acepciones de videoarte y de video-poema, donde acaso pudiera estar mejor albergado este trabajo audiovisual; pero no se trata de eso, y avanzo.
La ventana en que se refleja el día es el inicio del video. Ahí amanece. Luego viene la escritura a mano, con tinta azul a través de lápiz rojo (lo que evoca una bella contraposición cromática que también poseen los famosos lápices carpinteros). Vemos a la autora meditando largo torno a la antigua y famosa decisión de Platón por expulsar a los poetas de su proyecto de república, su utopía; bastante paradójica, por cierto, esa utopía sin poetas. Escuchamos la voz de Natalia, quien además escribe. La vemos hacer sonar su guitarra, y reflexionar y escribir. En una palabra: producir.
Aquel es un punto de partida, pero también la interrogante crucial planteada por Hölderlin: “¿para qué poetas en tiempos de miseria?” A veces traducida también como “tiempos menesterosos”; estudiada ampliamente por Martin Heidegger a comienzos de siglo pasado, pero ahora nos importa la respuesta de Natalia: y una primera respuesta tentativa: “en tiempos de miseria, la poesía es asilo”, dice: y la palabra asilo hace alusión a los derechos humanos: la ayuda a los perseguidos, a los exiliados, que en este caso seríamos los poetas.
En esta primera sección tenemos al canto de un pájaro (no sabría decir si gorrión, chincol o tenca), esa música literalmente del principio de los tiempos, sin metáfora ni nada: un canto milenario. Las imágenes impactantes de la natura detenida en su majestuosidad colosal: las cumbres nevadas sobre las cuales se hacen y deshacen unas nubes de maravilla; amaneceres. Tal es una imagen recurrente en esta sección: cuando nace la mañana junto de las manos de la grande tranquilidad planetaria.
(Imágenes de la natura a la manera, tal vez, del mejor Godfrey Reggio en su film de inicios de los ochenta: «Koyaanisqatsi»; el cual también puede ser pensado desde la óptica de los tiempos de miseria, por cierto).
Vemos una mezcla de enfoques y desenfoques para pintar una imagen audiovisual muy particular y exclusiva, con planos tomados, o hechos, desde perspectivas inusuales, es decir, puntos de vistas propios del dispositivo técnico de registro. Gracias a lo cual es elaborado un pequeño carnaval de imágenes que se conciertan en la unión de color y movimiento: el puente de la guitarra o la ventana conteniendo los reflejos de unas peregrinas nubes que corren por el cielo. Y ello se dará con mayor intensidad en la segunda sección, siempre equilibrando la lógica constructiva.
Esta primera sección está gobernada por un tempo dominado por una espesa lentitud: una atmósfera que solamente las presencias cordilleranas y la necesaria lejanía respecto a la ciudad otorgan. Los planos son más cerrados y las imágenes tienden a reiterarse en la búsqueda de un ciclo o un ritmo (aquello que Gonzalo Rojas consideró lo más crucial para la poesía). Encima en ausencia de la música, que levemente empieza a anunciarse para, a través de un repentino viaje a negro, dar inicio la segunda sección: la otra mitad. También por eso se hace recurrente –a través de las dos secciones– la imagen del péndulo que mide la sonoridad con su movimiento reiterado, de un lado a otro, como de una sección a la otra.
La imagen fecunda de la luna llena detrás de un cortinaje de nubes. Dialéctica de noche con día en un relámpago que no vemos pero sí sentimos debajo de la piel.
II
En la segunda sección son ofrecidas las vistas de la ciudad desde la altura. Grabadas con dron (a cargo de Sebastián Jerardino), incluyendo desplazamientos leves en el encuadre, dándole un delicado movimiento doble a la filmación. Y se trata de imágenes de la ciudad en su noche, en alusión –conjeturo– a los tiempos de miseria, que vienen a ser los actuales desde hace ya demasiado.
En cambio son diurnos los momentos en que Natalia y su conjunto son registrados tocando este notable y singular tema, esta invocación. Para ello, la cámara toma ángulos que construyen el espacio con especial dinámica: dando una imagen propiamente audiovisual y no una mera reproducción del humano modo de ver sin más. Sea acaso tal vez por eso, que abundan planos en que Natalia está de espalda a la cámara. Tampoco hay momentos en que los integrantes del grupo miren hacia la cámara, de ahí también su principal distinción torno al videoclip convencional: donde los músicos cantan para sus fans, que obviamente no ven. Sin duda este video queda relegado a otra sección del ámbito de los videos. Lo que no significa que sean dejados de lado los planos de detalles, en donde quedan registrados los énfasis gestuales al instante de cantar: y con énfasis mayor, confesado en los dos párpados cerrados (ya que son los párpados y no los ojos quienes se cierran), declarando la honda conexión existente entre la cantante y el canto.
En la grabación, si bien es Natalia quien goza de mayor protagonismo, los demás integrantes también son retratados con cercanía y con carácter. Baterista, tecladista, bajista, guitarrista, dando cuenta del trabajo colectivo.
Creo que vale la pena indicar que además de la banda tocando, también aparecen incorporados los equipos computacionales y de edición digital, lo que expone sin resquemores las modalidades de grabación musical, aplicadas, por cierto, desde hace ya varias décadas. A mi juicio, ello podría ser leído como una reactualización de los códigos del romanticismo; no por nada el conflicto inicial arranca con Hölderlin.
A partir de ahí es que se elabora un lenguaje audiovisual acorde al contemporáneo ámbito de la poesía, donde además es pleno y sumamente bien logrado el trabajo técnico de la corrección de color y los contrastes, en fin, las labores propias de la postproducción.
En otros aspectos de esta segunda parte, ya con la música en su poderío total: es incorporada la imagen de la república, vale decir la ciudad, la cual es retratada desde un peculiar “afuera”: que es la altura, para luego reingresar, triunfantes como profetizaba el viejo Arthur Rimbaud… Dicho coloquialmente: desde la mirada peatonal: cuando aparecen los poetas –por todas partes– llenando muros, las páginas de la ciudad.
En conexión a lo anterior surgen las imágenes proyectadas de poetas sobre muros de nuestra ciudad capital, y aquellas son filmadas e incorporadas al video ¡cuya factura y desarrollo no termina de sorprendernos! Apareciendo así: Víctor Jara y César Vallejo, como también el propio Hölderlin.
Un verso de la invocación dice: “y si su luz se atraviesa por un instante a esta sombra”, y ello es representado en el video a través de las proyecciones visuales, emanaciones de luz finalmente, de los poetas. Así, figuran otra vez reunidos Armando Rubio y Enrique Lihn, como también Cecilia Casanova (con quien Natalia además compartió un estrecho vínculo). Emily Dickinson aparece matizando de inglés las normas textuales de la ciudad, así como José Martí anuncia el profundo amor americano. De alguna forma, acá es expuesto el repertorio de los poetas tutelares de Natalia: Gabriela Mistral, Jorge Teillier, Rainer María Rilke y Violeta Parra. Todos ellos intercalados con las vistas nocturnas en ascenso y en descenso, en un movimiento primordial, como la poesía. También aparecen Pablo Neruda y Vicente Huidobro, acaso reconciliados a través de estas imágenes llenas de energía y de vitalidad por estar estiradas por las superficies de la ciudad.
El montaje va acorde a los ritmos internos de la música, a ella se debe pero también en ella despliega su propia libertad. Quizás por eso es este un video muy bien logrado: que se debe al montaje, y acelerado en un ritmo que hace aguda rima al vértigo actual, cumpliendo además los grandes y bellos quiebres visuales: articulando una suerte de collage audiovisual cuyo hilo conductor férreo se encarga de tejer en el aire la música junto de la palabra poética, aquí conjugadas con maravilla y con asombro. Lo que no es poco decir. Yo, en definitiva, tampoco tengo más que agregar.
Junio de 2017, Viña del Mar
Natalia Contesse - Breve invocación a los poetas